Javier Vázquez Delgado recomienda: ZN 20 años – Fábulas

Edición original: Fables #1-#150
Edición nacional/ España: Fábulas: Edición de lujo 1-15 (ECC Ediciones)
Guión: Bill Willingham
Dibujo: Lan Medina, Mark Buckingham y otros
Formato: Tomos en tapa dura a color, 300 paginas aproximadamente.
Precio:30,00€ aproximadamente.

Introduccion

Una breve digresión personal acerca de lo que, para mí, como lector, ha significado Fábulas. No es muy interesante, pero confió en que sea ilustrativo acerca de cómo funcionan los comics (y las artes, así en general) dentro de las cabezas de los niños pequeños. Es algo realmente importante a lo que no se presta ni la más mínima atención, y menos en esta triste piel de toro llamada España. Quizá por eso he querido que sea Fábulas la excusa para hablar de este tema en el 20 aniversario de uno de los pocos medios independientes realmente masivos que quedan en este país. Pero no se preocupen. Después de este desvío tangencial hablaremos de autores, lobos feroces, batallas, el sentido de la vida y demás cosas chulas.

Supongo que lo primero que debería explicar es cómo me topé con Fábulas. En los tiempos pretéritos de mi infancia (principios del s.XXI) se daba una circunstancia paradójica (si bien los vientos ya estaban cambiando de dirección): los tebeos eran todavía eminentemente populares, pero a la vez no se habían convertido en un producto de mercadotecnia. De modo que era bastante frecuente encontrarte con tebeos en los quioscos y grandes superficies.
El caso es que durante un par de deliciosos meses de mi noveno o décimo año, los quioscos se vieron inundados de títulos Vértigo (supongo, aunque no estoy seguro, que fue debido a la pérdida de derechos de Norma a favor de Planeta). Me encantaban esos tomitos de lomo negro que se desgajaban a la mínima. Todavía los conservo. Con ellos descubrí The Sandman, Animal Man, Hellblazer…y Fábulas.

Casi de inmediato sentí (todavía la siento) una atracción fatal por la oscuridad gótica, el nihilismo post-moderno y la lírica depresiva y elegiaca (y un poco autocomplaciente, todo hay que decirlo) que impregnaba todas sus páginas. Comprendedme. Estudiaba en un colegio de monjas y toda mi fantasía (o casi toda, porque ya había descubierto a Dylan Dog y sufrido unas cuantas noches de insomnio como consecuencia) se reducía a los tebeos de Marvel y a un gigantesco y francamente desagradable Cristo crucificado que presidía la capilla del colegio. Así que los tebeos de Vértigo resultaron ser una buena hostia, pero sabían mucho mejor que las hostias que podía meterme en la boca el curita de turno.

Portada del primer libro de Fábulas editado por Norma.

Así que ahí estaba yo. Un adolescente greñudo con ínfulas de gótico existencialista por haber leído demasiados tebeos. Me gustaba abordar a la gente por sorpresa y soltar frases rebuscadas acerca del “asesinato como forma de auto-expresión”, “la optimización de recursos en la Camboya de Pol Pot” y cosas así. Suena ridículo ¿eh? Pues era peor. Pero resulta que los tebeos de Vértigo podían ofrecer, a la larga y con la sabiduría que llega con el tiempo, algo mucho mejor: una postura vital fundamentada en la compasión, el mutuo entendimiento y la libre auto-expresión. Son pilares fuertes, pero volátiles y caprichosos. Tan volátiles y caprichosos que uno ni siquiera se da cuenta de que los ha perdido o de que los ha recuperado.

Un ejemplo muy concreto de todo esto y pasaremos a lo interesante de verdad. Tori Amos escribió la introducción para Muerte: El alto coste de la vida, se prestó para hacer de modelo en la portada y era la inspiración para el personaje de Delirio. ¿Una chica colaborando en los tebeos que a mí me gustaban? Estaba estupefacto y fascinado, así que busqué información sobre la tal Tori Amos.

Hoy en día es una de mis cantautoras preferidas, pero en aquel momento no tenía ni idea de quien era. Además de ser cantante y compositora, había pasado por una serie de experiencias y circunstancias tremendas, una violación entre ellas. En mi mundo de clase obrera y misa diaria todo este tipo de cosas venían a significar exclusión, culpabilidad, depresión y ansiolíticos. Tori Amos había logrado no solo sobreponerse a esas circunstancias, sí no también reutilizarlas para hacer música única y hermosa.

