Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNCine – Star Wars Episodio IX: El ascenso de Skywalker. La redacción opina
Dirección: J.J. Abrams.
Guion: J.J. Abrams, Chris Terrio.
Música: John Williams.
Fotografía: Daniel Mindel.
Reparto: Daisy Ridley, Adam Driver, John Boyega, Oscar Isaac, Domhnall Gleeson, Kelly Marie Tran, Joonas Suotamo, Ian McDiarmid, Carrie Fisher, Keri Russell, Billie Lourd, Lupita Nyong’o, Naomi Ackie, Richard E. Grant, Billy Dee Williams, Anthony Daniels, Dominic Monaghan, Mark Hamill, Matt Smith.
Duración: 155 minutos.
Productora: Lucasfilm, Bad Robot, Walt Disney Pictures.
Nacionalidad: Estados Unidos.
“Nadie se va realmente”.
Star Wars siempre ha sido una saga que ha dividido a sus aficionados, cada nueva entrega siempre ha venido acompañada de una polarización en las opiniones e impresiones de sus espectadores. Es una tradición que se ha mantenido desde el estreno en 1983 de El retorno del Jedi. No iba ser menos con la nueva entrega de la franquicia que además pretende ser la conclusión -y nosotros nos lo creemos- a la saga galáctica creada por George Lucas y, más en concreto, al legado de los Skywalker después de más de cuatro décadas siendo el centro de los acontecimientos de estas películas. El ascenso de Skywalker es la novena producción de la saga y J.J. Abrams ha vuelto a ella después de su paso por el El despertar de la Fuerza para reconducir -según dicen las malas lenguas- las decisiones tomadas por Rian Johnson en Los últimos jedi. Nuestro compañero Sergio Fernández ya compartió su crítica de El ascenso de Skywalker, ahora es el turno para comprobar si la redacción secunda sus impresiones. Para ello hoy contamos con las opiniones de Daniel Gavilán, Edu Sesé, Nacho Pena, Raúl Gutiérrez, Juan Luis Daza, Jordi T. Pardo, Pablo Menéndez, Víctor José Rodríguez, Luis Javier Capote Pérez y Giovanni Casella. ¡Que la fuerza los acompañe! ¿Y vosotros? ¿Ya habéis madurado vuestras impresiones sobre la película? ¿Qué os ha parecido? ¿La habéis disfrutado? ¿Os ha decepcionado?
Una de las singularidades más únicas de Star Wars es cómo -aun en los momentos en los que se deja llevar too far in a few places– la franquicia de George Lucas tiene la capacidad de ofrecer propuestas más estimulantes, que el 95% del cine blockbuster de los últimos treinta años. Pero también, la forma en la que se ve rodeada de un demencial escrutinio de cuchillo en mano, tanto del peor de los snobismos, como del hooliganismo más exacerbado que haya hecho frente cualquier fandom. Ya sea por la obstinación de los primeros por mantenerse aferrados a una injustificada vendetta personal autoasumida -que es casi una forma de vida– como de las exigencias irrealizables de las expectativas de los segundos, el resultado es que hay un montón de gente para la que La Guerra de las Galaxias es solo una razón para dejar salir de forma periódica ese lapidador que todos llevamos dentro, y que antes se entregaría al seppuku con sable láser que conceder cualquier tipo de virtud. Gracias a todo este efusivo fenómeno social se han dado situaciones como el volantazo que fue El Retorno del Jedi de vuelta a un cine más ligero y fácilmente digerible -tras las críticas recibidas por El Imperio Contraataca en el momento de su estreno-, como la sordidez tróspida de La Venganza de los Sith, con un Lucas más decidido a poner fin a la pesadilla que estaba viviendo que en permitir que Samuel L. Jackson e Ian McDiarmid tuvieran oportunidad de brindar algo más que la primera toma, durante ese festival del exceso que es el asalto de la Orden Jedi contra la oficina de Sheev Palpatine.
Todos somos responsables en mayor o menor medida de que Star Wars sea la única franquicia en la que -desde 1977- participar equivale a sentenciarse a terapia post traumática similar a una verdadera guerra, y que durante décadas se mantuviese esa máxima según la cual las terceras partes siempre son las que lo joden. El Padrino, Superman, Tiburón, Blade, el Spider-Man de Sam Raimi… A pesar de que la proliferación de sagas y trilogías de este siglo ha permitido que la realidad se haya revelado como algo más complejo, durante mucho tiempo este credo se mantuvo de forma tan férrea, que hasta Bryan Singer lo invocaría para hacer un meta-comentario sobre su participación en la saga X-Men. Y cuando lo hizo, por supuesto, fue a través de la trilogía original de Star Wars. Porque fue con ella -y no con ninguna otra- donde empezó a gestarse la idea de que las terceras partes siempre son las que lo joden.
Llegada para poner colofón a una trilogía que comenzó con la mayor pompa y celebración con la que haya sido recibido el regreso de una saga cinematográfica -y continuar como la más discutida, debatida y obsesivamente analizada desde el nacimiento de internet-, que El Ascenso de Skywalker iba a ser responsable recuperar esta tradición de la tercera maldita era una profecía condenada a autocumplirse, desde el momento que comenzó a concebirse la idea de algo llamado Star Wars Episodio IX. Porque para empezar sería absurdo hablar de la película de J.J. Abrams y Chris Terrio, sin considerar simultáneamente las disparatadas expectativas que han rodeado el proyecto, desde mucho antes de que ambos decidieran implicarse en él. Olvídate de Infinity War. Olvídate de la octava temporada de Juego de Tronos. Olvídate de Endgame. Por muy multitudinarias que las sagas a las que pertenezcan fuesen, no dejan de ser finales de un suma y sigue episódico, donde todo se resume en lo satisfechos o no satisfechos que quedasen sus parroquianos. Star Wars hace tiempo que se convirtió en escenario de demasiadas guerras, en las que -independientemente de lo que quisieran contar los autores de El Ascenso de Skywalker– nunca iba a tener peso como la necesidad de cada uno de nosotros de tener razón.
Y aquí prácticamente se ha visto de todo. Desde los que no se quedaban en la superficie y ahondaban en porqué El Retorno del Jedi repetía la estructura de Una Nueva Esperanza, a los que preferirían lanzarse a las mandíbulas de un Rathtar antes de reconocerle a J.J. Abrams que El Despertar de la Fuerza es una de las películas mejor dirigidas de la saga. Desde ver en propuestas tan estumulantes como la confrontación mental del interrogatorio de Rey y sus encuentros a través de la Fueza con Kylo Ren mucho más que el festival de refrito que tanto abunda en el cine blockbuster actual, a los que -aun con toda la renovación que Brick, Los Hermanos Bloom, Looper, Los Últimos Jedi y Puñales por la Espalda han llevado a sus respectivos géneros- seguirían negándole a Rian Johnson su más que merecido derecho a estar entre los cineastas más interesantes del panorama actual. Desde los que aguardaban El Ascenso de Skywalker como la oportunidad de consagrar una trilogía histórica, a los que lo más que le concedían era ser el La Venganza de los Sith de lo que hasta ahora solo les había supuesto una excusa para reivindicar las precuelas. Desde los que aguardaban que la nueva generación protagonista se consagrase en un lugar de honor en la mitología de la saga, a los que afilaban sus cuchillos para recibir cualquier intento de que Rey trascendiese al grito de “¡Mary Sue!”.
Como una película de Schrodinger que podía haber sido todas las cosas y a la vez ninguna, El Ascenso de Skywalker era tanto una oportunidad de reafirmar a los que habían pasado años defendiendo El Despertar de la Fuerza y Los Últimos Jedi, como una excusa para que sus detractores las condenasen definitivamente a la infamia. Desde una razón para defender el método colaborativo empleado por J.J. Abrams y Rian Johnson, hasta para culpar a cualquiera de ellos de todo aquello que la narrativa de turno estimase oportuno. Desde una razón para elevar aun más la saga, hasta el tropiezo que la dejase coja durante muchos años venideros. Estrenada, lo más que podemos decir de ella es que todo lo dicho se ha cumplido, y a la vez nada. Que efectivamente la historia se ha repetido, y que tenemos tanto la bajada de gravedad de El Retorno del Jedi, como el vámonos haciendo ruido que esto ya es un dolor de cabeza de La Venganza de los Sith. Una película que tienes las características de ambas y la vez ninguna. Una película que busca contentar a todos, y a la vez ha acabado encandilando de verdad a muy pocos.
