Javier Vázquez Delgado recomienda: ZN 20 años – The Walking Dead vs. I am a hero. Diferentes versiones del apocalipsis zombi


El resurgir el fenómeno zombi de principios del siglo XXI ha recuperado a esta criatura, antaño pasto de la serie B, para adaptarla a los gustos y necesidades del gran público. En una época convulsa a nivel social y económico han sido dos conceptos aparentemente contrapuestos como son los (super)héroes y los zombis los que han copado la ficción de los últimos años. Si los primeros pretenden ser una alegoría de los mejores rasgos de nuestra especie, los muertos vivientes son una oscura sombra de nuestra sociedad que nos avanza un futuro triste y desalentador. En 2002, con el filme 28 días después de Danny Boyle, podríamos situar el kilómetro cero del asalto a la cultura popular de estos seres. La publicación un año después de la Guía de supervivencia zombi de Max Brooks y, posteriormente, de su novela a modo de falsa crónica Guerra Mundial Z, alentó que la figura del no-muerto fuese reinterpretada y convertida en estrella de todo tipo de historias.

En 2003, de manera bastante discreta, Robert Kirkman y Tony Moore -sustituido a los pocos números por Charlie Adlard– comenzaron a abrir las páginas de Image Comics a los “devora-cerebros” con la publicación de los primeros números de The Walking Dead. La hoy popular cabecera fue una importante partícipe en la expansión de este fenómeno moderno, sobre todo a partir de 2010 cuando el canal AMC estrenó la adaptación a la pequeña pantalla de este cómic. Los muertos vivientes arrollaron las audiencias convirtiéndose en una de las historias más seguidas por el público general. La propuesta de Robert Kirkman –publicada en nuestro país por Planeta Cómic– rezuma aire clásico, remontándose a los orígenes del género con las películas de muertos vivientes de George A. Romero. La diferencia con otras visiones precedentes del género es la pretensión de sus autores por llevar a los personajes de su historia allá donde antes nadie lo había hecho.

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El increíble éxito de The Walking Dead tuvo una onda expansiva en el mundo del cómic dando pie a la conquista de Image Comics del puesto de principal editorial independiente del mercado estadounidense y creando a su paso toda una serie de réplicas zombi. Para muestra, tenemos lo ocurrido en Marvel y DC Comics; la primera publicó en 2005 Marvel Zombies con el propio Kirkman al mando, iniciando así una saga muy bien acogida por los aficionados y en la que estos podían disfrutar de las versiones zombificadas de sus héroes favoritos. Por su parte, en DC Comics el guionista Geoff Johns llevó la idea a la continuidad de las publicaciones de la editorial en 2009 con un gran crossover llamado La noche más oscura, con el universo de Green Lantern como epicentro del conflicto y en él que también pudimos descubrir las versiones más oscuras de las principales espadas de la editorial. Los zombis parecían amenazar con devorar incluso al mismísimo género de superhéroes.

En otros medios, las parodias no se han dejado de suceder en las últimas décadas, siendo este el caso de filmes como Shaun of the Dead, Zombieland o la miniserie de televisión Dead Set donde el personal técnico y los participantes de un reality show son sorprendidos por un apocalipsis zombie. El cine asiático también ha querido aportar su granito de arena al concepto del zombi, ahí tenemos la reciente y aplaudida Train to Busan o la serie Kingdom de Netflix que sitúa la acción en plena época medieval. La historia original se basa en un manga publicado por la editorial Shōgakukan. Si buscamos otros ejemplos de apocalipsis zombi en el manga podemos citar Highschool of the Dead, la popular Ataque a los Titanes -que no deja de ser una reinvención del género- y la más peculiar de todas ellas, I am a Hero de HANAZAWA Kengo (editada en España por Norma Editorial). En ella asistimos al estallido de una virulenta epidemia zombi en Japón a través de los ojos de un mangaka fracasado.

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Lo interesante de I am a hero es que adapta este tipo de historia a las sensibilidades y particularidades de la sociedad nipona. Las dinámicas que vemos en los supervivientes y en los propios zombis en nada tienen que ver en muchos casos con las que encontramos en occidente y, más concretamente, en The Walking Dead. La comparación y contraste entre ambas propuestas se antoja pues necesaria. Es a través de ella que podemos conocer mejor las influencias de cadauna y las intenciones de sus autores. En el presente artículo haremos precisamente eso, confrontar estas dos obras tan dispares pero con una temática idéntica. Lo haremos desde todos los puntos de vista posibles. Todo en este caso es importante, el contexto, sus personajes, los temas que se abordan, el mundo por el que se mueve la historia y la manera en la que sus héroes y/o antihéroes afrontan la supervivencia.

No buscamos dilucidar qué historia lo hace mejor, ni descubrir si una es superior a otra, sino simplemente analizar que las unes y las diferencia. Hay una que podemos adelantar desde un principio: la deconstrucción de la sociedad moderna. Por otro lado, este artículo tampoco tiene la pretensión de ser un exhaustivo repaso a The Walking Dead y I am a Hero porque son dos obras de las que se ha hablado en extensión y profundidad en Zona Negativa en muchas ocasiones. En realación a la obra de Robert Kirkman y Charlie Adlard tenemos artículos como Descubriendo Los Muertos Vivientes de Enrique Ríos y un numeroso archivo de reseñas sobre los distintos volúmenes de la serie editados por Planeta Cómic por estos lares. En el caso de I am a hero, ha sido Mònica Rex la encargada de ofrecernos reseñas constantes, número a número, de esta obra publicada en España por Norma Editorial. En este artículo nos limitaremos a intentar refrescar la memoria con algunos datos respecto a ambas obras, las analizaremos por separado desde puntos de vistas no tratados hasta ahora y, finalmente, confrotaremos las dos visiones del apocalipsis zombi que nos proponen.

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Tabla de contenidos

-Introducción.
-The Walking Dead. El estallido del fenómeno zombi.
-Biografía de los autores: Robert Kirkman, Charlie Adlard y Tony Moore.
-Fichas de personajes de The Walking Dead.
-Los muertos vivientes en la pequeña pantalla.
-Análisis de la obra. La civilización como personaje principal.
-I am a Hero.
-Biografía del autor: HANAZAWA Kengo.
-Fichas de personajes de I am a Hero.
-Los ZQN en la gran pantalla.
-Análisis de la obra. HANAZAWA Kengo, tres siglas y Kafka.
-The Walking Dead vs. I am a Hero.
-El contexto: Estados Unidos vs. Japón.
-El tipo de criatura: Caminantes vs. ZQN.
-Sus protagonistas. Rick Grimes vs. Hideo Suzuki.
-Epílogo. El síntoma de una enfermedad.

The Walking Dead. El estallido del fenómeno zombi.


 
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Edición original: The Walking Dead Nº 1-193 (Skybound Entertainment / Image Comics, 2003-2019).
Edición nacional/ España: Planeta Cómic (2005-2019).
Guión: Robert Kirkman.
Dibujo: Charlie Adlard y Tony Moore.
Formato: 32 Tomos recopilatorios rústicas de 136 páginas.
Precio: 8,50€/u

 

“En un mundo gobernado por los muertos, por fin nos vemos obligados a empezar a vivir”.

En 2003, Image Comics publicaba el primer número de The Walking Dead, una creación del guionista Robert Kirkman y el dibujante Tony Moore. La obra se presentaba como un homenaje a las películas clásicas de zombis narrando las desventuras de un grupo de supervivientes a una epidemia que había convertido a la mayoría de la humanidad en hambrientos muertos vivientes. Su propuesta es inevitablemente deudora de las producciones de George A. Romero en fondo y forma, por su voluntad de utilizar el contexto del apocalipsis zombi para tratar otros temas y por un apartado gráfico en blanco y negro que nos remite directamente a La noche de los muertos vivientes. La obra ha concluido recientemente -este mismo año y después de 193 números- habiendo construido en este tiempo una historia llena de momentos y personajes inolvidables que fueron recreados en su adaptación a la pequeña pantalla por parte del canal AMC. Es esta versión la que conoce el gran público y la que acabó por generar un auténtico boom alrededor del cómic que sigue siendo uno de los más vendidos del mercado independiente estadounidense de principios de siglo.

Pero las verdaderas intenciones de Robert Kirkman con la obra no se dejaron entrever hasta el séptimo número de la serie. En este punto Tony Moore abandona el título y le sustituye Charlie Adlard, cuyo estilo menos caricaturesco que el de su compañero encajaba mejor con el tono general de la cabecera. También a partir de este momento Kirkman inicia una road movie que paso a paso nos irá descubriendo que pasa más allá de lo que habitualmente vemos las películas o relatos del género. Los muertos vivientes pasan paulatinamente a tener cada vez menos protagonismo, convirtiéndose en un recurso dramático puntual y en una metáfora arrojadiza para hablarnos de otras cuestiones. La serie hace gala de un desarrollo de personajes en la que el perfil psicológico de los mismos se convierte en uno de los principales atractivos de la serie. El objetivo es retratar el caos al que se enfrentan sus protagonistas y la posterior voluntad de estos por sobreponerse y recuperarsu humanidad.

La cabecera ha contado con treinta y dos recopilatorios en tapa blanca, publicados en nuestro país por Planeta Cómic. Existen otras ediciones intregrales de la obra que se han colado durante estos años entre las más vendidas del cómic estadounidense. La franquicia también ha saltado a otros medios, dando lugar a varias novelas escritas por Robert Kirkman y Jay Bonansinga, muchas de ellas centradas en el personaje de El Gobernador como son The Walking Dead: Rise of the Governor, The Walking Dead: The Road to Woodbury o The Walking Dead: The Fall of the Governor. La serie de televisión ha contado con el spin-off Fear the Walking Dead, se han producido diversos videojuegos y todo tipo de merchandising sobre la cabecera. Todo un fenómeno que ha ayudado a trasladar al gran público el concepto de zombi que antaño estaba desterrado a las producciones de bajo presupuesto.

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El cómic ganó en 2010 el Premio Eisner a la Mejor Serie Continua y ha convertido a Robert Kirkman en un autor muy reconocible que ha firmado otros éxitos para el medio como Invencible, Outcast o la reciente Oblivion Song. Ha ejercido de productor de algunas adaptaciones basadas en sus obras, poniendo especial compromiso en la producción de The Walking Dead donde ha participado como guionista. En 2019, Kirkman inauguró su sello Skybound Entertainment donde han recalado sus trabajos independientes, incluyendo The Walking Dead. En 2016, llegó a un acuerdo con Brian K. Vaughan y Marcos Martin para poder publicar su obra The Private Eye en Image Comics -disponible hasta ese momento solo en formato digital en la plataforma Panel Syndicate– a cambio de que ellos pudiesen escribir una historia relacionada con el universo de The Walking Dead. El experimentó se llamó The Walking Dead: The Alien, un relato de tan solo 32 páginas que sitúa su acción en la ciudad de Barcelona.

Después de todo lo que ha movido The Walking Dead a lo largo de estos años su final marca indudablemente un antes y un después en la carrera de sus responsables. En especial, la de Kirkman, que mientras ha seguido publicando sus historias dentro de Image Comics, ha ejercido también como padrino de otros autores y ha puesto sus ojos en Hollywood produciendo un filme como Air del director Christian Cantamessa o involucrándose en un posible remake de Un hombre lobo americano en Londres con Max Landis. The Walking Dead es por méritos propios uno de los títulos más importantes de los últimos años, no solo por lo que nos ha contado y la manera en lo que ha hecho, sino por su enorme impacto en la cultura popular reciente. En los siguientes apartados añadiremos algunos detalles biográficos de los autores implicados en el desarrollo de la serie, recordaremos algunos de sus principales personajes, hablaremos en más detalle de su adaptación televisiva y desgranaremos los temas presentes en esta historia.

Biografía de los autores

Kirkman Robert Kirkman (Richmond, Kentucky, 30 de noviembre de 1978) empezó en el medio en el año 2000 publicando la irreverente Battle Pope junto a Tony Moore en Image Comics. Luego se lanzaría a crear su propia línea de superhéroes en esta misma editorial con Superpatriot, Tech Jacket, Brit, El Asombroso Hombre Lobo, The Infinite y, especialmente, Invencible, para muchos el mejor cómic de superhéroes de principios del siglo XXI. Pero la popularidad le llegó con la publicación de The Walking Dead, serie iniciada en 2003 y concluida recientemente que le ha llevado a convertirse en uno los autores más vendidos en las listas del New York Times. La crítica reconoció su trabajo en 2010 con un premio Harvey y el premio Eisner a la Mejor Serie Continua. La historia fue adaptada con enorme éxito a la pequeña pantalla por parte del canal AMC. Su éxito le ha permitido a Kirkman convertirse en socio de Image Comics y fundar Skybound Comics, un sello editorial donde publica actualmente sus títulos y los de otros autores apadrinados por él; en este espacio han visto la luz Ladrón de Ladrones, Outcast y Oblivion Song. Esto no le ha impedido colaborar con Marvel Comics en publicaciones como Fantastic Four: Foes, Ultimate X-Men, The Irredeemeable Ant-Man o Marvel Zombies. A su vez, ha ejercido como productor y guionista de las series de televisión que han adaptado obras suyas, como la citada The Walking Dead, su spin-off Fear The Walking Dead y Outcast.

