Javier Vázquez Delgado recomienda: Carvalho. La soledad del mánager.
“¡Vámonos de este país de mierda, Pepinho!
¡Vámonos, por favor!”.
Lo mejor del álbum Carvalho. La soledad del mánager de Hernán Migoya y Bartolomé Seguí es que cuando uno acaba de leerlo se queda con la sensación de que esta adaptación le hubiese gustado a Manuel Vázquez Montalbán, el autor de la novela en que se basa y creador del personaje principal, el detective privado llamado José Carvalho Tourón. Seguramente hubiese esbozado una sonrisa irónica al leer el álbum y hubiese espetado un comentario sarcástico al terminarlo, pero en su fuero interno hubiese reconocido que – por el momento – estas interpretaciones al lenguaje del cómic de su larga serie de novelas policiacas están obteniendo un mejor resultado que las realizadas en el pasado para el cine o la televisión. Aún reconociendo que Eusebio Poncela no era un mal Carvalho.
Carvalho 2. La soledad del mánager adapta la novela titulada La soledad del mánager que Vázquez Montalbán publicó el año 1977. Es la tercera novela de la serie Carvalho y es la segunda que traducen al cómic Migoya y Seguí tras su Carvalho. Tatuaje de hace dos años.
La acción principal se sitúa en la ciudad de Barcelona y alrededores en el año 1997. La reciente viuda de un alto directivo gallego que trabajaba para una empresa multinacional extranjera le encarga a Carvalho que investigue las causas de su asesinato. La mujer desconfía de la versión policial. La víctima es un doctorado en derecho que vivía en Barcelona. Se da la circunstancia que el detective lo conocía levemente ya que coincidieron en un viaje a los Estados Unidos en 1969, cuando Pepe Carvalho era instructor de la CIA. La policía atribuye la muerte a un sórdido asunto de prostitución, pero los indicios que reúne el detective apuntan a un motivo más empresarial y político.
Montalbán monta sólidas tramas policiales que le sirven para describir el entorno social, político y sentimental de su época. Su mirada, entre sarcástica y tierna, disecciona en este caso los acontecimientos posteriores a la muerte del dictador Francisco Franco y de como las élites franquistas se van posicionando para adaptarse a los nuevos tiempos y dejarlo todo atado y bien atado. Migoya realiza un trabajo notable al adaptar la prosa del autor de Galíndez al lenguaje del cómic y resume con maestría la novela original. Los momentos más discutibles de la adaptación son los monólogos interiores del protagonista, fundamentales para captar la esencia de aquella época, pero que están resueltos de manera anticuada, usando unos arcaicos y confusos globos de pensamiento.
La parte gráfica es muy interesante. Bartolomé Seguí consigue imprimirle a sus viñetas una atmósfera evocadora y realista. Su descripción de la época es excelente, afortunadamente no se recrea en un paisajismo retro que enturbie el ritmo de la historia, su trabajo de documentación se sitúa en un segundo plano para privilegiar las acciones y las emociones del relato. Su diseño de los personajes es eficaz y destaca el retrato de los personajes recurrente en la serie. El Carvalho de Seguí cada día se parece más al actor Ben Gazzara y va adquiriendo aplomo y densidad. Charo, Biscúter y Bromuro van cobrando vida y los demás actores de la trama tienen la suficiente personalidad para resultarnos reconocibles e interesantes. Destaca el retrato de Antonio Jaumà, la víctima, que acaba conquistando un papel protagonista con su mezcla de jovialidad y de patetismo. Quizás el personaje más plano y estereotipado sea el de la viuda.
Seguí suele utilizar una cuadrícula de cuatro tiras donde distribuye sus viñetas sin esquema fijo. A menudo suele partir algunas de estas viñetas en dos o juntar dos cuadros de diferentes tiras para conseguir un efecto de énfasis en una determinada escena. La paleta de colores se caracteriza por un predominio de los tonos apagados. Destacan los marrones con diferentes variedades de grises, verdes y rosas que construyen una atmósfera entre sofocante y monótona que solo se ve alterada en los episodios oníricos y en la escena que transcurre en Las Vegas.
Hernán Migoya nació en Ponferrada en 1971. Es escritor, guionista de cine y de cómics. Pasó su infancia en Barberà del Vallés, provincia de Barcelona y actualmente reside tanto en Lima como en la capital catalana.
Se inició en el mundo del cómic con diversos relatos breves publicados en la revista Makoki. Ha sido director de las revistas El Víbora y Kiss Comic y editor de diversas colecciones de álbumes, también para la editorial La Cúpula.
En el 2000 publica La salida de la clase con dibujos de Rubén del Rincón que fue Premio al Mejor Álbum Erótico del Salón Internacional del Cómic de Barcelona y en el año siguiente obtiene el premio al Mejor Guion por El hombre con miedo, con dibujo de Manolo Carot. Con el mismo dibujante publica Kung Fu Kiyo (2002) y Ari, la salvadora del Universo (2004), ambas editadas por La Cúpula.
