Javier Vázquez Delgado recomienda: Clase Letal 4: Muere por mí

Edición original: Deadly Class #’s 17-21 USA, Image Comics.
Edición nacional/ España: Norma Editorial.
Guion: Rick Remender.
Dibujo: Wes Craig.
Color: Jordan Boyd.
Formato: Rústica.
Precio: 16,50 €.

Matad a las ratas.

¿Podemos cambiar nuestro destino? No hablo de ese destino solemne y épico del que acostumbramos a ver en el arte, sino del destino mundano. El destino de los parias, de los marginados, de los mediocres. El sino de los que crecen en barrios peligrosos o en familias problemáticas, con padres alcohólicos, o drogadictos, o sencillamente pobres. ¿Puede una niña criada entre palizas vivir al margen de la violencia? ¿Puede un niño criado entre botellas vivir al margen de la autodestrucción? Vendemos la fantasía de que sí, de que aquel que se esfuerza y se lo propone será capaz de llevar una vida recta, sacarse los estudios, encontrar un buen trabajo, porque vivimos en un mundo de oportunidades, pero a la vez que vendemos eso mantenemos la distancia con ellos. Porque el fruto nunca cae lejos del árbol, y nadie quiere arriesgarse con la hija del ratero y el hijo de la puta. Sí, todos les culparemos por sus decisiones, les reclamaremos no haber hecho lo correcto, pero cuando alguno intente escapar de su destino lo rechazaremos, lo ignoraremos y lo devolveremos a su camino de baldosas grises. Lo devolveremos al mundo de los parias, donde podamos tenerlo bien aislado y controlado. Porque de una familia de ladrones solo pueden salir ladrones. Porque de una familia de asesinos solo pueden salir asesinos.

Continuamos con nuestra cobertura de Clase Letal, la serie donde los cotilleos del instituto son quién ha matado a quién, y lo hacemos alcanzando su cuarto volumen, titulado Muere por mí. Un volumen apasionante que solo podría definir como una brutal descarga eléctrica, desde su primera hasta su última viñeta, y que consigue de nuevo revalidar el estatus de obra maestra en publicación para esta serie.

El tomo anterior nos dejó con un discurso final del maestro Lin que daba el pistoletazo de salida a unos exámenes finales que harían palidecer a mis exámenes de teleco. A lo largo de la historia, comenzando por el mismísimo protagonista, hemos visto cómo King’s Dominion no solo permitía matricularse a los hijos de toda clase de facciones criminales a lo largo y ancho del mundo, sino que también acogía gratuitamente a jóvenes huérfanos y sin medios, conocidos como ratas. Ahora, como ritual de graduación de primer año, los alumnos de pleno derecho deberán asesinar a todas las ratas posibles durante un día, mientras estas tratan de sobrevivir. Aquellos que superen esas horas con vida pasarán al siguiente curso. Para que luego digan que el MIR es difícil.

Empezaré con la explicación corta: este tomo es una brutalidad. Hasta este momento la serie ha sabido alternar en sus arcos magníficas escenas de acción con el desarrollo necesario para sumergirnos en los personajes y en este pequeño submundo que es King’s Dominion. Rick Remender ha sabido darnos una historia elaborada y detallada plagada de personajes tridimensionales y una trama fascinante que servía a la vez como una deconstrucción maravillosa sobre la adolescencia y sus conflictos e inseguridades. Pero el guionista de Los Angeles también ha venido aquí a divertirse y a dejarnos claro que su serie no tiene la palabra “letal” por nada. Remender se remanga en este tomo y aprieta el acelerador hasta dejarnos con los pelos revueltos, en una vorágine brutal de violencia y giros despiadados que no deja absolutamente a nadie con cabeza. Los villanos serán más villanos, descubriremos a Shabnam en todo su esplendor y temeremos a Viktor más que nunca. Es un tomo que solo se puede devorar, con un ritmo endiablado de principio a fin que te hace llevarte las manos a la cabeza por cómo el guionista salta de un punto a otro sin red de seguridad, dando el cien por cien con cada nuevo salto. Nada es predecible y nada se puede dar por sentado en Clase Letal, y si alguno no lo tenía ya claro, lo aprenderá por las malas con este número.

Y sin embargo, a pesar del frenesí que impera en casi todo el recorrido, Remender es capaz de seguir profundizando en sus personajes, en sus relaciones y en sus miserias. Conoceremos la infancia y orígenes de algunos personajes secundarios, y con ello el guionista de Ciencia Oscura nos lleva de la mano a una triste reflexión: ¿qué vida iban a poder conocer esos chicos sino esa, con las cadenas y las cicatrices que arrastran todos ellos? Esta es la serie de los delincuentes y los marginados, la serie con la que Remender pretende que empaticemos con aquellos por los que nos cambiaríamos de acera si nos los encontráramos por la calle.

¿Y el dibujo? ¿Acaso hace falta preguntarlo? Hemos dicho que este tomo es fundamentalmente acción desenfrenada, y se me ocurren pocos dibujantes con un mejor sentido del ritmo para la acción que Wes Craig. Es alucinante la capacidad que tiene este artista para imprimir energía cinética a sus viñetas, para hacer que oigas las balas silbando a tu alrededor y las katanas cortando el aire, que los puñetazos duelan y la sangre salpique. Aunque destacar solo esto sería injusto, porque el canadiense tiene un don para transmitir sea cual sea el tono de la trama en cada momento. Simplemente por poner un ejemplo, fijaos en esta escena.

Solo con el diálogo lo amenazante de Lin ya sería palpable, pero Craig consigue transmitirnos verdadero miedo tan solo con un zoom y un sombreado tosco in crescendo, a la vez que nos muestra el miedo de los dos estudiantes al hacer que se inclinen y se deformen ante la amenaza que tienen delante.

Cabe destacar también que en este tomo sufrimos un cambio de colorista, pasando de Lee Loughridge a Jordan Boyd. Personalmente he disfrutado mucho de la labor del primero en los tres primeros tomos, pero tenemos la fortuna de que el nuevo encargado del color le dé continuidad a la identidad gráfica que ha tenido la serie hasta ahora. En ciertos momentos he notado que Boyd quizás use más tonos distintos que Loughridge , que utilizaba paletas muy cortas, pero consigue adaptarse perfectamente al estilo que veníamos teniendo y que tan bien le sienta al dibujo de Craig.

Así que la vida sigue igual: otro tomo de Clase Letal, otro tomo que os recomiendo encarecidamente. Muere por mí es sin duda alguna el más salvaje de los arcos que llevamos por el momento, y os tendrá con las uñas clavadas a las solapas hasta la última página, que una vez más nos deja desesperados por continuar con el siguiente número de la colección. No os lo perdáis.



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