Javier Vázquez Delgado recomienda: Superpoderes de Jack Kirby

Edición original: Super Powers núms. 1-6 USA.
Edición nacional/ España:ECC Ediciones.
Guión: Paul Kupperberg.
Dibujo: Jack Kirby.
Entintado: Greg Theakston.
Color: Joe Orlando, Greg Theakston .
Formato: Cartoné, 152 páginas. A color.
Precio: 18,95 euros.

A modo de epílogo del Cuarto Mundo, ECC nos trae este verano el tomo “Superpoderes”, que recopila el volumen 2 de la serie limitada de seis números Super-Powers, publicado en EE UU entre septiembre de 1985 y febrero de 1986.

Bajo el título de Super-Powers se publicaron tres miniseries con el fin de servir de apoyo a la promoción de la línea de juguetes homónima que la empresa Kenner produjo entre 1984 y 1986. A su vez, los juguetes estaban siendo también respaldados por el relanzamiento de la serie animada Super-Friends, subtitulada para la ocasión como The Legendary Super-Powers Show, y que pasaría a ser Super-Powers Team: Galactic Guardians, en su última temporada en 1985.

Estamos por tanto ante uno de los hitos deceítas de los ochenta. Sin embargo, conviene apreciarlo en su justa medida. Es un hito dirigido a un target muy específico: los más pequeños del fandom, los que compran los juguetes, ven los dibujos y, si eso, leen los cómics.

La inclusión de los Nuevos Dioses del Cuarto Mundo en el universo de Super-Friends/Powers (Tierra-32 del viejo Multiverso DC) se debió a la búsqueda de nuevos villanos. Así, Darkseid y su Élite tomaron el relevo de la Legión del Mal como los antagonistas principales de la serie animada a partir de su relanzamiento y fueron la gran novedad de la segunda tanda de novedades de la línea de juguetes.

Esta inclusión justificó el regreso de Jack Kirby a DC, con el encargo de rediseñar algunos de sus personajes. A esta labor se añadió su participación en las miniseries, limitada a los argumentos y las portadas del volumen 1 (excepto el nº 5, del que firmó en solitario guion y dibujo) y las portadas y los lápices del volumen 2.

El motivo por el que el tomo de ECC se limita a recopilar el volumen 2 es que enlaza directamente con los acontecimientos narrados en El Cuarto Mundo de Jack Kirby, concretamente lo ocurrido en la novela gráfica The Hunger dogs (03/85), recopilada en el último tomo de El Cuarto Mundo publicado por ECC. Sin embargo, tratándose de una conexión muy liviana, como veremos, y que Kirby también colaboró en el volumen 1, no hubiera estado de más haberlo incluido en la recopilación, tal y como se hizo en EE UU.

Enlazando con el final de The Hunger dogs, las primeras páginas están dedicadas a un Darkseid tratando de huir de Apokolips mientras es perseguido por los Perros hambrientos, que se han adueñado del planeta tras una revolución. Al poco, consigue instalarse en la cara oculta de la Luna con su Élite (salvo los que carecían de figura de juguete ni aparecían en los dibujos, como la Abuela Bondad, Kanto o Virman Vundabar). Desde su nueva base, el derrocado Señor de Apokolips planea la conquista de la Tierra. Para ello, siembra cinco “semilla de destrucción” en distintos puntos del planeta con el fin de que sus raíces penetren hasta el núcleo terráqueo y liberen el magma del interior, lo que convertirá a la Tierra en un nuevo infierno apokoliptiano dispuesto para la conquista.

En su camino se cruza la Liga de la Justicia, aunque nunca leemos esta denominación en la miniserie, con una formación que reproduce la de los juguetes, lo que incluye a Robin o el Dr. Fate. Pese a estas licencias, se trata de la Liga del Satélite, aunque sin Satélite, pues su cuartel general es el entrañable Palacio de Justicia (aquí traducido como Salón).

El desarrollo de la historia no puede ser más sencillo y, a la vez, calcado al planteamiento tradicional de las aventuras de la Liga: equipos de dos o tres van a inspeccionar las semillas por separado. Custodiándolas se van a encontrar con diversos esbirros de Darkseid a los que derrotan después de viajar por el tiempo a momentos como una imaginaria Edad Media artúrica, la Antigua Roma o un futuro dominado por Darkseid. Una pequeña subtrama atraviesa cada número y es la traición que planea Desaad contra su amo. A su vez, el “truco” de la trama principal se resume en que los ataques de la Liga forman parte del plan de Darkseid para obtener el poder suficiente que active las semillas.