Charlie-Adlard Charlie Adlard (Shrewsbury, Inglaterra, 4 de agosto de 1966) estudió audiovisuales en la Escuela de Arte de Maidstone y debutó en el mundo del cómic colaborando en la revista 2000 AD en series como Judge Dredd, Armitage, Savage o Rogue Trooper. También participó en Marvel UK con Warheads: Black Dawn. En su salto a Estados Unidos realizó trabajos para diversas editoriales como The Crow: Wild Justice para Kitchen Sink Press, The X-files para Topp Comics, Shadowman para Acclaim Comics y, especialmente, The Walking Dead para Image Comics. Es esta serie la que sirvió de repunte en su carrera permaneciendo en ella junto a su compañero Robert Kirkman entre 2004 y el presente 2019. Otros trabajos realizados por Adlard incluyen Mars Attacks, The Hellfire Club y Warlock para Marvel Comics; a los que se suman Batman: Gotham Knights y Green Lanthern/Green Arrow para DC Comics. También ilustró la novela gráfica Playing the game, escrita por la ganadora del Premio Nobel, Doris Lessing, y junto al escritor Guy N. Smith colaboró en Crabs’ Fury que se publicó en una edición limitada en 2008, a través de Ghostwriter Publications.

Tony Moore Tony Moore (Cynthiana, Kentucky, 20 de diciembre de 1978) empezó su carrera en 2003 mientras estudiaba en la Universidad de Louisville, colaborando con Robert Kirkman en Battle Pope. Después de algunos trabajos menores los dos volvieron a coincidir para realizar una historia basada en la franquicia de los Masters of the Universe de Mattel para la editorial MVCreations. Este trabajó les abrió las puertas de Image Comics donde desarrollaron Brit y la exitosa The Walking Dead en la que Tony Moore colaboró en sus primeros seis números y, posteriormente, desempeñó la labor de portadista hasta el número veinticuatro. Esto último le sirvió a la postre para lograr una nominación a los Premios Eisner. Su siguiente trabajo le llevó a colaborar entre 2005 y 2011 con Rick Remender en Fear Agent con quién co-escribió más tarde la gamberra XXXombies, una historia de zombies ambientada en la industria pornográfica. En 2006, saltaría a DC Comics para convertirse en co-creador de Los exterminadores para la línea Vertigo. En Marvel Comics ha trabajado en cabeceras como Ghost Rider, Punisher, Venom o Deadpool.

Fichas de personajes. El retrato de algunos supervivientes

La galería de personajes The Walking Dead ha sido siempre muy rica en variedad, pero también en cantidad porque en sus distintas etapas se han ido incorporando nuevos supervivientes que han tenido un papel destacado en sus tramas. Ninguno de ellos ha sido intocable, ni siquiera su protagonista principal Rick Grimes, y la serie siempre ha sabido jugar con la incertidumbre sobre el destino de sus héroes y villanos. El peso de los secundarios ha sido tan importante en ocasiones como el de los personajes más veteranos, lo que ha servido para favorecer el drama, la tensión y la intriga. En este apartado incluimos algunas fichas de personajes destacadas de los miles que han pasado por las páginas de The Walking Dead, pero hemos intentado seleccionar aquellos que han tenido un verdadero peso en la historia más allá de los números en los que hayan aparecido (o el tiempo que hayan logrado sobrevivir).

Rick The Walking Dead Rick Grimes – En su antigua vida Rick era el sheriff adjunto de la pequeña localidad estadounidense de Cynthiana en el estado de Kentucky. Estaba casado con Lori y había tenido un único hijo con ella llamado Carl. Al comenzar la historia Rick y su compañero Shane Walsh protagonizan una persecución intentando dar caza a un prófugo de la justicia hasta que Rick resulta herido en el consiguiente tiroteo. Tiempo después Rick despierta solo en un hospital saliendo del coma en él que había caído y descubriendo que el mundo ha sido invadido por zombis. Decidido a encontrar a su familia se dirige hacia Atlanta donde se reencuentra con ellos y con Shane con el que acaba teniendo diversas diferencias que acaban desembocando en tragedia. Después de la muerte de este último Rick se convierte en el líder de un grupo de supervivientes siendo la principal constante en sus vidas y en la historia.
The Walikng Dead Gleen Glenn Rhee – Un joven veinteañero de Michigan hijo de inmigrantes coreanos que en su anterior vida había trabajado como repartidor de pizzas. Es un hábil explorador encargado en muchas ocasiones de encontrar suministros para los supervivientes. Es introspectivo, tímido e inteligente y es el primero en entrar en contacto con Rick Grimes en Atlanta. Después de huir de la ciudad los supervivientes llegan a la granja de Hershel Greene donde Glenn se enamora de Maggie, con la que mantendrá una relación hasta su brutal muerte a manos de Negan.
The Walikng Dead Carl Carl Grimes – Es el hijo de Rick Grimes con el que se reencuentra en Atlanta después de haberlo dado por muerto durante el estallido de la epidemia zombi. En un primer momento, Carl se muestra como un chico normal y corriente a pesar la situación, pero pronto y debido a los acontecimientos a los que deberá hacer frente su carácter se irá tornando frío y distante. Mato a Shane para salvar la vida a su padre y a lo largo de la serie se hará responsable de algunas de las situaciones más crudas a las que se enfrentará su grupo de supervivientes. En su etapa en Alexandria a causa de una bala perdida pierde su ojo derecho y queda en coma durante semanas. Después de la derrota de Negan, Carl decide asentarse en colonia Hilltop y aprender el oficio de herrero.
The Walikng Dead Andrea Andrea – Treintañera y abogada de profesión que llega al grupo de supervivientes de Atlanta junto a su hermana de Anmy. Mantiene una relación con Dale, un hombre mayor que ella. Después de la muerte de su hermana aprende a disparar siendo la más destacada del grupo de supervivientes de Rick en esta tarea. Durante su etapa viviendo en la cárcel sufre una agresión por uno de los antiguos reclusos que le deja marcada la cara de por vida. Se convierte en madre adoptiva de Billy y Ben tras la muerte del padre de éstos y hasta que estos mueren. Después de la muerte de Dale llega a Alexandria donde se convierte en la vigía de la comunidad y comienza una relación con Rick con quién se acaba casando. Durante la guerra contra Los Susurradores es mordida en el cuello por un caminante y sucumbe a la infección.
The Walikng Dead Andrea Hershel Hershel Greene – Es el dueño de una granja en Georgia donde trabajaba la tierra junto a sus hijos después de la muerte de su mujer y antes de la epidemia. Tiene conocimientos de veterinaria y medicina y es un devoto cristiano con una moral férrea que le provoca no pocos enfrentamientos con Rick y el resto de supervivientes. Estos llegan a su granja después de que Otis, el capataz de la granja de Hershel, dispare por error a Carl Grimes. Es Hershel quién le salva la vida y, posteriormente, se convierte en la brújula moral del grupo de Rick cuando se une a ellos. Su muerte a manos de El Gobernador marcará profundamente a los supervivientes.
The Walikng Dead Magiee Maggie Greene – Es la segunda hija de Hershel Greene que se une al grupo de supervivientes liderado por Rick después de que la granja en la que se había atrincherado con su padre y sus hermanas sea atacada por los zombis. Pronto comienza una relación con Glenn y se acaba casando con él. Paulatinamente, su familia biológica acaba muriendo a manos de otros supervivientes y eso endurece su carácter. Se convierte en la madre sustituta para Sophia Peletier tras el suicidio de su madre y durante el conflicto con Negan accede al liderazgo de la Colonia de Hilltop.
The Walikng Dead Michonne Michonne – Michonne era abogada en su anterior vida, estaba divorciada y tenía dos hijas que al empezar la historia se encuentran desaparecidas. Michonne se encuentra con Rick y su grupo cuando estos están afincados en la cárcel portando una katana y tirando de dos zombis mutilados que lleva encadenados como protección ante otros muertos. Pronto se gana la confianza de los supervivientes y demuestra su tenacidad. En el conflicto con Woodbury Michonne se convierte en víctima de El Gobernador que la tortura y viola de forma sádica. Posteriormente, se cobra su venganza mutilando a su agresor. Mantiene una relación con Tyreese y con Ezekiel en El Reino, aunque después del fracaso de esta última decide pasar una temporada explorando el mar. En la Commowealth encuentra a una de sus hijas desaparecidas y ello precipita los acontecimientos de la última parte de la historia.
The Walikng Dead Governador El Gobernador – Brian Blake es el líder del grupo de supervivientes del pueblo de Woodbury y uno de los principales antagonistas del grupo de supervivientes comandado por Rick Grimes. Es cruel y despiadado, pero oculta esta faceta bajo una personalidad abierta y amable. Mantiene el poder en Woodbury con mano férrea promoviendo distracciones brutales como los combates en la arena con caminantes. Mantiene a su sobrina zombificada en su casa y la alimenta con carne humana. Después de que Michonne mate definitivamente a esta y mutile a Blake este asalta la cárcel en la que se refugian Rick y sus supervivientes. En la batalla ejecuta a Tyresse y Hershel Greene y ordena mata a Lori y el hijo que estaba esperando, para finalmente ser reducido por una de las ciudadanas de Woodbury al comprobar que les ha estado engañando todo este tiempo.
The Walikng Dead Eugene Eugene Porter – Era un maestro de ciencias de una escuela secundaria antes del apocalipsis zombi. Después de que la epidemia tome el control Eugene intenta utilizar su inteligencia y se hace pasar por científico para que los supervivientes que se encuentra por el camino lo protejan. Este es el caso de Abraham y Rosita a los que convence para acompañarlo a Washington D.C. donde supuestamente habría un lugar seguro y un equipo estaría desarrollando la cura para la infección. Los tres acaban encontrándose con Rick y su grupo de supervivientes y una vez revelado el engaño de Eugene este demuestra ser un gran valor para el equipo aportando ideas y mejoras para su día a día, logrando volver a fabricar municiones o estableciendo comunicación con otros grupos.
The Walikng Dead Negan Negan – Es el líder de Los Salvadores, un grupo humano que reside en una fábrica abandonada a la que llaman El Santuario. Este grupo se dedica a someter otras comunidades a las que obligan a entregar la mitad de sus recursos a cambio de supuesta protección. Negan ofrece este mismo trato al grupo Rick y al negarse estos a obedecer sus reglas Negan los castiga para que entren en razón, para ello mata salvajemente a Glenn con su bate de béisbol llamado Lucille. Este nombre en realidad era el de su exesposa a la que era infiel antes de la epidemia y que después de morir de cáncer le dejó un fuerte sentimiento de culpabilidad. Pronto se convertirá en el líder de Los Salvadores en un intento de controlar la barbarie del grupo humano al que se había sumado y en el que conoció a Dwight al que tiempo después quemaría la cara con una plancha como castigo por no seguir sus normas. Después de la guerra contra el grupo de Rick es encarcelado por sus crímenes, aunque posteriormente es liberado y se convierte en defensor de la idea de Rick para recuperar la civilización perdida.
The Walikng Dead Pamela Pamela Milton – Es la gobernadora de la Commonwealth y madre de Sebastian Milton. Es la gran responsable de levantar desde cero una gigantesca comunidad cuyo principal objetivo es recuperar la sociedad y civilización previa al apocalipsis zombi. Pero su idea de civilización se basa en recuperar una estructura jerárquica en la que cada superviviente desempeña las mismas tareas que ejercía antes de la crisis. Esto promueve la desigualdad y la diferencia entre clases en una comunidad en que la que se ha recuperado en cierta medida la cultura del ocio, con conciertos, partidos de fútbol y establecimientos como cafeterías y tiendas. Estas ideas supondrán un conflicto con la manera de Rick y sus suyos de entender las cosas y el mundo que ellos han levantado basado en el esfuerzo común y el reparto de beneficios equitativo.

Podéis encontrar más fichas de personajes en este enlace.

Los muertos vivientes en la pequeña pantalla

The Walking Dead se adaptó en 2010 al formato televisivo gracias al esfuerzo del canal AMC, contando con el propio Robert Kirkman como productor ejecutivo y con el director y guionista Frank Darabont (Cadena Perpetua, La Milla Verde) implicado como showrunner de su primera temporada. En el reparto inicial se incorporaron nombres como los de Andrew Lincoln en el papel de Rick Grimes, Jon Bernthal como Shane Walsh, Sarah Wayne Callies encarnando a Lori Grimes, Laurie Holden dando vida a Andrea, Jeffrey DeMunn como Dale Horvath, Steven Yeun como Glenn Rhee, Chandler Riggs dando vida al pequeño Carl Grimes y los curtidos Norman Reedus y Michael Rooker como los hermanos Daryl y Merle Dixon, personajes creados expresamente para la serie de televisión.

El estreno del capítulo piloto congregó a más de 5.3 millones de espectadores delante de la pantalla del televisor convirtiéndose en un inesperado sleeper en ese año. La adaptación del cómic de Robert Kirkman fue renovada por una segunda temporada de forma inmediata, aunque Frank Darabont acabó siendo sustituido de sus funciones por Glen Mazzara (Crash, The Shield) por supuestas discrepancias creativas con la producción. Los seis episodios de la primera temporada adaptan con bastante fidelidad el cómic original a excepción de su último capítulo para el que se concibió un final artificioso y poco relacionado con la mitología de la obra original, al tiempo que mostraba su intención de estirar algunas tramas presentes en la obra original.

La segunda temporada pasó a componerse de trece episodios y de la tercera en adelante -la cabecera estrena su décima temporada este mismo mes de octubre- cada nueva remesa ha estado compuesta por dieciséis capítulos. La segunda temporada vino a dinamitar todos los récords de audiencia por cable, logrando 7.3 millones de espectadores en el primer episodio y 9 millones en su season finale. The Walking Dead se había convertido casi sin esfuerzo en la serie dramática por cable más vista de todos los tiempos. Y los números siguieron mejorando con su tercera temporada al lograr captar la atención de más de 11 millones de espectadores.

