Javier Vázquez Delgado recomienda: Mujer salvaje
“Yo no echo de menos la civilización y en esta naturaleza aprendo a vivir cada momento como si fuera el último”.
Supongo que la perspectiva que tendremos todos al leer una obra como esta obra hoy en día, en los momentos tan especiales que estamos pasando, será muy diferente que si lo hubiésemos hecho hace un mes cuando se estrenó en castellano. Pero es lo que hay y hemos de adaptarnos. En todo caso Mujer salvaje de Tom Tirabosco es una historia que aguanta perfectamente el escrutinio actual, aunque la realidad se empeñe en superar a la ficción y, en este caso, casi lo consiga.
Una mujer joven de la que desconocemos el nombre se escapa de la ciudad, huye de la civilización para ir en busca de refugio a un territorio remoto cerca de Alaska donde unos denominados “rebeldes” están intentando vivir de una manera más libre y sana. La mujer tendrá que cruzar vastos territorios salvajes donde los peligros que se le presenten adoptarán formas insospechadas y donde deberá poner en liza todos sus recursos para sobrevivir. Y sin embargo puede ser que no esté sola…
La descripción de la sociedad en colapso que nos ofrece Tirabosco es lo más parecido a la sensación de derrumbe que vivimos en la actualidad pero al mismo tiempo exterioriza su ideología y sus obsesiones personales. El autor suizo sitúa esta epopeya en los Estados Unidos de América donde un mandato presidencial catastrófico ha encendido una guerra civil de baja intensidad, donde se ha alentado la proliferación de ideologías fascistas y racistas, donde las decisiones económicas han ampliado la brecha entre ricos y pobres y donde las élites económicas se han aislado del resto de la sociedad en zonas bunkerizadas y protegidas militarmente.
Con este panorama la mujer salvaje abraza un ideal ecologista que poco tiene que ver con la dureza del entorno al que se dirige que acabará asumiendo por ser más real y humano que lo que deja atrás.
Tom Tirabosco casi no se molesta en describirnos la degradación de la situación social norteamericana, le dedica unas pocas páginas en un travelling constante que va siguiendo la huida de la protagonista hacia territorio salvaje; es un recorrido complementado a penas por los pensamientos de la mujer. Mucho más explícitos son sus recuerdos, que afloran cuando ya está luchando por sobrevivir en plena naturaleza. En ellos percibimos la ideología ecologista y feminista de la protagonista, asistimos a su relación sentimental con Ethan y comprobamos que, efectivamente, todo intento de protesta ha sido no solo ineficaz si no fatal.
Tirabosco se centra en describir la relación entre la nueva mujer salvaje y su entorno; como esta se adapta a una situación muy diferente a todo lo que había conocido, explica sus renuncias, sus reglas de supervivencia, sus habilidades en la caza, los peligros que encuentra casi siempre relacionados con la especie depredadora más peligrosa que existe; el ser humano… todo esto nos es mostrado con detalle y con sencillez, usando el recurso de la voz en off y poniendo especial énfasis en los sueños. Son momentos oníricos que preconizan importantes novedades del futuro y que también ponen en comunión a la atribulada fugitiva con la tierra.
En general el autor parece proponer un retorno a una vida más natural y sencilla. Un regreso a la naturaleza, sin despreciar los avances de la ciencia pero llevándolo todo a una escala más cercana, más humana. Es una receta que, seguramente, no puede englobar el conjunto de habitantes del planeta y que puede tardar varias generaciones en ser viable, como nos insinúa el autor.
Gráficamente, Mujer salvaje presenta una factura original y muy atractiva. El artista utiliza materiales poco comunes para la realización de un cómic como son el lápiz de carbón y la tiza, para ofrecernos un estilo en blanco y negro rústico, rotundo y atractivo.