Definición de nadar y guardar la ropa de libro, hay mucho bueno que se puede decir de El Ascenso de Skywalker y a la vez muy malo. Se le acusa incluso de ser una suerte de traición a Rian Johnson al cambiar de rumbo varias de las ideas introducidas por el director y guionista de Los Últimos Jedi en una nueva dirección, pero en absoluto lo veo el caso. No en vano, el eje central de la película de J.J. Abrams y Chris Terrio se construye directamente sobre lo desarrollado por Johnson, empezando por cómo la mecánica del vínculo entre Rey y Kylo Ren es capital en la trama. No creo que lo que hacen sea ni siquiera diferente a lo que Episodio VIII hizo respecto a El Despertar de la Fuerza. Toman el testigo de su predecesor, y empujan la historia hacia delante a través de la adición de elementos que consideran enriquecen la saga en el cierre de su tercera trilogía. Y estos elementos ni siquiera salen de ninguna parte, ya que inciden directamente en toda la temática sobre el peso del pasado y como el legado de este lidia con él. Desde la mirada nostálgica a los vestigios pretéritos sobre las que se construyen los mitos de los héroes de hoy en El Despertar de la Fuerza, a la desmitificación crítica como única vía constructiva de abordar dicho pasado en Los Últimos Jedi.
Que El Ascenso de Skywalker proclame ahora “¡Los muertos hablan!” mientras se aborda directamente la necesidad de entrar en contacto con ese pasado -ya sea con los Jedi muertos con los que insistentemente intenta comunicarse Rey, libros que sirven como ouijas de interminables letras, traumáticas búsquedas familiares, Poe Dameron lanzando arengas sobre luchar por aquello que pelearon nuestros padres o muertos que simplemente se empeñan a no aceptar su condición como tales- no hace otra cosa que seguir insistiendo en esa dirección. El problema es que con Episodio IX J.J. Abrams trae consigo un viejo fantasma olvidado que ya estuvo presente en El Despertar de la Fuerza, y si en aquella ya hubo multitud de quejas respecto a lo mal que nos introducía en contexto respecto a la situación en la que nos quedamos tras la trilogía original, dicho problema resurge con El Ascenso de Skywalker multiplicado por mil. Porque no hay nada, respecto a lo que él y Chris Terrio plantean respecto al regreso de El Emperador que no se pueda encajar de manera orgánica con El Despertar de la Fuerza y Los Últimos Jedi. Es más, incluso donde sí parece que se generan discrepancias -el cambio de Kylo Ren desde tus padres no eran nadie a eligieron no serlo– tampoco las hay, partiendo de que en Episodio VIII Ren partía de lo que supo a través de la mente de Rey y ahora es el propio Palpatine quien al principio de Episodios IX le revela al hijo de Han y Leia aquello que no sabía.
Hay hasta un sin fín de escenas entre Episodio VII y VIII específicamente dedicadas a señalar sutilmente que Rey tiene una fuerte conexión con el lado oscuro. Algo que seguramente iba orientado en otra dirección. Sobre todo desde que sabemos de boca de Colin Trevorrow -director y guionista original de Episodio IX- que nunca tuvo la intención de seguir los planes de Abrams de traer de vuelta al Emperador, y que con quien Rian Johnson se mantuvo en todo momento en contacto para que su película sirviera de puente entre la película de J.J. y la suya fue con él. Pero Emperador o no, el vínculo de Rey con el reverso tenebroso estaba presente tanto en cada vez que se sentía aterrada por sus poderes o con mucho tiento nos mostraban su origen entre viejos Destructores y AT-AT Imperiales en El Ascenso de Skywalker, como en cada vez salía disparada en busca del lado oscuro con las voces que escuchaba durante su entrenamiento en Ahch-To. J.J. Abrams tenía base más que suficiente para haber introducido a El Emperador de forma orgánica en El Ascenso de Skywalker y si esto no sucede así no es tanto porque haya ningún tipo de ruptura de dirección respecto a Los Últimos Jedi, sino porque -como ya demostró en El Despertar de la Fuerza– se le dan muy bien los personajes, pero tiene un grave problema a la hora de introducir el contexto global de sus películas de manera que resulte orgánica.
En esta última afirmación se pueden resumir a grandes rasgos las virtudes y defectos de una película en la que son las historias personales de los protagonistas las que llevan el verdadero peso, y el escenario a gran escala donde más falla. Mucho seguramente tenga que ver la necesidad de encajar una historia que incluye ocho planetas en algo menos de dos horas y media, derivando en que en su primer visionado El Ascenso de Skywalker suponga una saturación continua de información tras información, que a penas da descanso al espectador para que este se pueda acomodar en la película, empapándose en aquello que se le está contando. Algo que sin duda se ve minimizado en los revisionados, pero que indudablemente hace de Episodio IX una viaje para nada fácilmente digerible frente a seguidores casuales de la saga. La película está estructurado sobre un viaje por etapas que es a su vez una inversión de la propuesta argumental de El Despertar de la Fuerza -en aquella los protagonistas seguían la pista del mapa hasta el paradero de Luke Skywalker mientras se adentraban en los secretos de la Fuerza, ahora lo hacen tras el mapa hasta el paradero de Palpatine y los secretos del lado oscuro- como una apropiación de la narrativa de las películas de India Jones, y que la convierte en un continuo correr de un lado para otro similar al que George Lucas, Lawrence Kasdan y Steven Spielberg nos presentaron en su día con La Última Cruzada.
Y aunque sin duda todo esto repercute en que todo el conflicto a gran escala entre la Galaxia y la ocupación de la Primera Orden quede en un secundísimo plano, resulta también el aspecto más inspiradamente agradecido de la película J.J. Abrams, al hacer que -en una película de estas características- el eje no esté en un macro conflicto cósmico más grande que la vida, sino en los periplos personales de unos protagonistas que emprenden su internamiento en el lado oscuro, en busca de aquello que necesitan para completar su viaje. Y mientras este es el centro de la historia, El Ascenso de Skywalker da lo mejor de si misma. Lo mejor sin perder ese aspecto de premura apresurada, pero brindando momentos de desarrollo personal entre Rey, Finn, Poe Dameron, Kylo Ren y Leia Organa, mientras continúan su travesía planeta planeta. Una travesía en la que cada lugar visitado sirve a simultáneamente para exponer aspectos negados / ocultados de los personajes, mientras estos se enfrentan a diferentes pruebas de paso bajo la guía de un mentor, y se nos muestran diferentes estadios de la ocupación de la Primera Orden. Desde lugares donde simplemente son una presencia militar mientras la gente sigue adelante con sus vidas sin apenas alteración a otros sacados de la peor cara de la II Guerra Mundial, hasta mundos devastados en homenaje directo a la filmografía de Franklin Schaffner.
Es en toda esta parte donde podríamos pasarnos horas hablando de las aportaciones más interesantes de la película, entre la constante de los niños, que Abrams decida ser más elegante que explícito con el conflicto interior de Finn o el carácter de desgaste de las continuas confrontaciones entre Rey y Kylo Ren. Desgraciadamente, conforme se aproxima el final estas aportaciones van cediendo paso ante el lado más hipertrofiado de esa convulsa amalgama hipercondensada que es la película, y que aun con sus puntos positivos cierra la saga con el más caótico de sus clímax. Uno en el que casi podría decirse que J.J. Abrams y Chris Terrio han querido plantear todas las posibilidades sin tener claro con cual de ellas casarse. Y esto, a grandes rasgos podría resumir una película que aun sospecho me va a llevar unos cuantos visionados y reconsideraciones tener clara mi opinión sobre ella. Nada nuevo en lo que respecta a Star Wars, ya que incluso en sus puntos más bajos siempre ha demostrado ofrecer mucho más que explorar que cualquier otra franquicia al uso. Así paso con El Retorno del Jedi, que por mucha queja comparativa que se ponga, seguirá teniendo uno de los mejores clímax de la saga.
