Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNSeries – Crítica de The October Faction. Primera temporada
Dirección: Damien Kindler, Director X, Megan Follows, Mina Shum, David Frazee.
Guion: Mohamad el Masri, Damian Kindler, Melissa Blake, Keely MacDonald, George Strayton, James Thorpe, Christina M. Walker (Cómic: Steve Niles, Damien Worm).
Música: Tim Welch.
Fotografía: Miroslaw Baszak.
Reparto: Maxim Roy, Tamara Taylor, J.C. MacKenzie, Aurora Burghart, Gabriel Darku, Wendy Crewson, Megan Follows, Stephen McHattie, Kelsey Klippenstein, Sara Waisglass, Charles Vandervaart, Praneet Akilla, Nicola Correia-Damude, Carson MacCormac, Michelle Nolden, Anwen O’Driscoll, Sima Fisher, Dayo Ade, Taveeta Szymanowicz, Emilia McCarthy, Louis Paquette, Joris Jarsky, Robert Bazzocchi, Saad Siddiqui, Laurie Murdoch, Dale Whibley, Edie Inksetter, Rishma Malik, Scott Anderson, Rob Archer, Kristen Kurnik, Matt MacDonald, Jake Michaels, Chris Violette, Jenna Warren.
Productora: IDW Entertainment, High Park Entertainment, Plastic Hallway, Productions West, Netflix.
Nacionalidad: Estados Unidos.
“No podría sentirme más orgulloso de mi familia que en estos momentos.”
Hace unas semanas el compañero Sergio Fernández nos hablaba de la adaptación realizada por Netflix de Locke & Key. Nos narraba de forma dramática y airada cómo la mágica, emotiva e inteligente obra de Joe Hill y Gabriel Rodríguez había acabado siendo violentaday vejada sin piedad por la famosa plataforma en streaming. La decepción se masca en cada palabra de la crítica de nuestro ofendido redactor, asegurando que estamos ante una adaptación que muestra un nulo cariño por la historia original en la que se basa, una de las mejores obras publicadas en lo que llevamos de siglo XXI recordemos. Lo cierto es que Netflix está dejando últimamente todo un reguero de cadáveres a su paso en lo que adaptaciones relacionadas con el mundo del cómic se refiere, aplicando una fórmula plana, superficial y homogénea a sus productos que no hacen justicia a las viñetas. No importa que sea un cómic de terror clásico como Las escalofriantes aventuras de Sabrina, una de súpers “morrisoniana” como The Umbrella Academy, la citada Locke & Key o la presente The October Faction de la que hablaremos hoy, la exitosa sombra de Stranger Things ha demostrado ser excesivamente alargada y tóxica. Las leyes no escritas de Netflix para este tipo de productos establecen que cualquier elemento estridente, original y/o adulto de la fuente original se verá reemplazado por una premisa adolescente y bobalicona. Sus personajes tendrán que hacer gala de un carisma ausente o fuera de cobertura, las vueltas de tuerca serán lo más predecibles posibles, las tramas intentarán aparentar inteligencia mediante el abuso de flashbacks y una narración desordenada (te miramos a ti The Witcher) y hará acto de presencia un anacrónico tono familiar en la historia. Estas características se pueden aplicar también a adaptación de The October Faction, un cómic de Steve Niles y Damien Worm con personajes terriblemente cínicos y una cachonda y gótica deconstrucción del modelo de familia tradicional estadounidense (con guiño muy directo a La Familia Addams de Charles Addams).
Nada de esto encontraréis en la adaptación de Netflix. Está claro que en la compañía alguien afiliado a El Club de la Lucha se levantó un día de 2018 pensando que quería destrozar algo hermoso. Los derechos de The October Faction se cruzaron en su camino y vio con claridad la propuesta original dejaba mucho margen para la mejora. Pero cuando empezaron a matizar algunos puntos de su trama, redefinir a los personajes y su estética acabaron por cambiar hasta el último punto y coma de la obra dejando irreconocible la historia. ¿Para qué se habían molestado en comprar los derechos? Había que reconocer que el título del cómic era realmente molón. No querrían demandas por plagio por utlizarlo, aunque el producto final se aleja tanto del original que eso parece un temor realmente infundado. Los primeros a los que Netflix ha tomado el pelo es a los creadores de The October Faction, solo hay que leer unas declaraciones de Damien Worm -seudónimo del dibujante murciano Francisco Sáez– para La Opinión de Murcia: “Lo que sabemos hasta ahora es que la mayor parte del cómic está representada en la serie; han querido mantenerse fieles a la obra original hasta donde les ha permitido el formato. Además, uno de los productores me aseguró que estaban usando mucho como referencia EL ARTE del cómic.” ¡En toda tu jeta! Ese productor aún se está partiendo de su propio ingenio de la manera en la que se cameló al bueno de Worm.