Pero el papel de Gaiman en esta historia, aunque secundario, también me sorprendió. Por lo que pude entrever, se había mantenido al lado de su amiga sin presiones, sin consejos, sin superioridad. Simplemente con apoyo incondicional.

Creo que esta pequeña historia de humanidad es el fruto de algunas buenas decisiones que llegaría a tomar en el futuro. Como he escrito al principio todo esto no es muy interesante, pero confió en que sea ilustrativo acerca de cómo funcionan los comics (y las artes, así en general) dentro de las cabezas de los niños pequeños.

Tori Amos es la inspiración para el personaje de Delirio.
La historia de esta historia

Fábulas es el título emblemático de lo que yo denomino “tercera generación Vértigo”, la última realmente relevante. Los primeros años del sello de Karen Berger habían estado marcados por una tendencia evidentemente experimental y fantástica. Coincidiendo con la eclosión de escritores como Garth Ennis o Warren Ellis, el sello se metamorfoseó en una especie de refugio para títulos noir. Entonces, ¿cómo llegó un título de pura fantasía a convertirse en el rey de un patio de juegos dominado por duros detectives?

Apunto dos motivos. Uno. “Pura fantasía” quizá no sea palabras adecuadas para definir esta historia. Fábulas se convierte poco a poco en una serie fantástica, virando lentamente desde las coordenadas, oh sorpresa, del género negro. Segundo motivo. El 11-S. En épocas oscuras la sociedad necesita encontrar refugio en elaboradas fantasías cuyo objetivo último es la catarsis. Atentados, ántrax, guerra contra el terror, torturas…un caldo de cultivo perfecto para Harry Potter, El señor de los anillos, Gladiator…y Fábulas.

Bill Willingham es el principal arquitecto de este monumento. Nacido en los Estados Unidos en 1956, ex-marine e ilustrador de juegos de rol su carrera no fue especialmente destacada antes de Fábulas, ni tampoco lo ha sido después. Reluce en su bibliografía una miniserie dedicada a la bruja Tess, spin-off de la serie The Sandman que, quizás, sirvió de carta de presentación para la propuesta que se convertiría en Fábulas. ¿Cuál era esta propuesta? La vida cotidiana dentro de un barrio de refugiados e inmigrantes en el corazón de Nueva York. Estos refugiados no serían judíos, italianos, serbios o irlandeses. Serían los mismísimos protagonistas de los cuentos clásicos.

¿Por qué refugiados? ¿Por qué cuentos de hadas? Al habla el escritor: “Quería escribir algo relacionado con una comunidad que viviera oculta entre nosotros, algo así como Los Inhumanos de Kirby. Pensé en poblarla con dioses, pero esa mierda ya se había hecho muchas veces. Entonces, por algún motivo, se me ocurrió pensar en los personajes del folclore”

Acerca de la naturaleza de los cuentos de hadas: “Para mí la diferencia entre mitología y folclore, es que en la mitología todos están en plan oh, vale, hay alguna clase de superhéroe que resuelve las cosas en algún sitio lejano. En los cuentos, sin embargo, el elemento divino está presente pero se cuentan historias que le pueden pasar a ti o a tu abuela”.

“Así que fui a DC y les presenté la historia. Pensaba que no la iban a aceptar porque sus comics en aquel momento estaban llenos de niños depresivos llenos de piercings y tatuajes. Pero les gustó, y seguimos adelante. Y entonces un par de días después salieron los primeros anuncios de Shrek. Y yo en plan: bueno, vale, se me han adelantado y me pedirán que deje el proyecto. Al final les llamé yo, y me dijeron que no fuera un cobardica, que seguíamos adelante y que no me preocupara”.

Pero los problemas en la “pre-producción” estaban lejos de acabarse: los editores pidieron a Willingham que escribiera para el primer arco argumental un elaborado who do it? que el guionista había desechado al cuarto lugar de una lista de posibles historias. También le pidieron que metiera en la historia todos los niños grunge que pudiera y que enfatizara el aspecto sexual y sangriento de la serie.

