Javier Vázquez Delgado recomienda: Reseñas DC -The Flash #750
Edición original: The Flash #750 USA.
Guion: Francis Manapul, Geoff Johns, Michael Moreci, Marv Wolfman, Various Others, Joshua Williamson.
Dibujo:Rafa Sandoval, Jordi Tarragona, Scott Kolins, Stephen Segovia, David Marquez, Bryan Hitch, Francis Manapul, Riley Rossmo, Howard Porter, Brian Buccellato.
Entintado: Jordi Tarragona, David Marquez, Bryan Hitch, Francis Manapul, Riley Rossmo, Howard Porter.
Color: Arif Prianto, Michael Atiyeh, Ivan Plascencia, Alejandro Sánchez, Luis Guerrero.
Formato:.
Precio: 7,99 $.
Ha llegado.
De alguna forma estamos frente a un número especial que busca hacer foco sobre Flash, cuando tal vez debería haber centrado su atención en celebrar el aniversario de la Fuerza de la Velocidad.
La colección del velocista se renumera para poner en portada un flamante 750, que viene a indicar el valor de la serie dentro del cambiante mundo editorial. Si bien es cierto que es una numeración tramposa, no está carente de valor y es por ello por el que le dedicamos unas líneas a analizar que da de sí este especial de 80 páginas centrado en uno de los héroes más importantes del Universo DC.
Como viene siendo habitual en este tipo de especiales tenemos la continuación del número anterior más el añadido de varias historias extras. Historias en las que colaboran algunos de los guionistas y dibujantes que han estado vinculados al personaje, para aportar una visión del mismo que tiende más al homenaje que a una intención real por escribir algo que resulte relevante en fondo y forma. Por tanto, estamos frente a un número cargado de los tropos típicos, que brilla en muchos aspectos, pero que no es sino un punto de arranque para lo que debe llegar en un futuro cercano a la serie.
En la primera historia, Williamson, se centra en buscar la grandeza de Flash a través de los testimonios de los ciudadanos de Central City. Una visión directa de lo que significa el relámpago en la ciudad y que se ve ,en algunos momentos, cargada de más de edulcorante del necesario, pero que responde bien a la pregunta de quien es Flash. Un homenaje a su figura que persigue mostrar abiertamente los valores que definen al héroe en cuestión.
Aquí llegamos a un punto de inflexión con la historia en curso con la llegada, por fin, del nuevo villano, Paradox, que se muestra abiertamente para enfilar el nuevo arco que empezará en el siguiente número.
En esta historia se unen el talento de tres excelentes artistas, Rafa Sandoval, Jordi Tarragona y Stephen Segovia, que ilustran a la perfección cada parte de la trama, aportando fluidez, elegancia y espectacularidad, amoldándose a las exigencias argumentales y sabiendo destacar cuando es necesario hacerlo. Una simbiosis ideal que hace desear que este equipo creativo se mantenga el máximo tiempo posible en la colección.
Le llega el turno a Geoff Johns y como no puede ser de otra forma se encarga de uno de los villanos más característicos de Flash, el Capitán Frío, que en manos de uno de los guionistas que mejor supo entender su fondo psicológico, se desmarca del tono marcado por Williamson y despliega una de las historias más interesantes del especial. Y es que Johns no desaprovecha la oportunidad para añadir nuevos matices al personaje y contarnos una historia sencilla, llena de detalles, que ofrece una nueva perspectiva del villano mientras sale a comprar cervezas.
Uno de los detalles más significativos que aporta Johns es ese momento en el que Frío mira la televisión y no se trata de uno de esos aparatos de pantalla plana, sino un modelo antiguo, con tubo de rayos catódicos, como metáfora de un pasado mejor al que el personaje lucha por aferrarse.
Lo único negativo que se puede decir de esta historia es el dibujo de Scott Kolins, que dista mucho de ser ya atractivo para el aficionado de hoy y que hace lo que puede a la hora de aportar la parte emocional del relato de Johns.
Y ahora llega la historia de la reflexión, de la meditación alrededor de casualidad del relámpago y como este podría haber cambiado la vida de cualquiera de los que rodeaban la vida de Barry Allen. Una trama que se centra en hablar del legado, de como se transmite y como el símbolo se mantiene inalterable sin importar sobre quien incidiera el rayo que lo cambio todo. Manapul dibuja y escribe junto a Buccellato este relato que destila cariño por una de las señas de identidad del personaje. Un recorrido imaginario por posibles situaciones que derivan siempre en la aparición de un nuevo héroe o heroína en Central City. El relato más intimo de los que componen el especial.
Y como en todo especial hay que hacer una historia de corte clásico, sin grandes miramientos, algo que directamente mire al pasado y permita sincronizar el presente con la Edad de Plata que el propio Flash inauguró. Y la tarea de escribir algo así recae en uno de los pesos pesados de la editorial en los años 70-80 y principios de los noventa, Marv Wolfman, que se pone al frente para contar el enésimo enfrentamiento entre el Maestro de los Espejos y Flash.
Un relato cargado de la candidez de antaño, con esa mirada inocente por parte del lector, que ve como su héroe hace frente al villano venciéndole no gracias a sus poderes, sino a su ingenio. Wolfman cumple bien con su cometido y se acompaña de un dibujante de etilo especialmente llamativo, como es Riley Rossmo. Wolfman parece haber escrito la historia pensando en las habilidades de este dibujante y exprime al máximo su peculiar estilo a través de un juego mortal lleno de espejos y distorsiones imposibles.
¿Qué otro velocista falta en la fiesta? Jay Garrick y es por ello por lo que Williamson se centra en mostrar el heroísmo y el espíritu indomable del primer corredor de DC, que demuestra un optimismo y una inquebrantable esperanza ante cualquier situación. Williamson aprovecha para introducir un factor desestabilizante como es un susurro al oído de Garrick por una silueta que no queda clara y abre las puertas a la especulación al respecto.
Y hay que estar muy atentos ya que aquí la parte gráfica recae sobre David Márquez que se marca un espectacular despliegue visual. Con un estilo de línea fina, limpia y trazo certero y contundente, su composición de página se muestra enérgica y viva, aportando una sensación de velocidad enorme a todas las viñetas. Soberbio.
Y llegamos al final.
El especial cierra con un epílogo de la miniserie Flashforward de Lobdell y Booth, donde asistimos a todo un despliegue visual por parte de Booth (que continúa resultando tan obsoleto como siempre) al ilustrar algunos de los momentos más relevantes del Universo DC.
Un relato confuso en manos de Lobdell que podría haber sido uno de los más potentes, pero que se muestra errático en su narrativa y lo apuesta todo a la fuerza visual de las escenas que se muestran. Un final de número que deja abierta la puerta a infinidad de posibilidades para el Universo DC y que solo queda esperar sean capaces de explorar y explotar de forma adecuada.
En resumen, estamos frente a un especial que se muestra equilibrado en su propuesta, con historias para todos los gustos, que no destaca especialmente, pero si tiene la suficiente consistencia argumental como para tener entre las manos el principio de algo más grande.
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