Javier Vázquez Delgado recomienda: Superman Año Uno Vol. 3

Edición original: Superman: Year One – Book Three USA.
Edición nacional/ España: ECC Ediciones.
Guion: Frank Miller.
Dibujo: John Romita Fr.
Entintado: Danni Miki.
Color: Alex Sinclair.
Formato: Cartoné (216×276 mm). 64 págs.
Precio: 12,95 euros.

Cuesta abajo y sin frenos.

No hay mejor manera de definirlo.

Tras una primera entrega muy prometedora y una segunda que resultó agridulce, nos llega la tercera que viene a poner los últimos clavos, más largos y gruesos, al ataúd en el que ha caído este trabajo de Miller. Una profunda decepción.

Podría dejarse en este punto, pero es necesario desahogarse y expresar de alguna forma todo el lodo emocional que destila esta entrega. Un lodo que hiede a malas ideas, mal ejecutadas y resueltas, en un cierre de historia absurdo, carente de alma y que desdibuja no solo a Superman sino a todos y cada uno de los personajes que aparecen.

Sí, se puede esgrimir la bandera de que se trata de un proyecto fuera de continuidad, una nueva incursión en el incono cultural que representa Superman bajo el auspicio del sello de Black Label. Que exigir ver al mismo Superman y secundarios que en su serie regular es una demanda sin fundamento. Cierto, es un proyecto libre, libre de ataduras, de continuidad, libre de seguir un canon y hasta ahí todo es indudablemente cierto. Esta obra es todo eso, pero carece de alma, carece de sentimiento, carece de reinterpretación del mito.

Reinterpretar no es sinónimo de retorcer, ni de desgajar, ni de mutilar, ni de seccionar, ni de maltratar. Reinterpretar es tomar un concepto y llevarlo por nuevos caminos, explorando nuevos conceptos, generado situaciones no vistas y dedicar tiempo a desarrollar para reimaginar al personaje. Y se puede hacer sin traicionarlo en todos sus aspectos. Y ahí es donde el primer libro donde Miller acierta plenamente; se hunde (es necesario hacer el chiste fácil) en el segundo y fracasa de forma absoluta en el tercero.

El primer síntoma de que algo no va bien es como discurre narrativamente la historia. De primeras se nota como si hubiera errores de montaje, saltos abruptos que rompen de lleno ciertos momentos que son especialmente interesantes, para apostarlo todo a un nuevo escenario como si las prisas por contar cosas lo justificaran todo.

El segundo síntoma es como se presentan a los personajes. Lois Lane, Luthor, Woner Woman y Batman, son lanzados contra la historia de mala forma, con desidia, sin apenas entrada orgánica, lo que provoca que se atraganten. Tal vez el único que se puede salvar es Perry White, ya que de Jimmy Olsen es mejor no hablar para evitar que la bilis suba por el esófago.

Y el tercer síntoma es todo lo demás. Cuando hay un acierto, aparecen veinte errores que vienen a recordar el sin sentido en el que la trama ha quedado atrapada. Un sinsentido que se pone de manifiesto cuando aparece Wonder Woman y Miller la trata de forma absolutamente deleznable. Un insulto directo al personaje y lo que representa, afianzando la sensación de traición que Miller ejerce sobre los conceptos con los que trabaja. Lamentable.

Y con estos síntomas sobre la mesa no hay remedio que pueda evitar la neumonía vírica que infecta cada página cuajada de prosa poética, de palabras grandilocuentes, que lejos de estar armonizadas con la trama, se muestran como un estorbo más a superar a fin de llegar al final del tebeo.

Miller peca en todo momento de no ser capaz de justificar lo que pasa en la historia. Si bien se percibe cierta evolución forzada en el distanciamiento emocional de Clark, se siente de forma tangencial y más porque se dice que porque se desarrollen acontecimientos que de verdad se inserten y sean generadores de los cambios que van apareciendo.

El guionista de Batman Año Uno desmonta al mito fundacional de Superman y no logra volver a recomponerlo, en una tosca y chapucera disección que lo aleja de su propia actitud vital, la de Miller, alejándose de su propio camino con un panfleto que ni siquiera esconde entre sus páginas algo de moralina barata. Un cómic que viene a confirmar el ocaso de un genio, el final de una carrera que debe valorarse por todos esos momentos estelares de la historia del noveno arte de los que forma parte de manera ineludible el gran Frank Miller.

Hay algo que si se puede salvar de este barco: el dibujo de Romita Jr. El dibujante no ha hecho sino mejorar número a número, recuperando su característico estilo, algo mas refinado y estilizado, pero reconocible a la perfección, para formar sus mejores páginas en este tercer volumen, con viñetas que se insertan directamente en la retina del lector. No estamos ante un trabajo redondo, pero si digno de su figura y talento. Y sin embargo es totalmente incapaz de reflotar la historia de Miller.

Toda una oportunidad perdida la de juntar a estos dos grandes del cómic dado el resultado final de su obra. Un tercer acto que apenas contiene aspectos relevantes y que acabara sepultado por el tiempo y las arenas del olvido.



Ver Fuente

Comentarios

Entradas populares