Hasta las obras cumbres del género necesitan cierto espacio para encontrar su voz. Todo el mundo sabe que Tolkien improvisaba sobre la marcha hasta que los hobbits llegaron por fin a Rivendel. Neil Gaiman desarrolló su particular estilo de fantasía oscura hacía el segundo año de The Sandman. No ocurre lo mismo con Fábulas. En cierto modo, casi parece que el punto de partida elegido por Willingham sea La marcha de los soldados de madera, que este lo supiera de antemano y que los tres libros anteriores son una excusa para convencer a todo el mundo (incluido él mismo) de que la alta fantasía merece la pena.

Los personajes de estas historias

No están todos los que son, pero son todos los que están:

Blancanieves: Creada en un cuento de los Hermanos Grimm, pero convertida en símbolo en la película de Walt Disney, Blancanieves (o simplemente Blanca) tiene una historia peculiar antes y durante los hechos de Fábulas. Rompió con su marido, El príncipe encantador, cuando se enteró de que este le era infiel. Tras abandonar su tierra natal, arribó a Villa Fábula, donde ejerce de teniente de alcalde y de alcaldesa “de facto”. Las vicisitudes de su relación con Lobo Feroz, su carácter duro e inquebrantable, su integridad y su amor por sus hijos la convierten en la protagonista de la serie.


Blancanieves. Teniente de alcalde.

Lobo Feroz: Probablemente el personaje con la evolución más interesante de la serie, o al menos el personaje con el que el lector se puede identificar más fácilmente. Hijo del viento del norte, participe de una transición que le llevó de ser el lobo más débil de la camada al asesino más despiadado de los cuentos, Feroz es especialmente conocido por ciertos hechos relacionados con una niña de capucha roja y con ciertos tres cerditos. No obstante, nuestro amigo encontrará una posibilidad de redención en el perdón general otorgado a todas las fábulas en el nuevo mundo, en su trabajo como sheriff y en el amor que siente por Blanca.

Lobo Feroz.

Papamoscas: El príncipe sapo del antiguo cuento es capaz de partirle el corazón a cualquiera. Una maldición conseguía convertirle en sapo al ponerse nervioso, así que cuando las tropas de El Adversario violaron y mataron a sus hijas no pudo hacer más que volverse batracio. En Villa Fábula, es el conserje del ayuntamiento. Ha perdido la memoria por el trauma, y todos los que le rodean procuran que esto siga siendo así. Pero cuando la guerra con El Adversario avance, Papamoscas recuperará de improvisto la memoria, y, al frente de un ejército de desheredados y malditos, emprenderá una misión suicida contra el corazón del Imperio que cambiará el curso del conflicto.

Ambrose a.k.a Papamoscas

El chico de azul: Un taciturno becario aficionado a tocar la trompeta. Inofensivo. En apariencia. Cuando decida regresar por amor a las Tierras Natales y enfrentarse a El Adversario demostrará a todo el mundo como de grande es su corazón.

El chico de azul.

El príncipe encantador: Un donjuán sin corazón y exmarido de Blancanieves, Cenicienta y La Bella Durmiente. No obstante, es un más que hábil político y estratega.

El Princípe Encantador.

Rosa Roja: La caótica y fiestera hermana de Blancanieves demostrará ser con el tiempo quizás no la cabeza, pero sí el corazón de Villa Fábula.

Rosa Roja.

Jack: Aventurero, embaucador y sinvergüenza, Jack es especialmente conocido por haber escalado un tallo gigante y por haber matado a unos cuantos gigantes. Es tan querido entre los lectores que acabaría protagonizando su propio spin-off.

Jack, el de las Fábulas.

Pinocho: El encantador niño de madera lleva siglos siendo, bueno, un niño. Tal y como él lo expresa: “Solo quiero que me bajen los huevos y quiero poder follar”. No obstante, no es ese su principal conflicto, si no la lealtad que profesa a su padre.

Pinocho, un niño (eterno) de verdad.

El Adversario: No diremos cuál es su auténtica identidad para no estropear la experiencia de lectura, pero sí diremos que es el responsable directo de la conquista y saqueo de las Tierras Natales.

