Javier Vázquez Delgado recomienda: ¡Pussey!

Edición original: Pussey! (editado por Fantagraphics Books)
Edición nacional/ España: Ediciones La Cúpula
Guion: Daniel Clowes
Dibujo: Daniel Clowes
Formato: Rústica; 64 páginas a blanco y negro
Precio: 10,00€

Por regla general se suele hablar del término “obra menor” a aquellos títulos que, o bien no están a la altura del resto de trabajos artísticos de un autor en cuestión, o bien estos han quedado relegados a la sombra de otros más populares. Esto último es precisamente lo que le pasa a ¡Pussey!, ya que salió publicada en 1995 entre Como un guante de seda forjado en hierro (1993) y Ghost World (1997), dos de las obras claves dentro de la bibliografría de Daniel Clowes. He de confesarles que en más de una ocasión me gusta reivindicar obras menores, y no voy a hacer una excepción con ¡Pussey!, puesto que, no solo me encanta, sino que me parece un tebeo injustamente olvidado en detrimento de otros cómics como David Boring, Ice Haven o los dos ya mencionados con anterioridad.

¡Pussey!
se publicó originariamente en la mítica cabecera Eightball (creada por el propio Clowes) desde 1989 hasta 1994 mediante la serialización de 8 relatos cortos. Al año siguiente, Fantagraphics Books reunió y editó todos esos relatos en un solo tomo. La presente edición que recoge La Cúpula se basa en la versión de 2006 en la que el propio Clowes se encarga de ampliar la obra con un relato corto más a modo de introducción. Es la visión del autor más de una década después y de su relación con el personaje de Dan Pussey.

Pese a ser una brutal y muy divertida sátira sobre la industria del cómic, ¡Pussey! es también un tebeo muy personal. No es casualidad que el nombre del protagonista sea Dan, al igual que el nombre de Clowes, y que ambos crecieran con superhéroes y anhelaran dibujarlos. De hecho, una vez acabado su paso por la escuela de arte, Clowes consideró que su vida profesional como dibujante se limitaría a entintar a determinado personaje de Marvel o DC y ya está. Así sería su trabajo durante décadas; en cambio, decidió apostar por su proyecto personal y le salió bien la jugada. Clowes pudo haber sido Pussey, pero las circunstancias al final hicieron que esto no sucediera. Cuando Clowes creó al personaje, lo despreciaba, pero con el paso del tiempo, y como podemos ver en la introducción, hay más de Clowes en Pussey de lo que él quería ver/reconocer en primera instancia, y ahora es consciente de lo pobre y desgraciado que es su creación, no tan lejana de una posible versión de sí mismo.

Dan Pussey es un ser patético, limitado, con todo un pack completo de taras sociales, pero aún así, es entrañable. Clowes consigue lo que Noah Van Sciver no era capaz en Fante Bukowski, la de crear un personaje negativo, ensañarse con él mediante la sátira, pero que al mismo tiempo nos pareciera humano, y le cogiéramos cariño. Ahí está la diferencia entre hacer un buen tebeo, y hacer una genialidad. Posiblemente, sea el cómic más divertido y con el que más me reído de todos los que ha hecho Clowes, y eso que, como suelo decir, por muy grande que sea la tragedia que quiere contarnos el autor, la comedia siempre está presente.

A lo largo de sus páginas y de sus capítulos, Clowes destroza desde dentro el entramando del cómic mainstream. Y lo hace con un envidiable conocimiento y sentido del humor. La sátira para que sea efectiva y creíble debe de hacerse con pulso firme y sin titubear; es decir, si hay que llevarse a algo o a alguien por delante, se lleva (en sentido figurado, se entiende). En ese aspecto, Clowes no tiene reparos en destruir mitos y figuras, y no solo se queda en lo mainstream, puesto que el cómic Underground, la prensa especializada, el arte y las galerías de arte… también reciben lo suyo.

Dan Pussey es Daniel Clowes, pero no es la única figura del mundo del cómic que es representada en este tebeo. Así pues, el Doctor Infinity es Stan Lee; demoledora sátira sobre “Stan the Man” que puede no hacerles gracia a sus fans más incondicionales pero que sirve como vehículo perfecto para mostrar las vicisitudes del medio y hacer un recorrido histórico del mismo. En este sentido, vemos los problemas que tuvieron Jerry Siegel y Joe Shuster con DC y su Superman en los 30; el comportamiento de William Gaines de EC (editorial que influyó mucho a Clowes; sobre todo, el trabajo de Wally Wood) con sus artistas durante la caza de brujas de McCarthy en los 50; o al propio Stan Lee en acción en los 60. Otras personalidades del noveno arte que salen son: Art Spiegelman como Gummo Bubbleman; Jaime y Beto Hernández como los hermanos Larosa y el señor Airado como Gary Groth, editor de Fantagraphics. Tanto Spielgeman como Groth no salen muy bien parados.

El ascenso y posterior caída (ambas de forma fulgurante) de Pussey dentro de la industria de los cómics, relegado al olvido por culpa de una nueva y más joven figura (pierde su puesto por un chaval de 17 años), culmina 35 años después con la muerte en soledad y en el mayor de los anonimatos de tan sufrido personaje. Clowes no tiene piedad con él y se muestra muy cruel, pero con la introducción de 2006 se saca una espinita, puesto que la cultura de masas ha degenerado tanto que al final ésta se ha convertido en un calco de los cuestionables gustos de Pussey. De este modo, y en un giro de guion que aparece sorpresivamente al principio y que cambia radicalmente el final del cómic, Pussey sale triunfante y victorioso, aunque que esto suceda no es precisamente un buen indicativo.

Siempre que se habla de Clowes no se suele mencionar a ¡Pussey! Sinceramente, ya va siendo hora de que esto cambie. A veces, hay obras menores que se disfrutan tanto o más como aquellas que han corrido mejor suerte a la hora del reconocimiento, y este tebeo es, sin duda, una de esas obras.



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