Javier Vázquez Delgado recomienda: ZN 20 Años – Carlos Gardel, la Voz del Río de La Plata

Es cierto que en el último tiempo no estoy colaborando tanto como quisiera en Zona Negativa, pero no por eso me considero fuera (y creo que nunca admitiré estar fuera) de la web. Por eso dejaré mi texto emotivo y autoreferencial para cuando eso suceda, si es que alguna vez sucede. 

Ante la propuesta de hacer un artículo sobre alguna obra publicada luego de que la web fuera creada, se me atravesaron varias ideas. En medio del divague de un montón de posibilidades que surgieron en los primeros pensamientos, me di cuenta de una cosa: para los 10 años hablé de un cómic de DC (la Legión de Levitz) y para los 15 tomé un independiente (American Splendor de Harvey Pekar); en este cumpleaños de 20 debía completar mi triada de temas generales que abordé en todo mi tiempo en ZN. Por ello empecé a repasar obras de autores latinoamericanos que se hubieran publicado en estas últimas dos décadas, y quea la vez considerara deudas personales y me parecieran aportes interesantes a Zona Negativa, mi regalo de cumpleaños a esta casa en su 20° aniversario.

Luego de esta larga consideración llegué al Gardel de Carlos Sampayo y José Muñoz, emblemática dupla autoral de argentinos con un arraigo fuerte con el público y la edición europea, trabajando desde aquel lado del Atlántico pero sin dejar de lado nunca sus raíces a este otro lado. (Y ya entraremos sobre ello, pero este cómic en particular habla mucho del “ser argentino” y del exilio).

Alguien dijo una vez
Que yo me fui de mi barrio,
¿Cuándo? … ¿pero cuando?
¡Si siempre estoy llegando!

De los autores

Carlos Sampayo es un escritor nacido en Carmen de Patagones (provincia de Buenos Aires, Argentina) en el año 1943, autor de cuentos, novelas, poesía, guiones de historieta y cine, y de artículos y publicaciones periodísticas, muchas de ellas dedicadas a la música (más precisamente al jazz). Radicado en España desde principios de la década de 1970, desde allí produjo su obra historietística en su casi totalidad, como Evaristo con Francisco Solano López o Fly Blues con Oscar Zárate.

José Muñoz es un ilustrador y dibujante de historietas nacido en Buenos Aires (Argentina) en 1942, formado en la Escuela Panamericana de Arte en la cual participaba como docente Alberto Breccia. Publicó en las históricas revistas Hora Cero y Frontera, tras ser ayudante de Solano López, antes de radicarse en Europa también a comienzos de los años ‘70.

Una parte importante para la conformación de esta dupla es alguien que ya nombramos. Sampayo y Muñoz se conocieron a través del también dibujante Oscar Zárate, quien era un amigo en común de ambos, y él mismo les recomendó que colaboraran mutuamente. Así nació Alack Sinner, y con ella otros tantos títulos realizados por esta pareja autoral como Sudor Sudaca, Billie Holliday, El bar de Joe, y el que aquí nos reúne, Carlos Gardel, entre otras.

Para esta obra en particular también cumplió su rol Zárate, ya que dudaban en el comienzo del proyecto sobre el cómo abordar un cómic de una figura como Gardel. Allí apareció de nuevo este artista argentino, este amigo suyo, a responderles simple y complejamente a la vez: “hablar de la identidad argentina”.

Del personaje

– ¿Por qué Gardel, Oscar?
– Porque él es el país. Yo le daría voz al país a través de Gardel. (…) Hasta Gardel no existía nada, nada que lo representara. Argentina es su mánager, su agente. Gardel obedece a un anhelo, el de la necesidad de un país de establecerse como tal. Antes era algo ambiguo. Con Gardel se da forma al primer héroe popular, que también es ambiguo. Además, una vez elegido nadie lo puede destituir, es un cargo vitalicio.

Con estos fragmentos del relato de esa anécdota fundamental entre Zárate, Muñoz y Sampayo, nos introducimos a Gardel. Y la ambigüedad es insoslayable desde el comienzo.

Carlos Gardel nació en Toulouse (Francia) o en Tacuarembó (Uruguay) entre 1883 y 1890. Sea como sea, vivió desde su infancia en Buenos Aires y se nacionalizó argentino en 1923, falleciendo tempranamente en 1935, en un accidente de avión en Medellín (Colombia). La época durante la que vivió Gardel, como bien señala Zárate, marcan los años de la formación del Estado Nacional de la República Argentina, luego de años de luchas internas y guerras civiles desde el primer gobierno patrio que comenzó el proceso de independencia de España en 1810. Los gobiernos de la llamada Géneracion del ‘80 fueron los que desde su lugar político, económico y social intentaron definir como argentinos a la población integrada por grandes grupos de inmigrantes de países europeos, en gran medida también a través de la educación y la cultura.

