Javier Vázquez Delgado recomienda: Jim Lee, ¿editor o dibujante?

El editor y director creativo de DC Cómics y siempre dibujante de origen surcoreano, Jim Lee, está siendo uno de tantos artistas que durante el confinamiento ha decidido aportar, a título personal, su granito de arena para ayudar a las tiendas de cómics. Pieza angular del sector de la historieta que de manera inmediata ha sufrido las consecuencias de que el mundo se haya parado por culpa del coronavirus. Y que en los últimos días ha visto más interrogantes aún en su futuro a causa de las relaciones actuales entre la editorial de Burbank, la distribuidora Diamond y otras dos de nueva creación que podrían empezar a trabajar con DC, al margen de la que hasta ahora era la única responsable de mover la mercancía. El señor Lee, desde su posición de alto mando en una de las principales majors de cómics, anunció el pasado 31 de marzo en hacer aquello que siempre ha hecho, ejercer el oficio que le dio la fama, un nombre y que le ayudó a escalar en el mundo empresarial: dibujar, para después subastar on line los originales con fines totalmente destinados a apoyar a los puntos de venta, que son quienes sustentarán el mercado al fin y al cabo.

Este mundo de los cómics es complicado. Es duro, no son muchos los privilegiados de cada país del planeta en que vivimos que puedan dedicarse a ello de manera holgada. Si buscáramos porcentajes y cifras globales podríamos asustarnos. Los que escriben, dibujan, entintan y colorean de manera profesional y llevan vidas económicamente acomodadas son unos afortunados. Quienes se dedican a cualquier disciplina artística lo son. Y los que se dedican a vender arte, tanto el suyo propio como el producido por otros, también viven en un mundo complicado. En una constante lucha contra el cambio de modelo de negocio motivado por la onda expansiva que las nuevas tecnologías siguen generando en la mayoría de estratos de la sociedad. Que hacen la vida más sencilla, cómoda y agradecida a los consumidores, pero que siguen haciendo daño a muchos, muchísimos negocios. Los culturales especialmente. Los editoriales entre ellos. ¿Para qué pagar si lo puedo bajar de Internet? Duras palabras que golpean aún más duro a miles de negocios.

Y por si la dureza del día a día no fuera ya de por sí exigente, desde mediados de marzo la pandemia global ha obligado a cerrar negocios en todos los sectores de la sociedad. Provocando una crisis económica creciente desde el primer día, cuya magnitud y repercusión final aún no puede calcularse, porque todavía no hemos llegado al final de este tortuoso camino. Los cambios que esta obligación de quedarse en casa, respecto al consumo general y de cómics en particular, tampoco podemos calcularlos. La magnitud del miedo a salir a la calle que quedará impregnado en la población, una vez haya sido levantado el estado de alarma, todavía está por medirse. Y si ya vivíamos en un proceso de cambio de las formas de consumo, en el que muchos han dejado de buscar en los negocios tradicionales lo que pueden encontrar en Amazon (por ejemplo) para recibirlo en casa, ahora estamos más obligados que nunca a no salir a la calle para comprar. Entonces, ¿cómo no vamos a temer por las tiendas de cómics, que dependen tanto de que el consumidor no busque en otro lugar lo que ellos le ofrecen, teniendo ahora mismo tantas y tantas herramientas para conseguirlo?

La fragilidad que ya viven las tiendas de cómics, que venden productos físicos de papel, a una sociedad general que cada vez valora menos el objeto físico y más el digital, se ha visto exponenciada durante las semanas de confinamiento. Recientemente mi compañero Pedro Pascual Paredes ha publicado catorce entrevistas a autores de cómics en las que ha hablado sobre éste y otros temas, mostrando una preocupación por la supervivencia de estos negocios, hablando de próximos cambios que pueden ayudar a las editoriales a distribuir en formato digital sus productos, pero no tanto así a las tiendas de cómics al no poder hacer llegar sus cómics a sus clientes. Por ello se han creado varias iniciativas virales como la de #YoEsperoAMiLibrero en redes sociales. Y Jim Lee, uno de los más altos cargos editores del mundo, también se ha sumado a una iniciativa para ayudar a las tiendas, verdaderos puntos de referencia para su mercado, a quienes no puede dejar de lado en un momento tan complicado.

Jim Lee ha informado que donará un total de 60 originales, los cuales subastará en eBay para conseguir un dinero que donará íntegramente a Book Industry Charitable Foundation, (BINC), una organización sin ánimo de lucro que trabaja para asistir a las librerías en estos tiempos de crisis. Un gesto muy bonito, muy admirable, con el que aporta su granito de arena para seguir apoyando al sector, su sector. Y es que girar la cara desde su posición podría haberle resultado muy cómodo, más aún cuando a principios de abril DC como personalidad jurídica anunció que donaría 250.000$ a BINC, pero sabe que sin esos negocios ninguna editorial, a día de hoy, sobreviviría.

Así que ha sacado su estuche de trabajo, encendido la luz de su escritorio personal y se ha puesto a dibujar personajes de DC Comics. Publica los originales en redes sociales y los sube a la plataforma de subastas. Y vaya cómo dibuja. Personalmente, soy un ferviente defensor del arte de Jim Lee. No voy a entrar en categorizarlo ni compararlo con otros. Me gusta cómo dibuja. Soy consciente de que tiene numerosos detractores que critican matices de su trabajo y no diré que sea perfecto, los veo, pero aplaudo más las virtudes que presenta. A lo mejor soy un fan con poco criterio, que se deja llevar por las splash page espectaculares, la acción desbordante, los dibujos de superhéroes en posiciones molonas y los cuerpos perfectamente musculados sin pararse a pensar en las proporciones. Ni en las expresiones faciales. Pero no voy a ser yo quien diga que es un mal dibujante, porque sencillamente, no puedo, no lo pienso.