El personaje – El núcleo formado por Rey, Kylo Ren, Finn, Leia Organa, Luke Skywalker, Poe Dameron y Hux
La escena – Kylo Ren haciendo las paces con la memoria del padre que él mismo mató
Lo peor – Lo convulsa que resulta en su bombardeo constante de información que apenas da tiempo a digerir. La cobardía respecto a no haberse atrevido a dar el paso con el personaje de Poe Dameron, que Rose Tico quede tan en segundo plano y una resolución en la que se echa en falta precisamente eso, que se arriesgaran a ir realmente lejos en su naturaleza resolutiva
Lo mejor – Que una vez superado el atropello narrativo inicial -y zambulléndose uno en ella en profundidad sin el lastre de las expectativas- funciona de forma mucho más cohesiva como cierre de trilogía de lo que pudiera parecer en un primer visionado, lo que seguramente haga que vaya a ganar con los años.
Ranking Star Wars – 1. El Imperio Contraataca; 2. Los Últimos Jedi; 3. Jedi Fallen Order; 4. Darth Vader (Dark Lord of the Sith); 5. Rebels; 6. Una Nueva Esperanza; 7. Clone Wars (Tartakovsky); 8. Doctora Aphra; 9. Han Solo; 10. The Clone Wars (serie); 11. Galaxy of Adventures; 12. El Despertar de la Fuerza; 13. El Retorno del Jedi; 14. La Amenaza Fantasma; 15. El Ascenso de Skywalker; 16. Rogue One; 17. Darth Vader (serie); 18. La Venganza de los Sith; 19. Star Wars (serie); 20. Vader Inmortal; 21. El Ataque de los Clones; 22. Inferno Squad (Battlefront II); 23. Resistance; 24. Poe Dameron (serie); 25. The Clone Wars (película); 26. Force of Destiny
Se acabó. La trilogía del Ratón llega a su fin, y lo hace tal y como comenzó su andadura: con la muchedumbre dividida entre la emoción y la ofensa, la ilusión y la pereza. El Ascenso de Skywalker pone el broche al tercer arco de la saga más famosa del cine, y cuando los créditos finales aparecieron no podía dejar de preguntarme: ¿cómo? ¿Cómo han podido ser tan torpes?
Vaya por delante que servidor fue a ver esta película como siempre el día de su estreno en esa ya mítica sala 25 de Kinepolis Madrid, como mandan los grandes estrenos del friki de pro, pero esta vez iba con pocas expectativas, con pereza. Los Últimos Jedi fue una película que finalmente creo que apruebo por los conceptos tan innovadores que plantea, pero que me parecen muy mal ejecutados, con una trama que salvo por su espectacular clímax final se hace pesadísima, y con cierta escena supermaniana que trato de olvidar. Mi fe estaba baja, y en cuanto las letras iniciales empezaron a aparecer en pantalla, terminó de quedar sepultada: “Palpatine está vivo”.
Así, sin más. El Emperador, del que no ha habido ni una sola mención en dos películas anteriores hace acto de presencia, avisando por radio a toda la galaxia, para decirnos que no solo no está muerto, cargándose toda la profecía de Anakin Skywalker, sino que en un planeta al que solo se puede llegar con la brújula de Jack Sparrow tiene a todo un ejército de minions que le han construido una gigantesca flota (por algún motivo, bajo tierra). No hay explicaciones, no hay contexto, no hay nada más que el profundo deseo de que tirar de nostalgia mediante personajes icónicos pueda reactivar el interés que el público pareció perder con el episodio anterior. Y me consta que hay a quien le vale, y ojalá estar con ellos, pero a mí me temo que me perdieron en esos primeros diez minutos de película.
El Ascenso de Skywalker es un constante guantazo en la cara a casi todo lo acontecido en su entrega anterior, así como esta lo fue para el Episodio VII. Y no voy a meterme en qué enfoque es el más acertado, porque creo que tanto J.J. Abrams como Rian Johnson han cometido errores y aciertos. Simplemente me pregunto cómo es posible que teniendo un producto tan valioso en las manos, los responsables de esta trilogía, cuya cabeza principal es Kathleen Kennedy, hayan permitido que lo que debería haber sido una historia con un mínimo de uniformidad haya quedado convertido en una serie de escenas y tramas que se van contradiciendo las unas a las otras durante tres películas. Quizás una trilogía llevada por Abrams habría estado bien, quizás una trilogía llevada por Johnson habría estado bien, ¿pero esto? Esto es como ese trabajo de universidad que hacéis entre cinco sin hablar entre vosotros, juntando párrafos sin tener en cuenta lo que ha escrito el anterior.
Pero no es solo que el Episodio IX sea un mal cierre de saga, es que es mala película. Abrams, no sabemos si siguiendo las órdenes de sus mandamases o rebelándose contra el director anterior, ha pretendido contar toda una trama nueva en la que parece que todo el empeño que pone en regalarnos imágenes espectaculares es el que le falta para tratar de justificar algo de lo que sucede en pantalla. Lo mismo uso una daga milenaria para señalar unos restos de la Estrella de la Muerte que no tienen más de 40 años que te digo que Hux es un espía enrabietado para matarlo en la siguiente escena sin consecuencia alguna. Lo mismo te doy a unos Caballeros de Ren que son la vergüenza ajena que te regalo unas apariciones de Lando dignas de Saturday Night Live. Todo ello eclipsado por el doble salto con pirueta de desvelar que Rey, por supuesto sin más explicación, es nieta de Palpatine, elegida por este para que cruce al Lado Oscuro matándolo y ocupe su lugar, hasta que decide que no, para que Rey termine matándolo sin que eso suponga que cruce al Lado Oscuro. Para cuando Rey mira la puesta de sol de Tatooine con la canción más bonita del cine, yo ya estoy tan extenuado que me tengo que secar el sudor con la caja de palomitas.
Por si fuera poco, estoy especialmente ofendido por dos detalles extracinematográficos con esta película. En primer lugar, el personaje de Rose Tico me gustó bastante poco en el Episodio VIII, pero que después del acoso que su actriz sufriera por parte de los muchos tarados que pueblan Internet Disney haya preferido priorizar el contentar a los fans que apoyar a una compañera víctima me parece absolutamente lamentable. En segundo lugar, que después del cacareado feeling entre Finn y Poe tanto por algunos fans como por el propio Oscar Isaac, se haya puesto tanto empeño en buscarles intereses femeninos metidos con calzador, denota qué clase de postura tienen las grandes compañías aún con respecto a la homosexualidad: metemos a un par de lesbianas besándose de fondo para darnos bombo como empresa abierta de mente, pero nada de protagonistas que parezcan gays, no vayamos a incomodar a alguien.
En fin, que esta trilogía finalmente no ha sido para mí. Por dejar alguna nota positiva, me quedo con Adam Driver, del que estoy profundamente enamorado y cuyo Kylo Ren, a pesar de haber llegado al final muy desdibujado, ha sido el personaje clave de la trilogía. Y sobre todo, me quedo con la ilusión de ver a toda una sala de cine iluminada por decenas de sables láser mientras aparecía el logo de Lucasfilms. Supongo que eso es Star Wars al fin y al cabo.
El personaje – Kylo Ren, o lo que queda de él
La escena – “Sé lo que tengo que hacer, pero no sé si tengo la fuerza para hacerlo.”
Lo peor – Casi todo
Lo mejor – Que termine la trilogía y se medite un poco sobre lo que se ha hecho mal
Ranking Star Wars – La Venganza de los Sith, El Imperio Contraataca, El Retorno del Jedi, Una Nueva Esperanza, Rogue One, Solo, Los Últimos Jedi, El Ataque de los Clones, La amenaza fantasma, El Ascenso de Skywalker
Los últimos jedi había supuesto un cambio de rumbo en la cansina rutina y en los caminos recurrentes de la saga galáctica cinematográfica por excelencia. En una franquicia tan popular un giro de este tipo siempre va a dejar insatisfecha a parte de su audiencia -léase sus veteranos (y algunos más recientes) incondicionales- que ya tienen una imagen muy consolidada de lo que debe ser una película de Star Wars. Hay dos maneras de concebir una producción de este tipo: dando al público lo que espera o intentar algo nuevo y arriesgado. Rian Johnson optó por lo segundo y, pese a que su visión ya ha comenzado a revalorizarse, la polémica sobre los cambios introducidos en la franquicia tuvo consecuencias. El principal ha sido el “regreso a los orígenes” en El ascenso de Skywalker dando como resultado una película mucho más plana, superficial y descuidada que intenta cubrir sus vergüenzas con toneladas de fanservice mal entendido y unas buenas dosis de nostalgia.
