Javier Vázquez Delgado recomienda: Aniversarios DC – 45 años de OMAC

En 1970 Jack Kirby abandonó Marvel Comics después de doce años en los que creó, como todos sabemos, aquel universo junto a Stan Lee con el que cimentaron la base histórica de la editorial. Sin embargo, a finales de aquel primer año de la nueva década, The King volvió a la que había sido su casa a mediados de los 50, a DC Comics, después de una serie de desavenencias con The Man y la propia editorial. Y una de las creaciones de Kirby en su regreso a DC fue esta obra de ciencia ficción, de temática cyberpunk adelantada una década al movimiento surgido de las producciones literarias de autores como Bruce Sterling, William Gibson y John Shirley, entre otros. Así era Kirby, un adelantado a su tiempo.

Haciendo un breve repaso a los antecedentes, nos encontramos en el mes de octubre de 1970, cuando Kirby hizo su regreso editorial a DC con un impactante Superman’s Pal, Jimmy Olsen #133, en cuya portada anunciaban su llegada y la cabecera pasaba a presentarse como Superman’s Ex Pal, The New Jimmy Olsen. Venía con ideas grandes. En el siguiente número tuvo su primera aparición Darkside, la primera piedra de la obra magna que estaba por llegar.

En 1971 el Rey comenzó la trilogía de las series que marcaron su carrera en DC: New Gods, Mister Miracle y The Forever People, estrenadas entre marzo y abril de aquel año. Tres series maravillosas que construyeron una mitología única, llena de personajes nuevos, atractivos, con historias apasionantes y millones de posibilidades editoriales. Poco puedo decir que mi compañero Juan Iglesia no haya dicho ya con sus extensos artículos sobre el Cuarto Mundo. Sin embargo, tras el ascenso de Carmine Infantino a la vicepresidencia de DC, un artista genial, de los mejores de la casa, su opinión de las cifras de ventas le llevaron a cancelar New Gods y The Forever People después de once números. Menos de un año de duración. Noviembre de 1972 fue un mes aciago para Kirby. Mister Miracle vivió hasta el #18, en marzo de 1974, aunque fue recuperado tres años y medio después, ya con Steve Englehart y Marshall Rogers como autores.

Pero la carrera de Kirby, a pesar del revés, dio para mucho más. Tenía tres años de contrato firmados con DC, con opción a dos más. Aún tenía un puñado de grandes ideas por ofrecer al público y al criterio de los editores. Si con las series del Cuarto Mundo presentó una saga cósmica, el mismo mes de sus cancelaciones salió a la venta Kamandi, The Last Boy on Earth #1, el comienzo de otra serie de ciencia ficción, post apocalíptica, protagonizada por el carismático Kamandi , ese chaval de melena rubia que vive entre animales humanoides, en nuestro mundo, pero muy distinto a como lo conocemos. Este título centró la mayoría de sus esfuerzos, manteniéndose en la colección hasta el #40, publicado en abril de 1976, aunque Kirby ya había regresado a la Casa de las Ideas para entonces. En octubre de 1974, simultaneando su labor con esta serie, publicó el primer número de OMAC, una de sus creaciones que más desapercibida ha pasado con el paso del tiempo.

OMAC, las siglas de One Man Army Corps, es una idea muy potente en la que Kirby plasmaba su visión acerca del avance indiscriminado de la tecnología y el uso que el ser humano, en su peor esencia, podría llegar a darle. Es una serie de ciencia ficción pura, con una crítica social e industrial, pero con un halo de esperanza hacia el buen hacer de una sociedad que ha decidido avanzar sin ejércitos, dejando atrás el uso de la violencia, buscando nuevas formas de control de la seguridad pública. Es un título que ofrece muchas e interesantes lecturas. Una historia que no ha envejecido un ápice desde su creación, de hecho, sigue estando de actualidad, pues las grandes empresas tecnológicas siguen creando y desarrollando a una velocidad mayor de la que los ciudadanos somos capaces de asimilar.

Pero, para mayor desgracia del bueno de Kirby, la vida de OMAC fue también más corta de lo deseado. Sin pena ni gloria fue cancelada tras la octava entrega, con un arco argumental a medias que estaba empezando a ampliar y asentar al personaje. Al parecer las escasas ventas volvieron a jugar una mala pasada al Rey y este título fue clausurado abruptamente en diciembre de 1975. El final quedó incompleto, dejando en un momento cumbre una acción que los lectores de DC tuvieron que esperar a ver cómo terminaba. Y la segunda salida de Kirby de DC tuvo un amargo sabor.