Para Norma Editorial publica Olimpita (2009) con Joan Marín y Plagio: el secuestro de Melina (2012) con el mismo dibujante, donde narra el secuestro de tres días que sufrió su esposa cuando tenía dieciocho años. También en 2012 dirige y escribe un proyecto para relanzar la colección Hazañas Bélicas. Es con Ediciones Glénat y se titula Nuevas Hazañas Bélicas, son más de una veintena de cuadernillos escritos para los dibujantes más destacados del panorama español: Albert Monteys, Natacha Bustos, Kim, Kano, Juanjo Sáez, Calpurnio, Keko, Ventura y Bartolomé Seguí, entre otros. Las portadas corren a cargo de Daniel Acuña. En 2015 escribe la parodia biográfica de la presentadora Laura Bozzo titulada Señorita Laura, dibujada por Marco Sifuentes y que recibió el Primer Premio Luces al Mejor Cómic Publicado en el Perú.
Migoya empieza en 2017 la colección dedicada a adaptar las novelas del detective Pepe Carvalho, creado por Manuel Vázquez Montalbán con un primer episodio titulado Carvalho. Tatuaje. En 2019 se publica la segunda entrega titulada Carvalho. La soledad del mánager. El dibujante de ambas es Bartolomé Seguí. Además ha escrito Hazañas eróticas del cuarentón hijoputa (2018), publicado por Dibbuks e ilustrado por Santiago Sequeiros.
Sus principales novelas son: Todas putas (2003), Observamos como cae Octavio (2005), Quítame tus sucias manos de encima, Una, grande y zombi (2011) y Deshacer las Américas, entre otras.
Por su parte Bartolomé Seguí nació en Palma de Mallorca en 1962. Es ilustrador y dibujante de cómics. Estudió pintura en Barcelona y sus primeras publicaciones son del año 1983 en revistas como Metropol, Madriz y El Víbora.
Crea el personaje del detective Simón Feijoo del que publicará un álbum recopilatorio titulado A salto de mata en 1989 con la editorial Complot. Es en este año cuando decide centrarse en la ilustración y publica varias obras como La capseta d’Ivori, El traficant d’armes o L’abat Oliva.
En 1991 publica como autor completo Luigi es Luis y en 1996 Locus de Barna con guion de Sonia Delgado.
En 1998 vuelve a vivir en Mallorca y empieza una nueva etapa de su carrera publicando obras como: Cohibas Connection (2001) y ¿Coca o ensaimada? (2003) ambas con guion de Carles Santamaría donde retoma a su personaje Simón Feijoo, El sueño de México con guion de Ramón de España para la editorial francesa Paquet y desde el 2004 la tira diaria Vuits i nous con guion de Ferran Aguiló para el periódico Última Hora.
En 2007, Seguí realizó junto al guionista Felipe Hernández Cava el álbum Las serpientes ciegas que obtuvo el premio a la Mejor Obra y al Mejor Guion en el Saló Internacional de Còmic de Barcelona y el Premio Nacional de Cómic del 2008. También junto a Hernández Cava realiza el díptico Hágase el caos.
En 2011 dibuja Historias de barrio con guion de Gabi Beltrán y en 2014 entregan la segunda parte titulada Historias de barrio. Caminos, ambas publicadas por la editorial Astiberri. Este mismo año presenta otra colaboración con el guionista Hernández Cava titulada Las oscuras manos del olvido que publica Norma y también para esta editorial se encarga de la realización gráfica de las adaptaciones al cómic de las novelas de la serie Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán. Los guiones son de Hernán Migoya y se han publicado dos álbumes Carvalho. Tatuaje en 2017 y Carvalho. La soledad del mánager en 2019.
La edición de este álbum a cargo de Norma es excelente. Tiene un tamaño adecuado, las cubiertas son en tapa dura, el papel es ligeramente satinado, algo fino y en general está bien impreso. La portada es espectacular y el precio ajustado. Además incluye una historia de cuatro páginas realizada en el 2017 y publicada originalmente en el suplemento semanal de La Vanguardia donde se explica el reencuentro en libertad entre Pepe Carvalho y Biscúter. Es una escena que pertenece a la novela La soledad del mánager que Migoya y Seguí habían extraído de la continuidad de la novela para realizar un episodio independiente como presentación de la serie de cómic. Es un relato poco trascendente pero se agradece su incorporación en este tomo.
Carvalho. La soledad del mánager es un buen álbum que consolida una colección con un futuro esperanzador. Los autores Hernán Migoya y Bartolomé Seguí ya están preparando una nueva entrega basada en la novela Los mares del sur que junto a Los pájaros de Bangkok y La Rosa de Alejandría forman el trío de obras maestras de esta serie de género negro escrita por Vázquez Montalbán. El respeto y el talento con que los adaptadores han emprendido la tarea son buenos argumentos para disfrutar de esta entrega y esperar con ilusión los siguientes lanzamientos. Son buenas noticias.
Salut!
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