En la última década ha dado un paso atrás en su labor de dibujante para trabajar más en las oficinas y menos en los estudios. En febrero de 2010 fue nombrado junto a Dan Didio co-editor de DC Comics por la entonces presidenta de DC Entertainment Diane Nelson. Actualmente, tras la marcha de Didio, ocupa él solo el cargo. Muchos piensan que suyas no fueron las decisiones más controvertidas durante estos años, que a él le gusta trabajar más orientado en el fan y en los autores que en las decisiones que salgan de los despachos. Ahí no entraré, sino que será el tiempo quien le juzgue. Se sabe que fue uno de los responsables de la integración del universo de Wildstorm, su sello, en el de DC, con títulos que tuvieron mayor o menor cogida entre el fandom. Pero con series que se llevaron buenas críticas, como, precisamente, The Wild Storm de Warren Ellis y Jon Davis-Hunt y The Wild Storm: Michael Cray de Bryan Hill. Desgraciadamente, no sabemos cuándo podremos empezar a ver nuevos trabajos publicados ya bajo su solitario mandato, que dejen percibir su criterio más a las claras.

Lee volviendo a su universo WildStorm con Grifter y Zealot.

En estos años recientes, desde que rediseñara los trajes y aspectos de todos los personajes de la editorial durante el proceso de creación de la iniciativa New 52 no ha trabajado durante un largo tiempo en ninguna serie. Más allá de los diez números de Justice League junto a Geoff Johns (#1–6, 9–12) entre 2011-12, los nueve de Superman Unchained con Scott Snyder en 2013-14 (una serie que reivindico, pese al desmadrado final) y los ocho primeros del Suicide Squad de Rebirth en 2016 con Rob Williams, no ha tenido en diez años una estabilidad en ninguna cabecera. Ha colaborado en números especiales, one shots y tie ins como los Action Comics #1000, Detective Comics #1000, The Multiversity: Mastermen #1, Dark Days: The Forge y The Casting #1, Harley Quinn #0 y The Immortal Men #1. Dejando su impronta, para juicio del lector.

Una de las críticas que más se hacen a los dibujos de Jim Lee es que no es un buen narrador. Que solo sabe dibujar superhéroes en posiciones espectaculares, pero que no sabe contar una historia. Que sabe ilustrar y diseñar, hacer brillar a los personajes. Que es un buen portadista, pero que no brilla de manera secuencial. Se dice que engaña a los lectores con viñetas y páginas de gran impacto, pero que no encadena bien las historietas. Además de que llena de muchas líneas a veces innecesarias las formas y los rostros. Pero que inunda el guión. No hay que olvidar su pasado, que fue uno de los cofundadores de la editorial Image, en la que los dibujantes trabajaban con libertad creativa primando su trabajo sobre la historia. En el eterno debate de qué es más importante en un cómic (más allá del equilibrio) si el dibujo o el guión, si un buen dibujo puede salvar una mala historia o viceversa, Jim Lee siempre se decantará por el pincel sobre el lápiz. Pero no podemos obviar la espectacularidad de lo que es capaz de hacer.

Esta maravilla se ha ascendido hasta venderse en la subasta por 17.300$.

A lo mejor estos originales que está subastando por motivos benéficos son una muestra de que podría ser el mejor portadista de DC. Aunque sean tildadas muchas veces de pósters de fisio-culturistas. Pertenece a ese grupo de dibujantes que pueden vender bien la moto pero no montarla. Si de algo podemos estar seguros es que hace brillar a los superhéroes y su entorno, que los envuelve de ambientes y fondos muy cuidados cuando trabaja con sosiego. Uno de los motivos de que Superman Unchained no cuajara en el público fueron los continuos retrasos en sus entregas, parece ser que Lee tuvo parte de culpa en ello. Pero echemos un vistazo a los dibujos que está poniendo a disposición del mejor postor. Miremos las cantidades que está consiguiendo destinar a la causa: una media de 10.000 dólares por pieza, consiguiendo hasta 17.300 por un Batman: Red Rain, acercándose a un total de 200.000 solo con su iniciativa, casi tanto como lo donado por su empresa. Si algo le han acompañado con el paso de los años son las ventas. Jim Lee vende. Ergo, algo debe gustar. Aunque haya sido superado en crítica popular por muchos otros, que sepan encadenar movimientos con más fluidez y naturalidad, llenar de un dinamismo más creíble las páginas y detallar las expresiones así como el lenguaje corporal de una manera más creíble.

Pensando en sus últimos trabajos, los de la década de los 10, viendo también lo que está dibujando ahora, ¿debería dar el paso atrás definitivo y continuar únicamente como editor, siendo dibujante solo para momentos especiales? O, por el contrario, ¿el mundo del cómic se está perdiendo un dibujante que podría seguir dando muchas satisfacciones?

Y, para deleite de los seguidores de Jim Lee y críticas de sus detractores, aquí dejo los demás originales subastados hasta la fecha:



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