En parte, eso es lo que uno esperaría de un final de etapa como el que aborda J.J. Abrams, pero los motivos en este caso están muy lejos de responder a decisiones creativas como sería lo apropiado. Nadie va a discutir el poderío visual que el director de Super 8 despliega en El ascenso de Skywalker, posiblemente una de las entregas con una fotografía y escenas más impactantes de la saga, un hecho que sumado a la banda sonora de John Williams es capaz de generar magia por sí misma. Pero sobre este armazón -que parece ser lo primero entorno a lo que se ha edificado el resto- tenemos una trama que hace aguas por todos lados, una historia en la que la Fuerza se ha convertido en el deus ex machina definitivo para explicar todos los giros y sorpresas de la película. ¿No sabemos cómo pasar de A a B? ¡Ya tendrá algún presentimiento algún personaje! Puedo detectar a una persona a kilómetros de distancia -entre otras cosas- pero cuando el guion lo requiere he olvidado convenientemente esa habilidad. Puedo volar, puedo sanar, resucitar… ¡Y me hubiesen dado tiempo incluso podría haber escrito un guion para esta película!
El videojuego definitivo de Star Wars, sino fuese porque la franquicia ha inspirado juegos con argumentos muchos más sólidos y bien desarrollados. Pero el principal problema de El ascenso de Skywalker es la reescritura y marcha atrás respecto a la anterior saga. Por mucho que J.J. Abrams y el guionista Chris Terrio insistan en que todo estaba planificado de antemano las señales de esos cambios están todavía presentes en la propia película y muchas veces están resueltos de la forma más burda. Puede que con el ritmo que sus responsables imprimen a la cinta no nos acabemos de percatar en una primera pasada, pero ahí tenemos esa revelación sobre Rey sacada de la manga que contradice totalmente lo explicado en Los últimos jedi, ahí tenemos a un Cameron Poe al que de pronto hay una necesidad acuciante de buscarle una pareja para salvaguardar su heterosexualidad, un General Hux al que se obliga a pasarse a la Resistencia de manera torticera y un Kylo Ren que en lugar de tomar el mando como gran villano de la saga se enfrenta ahora a una resurrección que vuelve a enhebrar los hilos de la marioneta que había cortado Rian Johnson.
Esto son solo algunas de las contradicciones del filme en la que mucho -demasiado- han decidido los ejecutivos de Disney. Si creías que Star Wars podía ser un espacio en el que tuviesen espacio personajes femeninos capaces de reivindicarse por sí mismos y en el que la relación entre personajes de distintos sexo, género o raza se viese de forma natural… ¡Estabas muy equivocado! Si en Vengadores: Endgame los Anthony y Joe Russo se quisieron poner la medalla por mostrar al primer personaje homosexual de Marvel Studios en pantalla -un personaje terciario y anónimo sin más repercusión en la trama- J.J. Abrams se quiso colgar similar galardón por mostrarnos a una pareja besándose de fondo de una escena de la película. ¡Un pequeño paso para la humanidad, pero un salto para Star Wars! Mientras, en otras escenas tenemos a Poe y Finn teniendo discusiones que realmente son más propias de una pareja, incluso con momentos en los que no podemos ver más que los celos del primero por Rey, por mucha filosofía de la Fuerza que J.J.Abrams y compañía hayan querido meter en la reescritura del guion para justificar esas hormonas.
El ascenso de Skywalker no pasa por ser formalmente la peor entrega de la saga. Eso hay que reconocerlo. Pero si es una entrega que ha sido cobarde en sus planteamientos, está llena de momentos simplemente absurdos y otros que deberían ser emotivos y no logran serlo porque si algo ha quitado J.J. Abrams a la saga ha sido el interés por el devenir de los personajes. Ni nos interesa Rey, ni Ren, ni Leia, ni el pobre Chewbacca, unos por la pobre ejecución de los que tendrían que ser sus momentos culminantes y otros porque sabemos que nos están tangando. Por otro lado, es lícito no abordar ciertos temas y decisiones en una franquicia como esta, pero si vendes esto a lo largo del viaje y luego echas marcha atrás lo menos que mereces es el ostracismo porque tus principios valen una cagada de Ewok. ¡Eh, esa referencia sí la pille! En definitiva, el cine por mucho que sea un negocio tiene que ser lo más trasparente y sincero posible con el espectador. Todo lo que envuelve a El ascenso de Skywalker no resulta serlo en ningún momento y eso juega en su contra. Es nostalgia para hoy y hambre para mañana. Pero así sobrevive hoy mucho del cine de entretenimiento que se hace en Hollywood.
El personaje – Rey sigue siendo el personaje más interesante de esta saga aunque el guion de esta última película no le haga justicia.
La escena – Rey saltando para derribar la nave de Kylo Ren.
Lo peor – El guion que no se molesta en tener una mínima coherencia y cuya explicación a muchas escenas resulta inexistente.
Lo mejor – La fotografía de la película puede ser de las mejores de la saga.
Ranking Star Wars – 1) El imperio contraataca 2) Los últimos jedi 3) La venganza de los Sith 4) El despertar de la Fuerza 5) Una nueva esperanza 6) El ataque de los clones 7) El ascenso de Skywalker 8) La amenaza fantasma 9) El retorno del jedi
Sólo tres años después de haber adquirido Lucasfilms por 4.000 millones de dólares Disney puso en funcionamiento una nueva trilogía que daría continuidad a la clásica ideada por George Lucas entre los años 70 y 80. Para iniciar tan complicada empresa, que hiciera olvidar el mal sabor de boca generalizado producido por las precuelas rodadas por el mismo Lucas, Kathleen Kennedy, presidenta de la productora desde 2012, solicitó los servicios del también productor, guionista y director J.J. Abrams, que venía de insuflar nueva vida a la otra franquicia galáctica, Star Trek. Con la ayuda de Lawrence Kasdan, viejo conocido de la saga, y Michael Arndt (Toy Story 3) el autor de Super 8 diseñó Star Wars Episodio VII: El Despertar de la Fuerza, un efectivo largometraje con muchos, puede que demasiados, puntos en común con Star Wars Episodio IV: Una Nueva Esperanza que a pesar de su conservadora conceptualidad funcionó a las mil maravillas arrasando en taquilla y agradando notablemente a la crítica.
Dos años después, ya en 2017, Kathleen Kennedy y sus colaboradores dieron una vuelta de tuerca a la recién estrenada trilogía, como si quisieran acallar las voces de los que afirmaron que El Despertar de la Fuerza había sido más de lo mismo, y destituyeron a J.J. Abrams en favor de Rian Johnson, cineasta iniciado en el cine independiente con films como Brick y que poco antes había facturado una potente muestra de ciencia ficción titulada Looper protagonizada por Joseph Gordon Levitt y Bruce Willis. El autor de Puñales Por la Espalda (Knives Out) llegó para ofrecer una visión rompedora y controvertida no sólo de la nueva trilogía, sino también del lore adscrito a dicho microcosmos. Star Wars Epsodio VIII: Los Últimos Jedi se convirtió en una de las entregas más polémicas de la franquicia dividiendo al fandom entre furibundos detractores y apasionados seguidores.