La tercera temporada introdujo a personajes tan emblemáticos como Michonne a la que ha interpretado hasta el día de hoy Danai Gurira, Tyreese Williams encarnado por Chad L. Coleman y el retorcido Philip Blake -Brian Blake en los cómics- alias El Gobernador al que daría vida David Morrissey. El buen recibimiento del público general, en oposición con la postura menos complaciente de los aficionados al cómic, contrasta a su vez con los problemas internos de la serie. Nuevamente se repite la historia y el showrunner Glen Mazzara abandona su puesto debido a diferencias creativas tomando el mando su mano derecha en ese momento, Scott M. Gimple (Ghost Rider: Espíritu de Venganza).

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Nada eso impidió que la cuarta temporada de la serie siguiendo batiendo récords de audiencia. En el primer capítulo de la temporada se congregaron delante de los televisores estadounidenses la nada desdeñable cifra de 16.1 millones de espectadores. La historia introducía en este caso a un trío de protagonistas formado por el sargento Abraham Ford interpretado por Michael Cudlitz, el Dr. Eugene Porter al que daría vida Josh McDermitt y Rosita Espinosa encarnada por Christian Serratos. La quinta temporada nuevamente en manos de Scott M. Gimple logró en su debut 17.2 millones de espectadores. El mejor registro de esta serie para la que empezaría a partir de este momento el declive.

El canal AMC quería explotar el éxito de su producto y por ello puso en marcha un spin-off de The Walking Dead llamado de forma harto redundante Fear The Walking Dead y cuya primera temporada se estrenó al finalizar la quinta temporada de la serie madre. Este spin-off creado por Robert Kirkman y Dave Erickson sigue a un nuevo grupo de supervivientes inédito en los cómics y cuyos roles principales recayeron en Kim Dickens, Cliff Curtis, Frank Dillane y Alycia Debnam-Carey. La primera temporada contó con solo seis episodios y pese a sus números de audiencia sensiblemente inferiores a los de la serie madre recientemente ha sido renovada por una sexta temporada de dieciséis episodios.

La sobreexplotación de la marca ha tenido un impacto claro en los espectadores que han ido abandonando la serie en las últimas temporadas. Solo la séptima temporada tuvo un repunte de audiencia llegando su primer capítulo a los 17 millones de espectadores, rozando las mejores cifras del show para posteriormente seguir con su descenso. El misterio de este repunte se debe a que al final de la sexta temporada se presentó a la nueva amenaza para los supervivientes: Negan. El carismático personaje de los cómics saltaba a la pequeña pantalla bajo las facciones del actor Jeffrey Dean Morgan. El cliffhanger del que en gran parte era protagonista y con el que acabó la temporada mantuvo al público expectante, sobre todo al otearse en el horizonte una de las escenas más míticas y crudas de los cómics. Pero una vez resuelto este cliffhanger en el primer capítulo de la séptima temporada su efecto fue contraproducente.

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En su larga trayectoria la serie de AMC ha mantenido una calidad irregular a lo largo de sus temporadas. En términos generales, la hoja de ruta ha estado marcada por los cómics, pero más allá de los checkpoints inevitables ha sido una adaptación muy libre que ha cambiado acontecimientos, el destino de muchos personajes y ha añadido tramas paralelas inexistentes en la obra de Robert Kirkman y Charlie Adlard. Los cambios no siempre han sido para mejor, pero otros han permitido mantener la sorpresa sobre algunos giros y escenas cruciales de la novela gráfica permitiendo que siguiesen frescos para los no familiarizados con las viñetas. Su éxito ha sido llevar a los muertos vivientes al gran público y exportar su idea a más de 120 países que han seguido -y siguen- con interés la historia de Rick y compañía.

En relación a la crítica, The Walking Dead fue nominada en 2010 a los Globos de Oro como Mejor serie dramática. En 2011 recibiría sendas nominaciones a los Premios Saturn y a los Premios de la Crítica Televisiva de 2011. Ese mismo año el episodio piloto Days Gone Bye recibió tres nominaciones en los Premios Emmy 2011, ganando el galardón al Mejor Maquillaje. En 2014, la serie repitió en los Premios Saturn para los que obtuvo siete nominaciones incluyendo los de Mejor serie de cable, Mejor actor en televisión para Andrew Lincoln, Mejor actor de reparto en televisión para Norman Reedus, Mejor actriz de reparto en televisión para Emily Kinney y Melissa McBride y Mejor actuación de joven actor o actriz en televisión para Chandler Riggs.

Análisis de la obra. La civilización como personaje principal.

The Walking Dead ha seguido a lo largo de su publicación un esquema basado en sagas que situaban al lector en una auténtica montaña rusa de emociones. Robert Kirkman ha ido construyendo a lo largo de los años una historia con un ritmo lento y sosegado de forma muy premeditada, edificando al tiempo que tiraba abajo los cimientos de la civilización y las ideas preconcebidas de sus personajes. Los periodos de calma contrastan con la aparición de nuevas amenazas que paulatinamente van cobrando más fuerza y presencia hasta que llegan habitualmente a un clímax marcado por la sangre y la violencia. Pero el conflicto normalmente no tiene lugar entre humanos y zombis, sino entre humanos y humanos, con las disputas entre el grupo de supervivientes de Rick y otras comunidades con los que se encuentran a lo largo de su camino. Los distintos intereses y formas de ver el mundo por parte de los dos bandos es el motor que mueve el conflicto en este cabecera.

Este esquema puede hacernos creer que estamos ante la habitual historia de zombis heredera directa de las películas de George A. Romero. En parte eso es cierto, The Walking Dead no deja de ser un homenaje a ese tipo de serie B pionera, no por casualidad Kirkman quería llamar en origen a esta cabecera La noche de los muertos vivientes. Pero ese barco zarpó, el creador de Invencible siempre aseguró además que sus pretensiones con The Walking Dead eran mucho más ambiciosas y pasaban por contar “la historia de zombis que nunca acaba”, descubrir que sucede más allá de la supervivencia. La intención no fue nunca ofrecer un relato de zombis al uso, una historia llena de acción, muertes dramáticas y vueltas de tuerca constantes. Tampoco pasaba por la cabeza de Kirkman el realizar una reinterpretación del género y sus reglas clásicas; al contrario, su historia se apega más que nunca a la mitología tradicional de los muertos vivientes, descartando innovaciones incluso en relación a sus criaturas. No van por ahí los tiros.

El guionista origirario de Kentucky aprovecha el contexto para profundizar en ese elemento de crítica y análisis social que han convertido al zombi a lo largo de su trayectoria en un arquetipo capaz de hablarnos de temas tan dispares como el militarismo, el consumismo, el racismo, la lucha por los derechos civiles o la disección del concepto de humanidad. The Walking Dead toca casi todos estos temas, pero principalmente nos habla de dos cuestiones básicas: la pérdida y recuperación de la humanidad y la idea de civilización como peaje para poder definir esta última. ¿Hay humanidad sin civilización? ¿Es posible otro tipo de organización humana? ¿Qué nos hace iguales y/o diferentes a los demás? Todas estas preguntas las aborda esta obra, muchas veces de manera increíblemente sutil, escondiendo sus cartas bajo el prisma de la acción y el terror.

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De esta manera, The Walking Dead supone un tour de force con los lectores, pues solo permaneciendo el tiempo suficiente al lado de Rick y su grupo de supervivientes lograremos entender de verdad lo que su historia nos propone. Kirkman maneja muy bien el perfil psicológico de sus personajes y los lleva al límite siempre que tiene la oportunidad; no para hacer un uso efectista de su narrativa, sino para tensar la cuerda lo suficiente como para que sus protagonistas asuman que no hay manera posible de recuperar el pasado. Esto les pone en la tesitura de, una vez asegurada su supervivencia, pensar en cómo recuperar la civilización y lograr así una manera de vivir digna. En el camino se darán cuenta que el mundo pre-apocalipsis tampoco era ideal, muy al contrario podía ser terriblemente crudo al promover la desigualdad, la división de clases y la injusticia. Era un mundo cómodo, seguro y amable, al menos para unos pocos, pero si una oportunidad les ofrece el desastre es poder empezar de nuevo.

Es a lo largo de su periplo que Rick Grimes y su grupo de supervivientes se acostumbran a pensar de manera distinta, a organizar su vida en común dividiendo sus tareas de forma equitativa y reconociendo a aquellos que promueven la diferencia entre ellos -sea a través de sus conductas machistas, el racistas o clasistas- como seres débiles y corruptos. En la primera etapa de la serie la trama está determinada por el nomadismo y la conducta gregaria de sus personajes, que han descartado los principales núcleos urbanos y deambulan por carreteras y pequeñas poblaciones desérticas en busca de recursos. Hay una división de tareas clara que todavía tiene ecos del mundo pasado, lo que por ejemplo nos deja ver a personajes femeninos que de una manera u otra son dependientes del grupo y/o de sus parejas. Ellas están relegadas a las tareas doméstica, ellos al aprovisionamiento y la defensa.

Pronto, esta mentalidad se mostrará fallida, porque en una situación de constante supervivencia se descubre la necesidad de que cada miembro del grupo aporte y sepa defenderse a sí mismo y a los suyos. Esto se aplica incluso a los más jóvenes, como es el caso de Carl Grimes cuya personalidad acaba por madurar en este nuevo mundo, adaptándose más rápidamente al hóstil mundo en el que ahora se mueven los supervivientes; algo que muchos adultos son incapaces de hacer, tomando medidas extremas para no tener que asumir el nuevo contexto en el que se encuentran. Además, en una sociedad como la estadounidense, con su conocida política en cuanto a la tenencia de armas, la supervivencia se hace, curiosamente, mucho más difícil. Esto se debe a que, si bien las armas se pueden utilizar para la defensa y el aprovisionamiento, también son determinantes para controlar o ejercer la violencia sobre otros individuos o grupos humanos. Es decir, la amenaza no solo la representan los muertos vivientes, sino también y, sobre todo, los vivos.

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Esta idea se encuentra ya en la citada La noche de los muertos vivientes de George A. Romero y otras producciones del género, siendo una idea casi inseparable del propio género. No descubre pues nada nuevo Kirkman con este planteamiento, el hombre siempre ha sido un lobo para el hombre. No obstante, el personaje de Rick Grimes le da una vuelta de tuerca a este pensamiento al afirmar que son los propios supervivientes los muertos vivientes. No es casualidad que el primero de los asentamientos seguros que acondicionan Rick y los suyos sea una cárcel abandonada, un edificio que representa la justicia y el castigo de una civilización ya extinta. En ella los supervivientes tendrán que renunciar a sus valores, a su moralidad y sus ideas preconcebidas, en particular y a título individual, pero también, y en general, a su humanidad. Todo ello lo simboliza la muerte de un personaje como Hershel Greene, hasta ese momento brújula moral del grupo.

En el lado opuesto tenemos a El Gobernador, un tirano que aprovechando la situación ha levantado un oasis de aparente tranquilidad y prosperidad en Woodbury. Pero esta solo es un espejismo, en realidad se trata de un lugar en el cual El Gobernador da rienda suelta a sus más bajas pasiones y perversiones. El conflicto acaba de estallar debido al alzamiento femenino en la serie que nos proporciona a uno de los personajes más icónicos de la cabecera, una Michonne que katana en mano viene para acabar de desterrar el modelo de mujer sumisa, dependiente y secundaria en la toma de decisiones. Ella hace suya la venganza, una prerrogativa antiguamente potestad de los personajes masculinos. Es por ello que Lori muere en este preciso momento al final de esta saga, mientras Michonne no solo sobrevive, sino que se convierte en una pieza clave del grupo espoleando a otros personajes femeninos como Maggie y Andrea que paulatinamente irán asumiendo un mayor peso en el grupo a medida que avanza la historia. Esto tanto en labores más físicas, como intelectuales al hacerse piezas clave para sus comunidades.

Después de su primer fracaso a la hora de encontrar un asentamiento fijo y seguro los supervivientes empiezan a abandonar el territorio en el que se han estado moviendo hasta ahora, situado entre los estados de Georgia y Alabama. Rick y los suyos toman dirección a Washington D.C -en un principio debido al engaño de Eugene- cayendo en un continuo y desgastador proceso de deshumanización por las situaciones y traumas que se encuentran en su deriva. Los supervivientes se abocan al abismo y saltan dentro de él, produciéndose un hecho determinante en su historia al tener que hacer frente a un grupo de humanos que practican el canibalismo. De esta manera, la frontera entre los verdaderos muertos vivientes y los vivos se rompe, y Rick y los suyos se dejan llevar por sus ansías de venganza. En última instancia, la confianza hacia el “extranjero”, el que no forma parte del grupo, se recrudece y los supervivientes toman a partir de entonces medidas preventivas en su trato con otros grupos humanos.

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También nace en ellos una cierta idea de frontera que acabará por cuajar a su llegada a Alexandria, una pequeña comunidad segura y bien provista de recursos que se convertirá a partir de ese momento en su hogar. Este asentamiento amurallado se corresponde con la tradicional zona residencial promocionada por el -más muerto que nunca- sueño americano. Un rincón habitable con apacibles y tranquilas viviendas unifamiliares provistas de agua caliente y luz eléctrica. El antiguo sueño americano materializado en mitad del apocalipsis zombi no deja de ser una un paraíso con muchas posibilidades, pero también con más de un problema. No obstante, en este ambiente los supervivientes recuperan algo muy importante que habían perdido en el transcurso de la historia: su intimidad. En un primer momento, Alexandria está guiada por Douglas Monroe, un antiguo congresista demócrata que ofrece a Rick y los suyos colaborar en su proyecto pues necesitan de su experiencia en el exterior.