El Adversario
La trama de esta historia

Como se ha comentado más arriba, Leyendas en el exilio es un comienzo engañoso “al presentar un asesinato que resulta no ser tal y porque parece que la serie va a ir por un camino detectivesco que nada tiene que ver con lo que luego Bill Willingham contará” tal y comentó mi compañero Igor en otro artículo sobre esta serie. Efectivamente, el no-asesinato de Rosa Roja es simplemente la presentación (tremendamente hábil) de todos o casi todos los personajes, escenarios y situaciones de la serie.

El segundo arco argumental se titula Rebelión en la granja y presenta uno de los elementos fundamentales de la serie: La Granja, allá donde las fábulas de aspecto no humano (los tres cerditos, los tres ositos, el gato con botas, etc) deben ocultarse. La política (y sus consecuencias última: la guerra y el exilio) empieza a ganar peso en la serie. Al fin y al cabo, los rebeldes que exigen la supresión del gueto no dejan de tener razón: el único motivo por el que están encerrados es por su aspecto físico.

Mark Buckingham se incorpora a la serie en este punto, y se convertirá más o menos en el dibujante regular de la serie. Dibujante sensacional y versátil, Buckingham (afincado, por cierto, en Gijón) ya tenía reputación de ser el mejor dibujante de fantasía de su generación, y en su haber contaba con obras como Miracleman, The Sandman y el mítico y añorado Spiderman de Paul Jenkins. El trío de ases de la serie lo completaría James Jean, ilustrador taiwanés que consiguió sacarse de la manga la colección de portadas más evocadoras de la historia del medio.

Mark Buckingham nos ofrece página tras página maravillas como esta.

Una historia de amor, el tercer tomo de la serie, es un puente, una transición necesaria para entender todo aquello que está por venir. Las maquinaciones de Ricitos de oro y Barba Azul provocan el acercamiento romántico de Blancanieves y Lobo Feroz, una pieza capital en el desarrollo de la serie.

La marcha de los soldados de madera es una de las cimas de la serie, el arco argumental más recordado y, como se ha comentado más arriba, el punto desde donde Bill Willingham probablemente quiso iniciar su historia. Caperucita Roja cruza el portal entre los mundos, y es sola la primera de muchas visitas inesperadas: un ejército de soldados de madera ha sido enviada por el Adversario para conquistar Villa Fábula. La guerra, la auténtica guerra, con toda su pérdida, su dolor y su muerte golpeará con fuerza la ciudad. Difícil que la (aparente) muerte de Pinocho y del hijo de los tres ositos en pleno asedio no hagan saltar las lágrimas.

Llega la guerra.

En Las crueles estaciones el nacimiento de los hijos lobunos de Blanca y Feroz provoca que la primera tenga que retirarse a la granja. Como Feroz no puede entrar por sus antecedentes, digamos, carnívoros acaba auto-exiliándose de Villa Fábula.

Tierras Natales es probablemente mi arco preferido de toda la serie (en segundo lugar estarían, empatados, La marcha de los soldados de madera y El buen príncipe). El chico de azul sufrió las consecuencias de su amor por Caperucita roja, pero al enterarse de que esta última era una impostora abre una puerta a las Tierras Natales. Por amor, recorrerá el mundo entero y se enfrentará al mismísimo Adversario.

En Lobos, Mowgli busca al Lobo Feroz a cambio de la liberación de sus amigos de El libro de la selva. En Hijos del imperio se nos permite conocer cómo se vive la guerra desde el otro lado, desde el lado del enemigo.

El buen príncipe desarrolla la historia de Papamoscas, también conocido como Ambrose, también conocido como El Príncipe Sapo. Resulta curioso (o no) que dos personajes tan parecidos como Ambrose y El chico de azul tengan trayectorias tan similares y a la vez tan diferentes. Ambos emprenden un viaje por amor hacia las Tierras natales, pero mientras Azul lo hace con la esperanza de conseguirlo, Ambrose viaja con la ambición de vengar su pérdida.

El buen principe.

En cualquier caso, la fundación del reino de Ambrose en las tierras del Imperio precipitará la guerra final entre Villa Fábula y las tropas del Adversario. Todo ello ocurrirá en el décimo tomo de la serie, La Gran Guerra, un auténtico punto de inflexión en la serie.

