Javier Vázquez Delgado recomienda: Reseñas DC – Joker Killer Smile #01

Edición original: Joker Killer Smile #01.
Guión: Jeff Lemire.
Dibujo: Andrea Sorrentino.
Entintado:Andrea Sorrentino.
Color: Jordie Bellaire.
Formato: 32 páginas, color.
Precio: 5,99 $.

La combinación de un guionista como Jeff Lemire, el sello Black Label, la oportuna publicación de una obra con Joker como protagonista y las singulares condiciones ambientales del momento alrededor del personaje, hacen de esta obra algo especial dentro del maremoto de publicaciones que cada mes devoran los bolsillos de los lectores. Y es especial por su propia idiosincrasia, su oportunismo (que debe ser entendido de forma positiva) y ser, además, un espacio libre para el lucimiento de un equipo creativo, capitaneado por Lemire, al que se le une Andrea Sorrentino, a la hora de adentrarse en la enésima historia de perfil psicológico de Joker.

Y, sin embargo, aun partiendo de esto, dónde el equipo creativo que se enfrenta a una historia que suena a manida, el resultado de este primer número es particularmente interesante. Y es que, desde ciertas estructuras argumentales e ideas ya vistas con anterioridad, se puede lograr construir algo que, entre sus sabores ya reconocibles, existan nuevos matices que permitan el disfrute de la obra.

Joker Killer Smile se centra en la figura de Joker como protagonista, pero vira constantemente a la de un terapeuta, un doctor, cuyo objetivo es adentrarse en el páramo mental de Joker con la intención de curarlo. Sobre esta premisa, Lemire, se centra en como Joker puede influir sobre la realidad mental de todos aquellos que se acercan a su persona con intención de elaborar un perfil psicológico fiable y perdurable de una mente que desafía a la inteligencia y a la misma locura.

El guionista de Black Hammer, no duda en acercase a obras tan relevantes como El Silencio de los Corderos, a la hora de abordar su trabajo, mirando sin descaro a la serie de televisión, Mindhunter, así como la película de Nolan, El Caballero Oscuro. Son fuentes a las que el lector se ve irremediablemente atraído a media que va profundizando en la obra. Su influencia es patente, pues tampoco Lemire busca esconderse en este sentido, dejando que sean el andamio sobre el que poder sustentar los primeros pasos de su historia alrededor de Joker.

Si hay algo que caracteriza a Joker es su tremenda plasticidad como personaje. Lemire no es menos que Azzarello, Snyder, King, Morrison, Moore o Finger y se diseña a su Joker de tal forma que siendo algo distinto es fiel a la esencia pura del mismo. Gracias a ello este Joker resulta perturbador en sus declaraciones, inquietante en sus comentarios, frío e inteligente en sus explicaciones y despiadado, libre de empatía, de una inteligencia cortante que estremece. Una foto fija de Joker a la que Lemire llega haciendo uso de todos sus recursos, de esos que le caracterizan, con un tempo narrativo pausado, pero absolutamente calculado, con el que ir trazando las líneas de lo que se antoja el primer paso de un camino sin paradas a la locura.

La propuesta se despliega bajo el prisma del contrapunto emocional, enfrentando la visión de la muerte como algo intrínsicamente ligado a la belleza, en una desconstrucción de dichos conceptos como algo plenamente subjetivo. Esa subversiva idea, que subyace en todo este primer número, se traslada a las diferentes facetas de la vida del doctor que de forma consciente quiere caminar sobre una fina capa de hielo resbaladizo y quebradizo. Y es ahí donde Lemire difiere su discurso respecto a las obras en las que se inspira, encontrando su propio espacio al que constriñe dentro de un apretado nudo gordiano.

El trabajo del escritor de Gideon Falls destila melancolía y soledad, algo adscrito al escritor, pero se ve, además, aderezado con una espesa capa de maldad que se filtra de forma sibilina a largo de la lectura. El principio de un viaje a los infiernos de la mente.

Lemire une fuerzas con un dibujante al que conoce bien, Andrea Sorrentino, pues han colaborado en Green Arrow y en el Viejo Logan, que peca de las mismas virtudes y defectos que en anteriores ocasiones, pero que se amolda a la perfección al tono y estilo que Lemire persigue para la historia. Sorrentino se muestra estático, limitado en composición y expresividad, pero despunta en narrativa dentro de las más que evidentes restricciones que plantea la trama escrita por Lemire. Por tanto, el dibujante acaba por ser el ideal para el proyecto, pero sin destacar en nada, algo que favorece a que el guion sea el que se muestre más descarnado y visceral, debido a lo funcional del trabajo de Sorrentino.

Un trabajo que sienta las bases de algo mayor, que invita a querer entrar en la historia y a saber más de lo que es capaz este Joker tan personal y a la vez tan de todos, que ha logrado perfilar Lemire.



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