En concreto, lo que Alexandria necesita es mano de obra y fuerza física, algo que pueden aportar Rick y los suyos en gran medida. Pero es eso precisamente lo que degenera en conflicto, porque la aclimatación de los supervivientes implica intentar revertir el proceso de deshumanización al que han sido sometidos y que tantas secuelas les ha dejado. En Alexandria los supervivientes se encuentran con su reflejo, un grupo que ha resistido entre los muros de dicha comunidad sin mucho esfuerzo y con relativa comodidad, aislándose así de la realidad exterior y favoreciendo la preservación de ciertas pautas sociales que a ojos de Rick los hace débiles y no aptos para afrontar la nueva realidad. El poder vivir en su propia casa con un lujo abismal en comparación a las penurias que han pasado Rick y compañía les ha convertido en una presa más fácil de lo que podrían pensar, el núcleo de habitantes de Alexandria está desapegado y preocupado por sus propios, egoístas e inocentes intereses. Un problema en un mundo dónde los muertos se mantienen en pie.

El mejor ejemplo de las dinámicas en Alexandria lo tenemos nuevamente en sus personajes femeninos cuyas preocupaciones son emparejar a los recién llegados y cocinar pasteles como corresponde a una buenas ama de casa. La seguridad de su localización les ha hecho despreocupados y tienen tiempo libre como para poder ser ociosos. Vemos como una de las habitantes de Alexandria -que acabará manteniendo una relación fallida con Rick- es objeto de malos tratos por parte de su marido, con la complicidad, silencio o indiferencia de sus vecinos. Esta es una actitud que Rick no tolerará, sobre todo después de asumir el puesto de alguacil de la comunidad. Pero lo importante es ver el contraste de las mujeres de Alexandria con supervivientes como Michonne y Andrea que en su contacto con otros hombres no se resignan a ser anuladas y no renuncian a expresar abiertamente sus pensamientos. El concepto de familia para la comunidad de Alexandria sigue siendo el tradicional e intentan preservarlo, pero para los supervivientes prima la idea de grupo que les ha permitido sobrevivir hasta ese momento.

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El conflicto en este punto acaba en un suceso trágico, como es la muerte de varios miembros de la comunidad de Alexandria y un disparo que deja a Carl malherido y desfigurado para el resto de su vida. Este es un momento de reflexión en el cuál Rick madura su idea de “reimplantar la civilización”, ya no se trata de “aguantar un día más, una semana más”. Si no hacen todo lo que está en sus manos para recuperar la civilización no habrá nada que legar a las nuevas generaciones más que la barbarie y una más que probable extinción. Para sustentar su idea Rick cita la máxima que aparece en el reverso de los dólares: “unidos resistiremos, separados caeremos”. Toda una declaración de intenciones, aunque pronto descubriremos que los supervivientes no pueden ni quieren reproducir exactamente la civilización y sociedad que conocieron en su pasado. No lo saben todavía, pero es una idea que irá cobrando fuerza en su manera de pensar.

Así, la vieja política que representaba el personaje de Douglas Monroe se debe hacer a un lado para construir algo nuevo y mejor. El primer paso para “dejar de sobrevivir, y empezar a vivir” estriba en construir una red de intercambio comercial con otras comunidades productoras como La Cima y El Reino de las que Rick y los suyos van teniendo conocimiento a medida que exploran el territorio a su alcance. Todas ellas, como Alexandria, se articulan entorno a un líder más o menos consensuado, al que solo se valora por sus logros y su moral. Una especie de gobierno de los más aptos muy lejos de una auténtica democracia, aunque en el caso de Rick sea validado en varias ocasiones por su grupo tambien muestra tendencias absolutistas en algunas ocasiones. Pero si hay comunidades productoras, tiene que haber otras que simplemente se aprovechen de ellos y exploten a sus vecinos. Tiene que haber también otro tipo de líder, un caudillo que articule su discurso entorno al miedo. Esto describe a Negan y sus Salvadores, afincados en una comunidad llamada El Santuario desde la que extorsionan a otros grupos humanos para que trabajen para ellos y les entreguen parte de sus recursos y provisiones.

Negan es un líder con una idea de civilización opuesta a la de Rick y sus supervivientes. Su “nuevo orden mundial”, como él lo llama, se establece como una sociedad medieval y esclavista en la que los de abajo deben pagar tributos a los de arriba. En esta sociedad la única ley válida es la del talión, el delito se paga con sangre y es el miedo lo que mantiene al grupo unido. Este es el sistema que Negan ha encontrado para evitar la violencia, apropiarse de ella como haría cualquier estado. Esto choca diametralmente con la forma de pensar de Rick y el sistema de intercambio y zonas seguras que ha puesto en marcha y que incluye poder cultivar el campo y practicar la ganadería. “Podemos reconstruir la civilización… puede que hasta hacer un mejor trabajo esta vez”, intenta convencer a Negan. Finalmente, el concepto de civilización de Negan es exclusivo y perecedero, mientras que el de Rick tiene una visión más global y perdurable. En definitiva, la serie nos conduce en este punto a lo inevitable, porque no puede haber civilización sin guerra.

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El resultado de la esta se decanta del lado de Rick y los supervivientes, pero contrariamente a lo esperado no supone la exterminación del enemigo. Los Salvadores son asimilados al nuevo orden y Negan es reducido y encerrado en una prisión improvisada para que cumpla condena perpetua por sus crímenes. Pese a las reticencias de algunos compañeros por la decisión de no matar a la persona que tanto dolor les han provocado, Rick consiguen hacerles entender –al menos a la mayoría- que las reglas han cambiado. Si antaño era necesario matar para sobrevivir, ahora en los albores de una nueva civilización han de demostrar ser mejores y el castigo –si se produce- debe ser civilizado. Carl había tenido que matar a otro niño tiempo atrás al ser este incapaz de distinguir realidad y ficción convirtiéndose en un peligro para la comunidad, pero ahora las medidas extremas en una sociedad organizada carecen de sentido.

Llegados a este punto, The Walking Dead da un salto en el tiempo que venía siendo necesario para ver la evolución de los personajes y su contexto. Los supervivientes ya no se consideran como tales, han conseguido organizarse y levantar una red de comunicación entre los distintos enclaves. Hay un equipo de patrulla dentro del territorio que las conecta, con un sistema de control y acción sobre posibles rebaños de muertos vivientes. La prosperidad les ha permitido volver a tener una vida tranquilla a muchos de ellos y volver a encontrar su lugar en esta nueva sociedad, recuperando empleos como los de herrero, agricultor o pescador. Los problemas ahora son de infraestructura, ambiciones y de una política derivada de las tensiones entre las personas con mayores responsabilidades dentro de la comunidad. Puede que algunas se resuelvan con violencia, malos modos y traiciones, pero los tiempos más oscuros para los protagonistas de la historia han pasado hace ya mucho tiempo.

En contraste a lo logrado, la nueva amenaza que se cierne sobre Rick y sus compañeros es más oscura y sórdida. Entra en escena un grupo de supervivientes que se hacen llamar Los Susurradores y que viven entre los zombis cubriendo su cuerpo con piel humana y comportándose como ellos. Este grupo cuestionará todo lo que Rick y compañía han logrado construir, considerando que el apocalipsis había dado a la humanidad la oportunidad de encontrar la verdadera libertad y ellos la están desperdiciado. Los Susurradores se han adaptado al medio y han renunciado deliberadamente a recuperar la idea de civilización. Pese a ser capaces de razonar se comportan como animales, al contrario que la comunidad de Rick que son “animales que fingen no serlo”. Eso asegura Alpha, la líder de Los Susurradores que piensa que intentar recuperar lo perdido es “regresar a una vida en la que seréis esclavos de vuestros mezquinos deseos”.

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La filosofía nihilista de Alpha y Los Susurradores está clara, por lo que el conflicto está servido. Los Susurradores renuncian “al mito de la seguridad” y aceptan su condición de animales. Y esto implican que necesitan un líder fuerte que supla su esa necesidad de seguridad, entienden que por naturaleza siempre debe haber un dominante y un sumiso. Sus únicas leyes son las de la fuerza bruta y renuncian desde jóvenes al concepto de humanidad del antiguo mundo. He ahí la razón del nombre de Alpha y también el motivo por el que su grupo considera que Alexandria y la red de comunidades son “un santuario dedicado a un mundo que murió hace mucho tiempo”. En cualquier caso, Los Susurradores no funcionan como un elemento antisistema porque no son un producto ni están dentro del propio sistema, lo han rechazado y sus acciones son simplemente un elemento desestabilizador para Rick y los demás que ven a Los Susurradores como un peligro. Y las reglas que se aplican para la comunidad, no se tienen porque compartir con los que se mueven ajena a ella. La guerra nuevamente es la solución al conflicto.

Más sofisticado será el dilema que surgirá con la aparición de una nueva comunidad que se hace llamar la Commonwealth y cuya cabeza más visible es la gobernadora Pamela Milton. Nos adentramos en la parte final de The Walking Dead y encontramos un grupo que se considera a sí mismo la civilización al haber logrado recuperar un nivel de vida muy parecido al que tenían antes del apocalipsis zombi. En la Commonwealth los individuos que la conforman han recuperado sus antiguos empleos -en el caso de ser posible- o han conseguido otros distintos acorde con sus habilidades y currículum. Esto significa que también han recuperado gran parte de su estatus y nivel de vida, forjando una sociedad clasista y jerarquizada con una proyección claramente capitalista. Las desigualdades entre iguales han vuelto a surgir y la pobreza de algunas personas contrasta con la abundancia de otros que se pueden permitir vivir por encima de sus posibilidades, asistir de nuevo a cafeterías, conciertos, partidos de fútbol americano y realizar compras superfluas. También hay un cuerpo de policía y un ejército que no solo vela por la seguridad de los ciudadanos, sino que controla y reduce a los elementos disidentes.

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Esta sociedad –en la que se evidencian signos de corrupción- contrasta con lo construido por Rick y compañía, una comunidad en la que todos son iguales y el trabajo y los beneficios se reparten de forma equitativa. En este sentido, el último enemigo al que se deben enfrentar los protagonistas de The Walking Dead es al reflejo de la sociedad moderna que existía antes de la crisis. Los supervivientes han recuperado la civilización, pero siempre han deseado que fuese mejor que lo anterior. La Commonwealth es una tentación que les conduce a esa ilusión que Los Susurradores criticaban, solo que no es una ilusión por la seguridad -en gran medida ya conquistada por Rick y los suyos- sino de simple comodidad. La gobernadora de la Commonwealth lo tiene muy claro: “la gente necesita una jerarquía. Necesitan algo por lo que trabajar […] Nuestra clase trabajadora da forma a los fuertes cimientos de la Commonwealth. No puede construirse nada sin unos cimientos fuertes”. La respuesta de Rick no puede ser más contundente: “Aquí todos somos iguales”.

Dejando a un lado el final de The Walking Dead –todavía muy reciente y pendiente de su conclusión en España- queda claro con todo esto que Robert Kirkman sabía muy bien hacía dónde se dirigía con su serie en todo momento. No hemos asistido a una simple historia de zombis al uso, su protagonismo siempre fue circunstancial y aprovechado por sus autores para tratar los dos temas principales comentados al inicio de este apartado: los conceptos de humanidad y civilización. Lo que ha hecho en esta cabecera Kirkman -con la ayuda de Charlie Adlard– ha sido deconstruir nuestra propia historia (aunque sea acotándola a los parámetros estadounidenses), no la de los hechos y acontecimientos, sino la de nuestra propia evolución. Le arrebató todo a sus personajes, solo para seguirlos de cerca y comprobar cómo se las ingeniaban para salir adelante. El argumento de la historia siempre lo tuvimos a mano en la contraportada de The Walking Dead y dejaba muy claras sus intenciones: “En un mundo gobernado por los muertos, por fin nos vemos obligados a empezar a vivir.”

I am a Hero. Más allá del muerto viviente, el amanecer del ZQN


 
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Edición original: I am a Hero Nº 1-22 JAP (Big Comic Spirits / Shōgakukan, 2009-2017)
Edición nacional/ España: Norma Editorial (2013-2017)
Guión: Kengo Hanazawa
Dibujo: Kengo Hanazawa
Formato: 22 tomos manga rústica con sobrecubiertas de entre 206 y 272 páginas
Precio: 8,50€/u

 

“Ahora soy un personaje importante en este mundo… Qué va… un protagonista… Yo, que siempre he sido uno del montón… Un héroe.”

La historia del pensamiento está plagada de reflexiones en torno a la vida y la muerte. Prácticamente todos los filósofos se han preguntado cómo tenemos que vivir y morir, o han teorizado acerca del objetivo de la vida. Esta preocupación ha penetrado en la literatura y, por ende, en el noveno arte. Hay historias que que nos animan a revolucionar nuestras vidas. Otras nos invitan a parar el tiempo y contemplar lo maravilloso de la vida. Pero las historias postapocalípticas mezclan ambas posibilidades. Tras la destrucción de la humanidad, el tiempo se detiene en un caos constante. De repente, la tediosa rutina que ahogaba a los protagonistas, resulta ser una fuente de tranquilidad, comodidad y felicidad. La única manera de sobrevivir es cambiar drásticamente para encontrar al “yo” más salvaje y proyectarlo al nuevo mundo. En I am a Hero, cuando Hideo desenfunda la escopeta por primera vez, su “yo” más salvaje aparece en escena. Nuestro protagonista está más cerca de superar sus miedos, sus inseguridades. De convertirse en un héroe. Pero junto a esta evolución aparece una preocupación: ¿están vivas las personas que le atacan?