La derrota de El Adversario, quien por cierto se desplazará hasta Villa Fábula en calidad de preso político, provocará un cambio en el equilibrio de fuerzas. En Las edades oscuras se presenta además el arquetipo evidente para el enemigo definitivo: el Sr. Oscuro.

La trama principal se interrumpió en este punto para presentar un crossover con la serie de Jack (movimiento este, por cierto, que fue muy discutido en su momento). Como se comentará más abajo, Jack se peleó durante cerca de treinta números con unos misteriosos seres conocidos como Los literales, empeñados en reescribir la realidad meta- literaria. Nuestro embaucador favorito deberá dejar de lado sus diferencias con Lobo Feroz para parar a estos asesinos de la pluma en El gran cruce de las fábulas.

En los arcos argumentales Brujas, Rosa Roja y El supergrupo se prepara y se resuelve el enfrentamiento entre las fábulas y el Señor Oscuro. Este es, tristemente, el punto más bajo en cuanto a calidad de la serie, sin que eso signifique, ni mucho menos, que nos vayamos a encontrar con un mal tebeo. Simplemente es evidente que Willingham quería terminar su historia con la derrota de El Adversario, y que un cambio de planes repentino le obligó a improvisar una nueva amenaza de renombre universal. Es decir, a repetir la fórmula hasta que se le ocurra algo novedoso.

Por fortuna, esto pasa nada más comenzar el siguiente tomo. En Heredar el viento, los hijos de Blancanieves y Lobo Feroz deben competir en un torneo para heredar el trono de su abuelo, el Viento del Norte. En Cachorros en la tierra de los juguetes, uno de los cachorros, decepcionado por no haber ganado el torneo, acaba siendo rey de un reino de juguetes y pesadillas.

Heredar el viento.

A estas alturas la serie llevaba más de ciento veinte números y por ello resulta más sorprendente si cabe que este sea su punto álgido. Willingham construye un relato que casi casi llega a alcanzar las alturas literarias de Gaiman en The Sandman o en Coraline, trazando un recorrido oscuro, gótico y desesperanzado a través de tierras infantiles envenenadas por la oscuridad.

En Blancanieves, Willingham continúa trazando su particular descripción de la desesperanza con la aparición del primer y sádico marido de Blancanieves. En Camelot, Rosa Roja decide fundar una nueva tabla redonda con los mejores caballeros de Villa Fábula, siendo esto el precipitador de un enfrentamiento con su hermana y de la recta final de la serie.

Felices para siempre, una historia dividida en dos tomos, es la conclusión perfecta, un broche de oro épico, triste y tierno que pone los pelos de punta. De nuevo, las comparaciones con The Sandman son inevitables. No sería justo dar demasiados detalles para no estropear la experiencia de lectura, pero todos aquellos que se estremecieron con Las benévolas y El velatorio deberían leer estos números. Y lo mejor de todo es que los lectores todavía pudieron disfrutar de la despedida de sus personajes preferidos en un tomo simplemente llamado, bueno, Despedida.

Despedida.

No resulta fácil sintetizar 150 números de una serie como Fábulas. Simplemente el empeño de analizar en profundidad todas las referencias dibujadas en sus páginas, todas sus reflexiones, toda la evolución de sus personajes, sería un esfuerzo titánico (puede que ímprobo) que ocuparía varios libros de análisis sesudo y aburrido. Mi objetivo ha sido simplemente esbozar aquellos elementos más potencialmente atractivos para un lector corriente, con la esperanza de que el aroma de una gran experiencia le atraiga hacía un reino de fábula que nunca se debería abandonar. Espero haberlo conseguido.

Las portadas de esta serie

Era casi como una tradición en Vértigo. Las portadas de las mejores series debían ser un atractivo por si mismas y los ilustradores (Dave McKean, Glen Fabry) auténticas estrellas. Pero si las portadas de The Sandman eran oníricas y abstractas, y las de Predicador se definían por su impacto y su iconicidad, las de Fábulas son, en una palabra, evocadoras.

Comentarlas todas o hacer un análisis pictórico resultaría muy aburrido, pero este artículo no estaría completo sin algún tipo de homenaje a James Jean. Así que aquí las tienen. Las que este no tan humilde redactor considera las mejores portadas de Fábulas.