Es más que probable que la polvareda levantada por el film escrito y dirigido por Rian Johnson fuera el catalizador de la recuperación de J.J. Abrams para cerrar la trilogía intentando contentar a aquellos que salieron airados de la proyección de Los Últimos Jedi y es ahí donde una propuesta como Star Wars Episodio IX El Ascenso de Skywalker comienza a edificarse sobre unos inadecuados cimientos a los que remitiremos un poco más tarde. J.J. Abrams volvía para ponerse a los mandos de la nave y al guión le acompañaba Chirs Terrio (Argo, Batman v. Superman: El Amanecer de a Justicia) sobre un argumento escrito por ellos mismos con la ayuda de Colin Trevorrow y Derek Connolly. En el reparto repetían los habituales Daisy Ridley, Adam Driver, Oscar Isaac, John Boyega, Joonas Suotamo o la fallecida Carrie Fisher, resucitada por obra y gracia del CGI.
Con Star Wars Episodio IX: El Ascenso de Skywalker sucede algo inaudito y es que el famoso y tradicional texto introductorio que contextualiza espaciotemporalmente el argumento de la película que vamos a ver ya da muestras de la inoperancia manifiesta del guión. La inexplicable, innecesaria e ilógica aparición de Palpatine no tiene ningún sentido y denota una alarmante intencionalidad por satisfacer a los fans molestos con el anterior film inyectándoles en vena inusitadas dosis de fanservice gratuito. Esta primera concesión de cara a la galería será la que bascule y vertebre la trama del largometraje con una reprobable y vergonzosa obsesión por contentar a todo el mundo, algo no sólo imposible de conseguir, sino un error garrafal que menoscaba cualquier intencionalidad de inquietud artística por parte de sus máximos responsables.
El ritmo vertiginoso, en el que no se da un respiro al espectador viéndose este asediado por escenas de acción a gran escala y pasajes dramáticos de notable trascendencia para los personajes principales, no consigue eludir que el guión esta construido a base de aleatoriedades casi insostenibles en las que una serie de McGuffins impulsan una trama que sale adelante por medio de la visceralidad y la conexión emocional con el espectador conocedor del microcosmos creado en su origen por George Lucas y no por una cohesión narrativa que ofrezca una solidez estructural al relato. Para un servidor es un hecho que el libreto de Star Wars Episodio IX: El Ascenso de Skywalker necesitaba una revisión a fondo antes de haberle dado el visto bueno y no sólo por las carencias mencionadas, sino también por la ya mencionada idea de satisfacer a todo el mundo, una entelequia inalcanzable en sí misma.
Casi todas las consecuencias resultantes del rupturismo y descreimiento adscritos a la mirada de Rian Johnson en Los Últimos Jedi son obviadas, revertidas o aceptadas de mala gana por parte de un J.J. Abrams, no sabemos si volviendo a las raíces de lo que iba a ser la trilogía cuando él se encargaba de ella o con la insidiosa idea de deshacer todo lo elaborado por aquel que ocupó su puesto detrás de las cámaras. Independientemente de si se trata de una u otra cosa El Ascenso de Skywalker apela de manera pueril y cuestionable a la nostalgia, a la referencia en sesión continua y a dar en bandeja de plata al fan todo aquello que echó en falta en el anterior episodio, abriendo así un peligroso camino dentro del cine comercial en el que en un futuro posiblemente se dé más importancia a lo que digan en redes sociales los seguidores de tal o cual producto antes que a lo planificado por productores, guionistas y directores.
Pero si hay un apartado en el que no se puede poner una sóla queja a Star Wars Episodio IX: El Ascenso de Skywalker en general y a J.J. Abrams en particular es en el técnico. La última entrega de La Guerra de las Galaxias es una space opera a escala descomunal con pasajes brillantes desde una perspectiva estilística y visual. En este aspecto el director de Misión Imposible 3 o Stark Trek: En La Oscuridad despliega todo su talento como artesano al servicio de Hollywood. Batallas intergalácticas con cientos de naves implicadas, persecuciones por tierra mar y aire o combates con sable láser perfectamente coreografiados. Podemos afirmar que esta mezcla de épica desencadenada y crepuscularidad de fin de ciclo están ahí para tapar las ya citadas carencias del guión, pero lo cierto es que se agradece que al menos en la realización Disney y Lucasfilm lo hayan dado todo.
En cuanto al trabajo de los actores es de recibo mencionar que J.J. Abrams y sus colaboradores son conscientes de que Rey y Kylo Ren son los dos roles capitales tanto de esta última entrega como de toda la trilogía y en ellos depositan todo el poso dramático y emocional. Por descontado Daisy Ridley y Adam Driver exprimen hasta el límite los últimos minutos de metraje que comparten juntos y la química que ya se vislumbraba en el Despertar de la Fuerza y se desarrollaba adecuadamente en Los Últimos Jedi encuentra en El Ascenso de os Skywalker una muy digna catarsis que sólo se ve ensombrecida por un mínimo detalle innecesario que cae en lo tópico y previsible. Para el que suscribe ambos intérpretes y personajes están entre lo mejor adscrito al universo Star Wars por bien tratados y perfilados aunque no se les ofrezca aquí la mejor de las conclusiones a ambos dos.
En lo referido a los secundarios volvemos sobre nuestros pasos para seguir hablando de la polémica con la toxicidad de cierto sector del fandom adherido a Star Wars. Partiendo de que a excepción de Kylo Ren y Rey todos los demás personajes han quedado reducidos a sidekicks llama la atención que tanto a Poe como a Finn les aparezcan interesas amorosos del sexo opuesto para acallar las voces que hablaban de una posible relación homosexual entre ambos. Más lejos se llega con el personaje de Rose Tico, de gran relevancia en Los Últimos Jedi y reducido aquí a dos escenas. Después de haber recibido Kelly Marie Tran amenazas de racistas y misóginos obligándola a abandonar sus redes sociales es un fallo monumental que Disney agache la cabeza y dé de lado a una actriz que hizo bien el trabajo que le fue encomendado. En esta caso trascendemos el tema sobre si un personaje nos gusta o no, porque nos referimos en la vida personal de una actriz a la que se agravió y a la que sus superiores deberían haber dado todo su apoyo.
Contrariamente a lo que pueda parecer por esta reseña disfruté notablemente con el visionado de Star Wars Episodio IX: El Ascenso de Skywalker. Pero siendo un moderado fan de la saga creada por George Lucas y un espectador con cierto nivel de objetividad y raciocinio no podía pasar por alto las carencias de un producto con tanta relevancia como el presente. A pesar de ello no fueron pocos los momentos en los que me emocioné viendo esta última entrega de La Guerra de las Galaxias, porque he conectado con varios de sus personajes y soy afín a bastante de lo planteado y desarrollado en esta nueva trilogía que estando a años luz de la clásica, como es lógico, también me parece muy superior, en cualquier aspecto, a la que nos narró las precuelas de este universo al que, para bien o para al, y aunque ahora parece que va a tomarse un descanso en pantalla grande, todavía le queda mucho por contarnos sobre aquello que sucedió hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana.
El personaje – Kylo Ren
La escena – El combate final
Lo peor – La alarmante inconsistencia estructural del guión
Lo mejor – La relación de Kylo Ren y Rey
Ranking Star Wars – 1 El Imperio Contraataca, 2 Una Nueva Esperanza 3 El Retorno del Jedi 4 Rogue One: Una Historia de Star Wars 5 Los Últimos Jedi 6 El Despertar de la Fuerza 7 El Ascenso de Skywalker 8 Han Solo: Una Historia de Star Wars, 9 La Venganza de los Sith 10 La Amenaza Fantasma 11 El Ataque de los Clones
Recuerdo cuando Disney se hizo con los derechos de Star Wars y se anunció la intención de rodar una nueva trilogía de películas. La emoción estaba a flor de piel. Un lustro después esta trilogía ha llegado a su fin y toca analizar el impacto que ha causado en el universo galáctico y la huella que dejará en años venideros.
Esta película está marcada por el regreso de J.J. Abrams, director de la primera película a la franquicia. Confieso que esto no me hacía especial gracia en mi caso, Rian Johnson (que entre esto y el éxito de la genial Puñales por la Espalda debe estar disfrutando) se marcó con Los Últimos Jedi una de las películas más notables en la historia de la saga y Abrams con trabajos como el Episodio VII, EL Despertar de la Fuerza, una actualización del Episodio IV o su reciente miniserie de Spiderman junto a su hijo, para mi el peor cómic del año pasado, vienen a corroborar que el apartado creativo no es su fuerte (que no el técnico) y con temor a dos cosas: Que Disney decidiese a retroceder con las decisiones más arriesgadas para contentar a todos los públicos, incluso al fandom más tóxico y también un Abrams que se ha negado a respetar la mayoría de decisiones de su predecesor para volver a imponer su visión, y eso es lo que ha sucedido.