En OMAC Kirby desarrollaba a un personaje inspirado, ligeramente, en el Capitán América al usar a un tipo tirillas para transformarlo en un soldado con habilidades sobrehumanas. También dotaba a la historia, que iba construyendo número a número alimentando con pequeñas píldoras que completaban el mundo en que transcurría, de reminiscencias de novelas como 1984 y ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, puesto que planteaba un futuro no muy lejano, pero con una sociedad al servicio de los avances tecnológicos y un control gubernamental en pos de la paz. Kirby creó para este cómic la Global Peace Agency, GPA, un organismo mundial controlado por agentes de todas las naciones que perseguía a aquellos que pudieran alterar la seguridad mundial. Son los buenos, pero hay situaciones en las que el lector especulativo dudará de la limpieza de sus objetivos. Todos sus miembros llevan los rostros ocultos tras con spray que les tapa la cara, así se encargan de que lo único que importe de ellos sea su labor y no su identidad, pudiendo ser alguien de cualquier nación mundial.

El primer número nos presentaba la acción in media res. Veíamos a OMAC explotando un edificio en el que había muñecos de mujeres desmontables con una aparente inteligencia artificial, seres supuestamente conscientes creados como acompañantes del ser humano llamados Build-A-Friend. Inmediatamente después presentaban el origen de la historia, dando a conocer a Buddy Blanck, un tipo normal, que trabajaba en una compañía llamada Pseudo-People Inc. Era un empleado humilde, que soportaba constantes humillaciones por parte de compañeros de posiciones superiores. Y en su empresa contaba con las Secciones de Psicología, habitaciones en las que los empleados podían liberar tensiones para poder seguir trabajando eficientemente. Estaba la Habitación Silenciosa, la Habitación del Llanto y la Habitación de Destrucción, siendo esta la favorita de muchos. Quienes lo necesitaran podían entrar para quemar coches, destrozar mobiliario con diversos objetos contundentes y patear el trasero de robots humanoides diseñados para ser golpeados. ¿Quién no ha querido usar una sala así en su trabajo alguna vez? Más sano que la soma. También se daba a conocer al Professor Myron Forest, encargado de desarrollar el proyecto OMAC, trabajando en estrecha relación (aunque se puede interpretar como que es un agente con rostro) con la GPA.

Era uno de los números con más contenido político, social, económico, tecnológico. Los Build-A-Friend eran presentados como seres diseñados para hacer compañía a los seres humanos marginados, como Buddy Blank, pero también se demostraba que siempre hay humanos dispuestos a usar ideas positivas para hacer el mal, pues se presentaban unos personajes que querían usarlos como soldados. Además, conocíamos al Hermano Ojo, un satélite espacial que controla las acciones de OMAC y está diseñado para dotar al soldado con las habilidades que necesite para cada batalla. Ya sea súperfuerza, resistencia, velocidad, agilidad, capacidad para dar saltos sobrehumanos, armamento, cualquier cosa que le ayude a vencer a sus enemigos. Lo hacía lanzando un rayo invisible que conectaba con el cinturón que el soldado llevaba, haciendo de receptor y sirviendo de conexión con el satélite viviente.

En el segundo número OMAC llegaba a Electric City en busca de respuestas acerca del misterio de su transformación. Allí se encontraba con el profesor Forest, que le explicaba quién era. Pero éste era asesinado por dos secuaces de Mr. Big, un millonario que quería alquilar la ciudad entera para usarla de escenario de fiestas y celebraciones desenfrenadas, a cambio de los impuestos de todos sus habitantes durante un año. Kirby planteaba el abuso de poder de los adinerados, desde un punto de vista casi absurdo, pues la población entera debía de evacuar la ciudad para que la clase pudiente hiciera con ella lo que le plazca. Una crítica nada discreta sobre la sumisión de los débiles. La intención real de Mr. Big era crear el caos para llamar la atención, capturar y acabar con el proyecto OMAC, sabedor de que la GPA iría tras él cuando tratara de alquilar la ciudad. La conclusión de la historia se daba con el primer encuentro de Buddy con los agentes de la GPA.