I am a Hero desembarcó en nuestro mercado editorial en mayo del 2013. Norma Editorial arriesgó con un seinen publicado por Shogakukan que, en principio, trataba sobre cómo un mangaka intentaba sobrevivir a un apocalipsis zombi. Un año antes, I am a Hero se había alzado con el Premio Shogakukan en la categoría general. Un galardón que por si solo ya implica un gran reconocimiento al trabajo de HANAZAWA Kengo. Pero, además, tenemos que sumar tres nominaciones consecutivas al Manga Taishô, el reconocimiento anual que dan los libreros japoneses a las obras recopiladas en formato tomo. Aunque I am a Hero no se hizo con estos títulos, estuvo entre los nominados junto a obras de tanta categoría como Las flores del mal, Princess Jellyfish, Bakuman y Ataque a los Titanes.

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La edición de Norma Editorial recoge veintidos el intento de Hideo para sobrevivir en un mundo que, a priori, no está hecho para él. Pero el mundo de I am a Hero se extienden con cuatro spin-off, todos ellos editados por la misma editorial y cuyos detalles podréis leer más adelante.

A continuación, vamos a hablar de los trabajos de HANAZAWA Kengo, repasaremos los personajes más importantes de la serie y, finalmente, os proponemos una aproximación teórica a la obra. Una comparación entre los recursos narrativos de Frank Kafka y la creación de HANAZAWA Kengo. Después de este aparato, empezará el útlimo bloque dedicado a comprar algunas características de The Walking Dead y de I am a Hero.

Biografía del autor

Hanazawa kengo HANAZAWA Kengo (Hachinohe, Aomori, 5 enero de 1974) comenzó su carrera profesional en 2003 con Ressentiment una historia en cuatro volúmenes publicada en las páginas de la revista Big Comic Spirits de la editorial Shogakukan. Una historia ambientada en un futuro cercano donde los juegos de realidad virtual están a la orden del día. Takurou es un hombre de mediana edad que trabaja en una fábrica sin futuro y que sólo se siente realizado en el juego “The Unreal”. Un día, decide comprar una extensión para el juego: una novia virtual llamada Tsukiko. Pero Tsukiko tiene algo diferente al resto de novias virtuales… ¿Puede depender el futuro de “The Unreal” de la relación entre Takurou y Tsukiko?

En 2005, tras terminar esta historia, inició una comedia romántica titulada Boys on the Run publicada en la misma revista. El protagonista, Tanishi Toshiyuki, es un hombre de veintisiete años cuya vida está estancada: no tiene pareja, no tiene trabajo y ha perdido toda la ambición. Un perfil de personaje principal muy parecido a Hideo Suzuki, el protagonista de I am a Hero. Este primer manga contó con dos adaptaciones a imagen real: una película en 2010 y un dorama en 2012. Mientras que la película era más fiel a los personajes del manga, el dorama contó con un casting más idealizado que hacía que se perdiera una de las esencias de la historia: la mediocridad tanto física como mental de los personajes. Aún así, ambos productos son adaptaciones muy fieles a la obra de HANAZAWA Kengo.

La siguiente obra del autor fue I am a Hero en 2009. Mientras que su primera obra había alcanzado los diez tomos, esta llegaría hasta los veintidós volúmenes bajo el sello de la editorial Shogakukan. Este manga ha contado hasta con cuatro spin-off: I am a Hero in Osaka (2015, con dibujo de HONDA Yuuki), I am a Hero in Nagasaki (2016, con dibujo de NISHIDA Kensuke el autor de la recién editada por Norma, Jagaan); I am a Hero in Ibaraki (2016, con dibujo de FUJISAWA Kazuya); y 8 Tales of the ZQN un manga de historias cortas sobre el mundo de I am a Hero con la colaboración de ITO Junji. Decir que todas estas obras han sido publicadas por Norma Editorial.

Después del bombazo que supuso I am a Hero, HANAZAWA Kengo continuó trabajando junto a la editorial Shogakukan. De hecho, durante la publicación de su manga estrella, publicó un tomo recopilatorio de relatos cortos titulado Tokkaten y Mangaka-san Irasshai! R’s Bar un tomo recopilatorio de historias cortas de varios autores en tono de humor sobre la vida en un bar visitado por muchos mangakas. Además de HANAZAWA Kengo, participó otro mangaka muy conocido en nuestras fronteras, ASANO Inio.

En teoría, en 2013, HANAZAWA Kengo inició la publicación de un josei en la revista Motto! de la editorial Akita Shoten, una historia sobre el día a día de una mangaka. Pero apenas existe información sobre esta obra, titulada Akizakura o, en inglés, Cosmos.

No fue hasta 2018, cuando Hanazawa volvió al ruedo con dos obras cuya serialización está actualmente en marcha. La primera es Takaga Tasogare en Big Comic Superior la cual se sitúa en un mundo alternativa donde el género masculino ha desaparecido, Hinata, una chica de 17 años que nunca ha visto a un hombre, intentará descubrir qué pasó para que todos los hombres desaparecieran. La segunda es Under Ninja en Young Magazine de Kodansha un manga que fantasea con la idea de que los ninjas caminan entre nosotros. Nosotros conoceremos a Kurô Kumogakure un nini-nija que después de mucho tiempo, vuelve a recibir encargos. Un planteamiento, a priori, bastante alejado de los temas principales en la obra de HANAZAWA Kengo.

Fichas de personajes

I am a Hero Hideo Hideo Suzuki – Ayudante de un mangaka. Hideo Suzuki es, a ojos de la sociedad japonesa, un fracasado. Aunque consiguió que una editorial importante publicara su primer manga, ahora es incapaz de hacer nada que le guste a su editor. Por tanto, tiene que ganarse la vida como ayudante de otro mangaka. Este trabajo precario le impide tener un nivel económico suficiente como para pedirle matrimonio a su novia y crear una familia. Cuando el mundo empieza a cambiar, Hideo tiene la inmensa suerte de tener una escopeta de tiro deportivo en su poder. Ahora, el teintañero fracasado tiene en su poder algo que podría ayudarle a revertir su estatus social y convertirlo en un héroe.
I am a Hero Hiromi Hiromi Hayakari – Estudiante de instituto. Hiromi está en una excursión escolar que requiere pasar la noche en un alberge cerca del monte Fuji. Durante la noche, sus compañeras de habitación proponen que una de ellas realice una prueba de valor: una deberá adentrarse en el bosque hasta encontrar a un ahorcado y traer una prueba a las demás. La elegida es Hiromi, pero lo que tenía que ser un cruel acto de acoso escolar se convierte en su salvación. Mientras Hiromi está fuera del alberge, la epidemia llega y acaba con todas sus compañeras. A medida que avance la historia, Hiromi se convertirá en una poderosa aliada contra los ZQN y una pieza clave para entender qué son estos organismos.
I am a Hero Oda Tsugumi Oda – Enfermera. Cuando Hideo y Hiromi llegan al Gotenba Outlet Mal entran en contacto con un grupo de supervivientes con tintes totalitarios. Su líder, Iura, ve amenazado su estatus ante Hideo y su escopeta. Por esta razón trama un plan para arrebatarsela que consiste en mandar a una chica llamada Yabu para que seduzca y se acueste con Hideo. Pero Hideo la rechaza, lo cual propicia que se forje una alianza entre ambos personajes. Cuando consiguen huir de ese lugar, Yabu le confesará a Hideo que su nombre real es Oda. Ella es un personaje femenino de gran profundidad e interés tal y como veremos más adelante.
I am a Hero Kurusu Kurusu – Hikikomori. Kurusu es el nombre que reciben los individuos convertidos en ZQN que mantienen altas capacidades humanes. Están infectados, pero saben que han renacido en algo sombrío cuya naturaleza está a medio camino entre la humanidad y la monstruosidad. El primer Kurusu que conocemos es mediante unos videos de Youtube donde un autodenominado Hikikomori anuncia que ha llegado el momento de que los fracasados se hagan con el poder.
I am a Hero Asada Asada – Mesias/Charlatán. Asada es el lider de un enigmático culto basado en su propia persona. Su objetivo es reformular la civilización a su imagen y semejanza para alzarse como un nuevo Dios. Para ello tiene un plan; escribir su propio evangelio en formato manga y asesinar a todos los miembros de su congregación para propiciar el nacimiento de su mito. Pero Asada no es más que un charlatán embaucador que ha aprobechado la situación para conseguir una posición de poder. Es interesante resaltar que el diseño del personaje se parece sospechosamente a ASANO Inio, el autor de Buenas Noches Pumpum. Hanazawa ha explicado en diversas ocasiones que considera a Asano uno de los mejores mangakas de su generación.
I am a Hero Noroi Noroi Nakata – Mangaka. Nakata es un personaje con una trayectoría interesante a lo largo de la historia de I am a Hero. En los primeros tomos aparece puntualmente porque comparte editor con Hideo. Aunque Nakata tiene una carrera de éxito, considera que Hideo es un visionario del manga con mucho potencial creativo. Cuando la epidemia se expande, perdemos el trastro de este personaje hasta mitad de la historia cuando descubrimos que está con el grupo de supervivientes de Asada. Este último lo ha manipulado para que escriba su evangelio. Cuando descubre las intenciones de Asada se alia con un grupo rebelde para aguar sus planes. Su papel explota en importancia al final de la historia, aunque explicar el porqué sería un gran spoiler. Así que os invitamos a leer I am a Hero y descubrir por que este personaje secundario es de gran importancia.

Los ZQN en la gran pantalla

Uno de los indicativos de la importancia y calidad de I am a Hero es que ha contado con una adaptación en imagen real o live-action. La dirección del filme recayó en las manos de SATO Shinsuke, responsable de sagas recientes del celuloide nipón como Gantz, Library Wars y Death Note: El nuevo mundo. En sus inicios dirigió The Princess Blade, remake del clásico de 1973 Lady Snowblood de FUJITA Toshiya, y la película de animación La isla de los recuerdos y El espejo mágico.

La primera vez que se proyectó la película de I am a Hero en España fue en 2015, en el Festival de Sitges donde se alzó con el premio a los mejores efectos especiales y, lo que es más importante, el premio de público. Pero no fue hasta marzo de 2017, cuando tuvimos la inmensa suerte de poder disfrutar de la película en algunas salas de cine gracias a la distribuidora Mediatres Studio.

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La película de SATO Shinsuke resume aproximadamente los diez primeros tomos de la obra original. Este ejercicio de síntesis funciona muy bien a nivel cinematográfico, pero a costa de renunciar a algunos de los elementos que hacen de I am a Hero una obra única. Las escenas de acción son previsibles y pensadas para gustar a un público occidental; del mismo modo que eliminan las escenas que retratan cómo reaccionaría la sociedad japonesa ante un apocalipsis zombi. Hay tres escenas del manga que ejemplifican esta idea y que no están en la versión cinematográfica. En la primera, Hideo coge un taxi para salir de la ciudad y, como en la película, sufren un accidente. Pero, en el manga, Hideo al bajar del coche deja el dinero de la carrera al taxista quien está ardiendo dentro de su coche. En la segunda, mientras Hideo y Hiromi están huyendo llegan a una tienda que ha sido saqueada. Al pasar por el mostrador con unos cuantos productos, depositan el valor de los mismos en el mostrador. Un acto de gran simbolismo en un mundo derrotado por la muerte. En la tercera y última escena, después de matar a un ZQN, Hideo deja una nota dónde reconoce haber terminado con la vida de ese ser para que la justicia caiga sobre él si en algún momento la civilización vuelve a la normalidad.

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Los personajes también quedan afectados por el ostracismo al que se relega la idiosincrasia japonesa del relato. Hideo, representado por Yô Ôizumi, pierde algunos detalles subrealistas y paranoides de su personalidad. Pero, sin duda, quienes salen más perjudicadas son las dos co-protagonistas: Oda, interpretada por Masami Nagasawa en la ficción, e Hiromi, a la que pone rostro la joven Kasumi Arimura, son una simple sombra de sus versiones en papel.

En definitiva, la adaptación a la gran pantalla de I am a Hero resulta algo desigual, pero correcta en términos generales. La producción dirigida por SATO Shinsuke se molesta en replicar a sus personajes y el contexto de la acción pero descuida algunas de las particularidades del manga. La película gana en ritmo, pero pierde especialmente en su retrato de la sociedad japonesa y de sus personajes secundarios. Es un producto que os recomendamos visionar, aunque respete más las formas que el contenido.

Puedes leer un análisis en extensión de la película de I am a Hero de SATO Shinsuke en este enlace

Análisis de la obra. HANAZAWA Kengo, tres siglas y Kafka

Una de las diferencias entre el género de terror y la ciencia ficción es la importancia de la explicación. En las obras de sci-fi, sobre todo en el subgénero hard, es crucial explicar al lector el funcionamiento de la tecnología que se le presenta, ya que si no se hace esta se puede tornar en una suerte de magia moderna o en un deus ex machina. En ambos casos, la credibilidad del mundo que el autor ha creado puede quedar gravemente en entredicho.

