Javier Vázquez Delgado recomienda: Hasta el último

Edición original: Jusqu’au dernier (Bamboo Édition. Octubre, 2019)
Edición nacional/ España: Hasta el último. Yermo Ediciones. Febrero, 2020
Guion: Jerôme Félix
Dibujo: Paul Gastine
Color: Paul Gastine
Formato: Cartoné, 80 páginas
Precio: 25€

Hasta el último de Jerôme Félix y Paul Gastine es un relato durísimo y profundamente conmovedor sobre la injusticia y sobre los gravísimos errores que solemos cometer cuando defendemos razones acertadas.

Le tenía muchas ganas a esta obra y eso que no había tenido demasiadas noticias de ella, no había visto muchos ejemplos gráficos, ni había leído ningún artículo en concreto pero algo me decía que este no era el típico western franco-belga al uso; llámenle olfato, llámenle experiencia… E incluso así Hasta el último me ha sorprendido completamente. Esperaba un relato bien dibujado, con un guion correcto, lleno de tópicos pero bien estructurado y con algún giro diferente que justificara el interés del lector actual y me he encontrado ante una historia que merece entrar en el Olimpo de las grandes leyendas del western, como Sin perdón, como Comanche, como Open Range, como la olvidada serie de televisión Centennial y, sobre todo, como la obra que marca el nacimiento del western moderno; El hombre que mató al Liberty Valance.
La tragedia que construye Jerôme Félix y materializa Paul Gastine se asienta en las bases clásicas del género para acabar ofreciéndonos una visión adulta y nada complaciente del nacimiento de la sociedad norteamericana contemporánea.

La lucha entre la justicia y la civilización ha sido siempre desigual y con Hasta el último asistimos a la enésima derrota de la dama de los ojos vendados en aras del progreso de la comunidad y del futuro bienestar de nuestros hijos.
Diversas circunstancias dramáticas reúnen al veterano vaquero Russell y a otro más joven llamado Kirby con Bennett, un niño que acaba de perder a sus padres. El viejo cowboy lo adopta y el huérfano se acostumbra a vivir de manera nómada, entre ganado vacuno y pendiente de las sorpresas que les depara el camino. Sin embargo, la llegada del ferrocarril lo está alterando todo. Pronto no será necesario realizar grandes expediciones para llevar las reses a su destino por lo que el universo de los vaqueros está desapareciendo a marchas forzadas. Además, los pueblos sin futuro batallan por ser un punto de parada, por convertirse en apeaderos del ferrocarril. Esto les garantizaría su supervivencia y la prosperidad futura. A menudo esta lucha se convierte en una carrera infernal que pasa por encima de todo y de todos.

Pero este western no es un tratado teórico de ética ni de historia cotidiana de los incipientes Estados Unidos de América, este relato está sustentado por unos personajes absoluta y asombrosamente vivos, llenos de matices y de contradicciones, que nos cautivan, nos enamoran y por los que sufrimos cuando asimilamos que su camino les lleva de una manera rápida e inexorable hacia el precipicio.

Tanto el viejo vaquero Russell, como el joven Kirby, el huérfano Bennett, el niño Tom y especialmente Miss Collins tienen tanta vida dentro que acaba desbordando el estrecho límite de las páginas. El caso de la profesora es especialmente significativo puesto que aparece en una pocas escenas, pese a tener un papel determinante en la tragedia, y sin embargo la sentimos presente de una manera excepcional. Félix nos conduce, además, por un camino tortuoso, siempre desconocido y sorprendente que no podemos abandonar. La trama está bien hilvanada, cuenta con numerosas sorpresas y giros inesperados que consiguen que casi nunca sepamos por donde va a desembocar la acción.

Además, todo el conjunto está coronado por un prólogo y un epílogo, de tres páginas cada uno, que le dan el giro legendario al relato, que enmarcan toda la odisea de Russell, Kirby, Bennett, Tom y Miss Collins en una dimensión mitológica que solo el western nos puede ofrecer. Como en Un lugar en el mundo y como – otra vez – en Sin perdón, la memoria de los seres magníficos que nos cruzamos en la vida nos acompaña para siempre en nuestro caminar. La aparente contradicción del final, la hermosa paradoja – que algunos confunden con cinismo – con la que Félix culmina su leyenda, nos emociona y nos descoloca al mismo tiempo; supone un viraje con tantas connotaciones que estas nos van siguiendo mucho tiempo después, cuando ya hace un buen rato que hemos pasado la última página. Si además está incluido un discreto pero hermosísimo homenaje gráfico a Tsi-Na-Pah, la felicidad es completa.