En los dos siguientes números la GPA enviaba a OMAC a enfrentarse con el General Kafka, un poderoso villano con aires de conquista que amenazaba la paz mundial, amparado por un ejército de cien mil soldados que se verían las caras con un solo hombre. Resultaba ser un número muy rápido, con páginas impactantes en las que OMAC usa un interminable arsenal de armas para derrotar a sus enemigos. Incluso una silla que recuerda a la de Metrón, provista de armas como spray ultracorrosivo y nitrógeno líquido. La batalla terminaba en el cuarto número, con Kafka siendo derrotado después de que OMAC derribara su tanque con sus manos, gracias al poder otorgado por el Hermano Ojo.

En la sede de la GPA, que se desvela que está en lo alto del Everest, someten al villano a un juicio con máquinas que evitaban el interrogatorio, detectando la identidad del criminal, sus crímenes y dictando su condena. Pero éste, antes de ser apresado, avisaba de un arma biológica que le vengaría. Resultaba ser un monstruo, con el que nuestro soldado se enfrentaba y terminaba derrotando. Un detalle interesante de este arco argumental se presentaba al inicio del tercer número para dar pie a ideas originales, pero no llegaba a desarrollarse. Antes de que OMAC marche al encuentro de Kafka, recibía la visita en su habitación de una pareja que decía ser sus padres de prueba. Y es que al no tener apenas recuerdos de su vida anterior, la GPA decidía darle una familia al protagonista, con la intención de crearle un vínculo humano para dar rienda a sus sentimientos, tratando de vencer a su Yo arma de combate. Esta idea, con un gran potencial futurista, no volvía a tratarse y sus padres adoptivos no volvían a ser siquiera nombrados.

El quinto y sexto número trataban el tráfico de cerebros y cuerpos jóvenes. Se ponía de manifiesto el uso de la tecnología para crear máquinas capaces de transplantar cerebros, buscando la inmortalidad del ser humano. Así, los mayores con el dinero suficiente podían comprar cuerpos jóvenes a los que trasladar su cerebro y seguir viviendo. Es la idea de la vida eterna, tan tratada en la literatura y el cine, pero presentada antes que muchas otras. Puede que sirviera de inspiración para novelas como Altered Carbon de Richard K. Morgan.

Estas acciones eran organizadas por una oscura compañía llamada Crime Cabal. Este era un mini arco argumental que fusionaba la ciencia ficción (sirviendo de influencia del futuro movimiento cyberpunk) y la novela negra, pues OMAC llevaba a cabo una investigación para desbaratar los planes de Crime Cabal. También iba mostrando cada vez más detalles de cómo funcionaba la GPA, con agentes que trabajaban de espías, otros que controlan y vigilan el mundo, otros que limpian las escenas en que OMAC tiene que intervenir y luchar. Poco a poco Kirby iba desentrañando el mundo en que estaba situando su historia.

En el séptimo, penúltimo de la serie, pasábamos a una trama con tintes ecológiocos. El océano está vacío. ¿Qué ha pasado? OMAC caminaba por la superficie marina, descubierta y transformada en un páramo de horror, plagado de cadáveres de criaturas marinas y flora reseca ante la falta de agua. Resultaba un cambio de temática satisfactorio, pasando del enfrentamiento militar y el tráfico de cuerpos al crimen biológico. Una amalgama temática que empezaba a otorgar una rica variedad de aventuras en las que el protagonista se iba desenvolviendo de maravilla. Durante su búsqueda encuentra un ladrillo en el que fuera un lecho marino. Brilla con luz blanca. Intenta levantarlo y casi ni con la ayuda del poder de Hermano Ojo es capaz. Cae inconsciente y en la sede de la GPA le dicen que es un invento de un tal Doctor Skuba, quien más adelante se da a conocer. Ha comprimido todo el agua del oceáno atómicamente en pequeñas barras, por eso es casi imposible levantarlas, porque tienen el peso de todo el agua marina. Pero antes de terminar esta séptima entrega había una sorpresa: OMAC volvía a transformarse en Buddy Blank humano en contra de su voluntad, por culpa de un ataque del nuevo villano.

OMAC en el cementerio del lecho marino.

El octavo y definitivo número mostraba la guarida subterránea del Dr. Skuba, que resultaba ser un experto científico en el control de los átomos, siendo capaz de modificar todas las estructuras atómicas a su antojo, esto es, era capaz de casi cualquier cosa. Así había podido transformar el cuerpo de OMAC. El resto del número resultaba ser un enfrentamiento entre la mente pensante de uno de los humanos más inteligentes y retorcidos del mundo contra la inteligencia artificial más desarrollada, la del Hermano Ojo. Y el final de su batalla quedaba a medias, sin un claro ganador. La cancelación de la serie cortó en seco una aventura que estaba creciendo en interés.