Vaya la verdad por delante de que Star Wars: El Ascenso de Skywalker me parece una película entretenida después de haberla visto dos veces. No me parece el remake glorificado que supuso el Episodio VII. Tiene sus ventajas, como por ejemplo seguir forjando eficientemente el camino de Kylo Ren, interpretado sobresalientemente por Adam Driver, quizá el mejor actor junto a Ewan McGregor de las 9 películas de la franquicia principal.
Sin embargo, los “peros” superan a lo bueno. Es el caso de Finn, cuyo personaje ha ido derritiéndose como un azucarillo durante las dos últimas películas de la saga una vez que ya se supo que no iba a ser el jedi de turno y no, no las declaraciones de John Boyega no ayudan en absoluto a que el personaje sea recordado por los fans. Especialmente flagrante es la terrible decisión realizada en torno al personaje de Rose Tico interpretado por Kelly Marie Tran, una concesión a Disney realizada a ciertos grupos de fans que se lanzaron en contra de la actriz y cuyas líneas realmente puede haber heredado el personaje de Hannah, al cual también le han dado muy poca profundidad. Una pena que la compañía no tenga interés en salvaguardar a sus trabajadores e intérpretes. Otro problema es el famoso “queerbaiting” como el beso de dos mujeres que solo dura 2 segundos en pantalla o buscarle “partenaires” del sexo opuesto tanto a Finn como a Poe Dameron para dejar constancia de su heterosexualidad y que países como China o Rusia no entren en cólera y no tener que trabajar mucho en la postproducción. Y es que mientras fluya el dinero da igual que se vulneren derechos. Otra cosa es el apartado técnico, hasta el careo entre Rey y Kylo en el desierto parece que la película va a una velocidad acelerado, como este mito de la gente que pone a mayor velocidad las películas de Netflix.
Recurrir a Palpatine como antagonista era algo lógico teniendo en cuenta la decisión de matar a Snoke en la anterior película. Se nota mucho que Ian McDiarmid se lo pasa bien volviendo al personaje aunque su plan esta vez parezca más el de un supervillano que del viejo senador que movía los hilos entre bambalinas (aunque no deja de hacerlo en este film). Al final su aparición queda algo descafeinada pero tampoco es nada terrible, como si lo es, por ejemplo, el debut de los Caballeros de Ren. No dejo de tener cierta sensación de que es una película a la que le han pasado la tijera (como por ejemplo en Batman v. Superman) y se han cortado muchas cosas, y los antiguos camaradas de Kylo Ren son un ejemplo de ello: no hablan, no se sabe de donde han salido ni porque luego actúan como actúan. Está claro que la miniserie Star Wars: The Rise of Kyle Ren de Charles Soule está destinada a responder muchas de esas preguntas pero no deja de ser una decisión errónea tener a personajes que no aportan nada a la película.
Finalmente toca hablar de la gran protagonista de la película, Rey, que creo que sale bien parada de este cambio de rumbo y que por suerte permanecerá entre los fans durante años venideros (y seguro que saldrá en más proyectos futuros). En definitiva, El Ascenso de Skywalker no deja de ser un final populista (y no quiero utilizar así este término pero es que Disney ha decidido sacrificar calidad en base a contentar a fans incluso algunos potencialmente perniciosos). Pese a todo se pasa un rato agradable viéndola y, aunque a algunos les pese, Rey, Kylo y compañía serán recordados por toda una generación de fans que han descubierto este maravilloso universo.
El personaje – Kylo Ren
La escena – Kylo Ren haciendo frente a su pasado
Lo peor – Lo hecho con Kelly Marie Tran, Disney debería estar avergonzada.
Lo mejor – La construcción del personaje de Kylo Ren
Ranking Star Wars – 1. El Imperio Contraataca. 2. La Venganza de los Sith. 3. Los Últimos Jedi 4. Una Nueva Esperanza. 5. Rogue One. 6. El Retorno del Jedi. 7. El Ascenso de Skywalker. 8. La Amenaza Fantasma. 9. El Ataque de los Clones. 10. El Despertar de la Fuerza. 11. Solo.
Vaya por delante que nunca he sido el mayor fan de la galaxia de Star Wars. Me gusta la trilogía original, sí, y reconozco sus méritos. Pero nunca la he considerado una obra maestra de nada, y creo que a la larga hizo mucho mas daño a la industria que bien. La segunda trilogía me parece superior en muchos aspectos a la primera, y creo que, juntas, las seis películas forman un todo bastante compacto que habla sobre el legado.
Las tres películas de la “nueva nueva” trilogía también versan sobre lo mismo. Pero desde un punto de vista distinto. Un punto de vista que ya estaba presente (sutilmente) en las historias originales, pero que o bien nadie ve o nadie quiere ver. Ese punto de vista es el siguiente: lo destructivo del concepto del legado.
Anakin Skywalker no tenía padre (hasta que punto es Anakin una figura mesiánica o luciferina lo dejaremos para otro artículo). Luke Skywalker solo alcanza su verdadero destino al derrotar a su padre y al desentenderse de los preceptos jedi. Rey solo se completa cuando desecha su propio legado. Lo mismo para Kylo Ren.
Así pues uno escucha a un montón de gente quejándose por esta nueva cinta y se pregunta “¿qué se esperaban exactamente?” Porque este será un final predecible (que no aburrido) y la cinta tendrá sus fallos (algunos graves), pero El ascenso de Skywalker es la única conclusión posible que Star Wars podía tener.
Una mención aparte merece la espectacular fotografía de algunas escenas de esta entrega. Visualmente, las secuencias que transcurren en el planeta de los Sith son lo más potente que se ha podido ver en todo la saga. ¡Y no estoy exagerando un ápice! Si por algo se caracteriza Star Wars es por ser tremendamente evocadora (ya desde el principio, con esas dos lunas del planeta Tatooine que representaban la esperanza y el anhelo), y el planeta de los Sith marca un nuevo hito. Es puro Alien. Es pura abstracción. Es una prueba de que dentro del puro entretenimiento pueden expresarse cosas interesantes más allá de los agudos chillidos de muchos fans.
El personaje – Kylo Ren/em>
La escena – Kylo Ren en el planeta de los sith
Lo peor – Algunos fallos de guion
Lo mejor – Kylo Ren
Ranking Star Wars – 1 – El imperio contraataca 2 – La venganza de los sith 3 – El retorno del Jedi 4 – Una nueva esperanza 5 – El ataque de los clones 6 – Los últimos Jedi 7 – El despertar de la fuerza 8 – El ascenso de Skywalker 9 – La amenaza fantasma
Cuando en el año 2012, hace ya seis años, supimos que Disney había comprado Lucasfilm, la reacción del fandom, de la industria, y de todo el mundo o se hizo esperar. El gigante Disney, no contento con haber adquirido Marvel, adquiría la empresa responsable de entre otros proyectos, la franquicia Star Wars. Franquicia que, al fin y a la postre, había hecho a Lucasfilm quien era, como la empresa hasta ese momento gestionada por un controvertido George Lucas que, en opinión de este redactor, malentendió su propia saga con la constante remasterización y retoque de la misma, y con unas precuelas que, francamente, es mejor olvidar.
La compra de Disney a nivel puramente fan, suponía en mi humilde opinión, una oportunidad para devolver a la saga galáctica a su antiguo esplendor, y es que la compañía del ratón había demostrado que sabía hacer muy bien las cosas con las películas basadas en los personajes de la Casa de las Ideas, habiendo batido todo tipo de récords en ese mismo año 2012, Los Vengadores, el auténtico golpe en la mesa que marcó un antes y un después en el género superheroico, un género que hasta entonces no era si no un hijo bastardo del cine de acción.
