Javier Vázquez Delgado recomienda: Clásicos DC: Batman de Jim Starlin
Era una tarea difícil concebir mi participación en esta edición de Clásicos DC ya que es una compañía con un gran repertorio de grandes obras y no fue tarea fácil decantarme entre muchas de ellas, sin embargo, siempre había querido escribir sobre el Batman de Jim Starlin, que siempre he tenido la impresión de que ha pasado desapercibido como uno de los guionistas más importantes de la trayectoria de Batman.
Jim Starlin (Detroit, Michigan, 1949) vio crecer su interés por el mundo de las viñetas cuando sirvió en la Guerra del Vietnam desde muy joven como fotógrafo de aviación. Tendría su oportunidad cuando entró en Marvel Comics en 1972 de mano de los editores Roy Thomas y John Romita, que se mostraron atraídos por sus cualidades como dibujante. Allí colaboraría en la serie regular de Iron Man donde crearía a dos personajes que ya había concebido antes de ingresar en las filas de la editorial: Drax el Destructor y, por encima de todos, Thanos, el Titán Loco, que se acabaría consagrando a día de hoy como el mayor antagonista del género del cine de superhéroes encarnado por el actor Josh Brolin. Starlin también tenía interés por escribir guiones y pudo hacerlo cuando se ocupó de la serie regular del Capitán Marvel y posteriormente de la de Adam Warlock, un personaje creado por Stan Lee y Jack Kirby en la colección regular de Thor que sería posteriormente reimaginado como una especie de Jesúcristo galáctico. También sería co-creador, junto a Doug Moench, de Shang-Chi, el estandarte de la explotation de las artes marciales en la editorial junto a Puño de Hierro.
En los años 80 entraría a trabajar en DC Comics, donde hasta el título objetivo de este artículo, su labor más destacada fue la creación junto a Len Wein de Mongul, el señor de Mundoguerra, que pasaría a la fama especialmente por Superman Annual #11, El hombre que lo tenía todo, que supuso la primera colaboración de Alan Moore y Dave Gibbons antes de hacer Watchmen.
Al igual que otros autores como Frank Miller, Starlin repudió fuertemente el libro del terapeuta alemán Frederic Wertham “La seducción del inocente” y lamentó la censura que sufrieron los tebeos de la época. Si bien el escritor en Marvel principalmente se dedicó a crear una inmensa saga de ciencia ficción cósmica con unos héroes y un villano principal, Thanos, bien definidos, en su etapa en DC y más concretamente en Batman donde decidió ceñirse a un ambiente urbano, Starlin se centraría en realizar un controvertido análisis político dividido en tres actos: Las 10 Noches de la Bestia, Una Muerte en la Familia y La Secta.
En su utilización del Caballero Oscuro, Starlin puso al héroe frente a frente con los “principales enemigos de América” por aquella época: Irán y en especial la Unión Soviética por el contexto de la Guerra Fría, término referido al tenso clima entre ambos países por ser la primera superpotencia del planeta. De hecho creo a un villano para la ocasión que perduraría hasta la actualidad llegando hasta tener un papel destacado en la etapa del Batman de Tom King: Anatoly Knyazev, la KGB Bestia.
Este antagonista nace del aumento de poder de una facción extremista del Gobierno Ruso, “El Martillo”, que pretende que la Guerra Fría pase a ser ya un conflicto armado contra los Estados Unidos. Knyazev tendría como objetivo acabar con nueve personas claves de la Iniciativa de Defensa Americana creada por Ronald Reagan en 1983, iniciativa que tendría el famoso nombre de “Programa Star Wars”, cuya finalidad se centraba en defender al país de amenazas externas (principalmente a los países a los que se hace referencia en este artículo). La KGBestia destaca por tener el mismo perfil que el otro gran villano nuevo al que luego se hará referencia, el Diácono Blackfire: enemigos casi imparables y que ponen en jaque al héroe hasta casi el último minuto. A mayores contaría con la ayuda de un terrorista chiita, lo que haciendo un repaso a números posteriores da que pensar si Starlin tenía algún particular interés por el islam.
Aquí Batman toma una medida extrema que llegó a sorprender en su momento a los lectores que habían adquirido el cómic en su momento: debido a que por las leyes de cada país, Knyzaev sería extraditado a Rusia, donde se lo consideraría un mártir de la por lo tanto decide encerrarlo con llave en un túnel y olvidarse de él hasta morir. Marv Wolfman y George Pérez solventaron este error en Batman: Año Tres con un Bruce Wayne que reconocería ante Nighwting que acabaría llamando a la policía al ser incapaz de soportar el cargo de conciencia.
Hay que mencionar la excelente labor de Jim Aparo a los lápices. Puede que no contase con la espectacularidad del dibujo de muchos de sus colegas de profesión (hay que recordar que Todd McFarlane, Rob Liefeld y Jim Lee ya campaban a sus anchas en Marvel) pero siempre ofrece buenos resultados, cumple con las fechas de entrega y en esta etapa deja constancia de un par de momentos memorables.
Jim Starlin tenía un arco argumental concebido para Batman pero debido a su contenido explícito en lo referente a violencia no tenía cabida en cualquiera de las series regulares del personaje (se podría decir que este fue un proyecto para DC Black Label en el pasado). Jim Aparo no participa en el arte de este proyecto, sino Bernie Wrighston, creador de La Cosa del Pantano y uno de los grandes maestros del género de terror en los cómics.