La trama se cerró años después, más adelante veremos cómo. En los ocho números de OMAC original se presentó a un protagonista que enfrenta guerras, aplaca posibles amenazas a la paz mundial, sirviendo de brazo fuerte de la GPA en misiones en pos de evitar que el mal y la violencia perturben el mundo. Kirby escribió y dibujó con altura todas las entregas, con Michael Royer y D. Bruce Berry como coloristas, sobre todo el segundo, que trabajó en la mayoría de números, creando un arte perfecto. Con una particular atmósfera de aire clásico a una historia futurista bien llevada. Kirby todavía estaba en perfecto estado de forma en aquellos años. Tanto a nivel creativo, con una mente fresca llena de grandes ideas, como artístico, con su peculiar estilo de dibujo y una gran narración.

La serie contó con dos principales deus ex machina que alimentaron el argumento, aunque en ningún momento empañaban el transcurso de las historias: el Hermano Ojo y la omnipresente Agencia Global para la Paz, esa GPA que fue conociéndose con el paso de los números. Una de las agencias de DC más carismáticas, con ese objetivo de conservar la paz, bajo ese halo de misterio, con sus agentes sin rostro. ¿Quién hay debajo de esos sprays de camuflaje?

El Hermano Ojo también era un personaje más que interesante. En parte inspirado por el Gran Hermano de George Orwell, también sirvió para inspirar, puede, a la Atalaya de la Justice League y el Monitor. O tal vez quiero verlo así. Pero el caso es que este satélite tenía mucha presencia en todas las aventuras, dotaba de poderes al personaje siempre que lo necesitara. Una premisa que se presenta desde la primera aparición, logrando que su relación con el personaje quedara siempre orgánica. Aparecía cuando tenía que aparecer. Y el lector lo agradecía. No era, o no me lo ha parecido a mí en ningún momento, una presencia forzada. Además, en el octavo número, durante su enfrentamiento contra el Dr. Skuba, se mostraba con una personalidad independiente de OMAC, enfrentando al villano en ausencia del héroe por su cuenta y riesgo.

¿Por qué fracasó esta serie? Tenía un montón de ingredientes atractivos, críticas a la sociedad, las grandes empresas, era un soplo de aire fresco en medio de una amplia oferta de superhéroes. Pero si hubiera que buscar algún defecto, el carácter de OMAC una vez que se transformaba era demasiado frío. El hombre de un solo ejército no mostraba apenas emociones. Era casi un robot que cumplía órdenes encomendadas por agentes de la GPA, personajes sin rostro, por ende, sin transmitir emociones. Entonces, un personaje frío más otros sin cara tal vez se hicieron difíciles con los que empatizar. Todos los números, más allá del mensaje entre líneas, mostraban aventuras y enfrentamientos, pero no se veía a un héroe salvar inocentes, sino a un soldado combatir enemigos por encargo. No había en ningún momento una amenaza real in situ, sino una orden de detener antes de que el malo se convierta en peligroso. Este concepto básico del mercenario pudo pasar factura ante un público al que no llegó a motivar. No fue OMAC una serie pijamera ni pretendía serlo, pero al no visualizar una amenaza real, unas víctimas potenciales necesitadas de la llegada de un héroe, nos encontrábamos con un leñador que levantaba tanques e intercambiaba mamporros con monstruos gigantes. A lo mejor, si hubiera intercambiado su aspecto como OMAC con el de Buddy hubiera sido diferente al presentar una yuxtaposición de carácteres. Todas estas razones fueron defectos que pudieron provocar ese final tan tajante. O puede que simplemente los intereses de los lectores de aquellos años de mitad de los 70 fueran por otros derroteros en ese momento, dejando a la ciencia ficción en segundo plano.

El personaje de Buddy Blank fue recuperado en Kamandi #50, mayo de 1977, en donde el protagonista llegaba a convertirse en un OMAC. En este número se contaba que en realidad era el abuelo de Kamandi. Había tenido una aparición en el primer número al verse su cadáver, y el número anterior, el #49, luchando junto a su nieto antes del Gran Desastre. Esta decisión de emparentar a ambos protagonistas tuvo poca trascendencia, pero servía como guiño al creador al vincular los dos personajes. Apareció una vez más, en el definitivo Kamandi #59, compartiendo portada. Pero no compartían aventura. OMAC servía de historia de complemento. La portada presentaba la llegada de una nueva serie del personaje, que iba a alojarse bajo el mismo título, juntando a dos series hijas del Rey juntas. Con Jim Starlin como guionista y dibujante. Un plan brillante, además, Buddy volvía a convertirse en OMAC al comienzo de la historia. Las primeras viñetas situaban la acción justo en la continuación del OMAC #8. La narración indicaba que era en un mundo 60 años antes del nacimiento de Kamandi.