La conexión entre la miniserie y el Cuarto Mundo es meramente anecdótica. Darkseid está en la Luna preparando la invasión de la Tierra porque ha sido derrocado en Apokolips como podría estarlo como parte de su guerra con Nueva Génesis o su búsqueda de la Ecuación Anti-vida. Por lo demás, no se hace referencia a ninguno de los temas y tramas que vertebraron la saga ni aparecen los Nuevos Dioses de Nueva Génesis, que tendrían que esperar a la siguiente tanda de novedades de la línea de juguetes y el tercer volumen de la serie de cómics.

En cuanto a la presencia de la Liga, pese a que se trata de su encarnación clásica, no puede decirse que se le saque mucho provecho. Las caracterizaciones e interacciones son convencionales y estándar. Se nota algo más de protagonismo de los personajes que eran la novedad de los juguetes (Dr. Fate, Detective marciano o Green Arrow) a parte de los inevitables Superman, Batman y Robin.

El interés por ver cómo sería la Liga hecha por el Rey se mantiene a duras penas a través de las páginas. Hay un par de viñetas (en especial la splash-page de presentación –en la que desgraciadamente falta Aquaman-) que gritan un melancólico “lo que pudo haber sido y no fue” pero poco más.

No nos engañemos: el reclamo de este tomo no es ni el Cuarto Mundo ni la Liga de la Justicia, es Jack Kirby. En este punto, el tomo tampoco ofrece mucho. En la trama y el guion, firmado por Paul Kupperberg, no hay rastro de las perennes inquietudes de Kirby sobre el poder, la humanidad y la divinidad. En lo que respecta al dibujo, es un Kirby reconocible hasta cierto punto y en algunos momentos. Por lo general pasa por las páginas sin la energía, la tensión y el vigor que le caracterizan. En muchas viñetas apenas se reconoce su característico trazo.

Así pues, aun asumiendo que estamos ante un producto destinado a un público infantil (y que Kirby tenía ya una edad avanzada, no lo olvidemos), te deja un regusto amargo que el único trabajo que reúne a todo un Jack Kirby y toda una Liga de la Justicia no diera para más.

No deja de resultar curioso que, en sentido estricto, estemos ante el equivalente deceíta de las Secret Wars: una serie limitada de promoción de la línea de juguetes homónima. Desde este punto de vista, Marvel presentó un producto simple pero efectivo gracias a su encaje en la continuidad de su Universo, lo que ya era un reclamo para el lector veterano, aunque por lo general acabara despreciándolo.

Super-Powers juega claramente a otra cosa. Es un producto para los más pequeños. O mejor dicho, era un producto para los más pequeños de 1985. Y sin duda para ellos es (o era) disfrutable, porque lo tiene todo: la plana mayor de los juguetes en acción, enfrentamientos en cada número en escenarios remotos, viajes en el tiempo o traiciones entre los villanos. Al final, todos contra el malo-malísimo con el destino de la Tierra en juego por culpa de un rayo mortífero, Superman salvando el día y todos contentos.

A día de hoy, la relevancia de la miniserie se limita al cariño de aquellos que llegaron a tener en sus manos las fabulosas figuras de Kenner (no es mi caso), de los que disfrutaron con los dibujos animados (es mi caso), o al interés de los muchos seguidores del Rey.

Tiene gracia. Todavía hoy me resulta difícil valorar una obra de superhéroes como “infantil”. Después de años y años escuchando siempre lo mismo (“¡pero si esto de los superhéroes es para niños!”) me salta el piloto automático (“bueno, todo tiene matices”). Ahora que, de un tiempo a esta parte, la figura del superhéroe está abrumadoramente presente en la cultura audiovisual de todas las edades (ya sea por la “infantilización de la sociedad” que dicen algunos, o porque había más de lo que parecía en estos personajes) choca verla en su prístina sencillez.

Porque si lo piensas, aparte de caracterizaciones con más molonidad y un giro de guion más enrevesado, esto podría ser el Rock of Ages de Morrison.



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