Javier Vázquez Delgado recomienda: Ed, el payaso feliz

Edición original: Ed the Happy Clown (editado por Drawn & Quarterly)
Edición nacional/ España: Ediciones La Cúpula
Guion: Chester Brown
Dibujo: Chester Brown
Formato: Rústica; 268 páginas en blanco y negro
Precio: 22,50€

¡Bendita juventud! Es lo primero que uno podría decir al acabar de leer Ed, el payaso feliz. Este cómic es un canto a la libertad creativa más allá de todo estilo y método, y es que un primigenio Chester Brown desarrollaba aquí su primera historia larga sin estar atado a nada, y sin ideas preconcebidas y cerradas. Y todo esto es fruto ni más ni menos que de la locura e inexperiencia propia de un autor que juega ante todo con las múltiples posibilidades del medio y que todavía no ha encontrado su propia voz como artista. Así pues, este Chester Brown primerizo dista mucho del posterior, un autor muy centrado y documentado, obsesivo, y con un estilo narrativo y gráfico muy definido.

Ed, el payaso feliz no es un cómic para todo el mundo ya que sus niveles de surrealismo y escatología, su caótica narrativa, y el estar razonablemente alejado (sobre todo a nivel temático, aunque sí que aparecen tanto la figura de su madre, en una anécdota autobiográfica, como el elemento religioso. Ambos serán una constante en posteriores cómics) del resto de su obra, podría echar para atrás a más de uno. Esto es comprensible, pero les recomiendo que se acerquen a este cómic único porque les va a sorprender. Por un lado, no habrán leído nunca nada igual; por otro, ver cómo se forma Chester Brown como artista no tiene precio. Y es que estoy hablando de uno de las figuras más importantes del cómic mundial de los últimos 30 años.

Es muy destacable que pese a los típicos tics de obra primeriza y de artista juvenil, vemos ya (desde temprana edad) que el potencial de Chester Brown como historietista es infinito. Como he comentado antes, la narración es caótica en tanto que ni siquiera estaba planteada como una obra larga, puesto que comienza el cómic con una serie de historias cortas que tienen como nexo en común a la figura del payaso Ed. A lo largo de las páginas, aparecerán los primeros episodios que irán cambiando de extensión y que, a su vez, el propio Chester Brown irá cambiando de estilo gráfico, e incluso de composición de página (variando el número fijo de viñetas por página). Todas estas modificaciones sobre la marcha, impropios en su obra posterior, confieren al cómic una sensación de estar vivo más allá de los lápices del propio creador. Es decir, la falta de homogeneidad no le sienta mal al tebeo, sino todo lo contrario, ya que podemos sentir cómo se ha ido creando paso a paso.

Sorprende también que pese a su pereza a la hora de dibujar que se plasma en cierta dejadez en gran parte de la obra, su habilidad a los lápices es incuestionable. Dicho de otra manera, Chester Brown desde muy joven apuntaba maneras a excelente dibujante. El encuentro con su colega y posterior amigo, Seth, hizo que gracias a éste se esforzara en dibujar mejor. El Chester Brown de los 80, y así podrán ustedes corroborarlo si leen El hombrecito, era un dibujante demasiado vago para el nivel que tenía. El contacto con Seth le abrió nuevos horizontes de cara a ser mejor artista gráfico, y esto no deja de resultar irónico, puesto que el propio Seth lo considera como el mejor dibujante de Canadá de las últimas décadas.

Todo es posible en Ed, el payaso feliz; un cómic que me recuerda a los primeros trabajos de Daniel Clowes (que fueron posteriores a este tebeo), en los que la locura era la reina de la fiesta. Vampiresas que regresan de la muerte; un pene con la cara de Ronald Reagan; toneladas de excremento humano; una realidad paralela… Como podrán ver, originalidad y riesgo tienen una cita en este cómic. Lo más gracioso que es que el pene con la cara de Ronald Reagan no se parece en nada al fallecido expresidente de Estados Unidos, y tampoco su mujer, Nancy. Esto es debido a que, a diferencia del Chester Brown posterior, el autor no se documentó para nada a la hora de crear este cómic. En sucesivas obras, el nivel de documentación y bibliografía empleado por parte de Chester Brown fue enorme. Destaca, sobre todo, su profundo trabajo de investigación a la hora de tratar un tema; véanse como ejemplos Pagando por ello. Memorias de un putero, Louis Riel. Un cómic biográfico (obra cumbre de su carrera y que jamás me canso de recomendar) o María lloró a los pies de Jesús, cómic del que les hablaré en breve.

Ed, el payaso feliz tuvo una curiosa e importante vida editorial que se desarrolló en gran parte durante la década de los 80. Empezó en la autopublicación Yummy Fur creada por el propio Chester Brown. De ahí saltó a la editorial Vortex Comics, gracias a su editor Bill Marks. Chester Brown, un hombre especialmente agradecido con la gente que ha ido conociendo a lo largo de su vida, confiesa que este editor siempre se portó bien con él, aunque no todo el mundo podía decir lo mismo. Y finalmente recayó en manos de la maravillosa editorial canadiense Drawn & Quarterly. Como es ya algo habitual en este autor, Ed, el payaso feliz ha tenido 3 ediciones diferentes. La edición en la que se basa esta reseña es la última publicada por La Cúpula en España de 2017 que recoge la edición final de este cómic editado por Drawn & Quarterly en 2012, que es la que tiene más páginas, más notas finales y la historia alternativa “La puerta”. Es decir, la mejor edición de todas.

No he tenido el placer de conocer a Chester Brown en persona, pero tengo la sensación de que es un buen tipo. Como he comentado antes, es muy agradecido y no suele olvidarse de las personas que le han ido ayudando a lo largo de su vida y carrera profesional. Además de esto, como suele ser marca de la casa, el cómic viene con unas extensas notas finales (y una fotografía de la época en la que creaba este tebeo) en las que, pese a la apariencia de persona reservada y tímida, se muestra muy cercano y nos da una información excepcional tanto a nivel personal como a nivel del proceso de creación del cómic en cuestión. Todo lo que cuenta en estas páginas siempre resulta muy ameno, natural y sincero. De hecho, si alguien quisiera escribir una biografía sobre Chester Brown, el primer sitio al que tendría que investigar sería precisamente aquí: en el epílogo de cada uno de sus cómics.

En estas notas Chester Brown hace un repaso a los problemas de censura y editoriales que tuvo con este cómic; la importancia de una reseña favorable en un autor primerizo (gracias a una crítica positiva a mediados de los 80 de The Comics Journal su carrera tuvo un pequeño espaldarazo que hizo posible que pudiera seguir creciendo como artista); los consejos de su entorno (su exnovia Kris, a la que dedica el cómic, Seth…); la influencia de la obra de Julie Doucet y del genial Joe Matt para decantarse por lo autobiográfico; el deseo de convertir a Ed en un personaje regular y eje de su obra como Tintín lo fue de Hergé y Annie de Harold Gray (dos autores de referencia para su trazo en tebeos posteriores); sus constantes tributos a la Marvel de los 70 (editorial a la que le hubiera gustado trabajar cuando era muy joven)… La variedad y calidad de temas que abarcan sus notas finales nunca defrauda, y como he dicho en más de una ocasión casi, casi me gustan más que el cómic en sí mismo.

Chester Brown es un artista único y siempre es un motivo de celebración acercarse a una obra suya. Sé que puede chocar a más de uno este Ed, el payaso feliz, pero más allá de ciertas estridencias, nunca está de más leer algo nuevo o viejo de tan genial autor.



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