Javier Vázquez Delgado recomienda: Gideon Falls 1: El Granero Negro

Edición original: Gideon Falls #’s 1-6 USA, Image Comics.
Edición nacional/ España: Astiberri.
Guion: Jeff Lemire.
Dibujo: Andrea Sorrentino.
Color: Dave Stewart.
Formato: Cartoné.
Precio: 18,00 €.

Hay veces en las que el pasado es como un brutal empujón. Nuestros traumas o errores pretéritos se convierten en zancadillas que nos desequilibran y nos hacen caer, dejándonos como única alternativa correr. Correr sin parar para no perder la inercia, sin cambiar el rumbo, sin poder cuestionarse la dirección, en una huida sin fin que nos salve de estrellarnos finalmente contra el suelo. Pero lo malo de correr sin destino es que podemos terminar encontrándonos con algo peor que aquello de lo que estamos huyendo, algo que ponga fin a nuestra carrera abruptamente y termine haciéndonos caer. ¿Y qué mejor lugar para caer que un recóndito pueblecito llamado Gideon Falls?

Está claro que Image Comics no se conforma con vivir de sus títulos de éxito. La editorial de Portland continúa dando a luz nuevas e interesantes series sin parar, regalándonos una tremenda cantidad de propuestas entre las que prácticamente siempre se esconde una nueva joya. Tal es su efervescencia creativa que estos pasados Eisner ha copado al completo la nominación a Mejor Serie Nueva, y es precisamente de la que se erigió como ganadora en la pasada SDCC de la que vamos a hablar hoy: Gideon Falls, de Jeff Lemire y Andrea Sorrentino. Una historia de terror entre lo rural y lo cósmico que, como es habitual en la bibliografía del guionista canadiense, nos ha traído Astiberri a nuestro país con una edición de magnífica calidad, lo que ya es costumbre para la editorial bilbaína.

Gideon Falls nos cuenta la historia de Norton, un joven huérfano en tratamiento psiquiátrico que vive completamente obsesionado con la basura de su ciudad y los mensajes que esta le oculta. Pero también nos cuenta la historia de Wilfred, un cura católico en plena recuperación de una crisis de fe y un pasado turbulento que acaba de ser enviado a un pequeño pueblo para suplir a su recientemente fallecido párroco. Dos hombres que no se conocen ni tienen nada en común, salvo una cosa: ambos comparten ciertas visiones extrañas relacionadas con un siniestro granero negro. Una aparición que trae el mal y la desgracia allá donde se manifiesta.

Jeff Lemire me parece uno de los autores más fascinantes que se pueda encontrar hoy en día en el mercado. Pocos autores tienen la polivalencia para moverse entre tantos géneros y estilos a lo largo de su lista de trabajos: desde las historias íntimas en las que tanto destaca como Essex County o Royal City a sus meritorios trabajos pijameros tanto en Marvel como DC y Valiant, pasando por la ciencia-ficción de Descender mutada a fantasía en Ascender, o su celebradísima revisión del mito superheroico en Black Hammer. Se ve que el hombre es de culo inquieto y ha querido tachar una cosa cosa nueva de su lista, el terror. Una temática a la que el canadiense entra como un cohete con una historia a la que llevaba dando vueltas desde hace veinte años, adaptando los códigos del género a su particular estilo narrativo, siempre girando alrededor de los ambientes rurales y de los personajes, la base de todas sus historias, lidiando con sus diversos traumas y conflictos internos.

Gideon Falls es una obra con un planteamiento extraño y apasionante, que te engancha pero a la vez te incomoda mientras la lees por la sensación que ondea constantemente en el aire de que algo no está bien, de que algo terrible está a punto de pasar en cualquier momento, y es algo que no se puede definir sin hablar a la vez de su guion y de su dibujo. La pareja formada por Lemire y Sorrentino, que cuenta ya con muchas batallas en la espalda, se compenetra de tal manera que forma un todo a lo largo de este primer tomo: las imágenes inquietan por lo que leemos, y lo que leemos inquieta por sus imágenes. La dupla responsable de Green Arrow consigue crear dos relatos ubicados en escenarios completamente distintos y exprimirlos cada uno a su manera para transmitir desasosiego: la ciudad sucia y gris donde estás solo a pesar de su bullicio y el pueblo bucólico donde todo se sabe y el forastero no es bienvenido. Una magnífica muestra de cómo llevar el terror a un medio tan poco apto para él como es el cómic.

Haciendo hincapié en el dibujo, Sorrentino me ha dejado totalmente hipnotizado con este trabajo. Hace poco hablaba con algunos compañeros sobre cómo el terror es un género que permite que un dibujo poco agradable al ojo pueda ser el mejor para la historia, y este me parece un gran ejemplo. Tanto el dibujo de Sorrentino como el color elegido por Dave Stewart me resultan un poco desagradables, especialmente por las caras de sus personajes, que dan la sensación de estar vacíos, de no tener alma, un efecto acrecentado por ese raspado que tiene el entintado negro a lo largo de la obra. Pero es que lo que me transmite es perfecto para contar la historia que me quieren contar. Los rostros inquietan, los tonos negros raspados me evocan un zumbido constante de fondo, como la estática de una televisión sin señal. Especialmente, me ha encantado la manera en la que se utiliza el color rojo, que en comparación con los tonos apagados y grisáceos de todo el cómic destaca tremendamente y que de algún modo consigue evocarme al clásico sonido de violines estridentes tan típico que encontraríamos en una película de terror.

No es lo único que destacar del dibujante italiano. Las composiciones que realiza, principalmente en el relato de Norton, son una auténtica pasada, con un estilo muy Aja que para la segunda mitad del libro deriva hacia un estilo más experimental al que le arrastra la historia según va abrazando más y más esos tintes de horror cósmico paranoico. Mención aparte merecen las portadas que se casca para cada nuevo número, tan inquietantes como su contenido y que formarían un precioso mural para la habitación de cualquier psiquiátrico.

Gideon Falls no es probablemente una obra que vaya a ser del gusto de todos por sus características, tal y como sucede con el propio cine de terror. Pero una cosa no tiene discusión: estamos ante una obra fantástica que para mí adapta de la mejor manera posible el terror al cómic, con una narrativa y un dibujo inquietantes que seguro atrapará a los amantes del género. La única duda es si llegaremos a ver a Lemire escribir una temática que no se le dé bien.



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