Javier Vázquez Delgado recomienda: Astro City: Puertas Abiertas

Edición original: Astro City 1-6 USA (Vértigo).
Edición nacional/ España: Astro City:Puertas Abiertas (ECC Ediciones).
Guión: Kurt Busiek.
Dibujo: Brent Anderson.
Formato: Cartoné, 160 págs. 4 tintas.
Precio:16,95€.

Todas nuestras mejores y más antiguas leyendas reconocen el paso del tiempo y que la gente envejece y muere.
Alan Moore, Una introducción a El regreso del caballero oscuro.

Las olas acariciaban las faldas de los acantilados costeros de la verde Inglaterra. El cielo estaba despejado. El mundo era gris. Sus amigos habían acudido a su entierro. Cavaron una fosa profunda y depositaron su cuerpo con cuidado. Al alejarse, uno de los asistentes se quedó atrás. Disparó el arco que había pertenecido a su amigo, una hermosa pero sencilla herramienta curva construida con madera de fresno. Una flecha voló en el aíre frío de la mañana y fue a clavarse en el montículo formado por hierba verde y tierra removida que cubría la tumba. Cuenta la leyenda que aquella flecha todavía señala el lugar donde reposan los restos de Robin Hood, El príncipe de los ladrones.

En capítulos anteriores de Astro City

Lo que había comenzado como una suerte de homenaje en forma de capítulos auto-conclusivos a los comics y arquetipos clásicos de la Edad de Plata, terminó mutando en una suerte de epopeya multi-referencial y post-moderna. Lo que había comenzado como el emblema de las series “de autor” en Image, terminó encontrando su lugar editorial como serie regular en Wildstorm, para posteriormente seguir alargando su vida a través de miniseries y especiales. Kurt Busiek, a quien en 1994 se había saludado como salvador de los comics americanos, se encontró con que su estilo literario, cada vez más complejo y depurado, había pasado de moda. La edad oscura se había concebido como una suerte de conclusión, de climax, de apoteosis. Por contraste, Estrellas resplandecientes funcionaba como una suerte de epílogo y homenaje final. Nada parecía presagiar una larga vida para Astro City, y a todo ello había que sumar los problemas de Kurt Busiek.

Por suerte para todos los implicados y los lectores, el sello Vértigo estaba inmerso en un proceso de metamorfosis constante. Si durante los noventa, Vértigo había hecho de su apuesta por la fantasía y la post-modernidad su emblema, y durante los 2000 había invertido con fuerza en el terreno del noir, a principios de esta década el sello quería convertirse en la casa madre de los títulos “de autor”.

Comienza una nueva era…

Este viraje hacía terrenos mas “comerciales” acabaría llevando a la referencia por excelencia del comic adulto hacía su propia destrucción. Mientras que sus presupuestos iniciales (construir un comic de tendencia y referencia literaria cuyo destinatario eran jóvenes profesionales liberales) habían quedado superados, sus propuestas contemporáneas no encontraron su sitio después del maremoto mediático de la nueva Image y de los fuegos de artificio de la Marvel cinematográfica.

Pero antes de que todo eso sucediera, Astro City entró en la casa de Vértigo sin hacer mucho ruido, un poco de tapadillo, pero con la calidad, las ganas y el talento intacto.

Puertas abiertas

El título de este volumen es un juego de palabras. Puertas abiertas hace referencia al concepto que vertebra esta nueva etapa: la pretensión de construir una historia interesante y accesible tanto para los lectores más conservadores como para los más vanguardistas. Por otro lado, Puertas abiertas es una alusión a las tenebrosas macro-puertas cósmicas que se abren en el cielo de Astro City.

Las historias que componen este libro nos serán presentadas por El Perturbado, un misterioso personaje que (como curiosidad y quizá como alusión a lo que Busiek considera “vanguardia”) es capaz de romper la cuarta pared.

Vuelven los héroes.

La técnica empleada por Busiek en este nuevo ciclo de su magnum opus fue la misma que había utilizado con anterioridad: lo que en anteriores entregas de este monográfico habíamos denominado “post-modernidad clásica”. Hagamos memoria, recapitulemos y recapacitemos (lo que, por otro lado, parece ser lo que en esencia pretende conseguir Busiek en esta serie).

Umberto Eco (en el libro Obra abierta) había definido el término “obra abierta” más o menos del siguiente modo: una “obra abierta” es aquella que completa su significado semiótico en la cabeza del lector. Es decir, aquella obra que necesita la colaboración directa del lector para alcanzar la relevancia y la trascendencia.

Por otro lado (en Apocalípticos e integrados) Eco argumentó que lo que determina la pertenencia a la “cultura popular” (y lo que diferencia filosóficamente hablando a Superman, Sherlock Holmes y Drácula de, por ejemplo, Ulises, Robin Hood o Caperucita Roja) es la pertenencia a un “tiempo onírico”, a un “espacio del sueño”: un tiempo-espacio del inconsciente donde el crecimiento, la madurez, la muerte (y por tanto la vida) han sido abolidos, y donde un único suceso se repite una y otra vez en un ciclo que durará hasta el fin de la eternidad.

Un poco antes de Eco, tipos como Picasso, Joyce o Einstein crearon (cada uno de ellos con sus aportaciones en sus respectivos campos) el concepto de post-modernidad: una perspectiva acerca del mundo donde la perspectiva monolítica y totalizadora se dejaba de lado para dar paso a una cosmovisión donde cabían todas las cosmovisiones a la vez.

El auge de los totalitarismos (de forma paradójica, idealistas románticos en un nivel filosófico y materialistas realistas en un nivel político, pero en cualquier caso la articulación definitiva del monolito mental) demostró que la post-modernidad no tenía cabida en el mundo material. De modo que las ideas progresistas que la post-modernidad había traído consigo se trasladaron a pastos más verdes, con frecuencia sin que nadie fuera del todo consciente de ello (con la excepción, claro, de Umberto Eco y quizás de Will Eisner): las historietas, las películas y las novelas baratas.

Kurt Busiek no ha sido el primero ni el último ni tampoco el mejor escritor que ha utilizado técnicas post-modernas en los cómics de superhéroes (en anteriores entregas habíamos establecido también que Busiek tiene importantes limitaciones al construir diálogos y situaciones cotidianas creíbles, limitaciones impuestas en parte por su pertenencia a una clase cultural muy alejada de las calles filosóficas que pretende representar fielmente). Pero sí que ha sido el primero (o por lo menos el mejor) en aplicar técnicas post-modernas al tiempo que abolía el “tiempo-espacio” onírico. Y todo ello sin olvidarse de adoptar el punto de vista en el que podía sentirse más cómodo: el clasicismo.

Mark Waid sigue en Kingdom Come la misma línea filosófica que Kurt Busiek en Astro City.

Estas últimas frases son quizás demasiado pedantes, y no expresan con claridad lo que Busiek consigue en esta serie. Por expresarlo claramente, Busiek fabrica mitos. Convierte a un puñado de despojos de papel criaturas diseñadas para habitar la auténtica eternidad.

Sus motivos están claros. Busiek ama a esos despojos, y su erudición respecto a ellos es total. Es en el como donde reside la importancia, la belleza y la grandeza de Busiek. Y ese como es legado. Es muerte. Es leyenda. Son todas las cosas que transcurren entre medias.

Es la flecha que marca el lugar donde reposa Robin Hood.



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