Javier Vázquez Delgado recomienda: Catwoman – Algo huele a podrido
Edición original: Catwoman núms. 7 a 13 USA, Catwoman Annual núm. 1 USA (one-shot).
Edición nacional/ España: ECC Ediciones.
Guion: Joëlle Jones, Ram V.
Dibujo:Elena Casagrande, Fernando Blanco, Hugo Petrus, Joëlle Jones, John Timms.
Entintado:Le Beau Underwood.
Color: Laura Allred, Jordie Bellaire, John Kalisz.
Formato: Rústica, 200 págs. A color..
Precio: 20,50 euros.
Miau.
Así de simple y así de directo.
La que fue una primera entrega tibia de Catwoman se torna por completo, en un viraje de ciento ochenta grados, en una serie más sólida, más centrada, más elegante, más potente en su propuesta, gracias al abandono de la parte gráfica por parte de Joëlle Jones. Se puede pensar que decir esto de tan excelente dibujante es una auténtica barbaridad, sin embargo, centrando la atención en la serie de la felina de Gotham, es una buena noticia dado que Jones, al centrarse en solo escribir la serie, ha encontrado el equilibrio que no tenía la serie en su primera entrega. Obviamente perder los lápices de Jones puede considerarse un alto peaje a pagar, dado el talento que atesora en cada trazo que realiza, pero lo que se pierde en las viñetas se gana en los guiones y los dibujantes que la sustituyen no solo cumplen, sino que logran hacerse con la serie desde el primer momento, logrando que la sensación de pérdida sea mínima e insignificante.
En definitiva, Catwoman alcanza el equilibrio argumental que no tenía en la primera entrega gracias a una Jones más concentrada en los guiones, libre de la esclavitud de la dibujante que, de forma inconsciente, acaba por escribir las historias que quiere dibujar y no las que debe escribir.
En los primeros números se notaba una palpable inconsistencia, una rigidez narrativa en lo argumental que lastraba a la trama que, sin llegar a convertirse en un verdadero problema, no lograba resaltar las virtudes de personaje. Sin apenas espacio para desarrollar a Selina la historia parecía estar solo centrada en dar acción porque sí, apostando todo a lo visual.
En el segundo tomo Jones mantiene el control y pone el foco en aspectos y situaciones que si son capaces de dibujar a la perfección a Selina. Las historias se centran en su faceta dual entre la ladrona y la heroína que anda por el filo con estilo, sabiendo que provoca tanto a la policía como a los entes criminales de Villa Hermosa serios problemas. Esa nueva forma de escribir por parte de Jones se filtra de forma inexorable al fondo y la forma, logrando que el ecosistema sea menos hostil y si más inmersivo.
Aquí la dibujante de Supergirl juega con aspectos del pasado de Selina y trae al Pingüino a escena para introducirlo en una trama en la que se juega con la narración temporal y se modula más la información. Se mezclan aspectos sobrenaturales con aspectos más mundanos, urbanos y terrenales, que mezclan bien permitiendo que se vaya cociendo a fuego lento la gran villana que deberá hacer acto de presencia en algún momento.
Insertados en medio del tomo hay dos números que vienen a romper la dinámica lineal de la narración, el primer anual de la colección y un número escrito por Ram V, que merecen una mención aparte.
Ram V (Liga de la Justicia Oscura) se hace cargo de una historia de engaños, de policías y ladrones, en el que Selina demuestra claramente que es lo que la hace tan especial y letal cuando se lo propone. Si existe la motivación adecuada, Catwoman es alguien a tener como amiga y no como enemiga. El dibujo de esta entrega corre a cargo Johns Timms, con trazo recto y línea angulosa que recuerda muy vagamente a Sean Murphy en su estilizada puesta en escena. Un número que se disfruta plenamente y que añade un extra al trabajo de Jones en la serie.
Y el anual, escrito por Jones, y dibujado por tres dibujantes, Elena Casagrande, Hugo Petrus y Scott Godlewski, no es sino una historia sobre la confianza, la traición, los rencores, el miedo, la amistad y la confianza, y como todo puede derrumbarse cuando aparecen intereses mezquinos de por medio. Un interesante punto de vista de la vida de Selina, de su relación con su entorno y de sus amistades.
Y de nuevo a la serie regular, que retoma la trama del primer número del tomo para desarrollar lo que empezó con el Pingüino y que va a convertirse en algo mucho más grande y peligroso. Aquí la apuesta por la acción es mayor y pone de manifiesto el enorme talento atlético de Selina que despliega unas habilidades asombrosas. El dibujo de Elena Casagrande, Hugo Petrus y Fernando Blanco se adapta al tono del personaje y de la historia de forma que sus estilos, que comparten una misma raíz común, se compenetran minimizando el efecto negativo que produce encontrase a dos o hasta tres artistas por número. Y es ese el pero que se le puede poner a la serie, que no haya un artista fijo que desarrolle y haga suyo el aspecto visual para que Jones pueda explotar su recién descubierta faceta como escritora. Una faceta que no está exenta de pequeños fallos argumentales que todavía evidencian que ha de mejorar a la hora de cuidar los detalles de las tramas.
Una segunda entrega que si convence, que invita a quedarse, que es atractiva y dinámica, con Jones solo a los guiones la serie ha subido puntos y Catwoman tiene una serie que si empieza ser la que merece, el lo narrativo y en lo visual.
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