En realidad, podríamos acabar la crítica en este punto, pero dado que el redactor que firma este artículo ha pecado de profesionalidad y ha sufrido cada uno de los diez capítulos de la primera temporada de The October Faction, no se le antoja ponérselo tan fácil a Netflix. ¡Y menos después de haber picado también con Locke & Key! La reincidencia en el delito de la compañía es un agravante en este caso. La historia original de Steve Niles y Damien Worm nos construye de forma muy esquemática, y muy directa, las personalidades y motivaciones de la familia Allan, el parco y misterioso padre, Frederick; la airada y retorcida madre, Deloris; y sus dos hijos, Geoff y Vivian, unos equivalentes “realistas” de Miércoles y Pericles Addams. Es un cómic, el resto lo puedes leer entre líneas, y esto es algo en lo que Steve Niles es un auténtico maestro. La historia además comienza cuando Frederik se ha retirado de su antiguo trabajo como cazador de monstruos y ahora ejerce como profesor, mientras mantiene una extraña y sospecha relación de amor odio con su mujer e intenta disuadir a sus hijos de introducirse al negocio familiar que han mamado en casa desde pequeños.
En la versión de Netflix de esta historia tenemos a una familia prototípica estadounidense. Los típicos padres con un trabajo exigente que les obliga a mudarse de continuo de localidad arrastrando a sus hijos en el proceso y haciendo que les resulte complicado hacer amistades (un tema que a los personajes del cómic original se la trae al pairo). En este caso, Frederik y familia deben volver al pueblo natal del primero a causa de la reciente muerte de su padre y mientras siguen manteniendo en secreto al mundo y sus hijos que forman parte de una organización secreta llamada Presidio dedicada a cazar monstruos. La propuesta en este sentido es una especie de Sr. y Sra. Smith conocen a la versión Hacendado de Strangers Things. Se aprecian las diferencias con la anterior sinopsis, ¿no? Las personalidades y motivaciones de los personajes no tienen absolutamente nada que ver con las del cómic; el cinismo de la obra original brilla por su ausencia, cualquier resorte oscuro de su psicología ha sido blanqueado hasta la lobotomía y la trama que los envuelve está llena de clichés y tópicos que ni son capaces de promover una siesta minimamente de calidad.
La serie producida por High Park Entertainment junto a IDW Entertainment -minipunto negativo también para la editorial por promover esta cosa- tiene como principal carnicero a Damien Kindler (Sleepy Hollow, Krypton) que ejerce como showrunner, guionista del primer y último episodio de la serie y director de otros dos. El resto de la galería de directores asociados a la producción pasa por ser un monstruoso collage de mercenarios; su extravagancia podría explicar parte de lo que no funciona en The October Faction. En primer lugar tenemos a un señor que por algún extraño motivo le parece cool hacerse llamar a sí mismo Director X y cuyo principal empresa ha sido la de realizar videos musicales para artistas como Justin Bieber, Alicia Keys, Rihanna y Rosalía. También ha participado en varias series canadienses de perfil bajo y un par de largometrajes: el remake que nadie pidió de SuperFly, una cinta blaxploitation de 1972; y Across the line, un drama sobre un jugador de hockey negro que por puro acto de xenofobia ni siquiera merece sinopsis en la web de Filmaffinity.
También colabora en la dirección de The October Faction la actriz Megan Follows, conocida a nivel mundial y exclusivamente por haber encarnado a Ana de las Tejas Verdes en la producción canadiense de 1985 basada en la popular novela del mismo título de Lucy Maud Montgomery. Prácticamente desaparecida en combate Follows regresa ahora a The October Faction para enfangar su carrera, matar su gusanillo por la dirección y también para cambiar de registro interpretando a Edith Mooreland, la directora de Presidio que tiene tanto que ver con Ana de las Tejas Verdes como la presente serie con el cómic en el que se inspira. Para cerrar el apartado de la dirección tenemos a Mina Shum que ha dirigido películas canadienses de los noventa como Double Happiness y Drive, She Said; y, finalmente, pero no menos importante, su compañero David Frazee, conocido por ser el director de fotografía de la mítica Air Bud y haber colaborado en series tan dispares como Continuum, Vikings, Lucifer, Van Helsing y Titanes.
Si alguien encuentra una conexión, sentido, hilo conductor o cosa entre las carreras de estos directores que nos escriba un mail a dienetflixdie@zonanegativa.com para poder entenderlo y actualizar esta crítica. En cualquier caso, daría lo mismo que fuesen directores con una personalidad muy marcada y una trayectoria irreprochable, podrían ser Quentin Tarantino y Darren Aronofsky los responsables de la serie y Netflix ya se encargaría de encontrar la manera de arracarles sus señas de identidad. Porque en The October Faction no hay ningún tipo de disonancia entre lo que encontramos en el primer capítulo de la serie y el último de la producción. No hay estridencias, ni altibajos, todo sigue el mismo tono monocorde y gris con un argumento que parece improvisado y escrito con escenas simplemente para rellenar. Esta es ese tipo de serie que te hace sentir la necesidad imperiosa de que Disney Plus llegue a España para suscribirte y darte de baja en Netflix, antes de que llegue las adaptaciones de The Sandman, Cowboy Bebop, Jupiter’s Legacy y caigas en la tentación de iniciar el reproductor.
