Javier Vázquez Delgado recomienda: Rumble 4: Alma sin piedad
Edición original: Rumble (2017) #1-5 USA.
Edición nacional/ España: Astiberri.
Guión: John Arcudi.
Dibujo: David Rubín.
Color: Dave Stewart.
Formato: Libro en tapa dura, 160 páginas.
Precio: 17 €.
Desde que Astiberri publicó el primer tomo de Rumble, en junio del 2018, en la redacción Indie de Zona Negativa lo tuvimos claro, estábamos ante una obra que ocuparía un sitio de honor en nuestro corazón, porque Rumble es eso, corazón, un corazón sangrante, una obra en la que los sentimientos de los personajes hacia todo lo que les rodea y su evolución es lo que nos engancha entre espadazos, muerte y bichos de todo tipo, obviando el hecho de que una parte de la trama gira en torno a que al protagonista le falta dicho órgano. Este mismo mes Astiberri sacaba a la venta su quinto tomo, pero hoy nosotros vamos a pagar una deuda con esta reseña, la que tenemos hacia nosotros mismos por no haber podido hablar de el anterior cuando salía a la venta, algunas veces el tiempo hace que dejemos series atrás, pero me niego a que Rumble sea una de ellas porque se lo merece, se merece que sigamos hablando de una serie que no debería pasar desapercibida por la calidad y el cuidado que logra mostrar número a número. Además en este tomo hay dos cambios interesantes de los que hay que hablar. Sí, Rumble sufre un par de cambios, pero eso no hace que la serie baje un ápice su calidad.
El anterior tomo nos había dejado en un momento clave, tras una enorme batalla en medio del pueblo, el cuerpo de Rathraq poseído por su enemigo quedaba destruido, mientras que el que él ocupaba, compuesto de paja y harapos de un espantapájaros, parecía correr la misma suerte. Es momento de que la serie dé un giro, es el tiempo para cambiar algunos elementos, ¿sobrevive la historia a ellos?, pues sí, no solo sobrevive sino que crece. La batalla no solo había cambiado los cuerpos antes mencionados sino todo lo que les rodeaba, las propias relaciones entre los personajes, Timah y Bobby estaban más cerca que nunca mientras que Del se alejaba de ellos para ir con Rathraq, aunque al final quedaba solo. Pero no solo se explora eso, los villanos que sobreviven ya han acabado su misión y el pueblo ha sido testigo de todo, ¿qué harán ahora?, pues para ser una obra con una imaginación desbordante el resultado es más lógico de lo que podría parecer.
Este tomo resulta ser mucho más tranquilo que los anteriores, pero parece una de esas calmas que preceden a la tormenta. No es que falte la acción, las partes de cuerpos siguen volando al paso de la espada de Rathraq, pero en su mayoría se refieren a recuerdos del pasado, en realidad este tomo frena con la intención de redefinir las relaciones y el entorno, y en su interior tiene ideas que me gustan mucho, desde ese pequeño guiño a la explicación que se da desde la esfera política de la ciudad, que todo fue culpa de un escape de gas, hasta la formación de un equipo de gente con muchas armas pero no tanta inteligencia que pretende matar a todo lo que se parezca a un monstruo, una reflexión llena de humor sobre cosas reales que no hacen tanta gracia.
Los guiones de John Arcudi siguen dando en el clavo y ofreciendo una buena historia con fondo, por detrás de todo este humor con cierta crítica social hay un pequeño ensayo sobre la amistad que se materializa en los diálogos, cuestionando qué es y cómo se produce, a tres bandas entre los personajes que se encontraban desde el principio, Del, Bobby y Rathraq, que se habían ido uniendo y separando en los diferentes capítulos que forman este tomo. Con ello los autores siguen mezclando esa acción incansable con drama y comedia a partes iguales que nos consigue dejar un buen poso. También encontramos cierta unión y separación con los villanos, creen a Rathraq muerto y eso hace que sus intereses cambien, con ello se mueven sus propias alianzas, e incluso hay una sensación de ¿y ahora qué hacemos? que tiene su punto gracioso, como si el mal sin el bien anduviera perdido.
Pero, como decía antes, hay dos cosas importantes en este tomo, la segunda y más importante es el cambio de dibujante. Uno de los creadores de la serie, el gran James Harren, abandona y entra un nuevo dibujante, que en nuestro país no necesita presentación, David Rubín. Tengo que decir que tenía mis dudas sobre cómo esto iba a afectar a la serie, hay algo que los dos autores tienen en común los dos trabajan muy bien las páginas, pero mientras Rubín juega con las viñetas ofreciendo varias lecturas que se enriquecen con los distintos visionados, Harren tiene un estilo diferente, mucho más directo. Evidentemente mis preocupaciones eran totalmente infundadas, Rubín se hace con la serie desde la primera página.
Si bien ambos autores tienen ese algo especial que los hace diferentes, entre ellos y distiguibles con respecto al resto de dibujantes, los dos tienen una capacidad narrativa fuera de lo común y eso pesa más que el estilo, pero es que nuevo toque que le da David Rubín nos mete absolutamente en la historia, sigue con el mismo tono agresivo, cómico y trágico de los anteriores tomos, pero añadiendo su estilo personal a las páginas que dan momentos absolutamente gloriosos, desde el baile mágico de Timah hasta la historia de la muerte de un viejo amigo de Rathraq, pasando por cosas tan simples como una conversación en un hospital. He visto suficientes trabajos de este autor como para saber que dedica mucho a cada página que hace, le he oído decir en una charla que estaba encantado de trabajar en Rumble porque era una de sus series preferidas de la actualidad (esto cuando estaba empezando en ella) y me lo creo, porque para mi es uno de sus mejores trabajos, que no es decir poco, superando hasta su Sherlock Frankenstein, y no lo tenía nada fácil, Harren es un dibujante muy peculiar, con un estilo arrollador que lo pone entre lo mejor del momento, hacerse con esta “su serie” como lo hace Rubín en este tomo es algo que habla muy bien de el autor. Por cierto hay un nuevo diseño para Rathraq y funciona a las mil maravillas, aunque echaré de menos los restos de paja que iba dejando por el camino.
Ha sido un tomo de cambios, pero lo que no se modifica es la calidad de la obra ni su toque particular. Con él pasamos el ecuador de la misma y ya podemos decir que Rumble será una colección que podrá presumir de haber sobresalido en un momento en que el cómic independiente estadounidense vive una época de esplendor.
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