En una Gotham con un número creciente de sin techo, aparece de repente la enigmática figura del Diácono Blackfire, un carismático reverendo que incita a los indigentes a unirse a él y a tomar la ciudad por la fuerza. Se puede decir que con la figura de Blackfire, Starlin emite una crítica a la religión o más bien al uso distorsionado que le dan algunos predicadores, que aprovechan su posición privilegiada al dirigirse a un elevado número de personas para transmitir mensajes cargados de odio con tintes homófobos, xenófobos, etc… y en particular como han anhelado poder desde tiempos ancestrales. En su cruzada mueren muchísimas personas inocentes y Batman es sometido a una tortura para intentar ser doblegado y ceder ante los “poderes” de Blackfire. En general, Starlin pretende criticar aquí el “poder adoctrinador” de gente con influencia de cara al gran público: políticos, personalidades religiosas… para aprovecharse de colectivos en situación desfavorable y utilizarlos para sus propios fines.
El trazo de Wrighston, por su parte, no tiene ningún límite y recrea escenas escalofriantes y con una crudeza abundante en lo referente a la violencia. Pocos cómics de Batman he visto que se mostrase tal cantidad de hemoglobina. En general, es el mejor trabajo del guionista con Batman y es una obra redonda en su conjunto que, sin embargo, se le puede achacar una cierta falta de originalidad al “apropiarse” del recurso de los cuadros con especiales informativos que usó Frank Miller justo un año antes con El Regreso del Caballero Oscuro, pero que, sin embargo, no están de más ya que se centran en analizar la situación de Gotham ante el asedio más que en repasar los pasos de Batman y hay que poner especial enfoque en las entrevistas a plena calle con los gothamitas, donde el guionista muestra debates como la cuestión en torno a la implantación de la pena de muerte.
En Zona Negativa se hizo una edición de Aniversarios DC hace justo un año de Una Muerte en la Familia con motivo de su trigésimo aniversario y del impacto que tuvo esta historia en la trayectoria de Batman. Sin embargo sería innegable comentarla teniendo en cuenta que fue el momento más importante del trayecto no solo en la etapa de Jim Starlin en el personaje, sino también una de los más relevantes de toda su carrera.
Para contextualizar, en una de las entrevistas posteriores a la publicación de esta saga el por entonces editor y uno de los mayores conocedores del Hombre Murciélago, Dennis O´Neil, agradecía al guionista que hubiese acabado con la vida de Jason Todd. El público odiaba al personaje ya que nunca olvidó a DIck Grayson y sus pataletas infantiles no ayudaban a que su reputación mejorase así que DC Comics decidió jugarsela todo a una carta: una votación telefónica donde los fans decidirían si el personaje vive o muere y la parca fue la verdadera vencedora de la encuesta.
Así comenzaba este arco argumental donde unos Batman y Robin perseguían de cerca al Joker por todo el globo sedientos de venganza por lo que le había hecho hace nada a los Gordon en La Broma Asesina de Alan Moore y Brian Bolland, a la par que también sacaba a los héroes de su zona de confort en Gotham. Esta búsqueda además venía impulsada por los indicios que iba encontrando poco a poco Jason sobre el paradero de su madre. Aquí el guionista vuelve a utilizar a terroristas islámicos como villanos, siguiendo la línea de Las 10 Noches de la Bestia. Sin embargo, una vez encontrada, el Payaso Príncipe del Crimen propinaría una brutal paliza al ayudante de Batman con una palanca en una escena ya inmortalizada por JIm Aparo para luego reventar el edificio donde estaban él y su progenitora con una bomba. Posiblemente este asesinato fuese el equivalente de la muerte de Gwen Stacy para DC, en tanto de que si bien ahí se había cruzado una línea al acabar con la vida del héroe, pasó lo mismo aquí con la muerte de Jason Todd, que no solo era el ayudante del héroe sino también menor de edad. Puede que sea una historia con irregularidades en su guión pero se convirtió en uno de los mayores bestsellers de la editorial durante muchos años y su impacto perdura hasta hoy.
La tragedia vuelve a aflorar el lado extremo del Caballero Oscuro que está dispuesto a matar a su eterno enemigo por lo que ha hecho pese a los intentos de Superman por tranquilizarlo. Para colmo de males y en una de las escenas más extravagantes del cómic superhéroico, el mismísimo ayatollah Jomeini le ofrece al Joker ser el Embajador de Irán en la ONU (con la intención de que mate a los altos cargos de otros países en el próximo congreso). Posiblemente este sea el actor más controvertido de Starlin en toda su carrera: al fin y al cabo no muchas naciones le ofrecen directamente un importante cargo público a un asesino en serie que justo acaba de matar a un niño hace escasas horas. Las malas lenguas cuentan que el escritor estaba negociando ya su vuelta a Marvel y quería que DC le despidiese directamente en vez de tener que esperar a que expirase su contrato, de ahí este tremendo golpe de efecto y más cuando la situación entre el país de Oriente Medio y Estados Unidos aún estaba caliente después de que hace algunos años tuviese lugar la crisis de los rehenes cuando varios estudiantes iraníes tomaron como rehenes a 66 diplomáticos norteamericanos entre los años 1979 y 1981. Este suceso fue recreado en una película protagonizada y dirigida por un alguien que ha llevado el manto de Batman en la pantalla grande, Ben Affleck, en el año 2012 con Argo.
Y este ha sido el paso de Jim Starlin en Batman. Poco más de un año donde ha concebido historias con fuerte carga política y social y ha llevado al Caballero Oscuro al límite. Puede que su trabajo en Marvel sea lo que más perdure en la mente de los aficionados al cómic y más con el gran éxito que han tenido Vengadores: Infinity War y Endgame pero, sin lugar a dudas, el escritor ha dejado una huella indeleble en la historia del Hombre Murciélago como su labor más memorable en DC.
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