Javier Vázquez Delgado recomienda: La balada del viento y los árboles
Edición original: Shogakukan
Edición nacional/ España: Milky Way Ediciones.
Guión: TAKEMIYA Keiko
Dibujo: TAKEMIYA Keiko
Formato:Rústica con sobrecubiertas. 340 páginas
Precio: 9,50€
La expansión y la evolución del mercado del manga en España en la última década ha hecho posible que, poco a poco, se vaya subsanando la ausencia de autores capitales para el desarrollo del medio, que por diversas causas aún no habían sido publicados en nuestro país. Así, en estos años hemos podido disfrutar por primera vez de autores de la talla de HIRATA Hiroshi, KAMIMURA Kazuo, OKAZAKI Kyoko, MATSUMOTO Taiyô, KUSANAGI Mizuho, NAKAMURA Asumiko, los hermanos TSUGE, ABE Shin’ichi, o ASANO Inio, entre otros. Sin embargo, aún podemos encontrar ausencias notables y, entre ellas, las autoras de shôjo suelen ser las más perjudicadas. Este es el caso de la autora que hoy nos ocupa, TAKEMIYA Keiko, que, junto a otras colegas, escribió un punto y aparte en la historia del manga.
TAKEMIYA Keiko (Tokushima, 1950) es una mangaka que ha desarrollado una exitosa carrera desde su debut profesional, a finales de la década de los 60, recibiendo prestigiosos premios, convirtiéndose en una figura fundamental para la industria del manga y sirviendo de referencia para las posteriores generaciones de autores. Fue miembro del llamado Grupo del 24, un conjunto de autoras que renovó las bases del shôjo y fueron pioneras en el tratamiento de las relaciones homosexuales entre hombres en el manga, dando pie a la creación del subgénero shônen ai (amor entre chicos) durante los últimos años de la década de los 70, y produciendo una ruptura con el encorsetamiento artístico al que las mujeres estaban sometidas hasta entonces. Takemiya cita entre sus influencias el manga que leía durante su infancia y adolescencia, especialmente de Ishinomori, el cine y sus viajes por Europa, que le permitían investigar y documentarse de primera mano para contextualizar sus obras. Desde el año 2000 ha impartido docencia en la Facultad de Manga de la Universidad Kyoto Seika, de la que fue decana durante cinco años, tras los que ejerció durante otros cuatro como Presidenta de la Universidad.
La balada del viento y los árboles ha sido su obra más ambiciosa y exitosa, ya que en ella se propuso desarrollar en una larga historia las relaciones entre hombres, las cuales ya había esbozado en trabajos anteriores. A pesar de que hoy en día es considerado un clásico del manga, Takemiya tuvo que pelear con sus editores durante años para conseguir luz verde a su publicación, ya que en ningún momento aceptó la censura que estos trataron de imponerle, debido a la combinación del romance con las recurrentes escenas de carácter sexual.
El escenario principal de esta historia es el Instituto Lacombrade, ubicado en la ciudad de Arlés, en la región de Provenza, al sur de Francia, en el año 1880, poco después de la derrota de los ejércitos galos en la guerra franco-prusiana y el establecimiento de la III República, tratándose de un período de alta inestabilidad política, desarrollo social y económico y expansión colonial. La academia se caracteriza por una sólida jerarquía (director – jefe de estudios – supervisor – delegado general), impartir una educación diferenciada exclusiva para varones, una presencia constante de la religión y un currículo educativo anclado en el pasado, en el que las ciencias aún no habían arraigado. Los alumnos de la academia, habitantes de su residencia, establecen entre sí una microsociedad, en la que factores como el origen, la edad o el reconocimiento de los profesores y la institución escolar imponen la clase social a la que se pertenece. A este contexto llega Serge Battour, un joven huérfano mestizo, dando pie al comienzo del argumento, cuya línea principal es su relación con Gilbert Cocteau, otro alumno del instituto.
Serge Battour es un joven de 13 años, hijo del Vizconde Aslan Battour y de Paiva, una sofisticada meretriz gitana, quienes se fugaron juntos al Tirol para poder vivir el amor que sentían el uno por el otro. Quedó huérfano a la temprana edad de 3 años, quedando al cuidado de su tía paterna y heredando el título nobiliario y la fortuna de su familia, con la condición de que estudie en la misma academia que su padre. Su negro cabello y su tez morena delatan su origen, por el que siempre ha recibido desprecios y burlas por parte de sus semejantes, de las que se refugiaba tocando el piano. Sin embargo, ha aprovechado las oportunidades de la vida para convertirse en un joven sofisticado, de alto rendimiento académico y pasmosas habilidades artísticas. Cuando llega a la academia es designado como nuevo compañero de habitación de Gilbert Cocteau, de quien el resto de estudiantes tienen muy mala opinión, pero a pesar de ello, se convierte en un alumno popular y de arrollador éxito social.