Puede que lo más triste de todo es que el cómic de Steve Niles y Damien Worm tiene un interesante discurso entorno al género de terror, como no podría ser de otra manera con los autores implicados en la obra. El cómic no es una obra maestra, pero si se molesta en ser coherente consigo mismo. Esto ni se intuye en la adaptación de Netflix, porque obviamente el terror es algo demasiado subversivo e interesante para sus suscritores. ¿Por qué malgastar tu dinero en hacer algo original cuando puedes producir la enésima fotocopia sin alma de Buffy Cazavampiros? Tiene bemoles que 22 años después Netflix todavía no haya entendido cuáles eran las virtudes de esta creación de Joss Whedon, pero que haya conseguido mantenerse fiel al espíritu casposos de sus efectos especiales. Ese es otro tema a tratar, la falta de inversión en una serie fantástica y que provoca que su factura visual sea inferior a la que encontraríamos en muchos vídeos de coña de YouTube. Y esto es un rasgo que también se está convirtiendo en costumbre en la compañía: priorizar la cantidad por encima de la calidad de sus productos.
En el caso que nos ocupa, podemos comprobar como el gusto por lo macabro y lo sórdido habitual en las historias de Niles no tiene cabida en una adaptación de Netflix. No hablemos de la factura gótica del dibujo de Damien Worm que tanto había inspirado a la serie según sus productores. The October Faction queda transformado en un producto que pueda digerir toda la familia junta, una propuesta de encefalograma plano para no prestar mucha atención y consumir mientras buscas en el móvil los síntomas del Coronavirus. ¿No parece suficientemente significativo que el reproductor de Netfix salte casi de forma instantánea de capítulo a capítulo antes de que ni siquiera hayan salido los créditos del capítulo? ¿Es por su concepto del fast food en streaming? ¿Es una clausura del contrato de sus directores y guionistas que esperan que así nadie se fije en que ellos colaboraron en ese mediocre mejunje? En nuestra opinión, las respuestas podrían ser todas ciertas, pero solicitaremos el comodín del público para salir del entuerto.
En relación al casting de la serie tenemos a nombres como los de J. C. MacKenzie (Vinyl, Dark Angel) encarnando a Fred Allen, Tamara Taylor (Bones) dando vida a Deloris Allen, Aurora Burghart (Sex Education) haciendo lo propio con Viv Allen, Gabriel Darku (American Gods) como Geoff Allen, Wendy Crewson (La habitación) como Maggie Allen, Stephen McHattie (Mother!, Orphan Black, The Strain) interpretando a Samuel Allen, Maxim Roy (Shadowhunters) como Alice Harlow y la comentada Megan Follows como Edith Mooreland. Lo único que podemos asegurar viendo su trabajo es que nadie les pasó un ejemplar del cómic para preparar su papel; eso hablando del reparto principal, porque la mayoría son personajes que no llegan a aparecer en la obra original. Esto no tendría nada de extraño si aportasen algo al conjunto, pero podríamos extirpar a la mayoría de ellos y la cosa no se resentiría, incluso podría mejorar dado que a peor no puede ir el tema. Para más inri, en el cómic no hay una amenaza clara, lo cual para Netflix es un problema, por lo que se saca de la manga al personaje de Alice Harlow que podría ser totalmente intercambiable con los “inquietantes” y “terroríficos” Dodge de Locke & Key y Madam Satán de Las escalofriantes aventuras de Sabrina.
En definitiva, Netflix nos propone una serie chusquera, para ver en piloto automático en el mejor de los casos y en las que no se reconoce ninguna de las señas de identidad de la obra original en la que se inspira. No se trata de que hayan tomado licencias para su historia, ni de que hayan presentado nuevos personajes y tramas secundarias; el cómic de Niles y Worm deja mucho espacio para explorar su universo y se podría haber hecho bien si al menos se hubiesen mantenido sus principales señas de identidad. Lo que encontramos en cambio es algo totalmente diferente, una reinterpretación que apenas conserva del original los nombres de los personajes y el núcleo familiar que lo protagoniza. El resto es descartado de la peor manera y sin proponer en el cambio ideas estimulantes que puedan compensarnos el visionado. The October Faction da la sensación de haber sido adaptada por Netflix en base a lo que a un productor le contó algún compañero y/o conocido en una de esas reuniones de empresa que se celebran en algún bar a las tantas de la madrugada y en avanzado estado de embriaguez. Por el bien de Niles y Worm esperamos que en Netflix no se enteren que los dos también han estado colaborando recientemente en otra obra, Monica Bleue: A Werewolf Story. ¡Nadie quiere ver una historia de hombres lobo en manos de Netflix!
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