En cambio, en el epicentro del género de terror anida la renuncia a la explicación. Si el autor decide revelar el origen del misterio demasiado pronto, el lector/espectador, puede perder el interés en la historia. Este es uno de los problemas endémicos en las películas de fantasmas y presencias sobrenaturales. Una vez sabemos qué es lo que acecha a los protagonistas, la tensión de la cinta está sostenida únicamente por los sobresaltos y la resolución del conflicto. Por esta razón, muchas de las grandes cintas de terror apuestan por evadir la explicación o retrasarla lo máximo posible. En este último caso tenemos películas como Poltergeist (Tobe Hooper, 1982) y Los otros (Alejandro Amenábar, 2001) que esperan hasta la última media hora de metraje para revelarnos a qué se deben los sucesos paranormales.

I am a Hero

Probablemente estos ejemplos cinematográficos no existirían si no fuera por los precedentes literarios. En ese campo, uno de los nombres imprescindible para entender la fuerza de esta renuncia es Franz Kafka. Aunque el autor austrohúngaro murió hace noventa-y-cinco años, sus relatos se leen con frescura, dejando cierto regusto a contemporaneidad. El análisis habitual de sus obras se basa en desmigar sus metáforas para entender qué quería decir con sus historias. Pero la importancia de Kafka trasciende sus motivaciones y alcanza a la ejecución de estas. Si pensamos en algunos de sus relatos más populares como la Metamorfosis, En la colonia penitenciaria o El proceso nos damos cuenta de que no sabemos cuál es el origen del misterio. No sabemos porqué Gregor se ha convertido en un insecto; un aura de misterio e incógnitas rodea al antiguo comandante de la colonia penitenciaria; y mucho menos sabemos de qué se acusa a Josef K. Esta voluntad de no revelar el misterio es uno de los elementos que convierte las obras de Kafka en absolutamente aterradoras. Ya sea apelando a un miedo existencialista como en la Metamorfosis o a uno más político como en El proceso.

Ahora bien, esta suspensión de la explicación tiene una consecuencia narrativa: engulle a los personajes. Estos ignoran la rareza, la imposibilidad y el misterio del hecho para normalizarlo. Por ejemplo, nuestro hijo Gregor se ha convertido en algo así como un escarabajo, pero es Gregor y vamos a darle de comer sin plantearnos qué ha sucedido. Esta normalización permite que el misterio vaya ensanchándose hasta ahogar a los personajes de Kafka. Por tanto, a la falta de explicación hay que añadirle la normalización de lo extraordinario.

Precisamente, estas dos características kafkianas las encontramos en I am a Hero, el manga de HANAZAWA Kengo editado en España por Norma Editorial. I am a Hero empieza mostrando el día a día de Hideo Suzuki, un mangaka frustrado que trabaja como ayudante de un dibujante de hentai. A través de los diálogos interiores del protagonista, Hanazawa nos explica que Hideo se siente una persona mediocre y miserable, esto es importante por que uno de los grandes temas que hay en I am a Hero es la baja autoestima de la actual generación de adultos-jóvenes de Japón. Una generación que vive a la sombra del milagro japonés de sus padres y abuelos y que no encuentra su espacio laboral ni social. La historia arranca cuando Hideo se ve envuelto en lo que nos parece ser el inicio de un apocalipsis zombi. Durante su huida sin rumbo fijo se encuentra con Hiromi Hayakari y con Tsugumi Oda. Ellos tres forman el grupo principal de supervivientes con que HANAZAWA Kengo desarrolla este imprescindible manga.

I am a Hero

Los seres que aparecen en I am a Hero reciben el nombre de ZQN. Al principio del manga, los ZQN parecen zombis modernos, ya que se mueven de forma rápida, se alimentan de humanos y además los pueden convertir. Pero, a medida que van pasando los tomos, vemos que tienen ciertas particularidades muy interesantes y únicas. Empezamos a darnos cuenta de que los ZQN perciben la realidad, aunque con ciertos cambios. Además, poseen un mundo interior donde piensan y razonan acerca de lo que pasa a su alrededor. Hacia el tercio final de la obra, descubriremos que este mundo interior es común entre todos los ZQN. Es decir, entre ellos existe una consciencia colectiva que, prácticamente, les convierte en un único individuo. Ahora bien, los ZQN no son una especie homogénea, hay distintos tipos de individuos. La gran mayoría de ZQN tienden a unirse formando súper-organismos que reciben el nombre de nidos. Unos pocos humanos, al convertirse, se quedan en un estado intermedio entre la humanidad y la monstruosidad. Los miembros de este grupo, llamados Kurusu, están enfadados por haber renacido en algo tan sombrío. Los Kurursu forman parte de grupos de supervivientes e intentan acabar con los ZQN con la seguridad e inmunidad que les da el hecho mismo de su naturaleza. Finalmente, tenemos un tercer e importante grupo: las abejas reinas. Son mujeres con capacidades parecidas a los Kurusu y que mantienen intacta su capacidad de reproducción. En un momento dado, descubrimos que los nidos intentan absorben a las abejas reinas para crear una especie híbrida entre ellos y los humanos que será la nueva especie que poblará la tierra. Por tanto, algunos ZQN forman el nido y otros intentan llevar a las abejas reinas hasta él y, finalmente, los Kurusu se encargan de evitar que esto suceda.

Con todo lo que hemos dicho, queda claro que los ZQN no son zombis. HANAZAWA Kengo parte del arquetipo del muerto viviente para ir más allá, darle una vuelta de tuerca y presentarnos un nuevo monstruo de terror. Una de las características de las obras de zombis es que basculan entre el género de terror y el de ciencia ficción. Las propuestas más clásicas como Yo anduve con un zombi (Jacques Tourneur, 1943) y La noche de los muertos vivientes (George A. Romero, 1968) apuestan por una aproximación terrorífica, en contraposición a otras más modernas como 28 días después (Danny Boyle, 2003) y Soy Leyenda (Francis Lawrence, 2007) donde la ciencia ficción toma importancia bajo el concepto de infectados. Por tanto, en general, podemos hablar del zombi como un no-muerto terrorífico o como un infectado de ciencia ficción. Hanazawa llega con I am a Hero y nos demuestra que se puede ir más allá de esta dualidad. Sitúa sus ZQN en el marco del terror, pero renuncia al no-muerto. Sus monstruos están muy vivos. Pueden engendrar vida, sus hijos dominarán la Tierra.

Si intentamos aplicar los conceptos kafkianos que hemos visto al principio del artículo, nos daremos cuenta de una serie de cosas muy interesantes. Las películas clásicas que hemos citado tenían una explicación mística del misterio: en la película de Tourneur el vudú y en la de Romero se nos dice que ha pasado algo con un satélite en Venus. Además, los personajes viven como algo tremendamente extraño y con terror los acontecimientos. Pensemos en la Metamorfosis de Kafka. Cuando Gregor se transforma y abre la puerta de su habitación por primera vez, sólo un personaje actúa de manera lógica, es decir, con terror y huyendo: el gerente. El resto del elenco, los padres y la hermana de Gregor, entienden que ese bicho es su familiar y que, pese a la vergüenza que sienten por lo que le ha pasado, deben cuidar de él. Eso no es una reacción normal y Kafka nos lo muestra por comparación con la reacción de huida del gerente. La actitud de los Samsa refuerza lo que hemos dicho unos párrafos más arriba: hace normal lo extraordinario. Esta característica tampoco la vemos en las películas clásicas que estamos comentando. Los personajes reaccionan con horror. Salen huyendo e intentan sobrevivir. Saben que eso no es normal y trasladan ese mensaje al espectador.

I am a Hero

En cambio, en I am a Hero, Hanazawa bebe de las enseñanzas de Kafka y nos propone una historia absolutamente extraordinaria donde la tensión de la trama está netamente sostenida por un misterio que jamás se resuelve. No sabemos qué son los ZQN, ni su origen, ni el caso cero. Sabemos cosas de ellos como su manera de percibir el mundo, de comunicarse con él y entre ellos, e intuimos cosas como sus objetivos como especie. Sabemos qué significan las siglas ZQN, pero no como se denominan a ellos mismos como organismos. Podríamos decir que sabemos cosas sobre los humanos que han cambiado, pero no sabemos por qué ni cómo. Todo en I am a Hero es un gran misterio que al girar la última página del cómic te sigue devorando.

Además, Hanazawa encuentra la manera de normalizar lo extraordinario con tremenda inteligencia. Sería absurdo que los supervivientes de un apocalipsis, no modifiquen sus costumbres para adaptarse al nuevo mundo. Es imposible que actúen con indiferencia. Llega un momento en que cada uno de los supervivientes entiende que está sucediendo y cambia su manera de entender la realidad. Por tanto, Hanazawa traslada la normalidad a sus monstruos. Una de las primeras características que descubrimos de los ZQN es que se comportan con normalidad. Si el humano salía cada día a las siete de la mañana por la puerta de su casa, cogía el tren y luego pasaba ocho horas en una oficina; el ZQN hará los gestos de salir de casa a las siete de la mañana, estar de pie en el tren durante el tiempo del trayecto y sentarse el rato que correspondería a su jornada laboral. Si el humano era un saltador de altura, el ZQN será un peligro para los supervivientes que se socorren en los tejados de los edificios. El propio misterio de la historia encarna la normalidad volviendo, si cabe, aún más extraordinario.

En definitiva, existe una fuerte conexión entre el modus operandi de Kafka y la propuesta que HANAZAWA Kengo realiza en I am a Hero. Su apuesta, por un terror inexplicable que convierte lo extraordinario en cotidiano, nos sitúa ante una lectura rica y compleja que desdibuja los límites entre realidad y ficción. Las conexiones literarias entre un japonés del siglo veintiuno y un europeo de principios del veinte están ahí. Quedaría por saber hasta qué punto Hanazawa es conocedor en profundidad de las obras de Kafka. Pero, sin duda, los ZQN son un soplo de aire fresco para un subgénero de terror que coquetea con la ciencia ficción y que hoy en día no pasa por sus mejores momentos. Hanazawa ha despertado de su letargo a un género que había caído en la monotonía de sus propias convenciones, convertido en un nuevo, interesante y revolucionario concepto.

The Walking Dead vs. I am a Hero

Estamos en la tercera y última parte del artículo en la que vamos a contrastar directamente The Walking Dead y I am a Hero. Para ello hemos dividido este último apartado en tres grupos para tratar por separado todo lo relacionado con el contexto de la obra, el tipo de zombi que encontramos en cadauna de ellas y las posibles diferencias entre sus personajes, centrandos principalmente en sus protagonistas principales. La mayoría de diferencias que encontraremos en realidad tienen un mismo origen, la nacionalidad de la obra en cuestión que busca retratar la realidad más próxima de sus autores. Pero esto es solo la punta del iceberg al hablar de dos obras de largo recorriendo como son las Robert Kirkman y HANAZAWA Kengo que nos han permitido en estos años asistir a dos apocalipsis zombi con muchas diferencias entre sí, pero una principal que las relaciona: su excelencia.

El contexto: Estados Unidos vs. Japón

Una parte importante en las historias de zombis es la localización de su acción y, por supuesto, la época y la sociedad que refleja, ya que esto determina profundamente las intenciones de la historia. De esta manera, si pensamos en la seminal La noche de los muertos vivientes de George A. Romero muchos espectadores y críticos han querido ver en ella un paralelismo con la Guerra de Vietnam, el pánico comunista y una crítica velada al militarismo del gobierno estadounidense. En cambio, en 1979 Romero rodó El amanecer de los muertos (titulada en España como Zombi) realizando una sátira social al consumismo de la época situando gran parte de la acción de la película en un centro comercial. Esta voluntad de crítica social ha perdurado en el género, basta como muestra un filme estrenado en 2006 como Fido de Andrew Currie en la que su directora utiliza a los zombis para derruir el ideal de sueño americano. En The Walking Dead y en I am a Hero también resulta determinante el contexto, las dos historias tienen elementos en común pero cadauna funciona según las dinámicas sociales y culturales que sus autores ponen sobre la mesa.

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En The Walking Dead la historia empieza en un hospital abandonado, de una pequeña ciudad desolada por los estragos de la epidemia zombi. A lo largo del comic, los miembros del grupo de supervivientes principal se percatan de que es mucho más seguro alejarse de los principales núcleos urbanos donde se congregan las grandes hordas de zombis. Esto hace que se muevan premeditadamente hacia las zonas rurales en busca de refugios fortificados. De esta manera, terminarán hacinados en una cárcel, en una Iglesia y en una zona residencial, enclaves que responden a una necesidad principal: defenderse. Esto último es importante, porque los personajes al final tomaran consciencia de lo importante de asentarse y recuperar algún pedazo de su civilización.

En contraste, en I am a Hero, los protagonistas no tienen la voluntad de establecerse en un enclave concreto en ningún momento, vagan de un lugar a otro y evitan los grupos numerosos al verlos como peligrosos. No hay tampoco un momento de iluminación para los protagonistas en el que piensen activamente en recuperar la civilización, hay quién busca aprovechar la situación en su beneficio, pero al mismo tiempo hay una idea extendida entre los ciudadanos de qué en algún momento el gobierno recuperará el control. El periodo de tiempo en el que se enmarcan los sucesos también puede determinar que los personajes de I am a Hero no se vean en la tesitura de recuperar lo perdido, de hecho si pensamos en el final de la obra parece que en realidad otra civilización si ha estado gestándose a lo largo de la historia.

