Javier Vázquez Delgado recomienda: 80 Aniversario Robin – Robin y la figura del sidekick en el cómic americano

Siempre hemos definido a Robin como un “sidekick” de Batman. Así mismo, hemos aplicado constantemente ese término para identificar a cualquier compañero del hombre murciélago durante sus más de 80 años de historia; quizás no con todos los miembros de la batfamilia, pero sí especialmente con las diferentes encarnaciones de Robin: Dick Grayson, Jason Todd, Tim Drake, Damian Wayne, Carrie Kelly y otros. Es más, es un concepto que se aplica reiteradamente en el mundo del cómic, y especialmente en el género superheroico. Capitán América y Bucky, o Falcon, Batman y Batgirl, Green Arrow y Speedy, Aquaman y Aqualad, Flash y Kid Flash o Wonder Woman y Wonder Girl son algunos de los ejemplos de héroe y compañero, maestro y aprendiz, con los que nos hemos topado a lo largo y ancho del amplio género superheroico, y sobre todo en el universo DC, donde es una figura que parece que ha proliferado más que en ningún otro sitio.

Parece que, en general, cualquier aficionado al cómic sabe qué significa sidekick. Sin embargo, ¿de dónde proviene este término? Pues parece ser una expresión coloquial anglosajona para referirse a un compañero normalmente subordinado, asociado o no a personajes e historias de ficción. Quizás el término antagonista equiparable seria “minion” en inglés, o lacayo, sin evidentemente el tono despectivo de la palabra española. Y aunque es cierto que la popularización del término ha sido especialmente gracias a los primeros sidekicks del mundo del cómic, lo cierto es que es una figura que llevaba muchos años utilizándose en la ficción. Desde Don Quijote y Sancho Panza de Miguel de Cervantes, hasta el Llanero Solitario y Toro, pasando por Sherlock Holmes y John Watson de Arthur Conan Doyle, entre otros.

Hay multitud de precedentes en la literatura y seriales radiofónicos, o incluso en textos religiosos, pero, sin embargo, quienes establecieron los elementos característicos de un sidekick fueron Bob Kane, Bill Finger y Jerry Robinson en abril de 1940 con la primera aparición de Robin, el Chico Maravilla, en Detective Comics #38, apenas once después del nacimiento del hombre murciélago. La introducción de Robin obedece a un deseo de los autores de llevar los tebeos a un público más infantil, estableciendo una figura más joven que el héroe principal, Batman, con la que se puedan identificar, siendo en este caso un adolescente. Consiguieron sobradamente su objetivo, ya que las ventas de Detective Comics se duplicaron, y la popularidad del personaje fue tal, que poco a poco se fue replicando el arquetipo de compañero adolescente en todas las cabeceras de cómics de superhéroes que fueron proliferando a lo largo de los años 50 y 60.

Primera aparición de Robin, el sidekick por excelencia

Sin embargo, pese al tono juvenil e inocente que le imprimió Robin a las historias de Batman, hubo quien interpretó de forma muy inadecuada estas historias. En plenos años 50, en una sociedad post-Segunda Guerra Mundial que estaba entrando de lleno en la Guerra Fría, se empezó a instaurar en EEUU una caza de brujas contra artistas de todo tipo, pero especialmente en el mundo del cine, que eran sospechosos de ser comunistas y espías soviéticos. En este mismo contexto, y con la publicación del libro La seducción del inocente en 1954 de Frederick Wertham, en la que el psiquiatra teorizaba que los cómics ejercían una influencia negativa en los niños, ya que identificaba, por ejemplo, a Batman y Robin como una relación homosexual y pedófila, asociándolo con la clásica relación mentor-pupilo de la antigua Grecia, se instauró el Comics Code, mediante el cual diferentes instituciones y organizaciones de padres de EEUU podían controlar lo que las editoriales publicaban y censurar todo aquello que no encajase con sus estándares morales. Esto provocó una pérdida de popularidad de los cómics durante algunos años. No obstante, Robin siguió apareciendo en las aventuras de Batman, de tal forma que incluso lideró la primera aparición no oficial de los Teen Titans en The Brave and the Bold #54 (1964), junto con Aqualad y Kid Flash, sidekicks que habían surgido poco a poco en la Edad de Plata.

El nacimiento de los Teen Titans supuso un antes y un después para los sidekicks, que empezaron a independizarse y a protagonizar sus propias aventuras, lo que permitió a las editoriales, muy poco a poco, diversificar el negocio a nivel demográfico, con cabeceras más juveniles, y otras más oscuras. Este es el caso de Batman, que en la etapa de los años 70 de Dennis O’Neil y Neal Adams, prescindió casi por completo de Robin, retirándole de las historias con muy pocas apariciones y con la excusa interna de estar estudiando en la universidad. Esto, por el contrario, no supuso un retroceso para el personaje, si no un distanciamiento necesario para evolución e independencia de la que antes hablábamos. Así pues, Dick Grayson comenzó a liderar a los Teen Titans, y pasó de pupilo a mentor de otros muchos compañeros adolescentes. A fin de cuentas, había estado años codo con codo con el tío más duro de todo el universo DC.