Gilbert Cocteau es un joven de cabellos dorados y resplandecientes, piel blanca como la nieve y suaves y bellas facciones. Su belleza y atractivo lo han convertido en objeto de deseo de otros hombres a lo largo de su vida. Hijo ilegítimo, fruto de un affaire entre su madre y su tío, fue repudiado por sus padres, por lo que nunca disfrutó de su cariño, y desde una edad temprana sufrió abusos sexuales en reiteradas ocasiones, lo que lo convirtió en una persona asocial y cínica, que reduce las interacciones humanas a las relaciones sexuales. Vende su cuerpo para conseguir sus propósitos, por lo que es tratado como un paria por sus compañeros. La llegada de Serge, quien lo tratará como a un igual, despierta en él nuevas emociones y perspectivas.
Además de los dos personajes principales, la autora recurre a un elenco de personajes secundarios en los que se apoya para enriquecer la trama principal y desarrollar diferentes tramas secundarias. Entre ellos se encuentran Karl Meiser, delegado del edificio en el que alojan Serge y Gilbert; Pascal Biquet, un alumno que critica el inmovilismo de la institución escolar y su falta de adaptación a los nuevos tiempos; Aryon Rosemarine, aristócrata de noble linaje y delegado estudiantil general; Auguste Beau, tío de Gilbert, a quien controla y somete; o Jean-Pierre Bonnard, un pintor pedófilo que violó a Gilbert cuando era un niño pequeño, haciendo mella en su espíritu y determinando su personalidad.
Takemiya estructura la obra en largos capítulos, que ahondan en la psicología de los personajes, en las relaciones que se establecen entre ellos e incluso nos permiten conocer de primera mano su pasado y el de sus familias. Además, no se limita a situar la historia en el contexto anteriormente mencionado, sino que ella misma se sitúa como autora de dicha época, adoptando cánones de la novela decimonónica que dan pie a encontrarnos ante un relato verosímil y didáctico, siguiendo la estela de Dickens, Clarín, Pérez Galdós, Flaubert, Dumas, Victor Hugo o Zola. Asumiendo una perspectiva realista, denuncia males de la sociedad de aquel entonces, como el clasismo, el racismo o la homofobia, que son sufridos por los protagonistas en sus propias carnes.
También coincide con los autores literarios de la época al defender sus ideas desde su propio esquema moral y plantear temas recurrentes por entonces, como la contraposición entre valores tradicionales y valores modernos, la tragedia romántica o las infidelidades. Por si fuera poco, la técnica novelística de la época también es asumida como su propio estilo, recurriendo a mecanismos como la abundancia de descripciones o el flashback.
Sin embargo, en esta demostración de versatilidad artística, la autora paga el peaje de la agilidad narrativa, perdiendo en el camino la habilidad de mantener un tempo ágil y repercutiendo en la dinamización de una historia que, en ocasiones, se pierde entre sus giros narrativos y su excesivo dramatismo. Este motivo puede hacer que quienes se acerquen a la obra por primera vez sientan cierto rechazo por ella, pero os aseguro que merece la pena hacer un esfuerzo, pues la ambición que esgrime Takemiya a lo largo de toda la obra recompensa con creces a los lectores que llegan hasta el final de la misma.
Artísticamente, Takemiya destaca como la dibujante más sólida de sus compañeras de generación, creando preciosas composiciones a doble página, variando sus registros como dibujante y demostrando también sus habilidades como colorista, dotando a sus dibujos de un mayor volumen. El diseño de sus personajes, de rasgos andróginos, también resultó referencial para sus colegas y posteriores generaciones de autoras, siendo un sello de identidad del subgénero BL (boys love).
Milky Way Ediciones publicó el primer volumen de La balada del viento y los árboles en agosto de 2018 y, desde entonces, ha completado su edición en diez tomos, a un ritmo variable de dos y tres meses entre cada número. A pesar de ser una obra de 1976, nunca había sido publicada fuera de Japón con anterioridad, por lo que la editorial asturiana ha sido pionera en la edición de este título, a la que posteriormente se han sumado países como Francia e Italia, a pesar de las reticencias de su autora, que sentía que se trataba de una obra desfasada y a la que tuvieron que convencer de su relevancia artística, la plena vigencia de su mensaje y su valor histórico. El formato elegido para esta serie es el B6, de 13×18 cm, con encuadernación rústica, sobrecubiertas con un precioso diseño y un papel de buena calidad, que no permite que se produzcan transparencias. Los voluminosos tomos de 340 páginas tienen un precio de 9,50 euros e incluyen las páginas originales a color, por lo que su relación cantidad-calidad-precio es excelente. Como curiosidad, aunque desde esta editorial ya nos han malacostumbrado a estos detalles, hay que destacar que el primer volumen de la serie incluye una bonita funda de cartón que hace las veces de marco para su bonita portada.
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