Tirabosco utiliza un esquema de página de dos tiras de una o dos viñetas cada una. Esta estructura la combina con otros diseños de pagina más espectaculares, pero la sensación general se asemeja a la de un cómic popular italiano, la de un fumetto nero de bolsillo, como los que realizaba el gran Magnus en el inicio de su carrera. La narrativa que despliega el autor es uno de los puntos fuertes de la obra. Su dominio de los encuadres, de las elipsis, el tempo… el autor consigue que podamos seguir perfectamente la acción aunque esté dominada por numerosas escenas mudas.
La definición de los personajes es espléndida, la ambientación y la descripción de decorados excelente, llenas de referencias que enriquecen la acción pero no la ahogan. Destaca la excelente utilización de los fenómenos meteorológicos como la lluvia o la nieve para dar credibilidad y colorido a la trama.
Tom Tirabosco (1966) nació en Roma. A los cuatro años su familia se instala en Suiza, país donde reside y trabaja. Actualmente vive en Ginebra. Estudia en la école supérieure des Arts Visuels de Ginebra y más tarde en la Academia de Bellas Artes de Venecia. En 1992 recibe el Premio a los Jóvenes Talentos de la comunidad suiza de Sierre y en 1997 publica la obra de veinticuatro páginas titulada L’emmisaire editada por la editorial Atrabile con la que obtiene el Premio Töpffer de la ciudad de Ginebra. Su dedicación principal se centra en la ilustración para periódicos como La Tribune de Genève y Le Temps, para varios organismos oficiales como los Ferrocarriles Federales Suizos, y para revistas de tendencia ecologista como La Revue Durable y La Salamandre junior.
Paralelamente encauza su carrera de autor y dibujante de cómics con obras como:
Ailleurs au même instant (1997) publicado por La joie de lire o Les fonds des poches (1998) editado también por La joie de lire, estas dos obras más dedicadas al público infantil. Ya en clave más adulta nos encontramos con Cabinets de curiosités (1999) publicado por Atrabile; Le colporteur (1999) con guion de Marie-Christophe Arn y publicado por Delcourt; su primera colaboración con el guionista suizo Pierre Wazem, Week-end avec préméditation (2000) que publica Les Humanoïdes Associés; L’oeil de la fôret (2003) publicado por Casterman; la serie juvenil Léo & Léa (2004-2009) con guion de Véronique Grisseaux, de la que ha dibujado tres de los cuatro álbumes que consta y que publicó también Casterman; Monroe (2005) con guion de Pierre Wazem y editado por Casterman; Temps de canard (2007) publicado por Editions de l’an 2; dos obras más en colaboración con el guionista Pierre Wazem que se titulan La fin du monde (2008) y Sous-sols (2010) ambas editadas por Futuropolis y también Wonderland (2015) editado por Atrabile y Femme Sauvage (2019) que publica Futuropolis. Con esta última obra Tirabosco ha obtenido el Prix Tournesol que se otorga en la sección alternativa en el marco del Festival de Angoulême y que concede el partido ecologista Europe Écologie Les Verts.
La edición en castellano de esta obra corre a cargo de Nuevo Nueve Editores que ha realizado un buen trabajo. El álbum es en tapa dura, es de un tamaño adecuado, está bien impreso y el papel es excelente; grueso y mate. El precio está en consonancia con la calidad de la edición.
Estamos ante una obra comprometida y llena de atractivos. Mujer salvaje destaca por su hermoso trabajo artístico y por un desarrollo argumental apasionante descrito con una narrativa excepcional. El planteamiento general, algo simplista, no desluce el conjunto. Tom Tirabosco propone un retorno a la naturaleza, respetar el medio ambiente para que la Tierra no acabe siendo nuestro ataúd y una búsqueda de una sociedad más centrada en el aspecto humano y no tanto en el económico. Con Mujer salvaje, su autor nos presenta los principales problemas que padecemos como comunidad y nos ofrece algunas alternativas. Seguramente la solución a este conflicto ecológico y social será mucho más compleja pero quedarse quieto no es una opción y Tom Tirabosco lo sabe aunque en su mano “solo” esté ofrecernos una historia como esta. La verdad es que no es poco.
Salut!
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