Pues bien, no hubo que esperar mucho. En la navidad de 2015 el comienzo de una nueva trilogía episódica galáctica estaba aquí, y Star Wars: Episodio VII, El Despertar de la Fuerza, llegaba para a través de un remake de la saga original, volver a conquistar al público de toda la vida, mientras que conseguía familiarizar con el Universo de George Lucas a sangre nueva, niños que vivieron con ilusión las aventuras de Finn, Rey y Poe Dameron contra una Primera Orden que amenazaba la Nueva República bajo el yugo de un misterioso Líder Supremo Snoke y del oscuro Kylo Ren, a.k.a. Ben Solo, hijo de Leia y Han y a la sazón, sobrino de Luke, quien además había sido su maestro.
Pese a quien pese, aquella película consiguió lo que se proponía. Batir récords de recaudación y volver a poner a la franquicia Star Wars en boca de todos. Al mismo tiempo, Disney, al ser propietaria de Marvel Comics, volvía a realizar cómics de Star Wars, por lo que el negocio del gigante roedor se convertía así en redondo.
En 2016, y habiéndose comprometido Disney a regalarnos una película episodica cada dos años hasta finalizar la trilogía, llegaba el primer spin off en cines de la franquicia, Rogue One, la magnífica historia de como unos rebeldes que tenían todo que perder, conseguían los planos de la Estrella de la Muerte aún a riesgo de su propia vida, con el fin de salvar la galaxia del yugo imperial. Rogue One nos demostró que Star Wars podía ser muy grande en cines, más allá de las películas principales de la saga, y que Disney sabía lo que se hacía.
2017 fue el año en el que llegó el episodio VIII, Los Últimos Jedi, la que hasta ahora para mí, es la mejor película de Star Wars a nivel cinematográfico (impresionante fotografía, un tratamiento de personajes increíble, una evolución de los mismos recogiendo los ingredientes de la película previa que la hace imbatible en ese aspecto…) y una de las mejores de toda la saga. En esta película, odiada por el fandom, y parece ser que amada por unos pocos, se desmitificaba la figura de los Jedi, de Luke Skywalker (presentado aquí con un maestro viejo y cansado que había renunciado a su vocación y a su misión vital perseguido por los fantasmas del pasado y por el remordimiento), y lo más importante: Rey no era una Skywalker como muchos habrían deseado. Rey, protagonista absoluta de la nueva trilogía no era nadie, y ello no importaba. Porque cualquiera podía brillar en la fuerza, porque allí donde una víctima sufriera presa de los desmanes de la primera orden, pero también de los ricos y poderosos, habría esperanza para la Resistencia y para los Jedi. Y es que, hasta un niño esclavo de una ciudad casino puede invocar a la fuerza… aunque sea para poder cumplir con sus tareas diarias más fácil.
Esta película, que tiraba por tierra las aspiraciones de muchos hizo algo muy importante: Arriesgar. Demostrarnos que Star Wars era algo más que los Skywalker y que en la eterna lucha entre el bien y el mal, lo más importante no era el apellido, si no la voluntad.
En 2018, y para amenizar la espera para el desenlace final de la saga, Solo, precuela spin off que narraba la historia del contrabandista corelliano más famoso, llegaba a los cines de todo el mundo. Y tan solo en tres años, el regreso de Star Wars ya empezó a mostrar signos de agotamiento. A favor de esta película estará siempre lo divertida que es, y como ofrece una fotografía distinta y a la que no estamos acostumbrados (la oscuridad de Corellia) en los primeros minutos de la cinta.En su contra, estará el hecho de querer contar toda la historia de Han Solo en poco más de dos horas, pasando por todos los momentos que hicieran su existencia legendaria. Aún con todo, una película muy entretenida que aguanta muchos revisionados, pero que quizás hoy en día, tan solo un año y medio después, en el que el panorama televisivo ha vuelto a alcanzar otro punto de inflexión, hubiera funcionado mejor como serie de televisión.
Y por fin, estas navidades, en el año 2019 llega El Ascenso de Skywalker. Mi opinión al respecto de esta película está llena de contradicciones. Y es que, por un lado me ha hecho reir, me ha hecho llorar, me ha encantado, me ha entretenido… pero también me ha cabreado. Y es que, no puedo entender como Disney cree que es importante escuchar al fandom. Una productora tiene que hacer lo que considere y no basar sus productos en las opiniones de otros, por mucho ruido que hagan en redes sociales. En ese sentido, mutilar completamente a Rose Tycho, uno de los mejores personajes secundarios de esta nueva trilogía, resulta doloroso. Que no se llegue a más con el colectivo LGTBI+ cuando las películas previas parecían indicarlo, también duele, si bien desgraciadamente resulta comprensible, pues la película debe ser vendida en países como China que la prohibirían si saliera una sola escena de este tipo (de hecho, existe una escena de medio segundo que ha sido eliminada en la edición para este país).
Al respecto del leiv-motiv de la película, lo que más me gusta, a pesar de lo manido que les ha resultado a muchos, es la resurrección de Palpatine. Y es que, si Rian Johnson, en su fantástica y nunca suficientemente valorada entrega para la franquicia, continuó con la evolución de Kylo Ren hasta el punto de que habría resultado muy artificial que este fuera el villano, y a su vez, acaba con el Líder Supremo Snoke dejando claro que él no es el temible enemigo a batir, había que buscar un nuevo villano para este desenlace. Y en ese sentido, resultaba más valiente resucitar al verdadero villano de Star Wars, el todo poderoso Emperador, que crear uno nuevo. Además, la explicación de por qué Palpatine estaba detrás de todo, incluso de la creación de Snoke y de la caída de Kylo, resultaba más creíble que nunca.
Sin embargo, si tras la película anterior, pensábamos que cualquiera podía destacar en La Fuerza y que el apellido no importaba, la película echa por tierra este razonamiento al convertir a Rey en una nieta de Palpatine, pero a la vez, se reconcilia justo al final con el mensaje del episodio VIII, al presentarse al final de la cinta Rey como una Skywalker, porque cualquiera puede ser un Skywalker si se lo propone o, visto de otra manera, cualquiera puede ser alguien. Esta es la forma en la JJ Abrans trata de respetar el trabajo de un Rian Johnson al que apenas ha tenido en cuenta en su película, que es hija directa de un Eposodio VII también dirigido por Abrans en el que se hablaba de unos Caballeros de Ren que aparecen por sorpresa en esta última película y de los que jamás hemos recibido explicación alguna que pueda hacernos ver qué importancia tienen en la trama.
Por contra, he llorado con la muerte de Leia, con el sacrificio de Kylo, con la conversación de éste con Han Solo, he reído (y creo que por primera vez en mi vida) con C3PO… si Star Wars es entendida como una película de fantasía épica en el espacio (que no es lo mismo que ciencia ficción), familiar, que ha de entretener a todo el mundo y arrancarte sonrisas y llanto por igual, esta película aunque cobarde respecto de su predecesora, ha conseguido lo que yo pretendía al ir a verla al cine. Y llamadme conformista, pero quizás con esto baste.
A pesar de todo, y sea como fuere, lo que parece que está claro, y es algo que francamente, este redactor no entiende, es que a Star Wars hay que amarla u odiarla, al menos en lo que se refiere a le era Disney. Y es que, las opiniones que se leen y escuchan en casi todos los lugares, resultan casi siempre del todo extremistas. Disney ha sido más timorata con esta franquicia que con Marvel, y es que se ha demostrado que no se puede explotar a Star Wars igual que a los personajes de la editorial tebeística, puesto que en cuatro años se ha producido mucho menos y se han recibido, desgraciadamente, resultados mucho peores.
Quizás el futuro esté en las series de televisión como The Mandalorian, que entendidas como productos hermanos y de menor presupuesto, producen para bien o para mal, mucho menos ruido.
El personaje – Sin lugar a dudas, Kylo Ren. El personaje que mejor se ha tratado en toda la saga a nivel de evolución. Y es que, es complicado, odioso, enternecedor, inmaduro… y tan real como somos los seres humanos
La escena – – Papá… – Lo sé.