-Fábulas #24

-Fábulas #45

-Fábulas #5

-Fábulas: Despedida

-Fábulas #68

Los hijos de estas historias

Como ya había sucedido con The Sandman, la popularidad crítica y comercial de Fábulas provocó la aparición de numerosos spin-offs y especiales.

El último castillo es uno de los especiales más recordados de la serie, en parte porque está dibujado por el operístico y fantástico ilustrador P. Craig Russel (tiene el número 56 en su particular opus). Tiene lugar antes de La marcha de los soldados de madera y es además, cronológicamente hablando, el punto donde la serie gira hacia la épica desgarradora que la caracterizará. “Cuéntame tu historia, Azul”, le dice Blanca a Azul y este relata como formó parte de la guarnición que defendió el último puente hacia la libertad de las fábulas exiliadas. Todo ello a ritmo de trompeta por los caídos.

El último castillo.

1001 noches de nieve es, probablemente, el libro más recordado de la serie. Se compone de varias grandes historias dibujadas por algunos grandes ilustradores. Transcurren todas ellas antes o durante la invasión de las Tierras Natales por parte de los ejércitos de El Adversario.

Tenemos por ejemplo los siguientes cuentos. Lecciones de esgrima (dibujada por John Bolton) narra los primeros días del matrimonio entre Blancanieves y El príncipe encantador, así como el asesinato de siete misteriosos enanos. Las tartas de Navidad se centra en el origen de las fábulas animales. A vista de rana cuenta el origen de Papamoscas. El enclenque es una maravillosa historia (como todas, en realidad) que narra la infancia y juventud de El lobo feroz. Diáspora es el relato de la huida de Blanca y Rosa en plena guerra. En su camino se encontrarán con La bruja mala, quien también les contará su historia. Lo que deseas se centra en una maravillosa sirena dibujada por el no menos maravilloso Brian Bolland (siendo este el primer guion que ilustraba desde La broma asesina; por algo sería). El libro se cierra con Un reparto justo, una fábula infantil protagonizada por El rey Cole.

Algunas maravillas que podemos encontrar en 1001 noches de nieve.

Jack es, como ya hemos comentado, uno de los personajes más carismáticos de la serie. A mitad de la serie principal se le dedicó en exclusiva unos cuantos números en los que se exploraba como su fantástica persona comía polvo en el fantástico reino conocido como Hollywood. Su propio spin-off comienza a partir de este punto.

Me permitirá mi compañero José Torralba copiar alguno de los párrafos que escribió en el magnífico análisis que hizo de la serie (una colección que, por otra parte y dada su extensión, merecería un macro-artículo para ella sola):

El origen de Fábulas presenta: Jack nos lo relata el propio Willingham en varias entrevistas, y fue una cosa tal que así: “Bueno, hicimos la historia de Jack en Hollywood y, al final, añadí ‘Jack no volvió a ser visto de nuevo en Villa Fábula hasta el fin de los tiempos… lo que no quiere decir que no tuviera muchas más aventuras’ […] Habiendo hecho esto, casi inmediatamente pensé cómo mantener a Jack en la serie sin que fuera visto de nuevo por Villa Fábula. Había multitud de formas de conseguirlo; pero por aquel entonces, Shelly [Bond, editora de la serie] tras leer el número me dijo que ahora que el personaje no iba a volver por allí, sería una buena oportunidad para darle su propia serie. Y pensé ¿por qué no?”. Ahondando en el tono que quería otorgarle a la serie, añade que “Fábulas presenta: Jack no es sólo un spin-off de la serie principal, sino que es en cierta manera un AntiFábulas. Mientras que Fábulas sigue los acontecimientos que transcurren en un lugar, esta serie sigue las aventuras de lo que se le sucede a un único personaje mientras vaga por nuestro amplio, salvaje mundo. Mientras que en aquélla tienen que transcurrir cuarenta números para conocer al villano principal, aquí lo conocemos al instante, en el segundo. En todo caso, aunque nos centremos en Jack, eso no quiere decir que no conozcamos a un montón de personajes nuevos que actúan como secundarios. Así, conoceremos que ha pasado con muchos de nuestros queridos personajes del folclore americano”.