Y cuando todo apuntaba a un retorno de larga duración, con Kamandi y OMAC, dos títulos de ciencia ficción juntos, la serie fue cancelada debido a la triste decisión editorial que conllevó la conocida DC Implosion de 1978, con la cancelación de un total de 31 series. Pero sus historias siguieron siendo contadas como complementos de Warlord, aunque hubo que esperar otros tres años. Concretamente, en los números #37–39 y #42–47 llevaron aventuras del pobre Buddy Blank, explorando más acerca de la GPA y el misterioso Profesor Z. Desde el #42 Starlin dio paso a Dan Mishkin y Gary Cohn como guionistas y Greg LaRocque de dibujante. Esta etapa tampoco fue larga. El hecho de que compartiera cabecera con una serie más cercana a la espada y brujería no terminó de ayudar a relanzar al personaje, que en julio de 1981 volvió al limbo editorial. En septiembre de 1983 Len Wein recuperó al One Man Army Corp en DC Comics Presents #61, en una aventura protagonizada junto a Superman, en la que podía apreciarse las posibilidades perdidas con este héroe. En 1991 John Byrne le dio una sorprendente alegría a los seguidores de OMAC al publicar una mini serie de cuatro números que cerró por fin los cabos sueltos de sus aventuras. Con un aspecto modernizado, más endurecido aún que el que le dio Starlin, diseñando a un tipo musculoso, con vaqueros, chaleco y botas, un punky más callejero. Muy en la onda de los cómics de losn 90. La serie fue un auténtico homenaje a la creación de Kirby y una justicia histórica con él. Byrne también le dio uso para el elseworld Superman & Batman: Generations 3, otra mini de tres partes.

OMAC de Byrne.

El tiempo, caprichoso y errante, así como inexplicables decisiones creativas, llevó a las mentes pensantes de DC a crear a otros OMAC. Nuevos conceptos y reinvenciones que poco tuvieron que ver con la idea original de Kirby. El concepto se recuperó en la mini serie de seis números The OMAC Project, en 2005, que fue un tie in de Crisis Infinita. Buddy volvió en abril de 2007, en Countdown to Final Crisis #31 y apareció regularmente en esta serie hasta el final, introduciendo algunas novedades al personaje. Ese mismo año, después de Crisis Infinita, salió a la venta otra serie titulada OMAC, que también tuvo ocho números de duración. Pero ya no estaba protagonizada por Buddy Blanck, sino por otro OMAC. Volvió otra vez en Final Crisis Aftermath: Escape, tie in del evento publicado en 2009 que reseñó Sergio Robla hace unos meses. En esta serie se explotaba muy bien todo el universo OMAC, así como la GPA. Además, en 2015, tuvo varias apariciones en minis de Convergence. Pero nada fue igual. Los homenajes han llegado postreramente.

Lilas en la primera página de Final Crisis Aftermath: Escape.

A OMAC, a Buddy Blank, le falta otra gran historia que recupere, como hizo Byrne, todo el sabor casi distópico de la serie original. A lo mejor es preferible no volver a tocar el ideario que envuelve al personaje que es el ejército de un solo hombre que protege el mundo junto a la agencia por la paz global. Pero vivimos en una sociedad con tantos avances vertiginosos de la tecnología que es difícil pensar que no haya una mente creativa que sepa absorber todos los elementos de hoy en día y plasmarlos en una serie que dignifique esa creación tan original. Casi la realidad misma nos está dando ideas que quedarían de lujo en un título como el que fue el de 1974. Los amantes de la ciencia ficción y los mundos cyberpunk estamos ávidos de más historias como ésta.

Planeta Cómics publicó en marzo de 2007 dos tomos en blanco y negro para su serie de Clásicos DC. Uno contenía las ocho entregas de la serie original de Kirby y el otro la miniserie de Byrne. Y, por qué no, vamos a lanzar desde aquí el deseo y la petición a ECC Ediciones de que publique un omnibus que incluya todo, en color: los ocho números de la etapa de Kirby, los Kamandi #50 y #59, las historias publicadas en Warlord, un total de nueve, y la mini serie de Byrne. Lo cual comprendería todo el OMAC clásico. Yo voto ya por esa edición.



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