Esta forma de pensar la vemos perfectamente retratada en uno de los pasajes de I am a Hero en un diálogo que mantienen unos internautas en un foro en el que van siguiendo los acontecimientos en tiempo real. El llamado Héroe SinNombre comenta lo siguiente al respecto: “En el Japón actual no hay ley marcial. Existe una ley de protección de la ciudadanía para casos de emergencia, pero no estoy seguro de que se pueda aplicar en estos momentos con el pánico que hay por todas partes. Los ZQN son ciudadanos japoneses, por lo que por ley no se pueden emplear armas contra ellos. No creo que la situación se pueda solventar a menos que las Fuerzas de Autodefensa decidan actuar por su cuenta, es decir, organicen un golpe de estado. El problema es que una organización en la que sus miembros se encuentran tan físicamente cercanos unos de otros es una víctima ideal para una epidemia de estas características, por lo que tal vez hayan sido neutralizados desde dentro”.

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Por lo tanto, en esta visión del conflicto planteada por HANAZAWA Kengo vemos una mentalidad realmente pasiva del superviviente, muy contraria a la que pueden representar sus homólogos en The Walking Dead. También hay que tener en cuenta que los personajes de Kirkman tienen un acceso fácil a armas de fuego, cosa que no ocurre en la historia protagonizada por Hideo Suzuki. En Japón tenemos a Fuerzas de Autodefensa que están autorizadas a adoptar medidas de emergencia en situaciones extraordinarias, pero están sujetas a un fuerte control civil y hay rechazo a la presencia de armas -especialmente nucleares- en territorio nacional. Los particulares solo tiene permitida la tenencia para fines deportivos o de caza, como es el caso del propio Hideo y su escopeta. Pero esta es una posibilidad muy poco habitual y es el motivo por el cuál, al igual que en la realidad, en el universo de I am a Hero no hay una gran presencia de armas de fuego. La supervivencia de Hideo se debe pues en parte al azar y otra parte no menos importante a su talento disparando, 90% talento y 10% suerte diría Hideo.

Entrando en otros aspectos, cabe destacar que en The Walking Dead nuestro conocimiento de la epidemia se limita a qué está pasando en las cercanías del grupo de supervivientes de Rick, en I am a Hero veremos que está pasando alrededor de todo el mundo. De hecho, la evolución de la infección en el resto del mundo está mucho más avanzada que en Japón, de manera que los capítulos dedicados a otros países se convierten en pequeñas píldoras de valiosa información sobre cómo podría seguir evolucionando la historia. Esta diferencia revela dos cosmovisiones enfrentadas del mundo, la de Robert Kirkman que viene a representar ese tradicional etnocentrismo estadounidense, y la HANAZAWA Kengo, mucho más global y encarada por un japonés que aprovecha sus viajes alrededor del mundo para obtener material e ideas para sus mangas.

De hecho, el noveno volumen de I am a Hero tiene un capítulo situado en Barcelona, en concreto en las cercanías de Montjuic, el lugar donde se celebra tradicionalmente el Salón del Manga de Barcelona al que fue invitado en 2007 el propio autor. Lo curioso es que la única historia spin-off de la creación de Kirkman, escrita por Brian K. Vaughan, dibujada por Marcos Martín y titulada The Walking Dead: The Alien, también se sitúa en Barcelona y es la única referencia que tenemos sobre lo que está ocurriendo más allá de las fronteras estadounidenses.

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Hay otra diferencia entre ambas obras que podemos comentar en este apartado y que aunque pueda funcionar como curiosidad no deja de se relevante para la historia. Hablamos de la existencia del mito del muerto viviente en las realidades retratadas en sus respectivas historias por Robert Kirkman y HANAZAWA Kengo. Lo llamativo en el caso de The Walking Dead es que los personajes ignoran el arquetipo literario y cinematográfico del zombi, en este universo no existe una ficción paralela sobre estas criaturas y no hay un nombre para designarlas, de ahí que haya diversidad de apelativos para referirse a ellos siendo el más popular el de caminantes. Por su lado, en I am a Hero tenemos una realidad más cercana a la nuestra dónde los personajes son conocedores de este concepto, aunque no lo utilicen habitualmente para designar a los infectados y no entienden inmediatamente lo qué está pasando con ellos. Lo cual es una decisión muy acertada por parte del autor, ya que contribuye a darle credibilidad a la situación.

Este punto añade de igual manera un cierto elemento metatextual o paródico a la historia que no encontramos en The Walking Dead. En este sentido, basta citar a uno de los personajes de I am a Hero que afirma en un momento dado que “si habéis visto películas de serie B, sabéis que suele haber unos cuantos idiotas que hacen lo que no deben y ponen a todo el mundo en peligro”. Es decir, los personajes de I am a Hero son conscientes de las reglas del género, aunque lamentablemente, como veremos en otros apartados, sus zombis no se adscriben realmente a estas reglas.

El tipo de criatura: Caminantes vs. ZQN

Una de las principales diferencias entre The Walking Dead y I am a Hero versa sobre el momento de inicio de sus historias. En la primera la historia arranca meses después del estallido de la infección, es decir, en una situación ya postapocalíptica. En cambio, en I am a Hero, vemos los días previos al inicio del desastre y la caída de la humanidad. Esto es importante, determina profundamente la relación que vemos entre los humanos y los muertos vivientes de estos relatos. En The Walking Dead, al encontrarnos de partida en un mundo postapocalíptico hablamos directamente de supervivientes, ya que sus condiciones de vida ya se han visto modificadas radicalmente.

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En cambio, para los personajes de I am a Hero hay un periodo de “convivencia familiar” con la enfermedad y los propios infectados. Esto permite que existan escenas costumbristas en el hogar, el trabajo o el transporte público donde los humanos asisten atónitos al desarrollo de los acontecimientos y se sorprenden por el comportamiento de sus seres queridos y conciudadanos. Del mismo modo, en I am a Hero vemos como la ciudad de Tokio, sus infraestructuras y, posteriormente, la sociedad, se empiezan a desmoronar. Al contrario de lo ocurre en The Walking Dead donde el lector ya se encuentra un paisaje totalmente desolado.

Tanto en I am a Hero como en The Walking Dead, el origen de la amenaza contra la que se enfrentan los supervivientes es totalmente desconocida. No sabemos si se debe a un ataque biológico, una invasión extraterrestre o una amenaza paranormal, lo cual también es habitual en otras historias del género. Pero lo que resulta diferente es como los personajes de cada obra afrontan dicha cuestión. En The Walking Dead los supervivientes en ningún momento se plantean cuál puede ser el origen del desastre. No buscan explicaciones ni suelen teorizar sobre el tema, reduciendo toda la problemática de la serie a la pura supervivencia. Tampoco tenemos conocimiento de cómo los medios de comunicación, los gobiernos u otras instituciones definen y abordan la epidemia.

Esto es ligeramente diferente a lo que ocurre en I am a Hero. En el manga, sí encontramos escenas donde medios de comunicación intentan explicar que están sucediendo y se aventuran a considerar los primeros casos como una serie de ataques terroristas, ignorando el hecho que existe una amenaza biológica que está modificando el comportamiento de los ciudadanos. También hay espacio para ver qué están ocurriendo en las redes sociales y en algunos chats y foros, los ciudadanos suben vídeos a Youtube con sucesos reales que no siempre saben interpretar. En este punto, cabe señalar que I am a Hero tiene una mayor voluntad por retratar la sociedad moderna; en la historia tenemos por ejemplo varios secundarios que se reconocen como hikikomori o ni-nis y se encuentran atrincherados en sus casas dando un curioso perfil de superviviente. En The Walking Dead no vemos que la tecnología juegue ningún papel relevante, ni tenemos conocimiento de la manera de tratar el acontecimiento por los medios de comunicación ni las autoridades.

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En la obra de HANAZAWA Kengo también encontramos un reflejo de la autoridad y su manera de afrontar el conflicto aunque no sea de forma directa. De esta manera, en algún momento de la historia vemos unas notas oficiales del gobierno japonés en las puertas de los hospitales animando a los ciudadanos a volver y permanecer en sus casas. Además, algunos personajes secundarios teorizan acerca de las características y comportamiento de los ZQN. De hecho, el modo en que retratan a a sus criaturas ambos cómics es muy diferente. En The Walking Dead, los supervivientes deshumanizan las masas de zombis, pero perdura en ellos el impacto emocional cuando se trata de alguien cercano el que se ve afectado por la enfermedad. En un primer momento, algunos personajes creen que puede existir una cura para revertir la situación, pero la propia condición de los zombis les hace desistir de esta idea, al no poder controlarlos y, por tanto, suponer un peligro directo para ellos.

Por su lado, en I am a Hero, vemos diferentes actitudes hacia la amenaza según el grupo de supervivientes del que hablemos. En el caso de Hideo, él considera que todos los ZQN con los cuales se va encontrando son humanos víctimas de una infección y al eliminar a uno de ellos está asesinando a una persona. Incluso, algunos personajes afirman que dado que los ZQN siguen siendo ciudadanos japoneses, las fuerzas de autodefensa no pueden usar armas contra ellos. Ahora bien, también hay grupos como el del Gotemba Outlet Mall que actúan sin miramientos y hablan abiertamente de zombis para referirse a los infectados.

En The Walking Dead para hay dos maneras de convertirse en un caminante, una infectarse debido al ataque de una criatura y otra simplemente morir, sea de forma natural o accidental. Este es una cuestión que no se ha llegado a esclarecer en los cómics, aunque se ha insinuado que todos los seres humanos están infectados y al morir el proceso inicia la transformación. Lo que está claro es que los caminantes son textualmente muertos vivientes. Ya veremos que esto no es exactamente igual a lo que ocurre con las criaturas de I am a Hero.

Los caminantes se comportan además como animales gregarios que se desplazan aleatoriamente buscando a sustento atraídos por el sonido y la sangre y, en el proceso, forman “rebaños”. Si a nivel individual son seres débiles y lentos, fáciles de evitar a no ser que asalten por sorpresa, cuando se juntan en grandes grupos son un auténtico peligro. En ellos no hay ningún resquicio de humanidad: no se comunican entre ellos ni con los humanos. No hay nada que recuerde la persona que habían sido en el pasado pues todos los caminantes se comportan de igual manera, solo son reconocibles a nivel físico aunque su aspecto va degenerando con el tiempo y con la acción del frio que los ralentiza hasta paralizarlos.

Mientras, los ZQN de I am a Hero no son muertos vivientes, aunque tampoco serían humanos. Lo más correcto sería hablar de un híbrido, aunque desconozcamos cuales son las características de la otra mitad de ese nuevo ser. En definitiva, son otro tipo de organismo cuya vida y muerte no está sujeta a las mismas reglas que atañen a los humanos. En la obra de HANAZAWA Kengo la manera de convertirse en un ZQN es ser atacado y herido o que la infección se trasmita al cuerpo de alguna manera. La infección puede tener un periodo de incubación o actuar de forma inmediata si la victima ha recibido una herida mortal. Es curioso citar que en I am a Hero existe la transmisión vertical, es decir, de madre a feto. Lo que refuerza la idea de que estamos ante un nuevo tipo de organismo que además podría ser capaz de reproducirse. Ahora bien, al contrario de lo que sucede también en The Walking Dead, si el individuo muere sin estar infectado no se convertirá en un ZQN.

En cualquier caso, una de las características más impresionantes de los ZQN es el hecho de que conservan recuerdos de su vida pasada, reproducen comportamientos humanos e incluso se comunican. Aunque por norma suelen ser agresivos, es imposible predecir sus acciones y algunos incluso muestran desinterés en atacar a otros humanos. Son fácilmente reconocibles porque sus facciones alteradas, su forma de expresión errática y su desapego a las normas de conducta tradicionales, su resistencia al dolor y su predisposición a la autolesión. Además, cuentan con un mundo interior y una mente enjambre que conecta a todos los individuos entre ellos.

Por lo tanto, los ZQN tienen un plan, una finalidad, cosa que no tienen los caminantes de The Walking Dead. Por otro lado, en I am a Hero encontramos diversos tipos de criaturas bajo la designación de ZQN, con distintas características y niveles de conciencia diferentes sobre lo que está ocurriendo y con diversas maneras de afectar al humano infectado. Esto no ocurre en The Walking Dead donde solo encontramos un tipo estándar de criatura totalmente despersonalizada en las que lo único reseñable es el grado de putrefacción y/o deterioro de su cuerpo. Todas estas diferencias no hacen más que poner en relieve que en The Walking Dead lo importante son los supervivientes y temas como el de la recuperación de la civilización, el terror está presente pero el misterioso y los porqués entorno a las criaturas no son relevantes. En I am a Hero seguimos teniendo una historia de terror, pero el misterio sigue siendo una parte importante de la misma y, especialmente, todo lo que tiene que ver con la construcción del monstruo.

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Por la misma razón, en The Walking Dead no hay una explicación oficial por parte de las autoridades sobre qué son los infectados y su origen. En comparación, en I am a Hero se habla de una enfermedad priónica que da a los cerebros de los infectados un aspecto esponjoso, similar a la encefalopatía espongiforme o enfermedad de las vacas locas. Según las autoridades, esta enfermedad infecciosa seria la causante de las alteraciones de la personalidad de carácter psicopático y del posterior fallo multiorgánico. Una explicación que, viendo lo que son los ZQN, no tiene ningún sentido. Presumiblemente es utilizada por las autoridades para tranquilizar a la población y darles una falsa sensación de seguridad.