El hilo conductor de la serie es el enfrentamiento entre Jack y un ejército de criaturas emperradas en la revolución ontológica de las fábulas a través de la magia simpática. O sea, en reescribir los cuentos de hadas de toda la vida a su antojo. Y, sí es posible, sin perder el sentido del humor por el camino.

Brian Bolland dibujó las portadas de la serie de Jack.

Este es el eje principal del primer tramo de una serie considerada unánimemente bastante inferior a la serie madre. Matthew Sturges (el-coguionista que acudió en ayuda en Willingham cuando este se dio cuenta de que no daba abasto) no tiene el pulso, el talento ni quizá el interés por construir una trama consistente de largo recorrido, de modo que la serie encadena una detrás de otra una serie de ocurrentes y disparatadas aventuras. Después de El gran cruce de las fábulas, el protagonismo de la serie pasa a Jack Frost, el hijo de Jack, y después de muchos altibajos la serie fue cancelada.

El gran Jack.

Hombres lobo en el corazón de América es una novela gráfica un tanto simplona que cuenta simplemente las andanzas de Feroz durante la guerra con el Sr. Oscuro (como hemos visto, el tramo más flojo de la serie). Fabulosas es el spin-off menos relevante de la serie. Está centrado en las fábulas femeninas de la serie principal. La rotación de equipos creativos provoca que su lectura sea altamente irregular, aunque (como todo lo que rodea a Fábulas) su lectura tenga una calidad muy superior a la media y sea muy recomendable.

El significado profundo de estas fábulas

Pasaré brevemente por encima de una cuestión que atañe a la obra de Willingham y Buckingham. Pasaré sobre ella porque es importante para la comprensión del comic, y pasaré brevemente sobre ella porque es poco interesante. O, mejor dicho, es una cuestión menos interesante que la que viene a continuación.

Decía Umberto Eco que la “obra abierta” es aquella que solo alcanza su sentido profundo, su reflexión última, en la cabeza del lector. Es algo que sucede de manera evidente en Fábulas. No necesitamos saber que ocurrió entre Feroz y los tres cerditos, o entre Blancanieves y El príncipe encantador, o entre Bella y Bestia, porque tenemos sus historias incrustadas en el lóbulo prefrontal, en nuestro subconsciente y en nuestro espirítu. Y con ese acervo completamos el puzle presentado por Willingham y Buckingham.

Y aun así hay que decir que el mayor acierto de nuestro guionista, al menos en los primeros compases de la serie, es darle una vuelta de tuerca al carácter de las principales fábulas de Occidente (pero su segundo gran acierto es, sin duda, la atmosfera realista que envuelve toda la narración). Lobo Feroz es un honorable y brusco agente la ley. Blancanieves es una estirada funcionaria estatal. Jack es un embaucador. Etcétera, etcétera. Todos han sido alcanzados por el fuego de la batalla, y han cambiado para siempre. Por otra parte, esto último (la guerra y el exilio) es precisamente el tema de la serie.

Bienvenidos al reino de las fabulas. Un mundo no tan diferente al nuestro.

Dos hechos curiosos pero para nada aleatorios. Uno. Las fábulas comenzaron a llegar a este mundo durante o poco después de la Revolución Francesa, la expresión explosiva del totalitarismo racional que venía cultivándose a lo largo del siglo XVIII. Dos. Las fábulas se exiliaron a Nueva York, América, al mismo tiempo (o más o menos al mismo tiempo) que lo hacían las comunidades de irlandeses, holandeses, alemanes, italianos…En cierto modo, las fábulas viajaron con sus creadores hasta un lugar donde no podían morir, hasta la tierra de los mitos del nuevo milenio, hasta América.

No obstante, a diferencia de las mucho más metafísicas deidades moribundas de American Gods, las fábulas no luchan contra esos nuevos mitos del milenio, sí no contra su propio pasado, sus propios errores y sus propios crímenes, personificadas en la figura de El Adversario. Solo quieren seguir adelante, labrarse un futuro como refugiados en una nueva tierra prometida. Como en la vida misma, algunos lo conseguirán. Otro no.

Al fin y al cabo todo hombre y toda mujer, toda fábula, carga con su propio exilio.



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