Javier Vázquez Delgado recomienda: Royal City 1. Familia directa

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Edición original: Royal City, Vol. 1: Next of Kin TP.
Edición nacional/ España: Astiberri (2019).
Guión: Jeff Lemire.
Dibujo: Jeff Lemire.
Entintado: Jeff Lemire.
Color: Jeff Lemire.
Formato: Tomo cartoné de 160 páginas a color.
Precio: 18 euros.

Uno de los aspectos más fascinantes y definitorios del ser humano es su falta de aceptar lo que tenemos. Siempre estamos buscando más y renegando de lo que tenemos y lo que somos, porque intentamos aspirar a ser mejores. Que lo consigamos o no ya es otro cantar. De hecho, lo normal es que no lo hagamos. Tal vez una de las causas sea que en el proceso sea intentar entender aquello que nos define como un talón de Aquiles. Pero ese algo nos persigue o incluso atormenta hasta que nos demos cuenta de que eso es lo que somos. Podremos huir de aquello con lo que hemos crecido, pero siempre nos terminará encontrando. ´

Si tuviese que decir que el autor que logra equilibrar sus trabajos mainstraem con otros indies sin perder nada por el proceso, diría que es Lemire. También, si me preguntáis quien es el escritor que mayor honestidad ha podido poner en sus páginas daría la misma respuesta.

Hablamos de una rara avis en el panorama del cómic americano. No es nada habitual que un guionista de las dos grandes pueda lanzar en paralelo cosas como la novela gráfica de Un Tipo Duro. Obras de personaje en el que el conflicto pasa a segundo término y sirve para conocer a una serie de personajes muy locales y, por ende, universales.

Creo que Lemire tiene la vocación de retratar a los personajes de la América rural. Con todos sus flecos, sí, pero también sus virtudes. Historias trágicas y duras sobre la soledad, la falta de empatía, malentendidos y carencias de todo tipo. El guionista, así, se constituye como uno de los que se han acercado a este mundo con una finura poco o nada habitual. Lo que vemos, normalmente, son a los rednecks y a la whie trash, como la imagen que se proyecta de los habitantes de esa zona. Lemire los hace humanos y, creo, que eso lo dignifica frente a otras obras más violentas, estereotipadas e, incluso, prejuiciosas.

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La premisa de Royal City es bien sencilla. Un escritor con una entrega retrasada vuelve a la gris y pequeña ciudad industrial en el que creció. Tendrá que hacer el papel de hijo pródigo ante la familia Pike. La madre es quien tiene que tirar del carro de un núcleo desestructurado y marcado, de forma más que evidente, por la prematura muerte de Tommy, el eterno pequeño de la familia. Un padre con severos problemas de salud, un hermano yonki y una hermana con ambiciones políticas que le echa en cara su ausencia es el panorama que se encontrará cuando vuela.

No es difícil ver los aspectos autobiográficos de Lemire en la que no solo pone referencias personales hasta alcanzar un nivel de intimidad muy profundo, si no que expone las dificultades que puede llegar a tener un bloqueo creativo y lo denso que puede llegar a ser desenredar dicha maraña que te impide crear.

Jeff Lemire con Royal City presenta una icónica ubicación llamada a formar parte del imaginario colectivo como un lugar legendario propio del medio. Un recipiente de historias encadenadas, como si el mejor Robert Altman se hubiese acercado al noveno arte, que están atadas a la ciudad como fantasma a su bola de hierro.

Es trascendental entender la tesis hacer reflexiones propias. Es una obra que exige de tu parte. Si no eres capaz de poner de ti, este cómic está incompleto. Es un cómic exigente. Pero no a nivel intelectual, si no en lo emocional. Y todos los que deseamos abandonar un lugar, o estamos insatisfechos con las decisiones que hemos tomado en nuestro tiempo de vida (o sea, la mayoría de las personas) sentirá que Lemire la abraza y le dice que todo irá bien si se asimilan una serie de cuestiones. Y eso no tiene por qué ser algo malo.

En este mundo tan lleno de impostación y pretenciosidad, a veces, lo difícil es echar el freno y reflexionar. A todos nos puede resultar desafiante mirarnos en el espejo y ver todo lo que somos y todo lo que nos ha llevado a ser eso que nos ha llevado a ser lo que vemos ahí reflejado. Si ya tiene sus exigencias hacerlo, tan solo, frente a nosotros, hacerlo frete a un público es el mayor acto de generosidad que se puede perpetrar.

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En este primer arco va más allá de la presentación y trae consigo una historia completa que funcionaría perfectamente como ente autónomo. Aunque el segundo llegará en diciembre y, a buen seguro, resolverá algunas de las cosas que aquí tan solo quedan plantadas. Al lector le queda una sensación de puzzle incompleto y queda alguna subtrama que cerrar, además de enriquecer a estos personajes que, aunque no sean los más carismáticos, son de los más humanos.

El estilo de Lemire es fácilmente reconocible. Tiene un punto naïf e infantil, pero con un trazo sucio. Eso hace que funcione a las mil maravillas tanto en las escenas emocionales, como para darle una visceralidad muy marcada. Todo ello contribuye a la mencionada honestidad y delicadeza con la que ha plasmado esa obra. Sea como fuere el arte de Lemire es fácilmente identificable y emplea una serie de recursos absolutamente clasicistas pero muy precisas en cuanto a logar los efectos buscados. Se nota el conocimiento del medio, sus años trabajando profesionalmente, en las siempre acertadas composiciones justificadas emocional o narrativamente. Lo más arriesgado, sin embargo, lo tengamos en los capítulos cuartos, bastante introspectivo, y el quinto con el tour fantasmal hacia una serie de puntos claves de la narración, que coincide con el clímax. Un trabajo gráfico verdaderamente sólido.

El primer volumen de Astiberri, Familia Directa, incluye los cinco primeros números de la serie, además de diseños y conceptos previos. Como de costumbre es una edición cuidada a un precio asequible.

Royal City te susurrará en el oído hasta que hayas derramado la última lágrima. Leer este tomo es lo más cercano a enfrentarte contra el fantasma de un trauma no superado, como tiritar por la fría brisa del retorno a un lugar que siempre ha estado, te guste o no. Porque esta historia puede ser suya, pero también es la tuya.



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