No obstante, la cabecera sufrió diversos vaivenes, y no consiguió una popularidad destacable hasta Los Nuevos Titanes de George Pérez y Marv Wolfman (1980), y que supuso la culminación de todo el proceso evolutivo de Robin, y del sidekick por ende, ya que este es la figura más simbólica del concepto. Wolfman y Pérez introdujeron nuevos personajes, héroes originales como Cyborg, Raven o Starfire, que no habían sido sidekicks de nadie, y que ahora Robin lideraba para enfrentarse a villanos propios de su cabecera, como Deathstroke. La calidad y la popularidad de la colección, permitió a Dick Grayson separarse definitivamente de Batman, dejar a un lado el manto de Robin, y emerger como Nightwing, un héroe con sus aventuras propias, al mismo nivel que cualquier otro, con su cabecera principal y sus historias en grupo en otras series. Esto supone a nivel simbólico la culminación y evolución definitiva del sidekick, que, tras más de cuarenta años formándose como subordinado de otro héroe, se convierte en uno, adulto, que puede tomar sus propias decisiones, organizar sus propios equipos y sostener solo sus propias aventuras. Robin supuso un ejemplo para otros tantos: Donna Troy, Garth, Red Arrow, Wally West… y un largo etcétera. Y las siguientes encarnaciones del petirrojo seguirán la estela de Grayson: Jason Todd como Red Hood y Tim Drake como Red Robin, con mayor o menor fortuna editorial, pero independizados del murciélago, al fin y al cabo.

Primer número de Los Nuevos Titanes, que supuso un antes y un después para la independencia y madurez de Robin.

Después de este repaso histórico del cómic, cualquiera puede concluir que el sidekick o compañero de un superhéroe o justiciero es una de las figuras más importantes en la historia del género, y todos lo hemos aceptado como un personaje indispensable. Pero, ¿Por qué lo hemos aceptado así? Desde luego no por simple tradición, por ser un elemento más de la estructura ficcional superheroica, sino porque aporta elementos muy interesantes. Por ejemplo, Robin desde el principio, y como ya hemos comentado, aportaba un tono más juvenil o incluso infantil a las aventuras del hombre murciélago, porque además era su razón de ser, pero también aportaba otra perspectiva, ya no tanto como adolescente, sino como ser humano, con valores diferentes y formas de pensar y actuar distintas a las de Batman. Y desde luego, es mucho más fácil, como lector, empatizar con un personaje como Robin que con Batman.

Además, la adición de un compañero supone ya no una aportación narrativa, sino una necesidad para el héroe protagonista. Un compañero es alguien con quien hablar, con quien compartir opiniones, ideas, un alivio emocional para una enorme carga psicológica y por supuesto física, que además se comparte con él. Holmes necesita su Watson y Batman su Robin. Incluso una persona solitaria y oscura como Batman, necesita o ha necesitado en muchas ocasiones, un compañero de aventuras. Además, en el caso del sidekick superheroico, éste es más que un compañero, sino un protegido, un pupilo al que transmitir todas tus enseñanzas, tus valores, tu ética y tu metodología de trabajo. Más allá de tener una vocación educacional o no, esto es sin duda una satisfacción personal inaudita, porque, al final, es casi como si estuvieras criando a tu hijo. Es más, Batman ha acabado literalmente criando a su hijo, Damian Wayne, tanto como persona, como héroe, siendo el Robin actual.

Buena parte de la batfamilia

Los personajes secundarios son, además, una parte indispensable de cualquier ficción. Es hartamente complicado sostener una historia con un solo personaje. Posiblemente se pueda hacer con una historia cerrada, y corta, pero en un universo superheroico es imposible. Si pretendes mantener un personaje durante décadas en diferentes colecciones y series que se publican, de media, mensualmente, necesitas introducir personajes diferentes, que le den un contrapunto al protagonista, pero desde su propio bando, es decir, independientemente de los villanos. Estos personajes le dan variedad y un aire fresco a las colecciones que los lectores normalmente agradecen. Si además desarrollas ese personaje, dándole protagonismo situándolo cerca del héroe, al final conseguirás ampliar el universo y un amplio abanico de posibilidades a nivel narrativo. La batfamilia es un claro ejemplo de esto: los Robin, Batgirl, Spoiler, Batwoman, Azrael, y un largo etcétera de sidekicks que han estado bajo la tutela de Batman, han evolucionado como personajes y como héroes, y han convertido al universo de Batman en uno de los más ricos de todo DC y del género superheroico. Es más, muchos son los que han acabado hartos del murciélago, y prefieren seguir las aventuras de Nightwing o Batgirl, o por lo menos, han terminado queriendo más a esos primero sidekicks, y ahora héroes que, poco a poco, se han ido ganando el corazón de todos nosotros.



Ver Fuente

Comentarios

Entradas populares