Javier Vázquez Delgado recomienda: Green Lantern – Historia de Ganthet

Edición original: Green Lantern: Ganthet Tale.
Edición nacional/ España: Ediciones Zinco.
Guion: larry Niven (diálogos John Byrne).
Dibujo: John Byrne.
Entintado: John Byrne.
Color: Matt Webb.
Formato: Prestigio, 64 páginas, color.
Precio: 750 ptas.

En 1992 en USA se publicaba un especial de Green Lantern, escrito por Larry Niven, con los lápices y diálogos de John Byrne. Un cómic de portada engañosa, pues los Corps no son protagonistas, anclada en una época turbulenta del personaje, donde el protagonismo recae en los Guardianes de Oa, en un relato de pura ciencia ficción. Pero no adelantemos acontecimientos.

Hablar de Larry Niven (1938) es hablar de uno de los grandes escritores de ciencia ficción del siglo XX. Con formación en matemáticas y psicología (1962) ha ejercido la profesión de escritor de forma exclusiva gracias a la sustancial herencia que recibió de su abuelo, fundador de la Union Oil, por lo que apostar por su talento desde el primer momento fue más fácil gracias a ese apoyo económico. Pero con dinero o sin el, Niven atesora talento en su pluma y así lo demuestran los premios Nébula, Locus y Hugo recibidos en su más que prolífica producción escrita, siendo Mundo Anillo una de sus sagas más famosas, acompañado de obras como La Paja en el ojo de Dios, El Martillo de Lucifer y Ruido de Pasos entre otras. Por su estilo y característico uso de la tecnología en sus novelas se le consideró, antes de la aparición de Stephen Baxter, Greg Bear y William Gibson, entre otros, el pilar de la corriente cientificista del género.

Pero Niven no le ha hecho ascos a otros medios y escribió el guion de varios capítulos de la serie de televisión Land of the Lost y de la serie de animación de Star Trek. Y fruto de esa exploración de medios, llega este cómic centrado en un personaje que nació al auspicio de la ciencia ficción más ferviente de finales de los años 50: Green Lantern.

Contar con una historia de Niven y el potencial de los Green Lanterns, da como fruto la que por un tiempo fue la última gran historia de Hal Jordan, aunque sea tangencialmente, centrándose en un secreto oculto de la historia de los Guardianes del Universo.

La historia dice que los Guardianes de Oa se autoimpusieron la tarea de velar por la seguridad de todo el Universo a modo de autocastigo por el crimen cometido por Krona en los albores de su historia. Su perfección e inmortalidad empujó a este científico a querer saber el origen de todo, descubrir que se escondía en el mismo momento en el que todo existió por primera vez, provocando un accidente que desencadenó la creación el Multiverso. Pero en realidad hay algo más oculto en esta historia. Algo que Niven y Byrne quieren contar y para ello ponen en marcha una trama que no acaba de funcionar todo lo bien que debería, en parte por lo descompensada que se encuentran cada uno de sus dos partes.

Las ventas de Green Lantern no dejaban de bajar y con la moda de dientes apretados de los noventa cada vez más asentada, llegó el momento de dar un paso más en la serie, como consecuencia de lo visto tras la destrucción de Coast City a manos de Mongul, derivado del regreso de Superman tras su muerte. Llegaban los tiempos de Ron Marz y su Crepúsculo Esmeralda. Llegaba el fin de la carrera de Hal como Green Lantern. Llegaban tiempos duros para Hal y esta historia es la antítesis de todo lo que estaba por llegar.

En sus páginas se dan cita los pilares básicos del cuerpo de vigilantes espaciales del Universo DC. Hay estructura en lo propuesto y cuyo pecado es no estar bien equilibrada. Su primera parte no engrana con la segunda de manera orgánica, chirriando por falta de engrase, por mucho que haya un hilo conductor que no es otro que desvelar la mentira que ocultan los Guardianes. Una primera parte que queda retratada como una anécdota y una segunda en la que de verdad se siente el trabajo de Niven en todo su esplendor. Si se entiende esto durante la lectura, se ignora que pretende ser una sola historia y se concreta todo en su fase final se descubren importante matices e intenciones a la hora de hacer crecer el imaginario propio del multiverso DC.

La ciencia ficción toma el control de la historia y se agradece en extremo que así sea. El añadido extra de la figura de Hal, la energía verde, el uso de esta y el acertado uso de Ganthet, que acabaría por tener una más que justa fama entre los aficionados, sustentan y soportan el todo de la trama de forma que al cerrar el cómic persiste en la memoria del lector.

Y para que así sea, la parte gráfica también suma.

Byrne llegaba a este cómic siendo todavía una estrella. Su nombre estaba asociado al éxito, pues su estela dentro del noveno arte a lo largo de toda su carrera era larga y muy querida por los aficionados. En este trabajo se encarga tanto del dibujo como de las tintas, poniendo la puntilla siendo el encargado de dialogar la historia.

Su estilo es totalmente reconocible, con algunos momentos en los que ya se empieza notar la pérdida del tono que lo hizo famoso dos décadas antes. Sin un buen entintador que defina mejor su trazo, un buen Terry Austin, por ejemplo, al dibujo de Byrne se le ven las costuras en algunos momentos. Y, sin embargo, hay momentos de verdadera belleza, cuando se deja llevar diseñando escenarios atractivos y llenos de imaginación. Su trabajo suma, como ya se ha comentado, para que la obra perdure en la memoria del lector y la obra, que no acaba de destacar por nada en concreto, perdure en el tiempo.

La obra termina y termina también la carrera de ambos autores con la franquicia. Niven no solo se apartará de los Green Latern, sino del cómic en general, y Byrne no volvería a acercarse a los anillos, salvo de manera muy tangencial en la serie Generaciones. Una rara avis que no defrauda, pero tampoco apasiona, que merece una relectura si por algún casual reposa en vuestras repisas.



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