Lo peor – Echar por tierra el trabajo de Rian Johnson en el Episodio VIII al respecto del mensaje que daba Los Últimos Jedi
Lo mejor – La épica derrota del Emperador y de todos los Sith con el poder de Rey de todos los Jedi
Ranking Star Wars – 1. El Imperio Contraataca. 2. Los Últimos Jedi. 3. Una Nueva Esperanza. 4. Rogue One. 5. El Retorno del Jedi. 6. El Despertar de la Fuerza. 7. El Ascenso de Skywalker. 8. Solo. 9. La Venganza de los Sith. 10. El Ataque de los Clones. 11. La Amenaza Fantasma
Ya está aquí, ya llegó, es el cierre de la tercera trilogía que ya aterrizó y, cómo no, con la sana virtud de no dejar indiferente, lo cual y desde mi punto de vista, es en sí mismo un punto a favor. Vaya por delante que a mí la película me ha gustado, porque me hizo pasar un rato entretenido. Sabía lo que iba a ver y, grosso modo, intuía lo que podía encontrar, así que no me puedo considerar decepcionado en modo alguno. Ahora bien, dicho lo anterior, tengo que advertir que no le haya visto diversos problemas a la película, algunos coyunturales y otros, estructurales.
En el primer apartado, debo mencionar el detalle de la ausencia de Carrie Fisher. Siguiendo la pauta de las dos entregas precedentes, esta iba a ser la película de la general Leia Organa y, si bien es cierto que en la producción se salva buena parte del mobiliario, no es menos cierto que la ausencia de la actriz ha dejado un vacío ciertamente ostensible. Siempre quedará la duda de lo que hubiera dado de sí una película con Fisher ejerciendo un rol central, pero así es la vida.
En el plano positivo, me ha gustado ver escenas en las que Rey, Finn y Poe Decamerón interactúan, de forma parecida a lo que hacían Luke, Leia y Han en su momento. Parece pues que se ha conseguido dar con el relevo generacional y solo el tiempo dirá si este trío es tan icónico como su predecesor. Por de pronto, diría que el droide Berberecho ya tiene algo de ese estatus.
En el plano no tan positivo, la impresión de que, en sucesivas revisiones, a la película se le vean las costuras pero, siendo sinceros, eso es común a toda la franquicia, así que, siendo como es cine de aventuras y evasión -nunca la he visto como ciencia-ficción- solo queda sentarse con las cotufas, las papas fritas y la bebida y a disfrutar.
En el plano nostálgico, la innumerable cantidad de guiños, homenajes y menciones a todo el bagaje precedente. Los giros argumentales -ya desvelados en el habitual prólogo descriptivo de toda película de la enealogía- convierten una historia que contaba el ascenso, caída y redención de una persona en una suerte de forzada epopeya familiar, con dos posibles ramas y dos bandos, contenidos en el anverso y el reverso de la fuerza.
El personaje – Leia Organa, pues su ausencia es casi palpable
La escena – Luke y el sable de luz, al ejemplificar la relación entre este episodio y el anterior
Lo peor – la sensación de que la historia ha vuelto al punto en que había quedado tras el episodio sexto.
Lo mejor – los intentos por reforzar los vínculos con el resto de entregas de la nonalogía y ciertos productos canónicos.
Ranking Star Wars – 1. Una nueva esperanza. 2. Los Droids y los Ewoks. 3. Las Guerras Clon
El lunes 6 de enero fui al cine a ver Star Wars: El ascenso de Skywalker como autorregalo de Reyes, y la verdad es que, visto lo visto, tendría que quererme un poco más, sobre todo como propósito de año nuevo. Lo de J.J Abrams, en el fondo, tiene mérito: hice todo lo posible por no dormirme en el cine ante tal aburrimiento de película, carente de alma, guion, diversión, ideas, entretenimiento, y visión personal de las cosas. Reconozco que me costó, y tuve que hacer un enorme esfuerzo para no caer en los brazos de Morfeo. Eso sí, cuando llevaba 73 minutos de proyección, miré el reloj (no fue la única vez que lo hice durante todo el visionado), y es algo que casi nunca hago en un cine, pero el gran Abrams consiguió lo que otros directores no son capaces de hacer; aburrirme hasta límites insospechados, y desear que acabara todo ese despropósito de una vez por todas y lo antes posible.
Tiene mérito también el hecho de no importarme nada de lo que les pasara a sus personajes, carentes de carisma, planos e incapaces de transmitir la más mínima emoción humana. ¿Han ido alguna vez a un restaurante y les ha sentado mal la comida? Posiblemente sea por el aceite, que esté reutilizado. Ésa es la sensación que me da esta película y el modus operandi de Abrams, el rey del refrito y la fotocopia sin personalidad alguna. Star Wars: El ascenso de Skywalker no es más que un aceite que se ha usado tantísimas veces que al probarlo es una bomba directa contra nuestro estómago y nuestro buen gusto.
Crecí con la trilogía original que es culmen dentro del cine de entretenimiento y que hoy en día Hollywood es incapaz de alcanzar ese nivel; desprecié la nueva propuesta de George Lucas (que ahora me parece buena en comparación con la última), y, por último, la actual trilogía la rechazo de pleno no porque sea un ultraje a la saga creada por Lucas en los 70, ni porque mancille ese recuerdo infantil que tengo; no, no, es mucho más sencillo. Simplemente, la trilogía que comenzó Abrams es un atentando contra el cine en general, y el del entretenimiento en particular. Lo último que se puede hacer dentro de este tipo de cine (perfectamente válido) es aburrir, y es algo que me ha sucedido a lo largo de estas tres películas continuamente.
El problema está en la base; en la producción. Kathleen Kennedy ha ido dando palos de ciego al fichar y despedir sucesivamente a nombres que despiertan cualquier tipo de cosa menos la esperanza por hacer grandes cosas. Es decir, Abrams, Rian Johnson (su filmografía es un ladrillo), Gareth Edwards y Colin Trevorrow, entre otros, no son el relevo generacional de Lucas, Spielberg, Zemmeckis o Dante, por citar algunos grandes nombres del cine comercial estadounidense del pasado. Hollywood sigue amasando millones, pero sus productos distan mucho de tener un mínimo de calidad comercial como sí era frecuente de encontrar entre los directores de los años 70 y 80, precisamente las décadas de la trilogía original de Star Wars.
Este refrito carente de ideas tiene su máximo exponente en la vuelta atropellada y metida con calzador de Palpatine. Todo lo que tiene que ver al respecto de esto da bastante vergüenza ajena y destila una falta de profesionalidad y de talento alarmante. Todo esto me recuerda a ese partido de fútbol en el que va perdiendo un equipo, y su entrenador sin ideas, mete a la desperada a su jugador estrella que estaba en el banquillo medio lesionado, a ver si le saca las castañas del fuego en los últimos compases del encuentro. Y no, ni por esas. Es más, todo esto tiene un efecto rebote porque deja en evidencia que no había un plan de desarrollo para esta nueva trilogía. Y lo que es peor de todo es que si le aplicamos la regla básica de James Bond, aquella que dice que una película de 007 es tan buena como bueno sea su malo, vemos que toda esta trilogía hace aguas. Hemos pasado de Kylo Ren a Snoke, y de Snoke a Palpatine. Ni había un malo constante ni a la altura de las circunstancias.
Para mí, y es mi opinión personal e intransferible, esta película no funciona ni como fan service, ni como película de Star Wars, ni como cine de entretenimiento, y mucho menos como cine de calidad. John Williams es uno de los más grandes compositores de la historia del cine, pero nunca casó tan mal sus partituras con las vacías imágenes a las que acompañaba en esta última entrega de la saga galáctica. Espero que Martin Scorsese no vea esta película (recuerden que Scorsese y Lucas formaban cuadrilla en los años 70) porque puede que le dé un patatús, aunque bien pensado, seguro que Scorsese se quiere más a sí mismo que un servidor, y dedica su tiempo a otras actividades de mayor provecho.
El personaje – Ninguno.
La escena – Los títulos de crédito finales.
Lo peor – Todo salvo los títulos de crédito finales.
Lo mejor – Cuando se acabó la película.
Ranking Star Wars – 1. El Imperio Contraataca. 2. Una nueva esperanza. 3. El retorno del Jedi.
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