Javier Vázquez Delgado recomienda: Astro City: El día del pesar

Edición original: Astro City núms. 17, 22, 25, 27, 28 y 31 USA.
Edición nacional/ España: Astro City: El día del pesar (ECC Ediciones)
Guion:Kurt Busiek.
Dibujo:Gary Chaloner, Jesús Merino, Joe Infurnari, Tom Grummett.
Formato:Cartoné, 160 págs. A color.
Precio:16,95€.

No es nada fácil escribir una serie de más de cien entregas, y mantenerse al frente de la misma durante más de veinte años. La mayoría de las más grandes y longevas odiseas tebeíscas de los últimos treinta años (The Sandman, Fábulas, 100 Balas, Y el último hombre) orquestaban la información de sus tramas en una orquilla de entre 70 y 100 números (y en algunos casos el agotamiento creativo hace estragos; dejo al criterio del lector averiguar a qué casos me refiero).

Claro que alguien podría argumentar que los mangakas permanecen muchos más números y muchos más años dirigiendo a sus criaturas y que no necesitan descansar. La respuesta obvia sería que el manga no se basa tanto como el comic americano en la densificación y estratificación de la información, una peculiaridad que hace del comic-book de larga duración una empresa particularmente agotadora.

Es por ello que a veces los guionistas y dibujantes necesitan tomarse un respiro. Es lo que le ocurre a Busiek y Anderson en este tomo de Astro City.

Lo que nos encontramos en El día del pesar son unas breves vacaciones de Brent Anderson (quien es sustituido por Tom Grummet, Jesús Merino, Joe Infurnari y Gary Chaloner) y un impasse (en forma de historias cortas con fábula moral y códigos superheroicos) orquestado por Kurt Busiek.

La primera historia es la que da título al tomo. El día del pesar es un relato que sorprende por la capacidad de Busiek para sintetizar tantos conceptos en apenas veinte páginas. Bajo nuestro mundo, bajo los universos de moléculas, bajo los átomos y el bestiario de quarks, nace un conquistador. Este Thanos del mundo menudo no se detiene ante nada, arrasando universos enteros a su paso. Solo un profeta y un héroe ridículo de Astro City pueden detenerle.

Lo increíblemente diminuto y lo asombrosamente grande, el ansia de poder, el destino ineludible, homenajes a los cómics de Roy Thomas y Jim Starlin, el paso de hombre a héroe y de héroe a mito…todo ello resumido de manera ejemplar en un puñado de viñetas.

Alex Ross sigue dibujando íncreibles portadas para la serie.

¿Dónde van los héroes una vez han cumplido con su misión? La jubilación, el retiro, es un tema que preocupa bastante a Busiek, y si el tomo anterior se centraba casi en exclusiva en ese concepto, aquí nos lo volvemos a encontrar. Starfighter es un aventurero (al estilo John Carter o Adam Strange) reconvertido en escritor que no sabe cuándo retirarse. En su momento, salvó toda la realidad de La Gran Oscuridad Exterior; pero su final no será una apoteosis, sino un lento y quizás plácido languidecer.

Dos aspectos son muy reseñables en esta historia. El primero de ellos es que resulta evidente que Busiek pone en boca del Starfighter escritor sus propias reflexiones sobre la escritura. El segundo aspecto es un toque muy “morrisoniano”. Para convertirse en superhéroe, el protagonista tiene que recurrir a unos glifos y a unas palabras de poder. En un flashback al pasado, se nos muestra como decidió que su Robin particular no era merecedor de semejante poder.

Le arrebató la habilidad, pero no el recuerdo. Ahora ese sidekick es un cuarentón que sobrevive firmando recuerdos en convenciones y que, por la noches y detrás de los pabellones de las ferias, bebe compulsivamente y recita palabras sin sentido con las que espera poder volver a casa. El poder y el talento a veces simplemente…se van.

La tercera historia del tomo (Una chica con suerte) es en esencia la entrada de Colibrí a la vida adulta. Como en todas las telemaquias habidas y por haber, la joven superheroína deberá aceptar el lado oscuro de sus dones para poder seguir adelante.

La protagonista de la cuarta historia es Chibi Americana. En este relatos descubrimos su verdadera historia: proviene de un mundo de fantasía infantil insertado dentro de las coordenadas de un videojuego. El problema comienza cuando Los Incorpóreos (deidades que adoptan la forma de dioses y demonios contemporáneos) invaden su mundo. Llama la atención (en una serie tan luminosa como Astro City) el cambio en el estilo de dibujo: sucio y desgarbado para Astro City, infantil, colorido y chibi para el mundo de la protagonista.

Otra fantástica portada.

La quinta historia la protagoniza Araña Licosa, trasunto de Spiderman y de El Hombre Hormiga que debe detener a unos villanos disfrazados de sus ídolos de la infancia. En la parte final del tomo ahondamos en los orígenes de Pesadilla, enemigo mortal de La Guardia de Honor. Kurt Busiek convierte a este villano (el primero de toda la serie) en una especie de Hulk en busca de redención. Como siempre, resulta muy curioso como el guionista ahonda en el carácter cíclico de la historia de personajes que tienen más de ochenta años, dejando caer que este vilano ya ha alcanzado la redención en otras ocasiones, y que (en todas esas ocasiones) ha caído sin remedio.

Para concluir esta reseña, dos puntualizaciones sobre el tomo. Una mala y una buena. La puntualización mala. En ocasiones, la (sorprendente) capacidad de Busiek para generar ideas asombrosas una detrás de otra hace que caiga en un defecto muy común en los guionistas americanos (defecto comprensible, pues con frecuencia deben trabajar en un formato muy estrecho y con muy pocas páginas): el uso constante de una voz en off que transmite toda la información y que se hace un punto pesado en ocasiones.

La puntualización buena. Nos encontramos a punto de cruzar el umbral del último tramo de la colección. Los viejos personajes se van retirando uno a uno, mientras los más jóvenes aceptan su mayoría de edad y las responsabilidades que esta trae consigo. Estos nuevos héroes son también metáforas de las nuevas tecnologías que invaden el mundo. Es el caso de Chibi Americana, cuyo ámbito natural de acción son los videojuegos.

El sol se está poniendo sobre Astro City, y sus habitantes están a punto de perderse en el sueño como el viento se pierde entre brizna y brizna de hierba.

No hay héroes pequeños.


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