El arte de Paul Gastine es extraordinario. Ya en sus anteriores trabajos se podía ver que estábamos ante un gran dibujante, pero en esta historia, en este álbum nos topamos de bruces con – a falta de una definición mejor – un artista con duende. Su forma de dibujar puede parecer el consabido cruce entre los estilos de Jean Giraud, Yves Swolfs y Michel Blanc-Dumont que tanto ha triunfado en el western europeo de los últimos lustros, pero va más allá, mucho más allá. Sus encuadres, los puntos de vista, su “colocación de la cámara” es impecable e incluso, como diría Truffaut, implacable.
La narrativa es clara, concisa y atractiva. No utiliza un esquema fijo de página y se atreve con planchas de tres o de cuatro tiras que divide de manera distinta dependiendo de la escena, pero siempre de una manera elegante y precisa. Su construcción de los personajes es asombrosa. Mirar directamente a los ojos de Miss Collins o de Kirby es asomarse a mundos llenos de historias, a universos de asombrosa humanidad. Gastine domina a la perfección la anatomía humana, las expresiones faciales y su descripción del salvaje Oeste está llena de detalles que enriquecen enormemente la obra.
Un aspecto clave en Hasta el último es el color. Los autores declaran en las entrevistas que el diseño del color está presente desde los primeros esbozos… y se nota. Desde las puestas de sol, desde los momentos más tormentosos, desde las escenas alumbradas por el fuego de las hogueras, todo desprende autenticidad y al mismo tiempo embellece el conjunto. Con Hasta el último, el joven Gastine da un salto exponencial de calidad que nos promete muchas alegrías en el futuro.

Jerôme Félix (1972) nació en Normandía, al norte de Francia. Se forma en la École de BD d’Angoulême y empieza a trabajar como dibujante, más centrado en el género infantil y juvenil. Pronto se decanta por a escritura y publica sus primeros trabajos a nivel regional; son dos álbumes para la serie de Zoé et Célestin titulados: Le fleuve mauve (2000) y Mystère sous la falaise (2002), ambos dibujados por Florent Heitz y ambos publicados por A.N.B.D. En 2003 empieza a publicar la serie L’arche (2003-2005) de la que se editarán tres albumes dibujados por Vincent Mallié, editados por Soleil Productions. También para Soleil escribe Un pas vers les etoiles (2003) que dibuja Joël Pernotte.
Otras obras escritas por Félix son: Uchronia (2004) con el arte de Alex Kramp y editado por Bamboo; Match décisif (2008) dibujado por Marek, publicado por Éditions Emmanuel Proust; colabora junto al guionista Jean-Blaise Djian en el primer tomo de la serie Normandie juin 44 (2008) que dibuja Alain Paillou; con el dibujante Gunt (Guillaume Poux) colabora en Deuxième chance (2009) y en Le plan (2009), ambas publicadas por Bamboo Édition y con el debutante Paul Gastine realiza cuatro álbumes de la serie L’héritage du diable (2009-2016) que publica también Bamboo. Entre 2012 y 2013 colabora en la escritura de la serie de cuatro tomos titulada La lignée que publica Bamboo. Con dibujos de Ingrid Liman y editados por Bamboo publica Hollywood Boulevard (2009) y Une vie à écrire (2013) y finalmente con Stéphane Louis al arte realiza Martin Bonheur (2015) que también publica Bamboo. Para el proyecto de Jusqu’au dernier (Hasta el último) tanto Paul Gastine como Jerôme Félix invirtieron tres años en su producción y finalmente Bamboo lo lanzó en dos ediciones en 2019, una de ellas en formato de lujo con tan solo 500 copias. De la edición regular se tiraron 30.000 ejemplares que se agotaron a los tres meses de su estreno.
Actualmente Jerôme Félix reside Port-en Bessin (Calvados) y participa en la organización de numerosos eventos culturales en la región, especialmente centrados en la cultura popular.

Paul Gastine (1985) ha nacido en Caen, también en la región francesa de Normandía. Estudia un bachillerato literario con varias optativas artísticas e inicia la Universidad que dejara a medias. Cuando tenía dieciséis años conoce a Jerôme Félix en un festival de arte dirigido por el mismo guionista que ya empieza a vislumbrar el enorme potencial artístico de Gastine. En 2006, Félix apadrina al joven artista en la firma de un contrato con la editorial Bamboo y le ofrece dibujar la serie L’Héritage du Diable (2009-2016) de la que publicarán cuatro álbumes. Tras tres años de intenso trabajo los dos colaboradores presentan Jusqu’au dernier (2019), un western con el que han obtenido el apoyo de la crítica y de los lectores en Francia. Actualmente, Paul Gastine está terminando otra historia del Oeste titulada À l’ombre des géants también con guion de Jerôme Félix.

Las características técnicas de este álbum a cargo de Yermo Ediciones están dentro de los parámetros adecuados. El tamaño es excelente, la impresión correcta, quizás un poco oscura para mi gusto, y el papel es satinado pero sin brillos, tal vez algo fino. Cuenta con un precioso apéndice gráfico de diez páginas que cuenta con ilustraciones, bocetos y varias portadas alternativas que nos hacen apreciar – más si cabe – el hermoso arte de Gastine. El precio es razonable.

El enorme acierto de Hasta el último, su auténtico valor es que desde una mirada de western clásico, desde una postura ortodoxa del género, Jerôme Félix y Paul Gastine nos entregan un relato completamente diferente y perfectamente acorde con los gustos del lector actual, huyendo – además – de la desmitificación e incluso de la revisión histórica. Su obra se lee con la emoción a flor de piel, con los ojos húmedos y con un escalofrío en la espalda que tarda en desaparecer.
Hasta el último está poblado de personajes inolvidables, de dilemas universales y de injusticias llenas de justificaciones; Hasta el último esta compuesto de momentos imborrables que nos acompañaran el resto de nuestra existencia. Les aseguro que yo no le pido nada más a un tebeo, pero tampoco me suelo conformar con menos… ¡Homérico!

Salut!



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