“Yo soy una voz, Alfredo, una voz.
Nada más que que una voz querido amigo” 

En efecto, Gardel se erige como el primer héroe popular a través de su canto, de tango y también de otros ritmos populares de este país. Pero la canción es solo el medio inicial, ya que lo que hace inmortales a los héroes populares son otros aspectos: el carisma, el misterio y la curiosidad en torno a su figura, el mito por su meteórico crecimiento truncado (habitualmente por una temprana muerte), superando adversidades para conseguir un éxito. Como señaló Sampayo en una nota publicada por El Mundo, “Buenos Aires siempre soñó con hijo así: Un muchacho de origen francés, que llegó jovencito y se construyó su figura mediática. Gardel se convirtió en la cristalización de un sueño que vino en el momento justo, con toda la emigración europea de hombres que buscaban algo, y sobre todo un arquetipo”.

El hecho de que Gardel reúne todas esas cualidades es indiscutible desde el momento que a más de 80 años de su muerte, seguimos hablando de él, preguntándonos por él, escuchándolo a él. Dice Julio Cortázar en un texto que se incluye al comienzo de esta edición (publicado originalmente en la revista Sur en 1953 e incluido en el libro La vuelta al día en 80 mundos) que a Gardel se lo escucha en la victrola, con toda la distorsión y la pérdida, con el ritual previo de darle cuerda y ajustar la púa. Pero, paradojas de esta época, escribo estas líneas escuchando la lista This is Carlos Gardel en Spotify. E igualmente, se siente “el ser nacional”, la identidad que buscaban Muñoz y Sampayo al encarar esta obra.

Carlos Gardel, la voz del Río del la Plata

“Lo que sostiene mi canto es la nostalgia, Alfredo.
Aunque me veas sonreir. Siempre me falta algo…”

Edición original: Carlos Gardel. La voix de l’Argentine (Futuropolis).
Edición nacional/ España: Libros del Zorro Rojo.
Guión: Carlos Sampayo.
Dibujo: José Muñoz.
Entintado: José Muñoz.
Formato: Rústica, 23×30 cm., 140 páginas.
Precio: 19,90€.

Como señalábamos en la introducción, el ida y vuelta entre un personaje mítico de la Argentina (y más precisamente, de la región rioplatense, de Buenos Aires) y su búsqueda de una identidad argentina para Muñoz y Sampayo no es en absoluto casual ni accidental. Habiendo vivido y producido su obra durante cuatro décadas en Europa, el mirar hacia el origen, hacia las raíces, el volver física o mentalmente es inevitable para casi todos los que pasan por esa circunstancia.

Volver con la frente marchita
Las nieves del tiempo platearon mi sien
Sentir que es un soplo la vida
Que veinte años no es nada
Que febril la mirada, errante en las sombras
Te busca y te nombra
Vivir con el alma aferrada
A un dulce recuerdo, que lloro otra vez

En efecto, el tema es recurrente en la obra de la dupla y no es uno que abordaran únicamente con Gardel. Más o menos explícitamente puede encontrarsae en la lectura de Alack Sinner, su obra más grande y más conocida, y también en otros trabajos de su bibiliografía.

El hacerlo de manera completamente directa y con una figura como esta, habla de una necesidad más fuerte de los autores de realizar ese regreso, buscando la argentinidad. Acá la pregunta por la identidad argentina se plantea sin rodeos.

“Este país construye mitos
para encontrar una identidad que no tiene”
(Horacio Herrera Schwartz)

La primera viñeta de la historieta nos muestra el set de un programa televisivo (Tiroteos Amistosos) con el conductor del show introduciendo la discusión inevitable por el argentino ideal, a través de dos puntos de vistas opuestos en torno a la figura de Carlos Gardel. De un lado, un sociólogo especialista en el tema de la identidad nacional y del otro una autoridad mundial en temas gardelianos. Estos dos personajes de por sí plantean una visión del ser argentino, con uno que avala sus afirmaciones en su formación académica, universitaria, mientras que el otro se apoya en saberes populares, el conocimiento de haber hablado, de haber transitado la calle. Ellos encarnan los diferentes postulados reales en torno a la vida y la historia de Gardel, desde su lugar de nacimiento hasta su sexualidad, y si realmente murió cuándo y cómo se sabe oficialmente.

