Javier Vázquez Delgado recomienda: Otoño

Edición original: Dockwood (editado por Nobrow Press)
Edición nacional/ España: Impedimenta
Guión: Jon McNaught
Dibujo: Jon McNaught
Entintado: Jon McNaught
Color: Jon McNaught
Formato: Cartoné; 64 páginas a color
Precio: 18,95€

Es una constante en el ser humano la de catalogar y poner etiquetas a todo. Ustedes lo hacen, y yo lo hago. En más de una ocasión, nos equivocamos al hacer esto; yo el primero. El mundo del arte no es ajeno a esta situación; de hecho, todo lo contrario: en el arte abundan las etiquetas, las categorías… Y ustedes se preguntarán, ¿por qué les estoy contado todo esto? Pues bien, porque tanto la obra como el autor correspondiente a la reseña de hoy pertenecen al Reino Unido, pero en vez de analizar este cómic como europeo, lo haré desde la óptica del tebeo alternativo. No podemos pasar por alto que Jon McNaught, el creador de Otoño, nació en Inglaterra, y que su carrera profesional la ha desarrollado precisamente allí, aunque, al mismo tiempo, su sensibilidad artística casa más con la de los autores norteamericanos de cómics alternativos. Es decir, McNaught está más cerca de Chris Ware o de Seth que de Grant Morrison, Alan Moore, Warren Ellis, Dave Gibbons o Barry Windsor-Smith, por citar algunos artistas británicos. No solo eso, sino que su obra dista mucho de las grandes corrientes europeas, tales como la BD franco-belga o el fumetto italiano. Por estas razones, no creí conveniente profundizar en este tebeo desde una óptica europea, y sí, desde una perspectiva del cómic alternativo, con una gran influencia norteamericana. Y hablando de etiquetas, alternativo no deja de ser otra etiqueta. Es cierto que, entre independiente, alternativo y underground, las fronteras son difusas, y más de una vez se cruzan y se mezclan con o sin razón. Es decir, pese a que quito la etiqueta de europeo, pongo la de alternativo, que no deja de ser otro convencionalismo, pero es que al final del día, la necesidad del ser humano por catalogar surge a la superficie, de una u otra manera.

Qué mejor época del año para hablar de un cómic llamado Otoño que ésta en la que nos encontramos. Este tebeo es el único editado hasta la fecha en España de McNaught, tarea llevada a cabo por la editorial Impedimenta. McNaught es un autor joven, apenas 34 años, cuya edad no le ha impedido realizar un puñado de obras, lamentablemente, inéditas en nuestro país; situación que es espero que algún día cambie.

Pocas veces en mi vida he leído un cómic que capte tan bien el espacio y el tiempo; la vida, y lo cotidiano. No hay una gran historia detrás de Otoño; ni siquiera un gran aprendizaje o moraleja. Lo que sí hay, por el contrario, es, a través de una simpleza inusitada, un reflejo de la vida sin artificios. Esa simpleza argumental y formal esconde una enorme complejidad, puesto que McNaught es capaz, con total naturalidad, trascender con lo “intrascendente”. No hay nada más extraordinario que la propia vida, pero nos hemos acostumbrado tanto a ella que la vemos como algo normal, sin (casi) valor alguno.

Dockwood es el pueblecito donde transcurre la acción de este cómic, además de ser el título original de este tebeo. McNaught se nutre del tejido creado por el ser humano para mezclarlo con el mundo animal; un mundo que está presente en toda su obra. No podríamos entender a McNaught sin la constante presencia de animales. Así pues, personas y animales cohabitan en perfecta armonía (no exactamente, si recuerdan a la ardilla que aparece muerta en un momento del cómic). Más allá de eso, hay un cierto equilibrio entre ambas partes. El movimiento y el ritmo es constante al pasar de la una a la otra.

Tanto a nivel de guion como a nivel gráfico, McNaught sigue la estela de los grandes autores norteamericanos del cómic alternativo. No en vano, en la contraportada de Otoño es el propio Chris Ware quien ensalza y alaba las virtudes de este tebeo. No es casualidad que Ware encuentre a McNaught como su homólogo británico. Y esto es lo que realmente debería de unir a los artistas, más allá de corrientes nacionales o localistas: la sensibilidad artística no debería de basarse en fronteras.

Lo que más me llamó la impresión de McNaught es cómo construye la realidad mediante la fragmentación de la misma. La descompone hasta la mínima expresión. Cuando unimos todas las piezas en su conjunto, tenemos una imagen mayor y general que es capaz de incluir todos los elementos que la integran de forma natural y orgánica. Asimismo, tiene una capacidad innata para reflejar el movimiento y el paso del tiempo. Cada viñeta tiene valor en sí misma, pero, sobre todo, como he comentado antes, se sobredimensiona su significado cuando la vemos en conjunto, elevando el nivel y el valor de la viñeta, y por extensión, de la página. Todo lo relativo al dibujo, desde los encuadres hasta el uso del color son sublimes. Por todo esto, Otoño hace honor al mencionar al cómic como arte secuencial.

¿Y qué pasa en Otoño? No pasa nada, o pasa todo. Pasa la vida. Si me permiten la licencia, Seinfeld, la mejor serie de televisión de todos los tiempos, iba sobre nada. A este cómic le pasa lo mismo (no, no creo que Otoño sea el mejor cómic de todos los tiempos). A veces, cuando hablamos de la nada, en realidad, estamos hablado del todo.

Le deseo la mejor suerte posible a McNaught, y que finalmente, el resto de su obra la podamos ver en nuestras librerías. Otoño pertenece a ese grupo de cómics ideales para leer en el tren o en el metro, y es que su escasa duración y su narración eminentemente visual, hacen que entre trayecto y trayecto lo podamos leer íntegramente.



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