Javier Vázquez Delgado recomienda: Universo Sandman – Lucifer #01

Edición original: Lucifer núms. 1 a 6 USA.
Edición nacional/ España: ECC Ediciones.
Guion: Dan Watters.
Dibujo: Max Fiumara, Sebastián Fiumara.
Entintado:Max Fiumara, Sebastián Fiumara.
Color: Dave McCaig.
Formato: Cartoné, 160 págs. A color.
Precio: 18,95 euros.

El desembarco del Universo Sandman se va produciendo de manera progresiva en España y ahora le llega el turno a Lucifer que estrena nueva serie de la mano de Dan Watters, Max y Sebastian Fiumara, en la que el señor del Infierno vaga perdido siendo un senil anciano, tullido, en un pueblo indeterminado en el que es sometido a todo tipo de humillaciones.

Expandir el universo que levantó Gaiman en Sandman a través de series que vayan desarrollando muchos de esos conceptos, es, en esencia, una idea atractiva para todos aquellos lectores que disfrutaran con la propuesta el escritor inglés. Poder conocer más a fondo a Tim Hunter o disfrutar con más misterios de la Casa Mahomey, resulta una tentación de la que difícilmente se puede escapar si se es aficionado al género de terror fantástico que rodea a todas estas series. Y es que para poder disfrutar de Lucifer se debe ser un acérrimo lector de este género, porque de no serlo, y acercarse motivado por otros estímulos externo (serie de TV incluida) puede llevará una decepción tremenda.

Dan Watters es un escritor cuyo currículo se reparte entre varias editoriales, Dynamite, Titan Books, Vault Comics, con obras publicadas en Image (Limbo, Coffin Bound) y DC (Lucifer), donde ha dado rienda suelta a la fantasía, el terror y el misterio. Su prosa y estilo son reconocibles y extrañamente esconden un regusto a Gaiman, más en la forma que en el fondo, puesto que emular a Gaiman es una tarea imposible. Lo que si se nota cuando se acomete la lectura de este primer tomo es su estilo narrativo a dos tiempos, con historias del mundo infernal y del mundo cotidiano, que aparentemente discurren de forma paralela para acabar mezclándose de forma inevitable. Todo lector de Sandman reconocerá esto sin problemas.

El trabajo de Watters resulta irregular en su conjunto, con un uso muy poco certero de los recursos más manidos del género, con el que intenta construir una historia que resulte interesante para el lector. Hay un esfuerzo, muy marcado, por querer que la trama sea muy atractiva, con inserciones de algunas reflexiones muy potentes que se diluyen quedando en nada, por lo que al final todo se queda en una sensación extraña de perdida.

Es necesario, por tanto, sintonizar bien con el género al que Lucifer se aferra para no sentir esa desafección. Una sintonía que no garantiza nada, siendo estos seis primeros números un camino arduo a recorrer se sea o no aficionado.

No hay equilibrio. No hay elegancia. No hay atractivos personajes que puedan ser determinantes a la hora de entrar en la propuesta de Watters. El mundo que construye empalaga, satura sobre todo por una densa y pesada prosa a la que le cuesta moverse. No existe esa máxima de hacer de lo común y mundano, algo fantástico y sobrenatural, resultando el todo muy tosco y anticlimático.

Lucifer de Watters cuesta y cuesta mucho, no por esconder tesoros internos en narrativa, composición, ritmo, desarrollo o caracterización, sino que cuesta de leer por la mixtura que hay plasmada en la obra y que no es capaz cohesionarse de forma orgánica y natural. Lucifer deja de ser fascinante para ser una sombra de todo su potencial y por mucho que se desee envolver todo en papel de regalo, el resultado no convence.

Gráficamente el trabajo de dibujo que desarrollan Max y Sebastian Fiumara es el esperado en este tipo de obras. Su estilo resulta grotesco, desaliñado, roto, pero funciona bien con el tono de la trama y se muestra mucho más equilibrado entre lo que se pretende y lo que se consigue. La atmósfera opresiva se transmite bien, se juega con el negro cuando es necesario, se traslada de forma eficaz las emociones y se es luminoso cuando se exige serlo. Lo que pesa sobre el dibujo es el trabajo de Watters que lo aplasta de tal forma que acaba por verse también como un problema añadido al conjunto, cuando en realidad es lo que se debe elogiar.

No es cuestión de hacer más leña del árbol caído y como resumen decir que es un trabajo poco inspirado que no convencerá ni a los aficionados al género. Una obra que se muestra muy influenciada por la sombra de Gaiman, que no es capaz de encontrar su propia voz y que se espesa a media que se pasan las páginas.



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