Mediante su acalorada discusión, Muñoz y Sampayo realizan su biografía de Gardel, o como la definen los autores en su Advertencia Preliminar, su variación sobre la vida de Carlos Gardel, “un acto artístico basado en aspectos de la vida de un artista”. Sobre la manera de representar al protagonista, el dibujante lo ha definido como inaferrable y por eso salta de una viñeta a otra o de página en página, y en todas lo va representando de manera diferente (“hay muchos Gardeles en mis dibujos”), aportando a la vez a la construcción del personaje a través de las diferentes miradas y momentos.

A su manera, narran el trayecto gardeliano desde el barrio porteño hasta las luces neoyorquinas y su destino fatal en Colombia, y a través de la figura de Gardel se van tocando varios temas de la historia argentina de aquella época. Las luchas anarquistas, la contraposición de campo y ciudad, el control político de los grupos conservadores a través de maniobras nada democráticas… y con ello también hacen apariciones, cameos diríamos ahora, personajes relevantes de esa historia como Alfredo Palacios, el primer legislador socialista de América Latina, y Alberto Barceló, poderoso político conservador desde el conurbano bonaerense.

Asimismo, en las discusiones ficticias (pero basadas en la realidad) sobre Gardel que se dan en el espectáculo de TV de Tiroteos Amistosos se abordan otros tópicos de la época y del tango en sí. El tango es parte fundamental de la identidad argentina, sobre todo mirándola desde afuera; es una especie de embajador cultural del país, un símbolo de la argentinidad. (Desde ya que no es el único, hay otros, pero no quiero que nos desviemos del tema que aquí nos compete.) Por ello es relevante que los autores, con Gardel de por medio, hablen de las apuestas en las carreras de caballo (o del juego en general), de los romances esquivos (por una y otra razón), de la farra y la muchachada (los grupos de amigos), y del amor por la vieja, la madre, el único y verdadero amor en tantas letras de tango y también en esta historia de Gardel.

En todos estos aspectos, Muñoz y Sampayo juegan a la perfección confrontando las ambigüedades y las contradicciones de Gardel, y con él de la identidad argentina, que es una cosa y la otra a la vez: así se muestra el coqueteo político con conservadores y socialistas por igual (“hay que estar a bien con todos”), o el romance en New York y en Buenos Aires que nunca se muestra consumado.

Del mismo modo que la contradicción se personifica en los dos “especialistas” que exponen en televisión, la ambigüedad se resume en otro personaje que transita estas páginas de principio a fin y es un döppelganger de Gardel. El juego de su nombre Romualdo Merval alude al segundo nombre del héroe de la historia, Charles Romuald Gardés (en su origen francés), y su apellido parece ser otra referencia algo más indirecta a la Argentina siendo el nombre del principal índice bursátil de este país (y que, coincidencia o no, también es el nombre de una localidad francesa). Romualdo es un anciano espectador de Tiroteos Amistosos que discute a la pantalla y luego decide ir a rebatir argumentos en vivo y en directo, pero (y sin entrar en detalles que arruinen la lectura) va confundiendo su vida con la del propio Gardel, sembrando más dudas e interrogantes a esta historia, en un claro indicio de que él sería el verdadero Gardel… y así cerrando el círculo de dudas en torno a la figura mítica del Zorzal Criollo. ¿Murió en verdad aquel 24 de junio en Medellín?

Adiós muchachos, compañeros de mi vida… 

De la edición

El trabajo editorial sobre esta obra que realizó Libros del Zorro Rojo es sencillamente excelente. En lo que respecta al contenido, reúne en un integral a mi juicio indivisible pero que en Francia originalmente fue publicado en dos tomos, y luego recibió la reedicón en un libro único. Esta editorial optó por el integral directamente a diferencia de la primera edición en español a cargo de Planeta que había elegido publicarla en tomos, quedando trunca en la parte inicial.

El motivo (o al menos uno de ellos) de que nunca haya habido un segundo volumen por parte de Planeta es que este sello lo editó traduciendo del francés al español en lugar de publicar el texto original en castellano, que es además un castellano porteño perfectamente apropiado para un cómic de Gardel (y con una hoja de glosario para los que no conozcan los argentinismos).

En cuanto al libro en sí, el tamaño es también perfecto, permitiendo disfrutar del trabajo de Muñoz como debe ser y respetando las dimensiones originales del formato de la edición francesa. Los agregados de textos antes y después de la historia son un plus que aportan a la comprensión de los porqués del libro, tanto para los autores como por la figura de Gardel, desde aquel referido texto de Cortázar en las primeras páginas hasta el cierre por los propios José Muñoz y Carlos Sampayo, que brindan un corolario ideal a este trabajo.

Y por último, me quedo con la imagen de contratapa que se eligió para esta edición, con ese Gardel volando desde su tumba hasta el cielo, que antes de la lectura invita a sumergirse dentro del libro y luego de ella es una excelente despedida gardeliana.



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