Si hay un pequeño detalle que funciona igual en los dos títulos y la ideniticanción con el “monstruos”. El reconocimiento de estar ante un reflejo distorsionado de la sociedad que los supervivientes reconocen. En I am a Hero este pensamiento lo expresa el personaje de Kurosawa cuando asegura que “los que están abajo (los ZQN) no son muy distintos de los que estamos arriba (los humanos). Como no escapemos pronto de aquí, acabaremos devorados por unos o por los otros”. El concepto que también vemos en The Walking Dead y que lo expresa el mismísimo Rick Grimes en uno de los momentos más míticos de la obra al asegurar que “los muertos vivientes no son ellos, somos nosotros”. Es habitual en los relatos del género este reconocimiento y, es este caso, ni Kirkman ni Hanazawa se salen del guion.

Sus protagonistas. Rick Grimes vs. Hideo Suzuki

El perfil de personajes que encontramos en The Walking Dead y I am a Hero es también un tema interesante a analizar debido a sus marcadas diferencias. En parte, esto se debe a que cada autor intenta reflejar en su historia algunas características de sus respectivas culturas y sociedades. En la obra de Robert Kirkman tenemos una visión desde el punto de vista estadounidense y eso determina el comportamiento y la manera de entender su situación para los personajes. Esto no se corresponde con lo que HANAZAWA Kengo nos muestra en su manga, en el que disecciona algunas particularidades y pautas de la sociedad japonesa en la que al contrario que la estadounidense el individuo está totalmente sometido a los intereses del grupo.

En The Walking Dead los grupos humanos que encontramos acaban desarrollando dinámicas familiares y, en concreto, Rick y sus supervivientes promueven una idea de trabajo en las que todos aportan y el reparto de beneficios es equitativo. Hay un líder que los guia, una concesión del colectivo que limita la libertad individual pero favorece la seguridad, la organización y la estabilidad. No obstante, las desavenencias y el conflicto siempre está presente. En I am a Hero los grupos humanos existentes cooperan pensando en una situación perecedera, pero siguen buscando el amparo del gobierno y, al principio, mantienen cierto civismo y la ética que se demuestra peligroso en una situación como la representada.

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En I am a Hero hay presente también un discurso generacional, pues algunos jóvenes supervivientes expresan su agrado con la nueva situación que les ha permitido deshacerse de sus responsabilidades. El personaje de Hiromi, una estudiante japonesa prototípica lo expresa muy bien en un momento dado de la acción: “Sé que puede sonar mal, pero, desde que ha ocurrido todo esto, me siento más libre para reír, llorar, quejarme…y decir lo que de verdad pienso”. La obra de HANAZAWA Kengo retrata pues la opresión social que muchos japoneses padecen en su día a día por ser fieles a lo que se espera de ellos y lo que la misma sociedad pretende que sean. Pero a medida que la historia avanza algunos personajes son conscientes de que no podrán sobrevivir si mantienen los mismos valores éticos que los previos al desastre. Y expresan con vehemencia sus críticas a la llamada generación prodigiosa, la de sus padres y abuelos: “La sociedad que construisteis vosotros se ha ido por el retrete. Uno intenta vivir sin molestar a nadie, reprimiendo la respiración, caminando más allá del arcén en la carretera, intentando ser más transparente que el agua de un lago de montaña, para que los profesores se pongan a llorar en la ceremonia de graduación porque los hijos de puta gamberros tocahuevos han conseguido un trabajo. A tomar por el culo ese mundo en el que hasta la mierda tenía más valor que yo.” El resentimiento por sus vidas pasadas de algunos personajes de I am a Hero es algo que contrasta con el borrón y cuenta nueva que realizan los personajes de The Walking Dead. En esta historia no existe este conflicto y la crítica social se mueve por otro cauces.

Pero la mejor manera de entender las diferencias entre los personajes de ambas series es comparar a sus dos protagonistas: Rick y Hideo. El primero es el centro indiscutible de The Walking Dead y raramente la acción se aleja de él lo suficiente como para que sus decisiones no sean en algún punto relevante para la historia, al contrario de lo que sucede con Hideo que muchas veces es un secundario de su propia historia.

Rick es un oficial de policía de un pequeño pueblo estadounidense. Decidido, valiente y con un fuerte código ético. Es un personaje que en todo momento está en el ojo del huracán, porque se implica activamente en todo lo que sucede a su alrededor movido por su desarrollado sentido de la responsabilidad y su código moral. Son el resto de supervivientes los que terminan por identificarlo con un líder, aunque él no busque en un primer momento este reconocimiento. Obviamente, su formación le hace apto para poder afrontar una situación límite como la que se encuentra al iniciar la historia y sus habilidades nunca son puestas en cuestión, aunque si habrá diversos antagonistas que lo pongan a prueba. Se suele decir que un héroe se valora por su enemigos y los de Rick son amenazadores -y, por supuesto, no nos referimos a los zombis-, al contrario que Hideo que en realidad nunca lleva a tener un antagonista claro en su historia personal.

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Hideo es un mangaka frustrado que trabaja como ayudante para un autor consagrado. Aunque sueña con su realización personal, la verdad es que a ojos de la sociedad japonesa y de algunos de los personajes secundarios que la representan en la historia -como su editor y su novia Tekko- se le considera un fracasado. Tiene treinta y pico años -solo un poco más joven que Rick- no tiene hijos ni está casado. Su trabajo no le permite alcanzar un nivel económico suficiente para mantener a una familia como los cánones de la sociedad japonesa exigen. Es un punto de partida muy diferente al de Rick, quien antes de la tragedia tenía una familia formada y gozaba del reconocimiento profesional por su labor. Una situación, supuestamente, ideal.

Cuando comienza la epidemia, Hideo intenta concienciarse de que a llegado su momento: ahora podrá convertirse en un héroe. Hideo quiere ser un héroe, pero a lo largo de la historia queda claro que no tiene las virtudes necesarias para serlo, es un personaje pasivo -al contrario que Rick que es motor de acontecimientos- que se deja llevar por lo que está ocurriendo y por la gente a su alrededor que lo manipula fácilmente. No obstante, si tiene una escalas de valores férreo, aunque se corresponde con los conceptos que le ha inculcado una sociedad que le desprecia. Hideo cree en la cultura del esfuerzo, en las leyes japonesas y en la responsabilidad de asumir las consecuencias de tus actos.

En referencia a Rick es bueno remarcar que su postura no es la de un héroe. De hecho, en general, los personajes no hablan en esos términos en The Walking Dead. El comportamiento de los personajes siempre se mueve entre grises demasiados intensos como para hablar de héroes y villanos. Lo que si adoptó Rick es una postura cada vez más centrada en la del benefactor de la civilización, aunque antes de llegar a esta pasa por diversas fases. Rick comienza la historia personal con una buena salud mental, pero la concatenación de acontecimientos dramáticos y perdidas personales le llevan al límite. Es la muerte de Lori y su hija recién nacida lo que le acabará provocando un shock que evolucionará más tarde en un episodio psicótico. A partir de este momento, Rick se convierte en una persona más violenta, autoritaria y profundamente desconfiada. Paulatinamente, su estado irá mejorando, aunque con pasajeros episodios depresivos.

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El perfil de Hideo es más complicado, una de las primeras cosas que descubrimos sobre él es que tiene miedo a la oscuridad. Cuando el terror y la ansiedad se apoderan de él, se le aparece Yajima, una alucinación con forma de niño regordete. A ello se suma un comportamiento inmaduro, casi infantil. Esta personalidad esquizotípica, disminuye en los puntos álgidos de la historia, pero recurre hacia el final coincidiendo con algunos hechos traumáticos. Hideo vive en una fantasía, mientras que Rick ve la realidad con toda su crudeza. En las dos obras hay un interés por retratar el perfil psicológico de sus protagonistas. Hay leves e interesantes diferencias, pero en general queda claro que un apocalipsis zombi no casa con una buena salud mental.

Si hablamos de otros personajes, lo interesante que cabe destacar en The Walking Dead es la diversidad que refleja con representación múltiples etnias, orientaciones sexuales e incluso religiones, a pesar de que la acción quede acotado al radio de acción de Estados Unidos. En I am a Hero, la historia va más allá de las fronteras japonesas como ya hemos apuntado anteriormente, dándonos una visión más global del conflicto y permitiéndonos comprobar que sucede en algunos países asiáticos, en algunos países de Europa occidental y en la misma Estados Unidos. No obstante, estos sucede en algunos capítulos puntuales con personajes con nula importancia para la trama y con una diversidad que más allá de estos momentos no vemos reflejado en ningún momento en la trama general salvo algunas contadas excepciones, como algunos turistas y militares estadounidenses que hacen acto de presencia en los primeros tomos y cuya aportación a la historia general no es relevante.

Por otro lado, en The Walking Dead encontramos personajes femeninos empoderados capaces de sobrevivir a la adversidad por ellas mismas. Ahora bien, hay que matizar que en The Walking Dead las mujeres independientes son el resultado de una evolución de la historia y del papel que en ella juegan los distintos personajes. En los primeros números de la historia, encontramos mujeres sumisas que se encargan de las tareas domésticas y del cuidado de los niños en los asentamientos. Pero, muy pronto y debido a la situación de amenaza que retrata la historia, los personajes femeninos se ven obligados a dar un paso al frente. Así empiezan a encargarse de tareas más activas e, incluso, de la organización del grupo. Algo que en ningún momento ocurre en I am a Hero.

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En la obra de HANAZAWA Kengo los personajes femeninos perpetúan los roles de género japoneses, exigiendo y solicitando protección a los hombres que las rodean en muchas ocasiones. Para ilustrar este contraste podemos centrarnos en Oda y Michonne, dos personajes que sufren abusos sexuales y malos tratos en sus respectivas series, aunque lo afrontan de manera totalmente distinta. Mientras Oda muestra una actitud resignada y complaciente afirmando que “con tal de sobrevivir hay que usar todo lo que uno tenga: el cuerpo, la cabeza, la violencia, la fuerza, lo que sea… Aquí no hay títulos ni dinero que valgan… Solo el propio cuerpo… En cierto sentido esto sí es igualdad.” Por su parte, Michonne muestra en todo momento una actitud combativa y afronta directamente a su agresor vengándose finalmente de él.

Epílogo. El síntoma de una enfermedad

Llegados a este punto cabe decir que tanto The Walking Dead como I am a Hero -hablando en términos relacionados con el subgénero al que las dos representan- son el síntoma de una enfermedad. En sus distintos y equidistantes tonos, las dos obras de las que hemos hablado en extensión en este artículo -y aun así mucho más se podría decir de ellas- son propuestas novedosas y revolucionarias para un tipo de historia que en el pasado siglo parecía que había agotado todo el potencial metafórico que atesoraba. Pero el cómic ha demostrado una vez más su capacidad para profundizar, recuperar y reinterpretar ideas y conceptos de todo tipo llevándolas a un nuevo nivel. Las historias de zombis nunca se han mostrado tan ambiciosas como en las creaciones de Robert Kirkman y HANAZAWA Kengo y llevará tiempo hasta que nadie pueda superar la experiencia que nos han ofrecido.

Los superhéroes han venido a salvarnos en los últimos años con su asalto a la pequeña y gran pantalla, pero han sido los zombis los que nos han obligado a poner los pies en el suelo y enfrentarnos una vez a nosotros mismos. Si hablamos del síntoma de una enfermedad es debido al hecho de que estas dos obras -y muchas facturadas en los últimos años- son en realidad una respuesta al descontento popular con el devenir de sus vidas y de su futuro. La crisis económica de principios de este siglo se ha cronificado -que no zombificado- hasta el punto de convertirse en un cisma social que se encuentra en el ojo del huracán del propio sistema. Este ha desvelado tener vida propia, ser reacio al cambio y ser capaz de sobrevivir a costa, ya no del individuo, sino de la comunidad, del pueblo. Esta es una idea que, posiblemente debido a la inmediatez de la era de las redes sociales, se ha difuminado con un auténtico virus alrededor del mundo al que ha infectado con el desapego, la ira y el miedo.

Lo que tanto The Walking Dead como I am a Hero están retratando en primer plano es eso mismo, la caída de la civilización como hoy la entendemos, pero también la del sistema que la gobierna en la actualidad. Aunque, lo que estás obras proponen no solo es un simple ejercicio de demolición, también se atreven a construir algo nuevo y sus respectivos finales vienen a decirnos que podría existir otra manera de hacer las cosas. Puede que simplemente necesitemos un sistema más humano. De esta manera, Robert Kirkman y HANAZAWA Kengo llegan a una conclusión muy parecida en sus trabajos; aunque sus diferencias sean grandes y, en ocasiones opuestas, los dos retratan las particularidades del contexto de sus autores, la gente en la que se reconocen y el sentir general de estos últimos. No deja de ser llamativo también como, de una manera u otra, sus protagonistas -Rick y Hideo- representan arquetipos de sus respectivas sociedades que en última instancia deben ser superados.

El camino siempre es más interesante que el destino se suele decir y eso solo es cierto en parte cuando hablamos de cómics. El viaje que nos proponen The Walking Dead y I am a Hero está lleno de aventuras, drama y misterio, pero la tristeza de llegar a la última página de sus historias se supera al darnos cuenta como lectores de que había un verdadero destino al que llegar. Son ese tipo de creaciones a las que sienta bien una relectura, en las que siempre se descubre algo nuevo porque dejan el margen suficiente al lector para que pueda reflexionar y elucubrar interpretaciones sobre su historia. Los responsables de estas dos epopeyas han sabido mantenerse firmes a la hora de narrar lo que tenían en su cabeza y el resultado son dos trabajos realmente complementarios que nos ofrecen en conjunto una visión general de nuestra realidad, inquietudes y, por supuesto, nuestros sueños y esperanzas.



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