Javier Vázquez Delgado recomienda: La batalla
Edición original: La bataille. D’Essling à Waterloo, dossier historique FRA, Editions Dupuis
Edición nacional/ España:Ponent Mon
Guión:Frederic Richaud adaptando la novela La Batalla de Patrick Rambaud
Dibujo:Iván Gil
Color:Albertine Ralenti
Formato:Cartoné, 186 Páginas
Precio:36€
– ¿Sabe de qué dependen las victorias, Berthier?
– Eh…
– De nada, Berthier. De un retraso, de un golpe de viento, de un capricho de un río…
La batalla es la primera adaptación que Frederic Richaud e Iván Gil realizaron de la novela homónima de Patrick Rambaud que había obtenido dos prestigios premios: el Goncourt y el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa. Esta adaptación nos cuenta la derrota de Napoleón y los días previos en la ciudad de Essling, de la misma manera que la novela Nevaba, que adaptaron posteriormente en Berézina, narraba la desastrosa campaña rusa del Emperador. La batalla obtuvo el Premio Historia 2014 a la mejor bande dessinée histórica. Ambas han sido publicadas en dos integrales por Ponent Mon.
Essling es un pueblecito cerca de Viena donde entre el 21 y el 22 de mayo de 1809 tuvo lugar la primera derrota de Napoleón comandando un ejército. Las tropas del emperador estaban compuestas por un sinfín de nacionalidades de los pueblos que había ido conquistando y hacían frente al ejército austrohúngaro que había pasado a la ofensiva. Aunque la derrota no fue total, en las treinta horas que duró la batalla perdieron la vida más de 40.000 soldados de ambos bandos incluidos algunos de los generales más destacados del ejército francés. Un mes después ambos ejércitos se volverían a encontrar en la batalla de Wagram aunque en esta ocasión el resultado cambiaría y los franceses resultarían, posteriormente tendría lugar la batalla de Znaim después de la cual se firmaría el armisticio de Schönbrunn que sello la alianza entre Francia y Austria. Pero esta batalla demostró a los ingleses y rusos que, las hasta entonces virtualmente invictas, tropas de Napoleón podían ser derrotadas en suelo europeo.
Aunque es una obra con un protagonismo coral, el eje de la narración es el coronel Louis-François Lejeune, posteriormente famoso pintor bélico, que ejerce de mensajero para Napoleón y que es la figura que uno al resto de personajes que aparecen en la obra. Gracias a él conocemos como vivieron la batalla tanto los soldados rasos como el saltador Vincent Paradis o el coracero Fallole como los altos mandos como el mismísimo Napoleón, además de con la trama que se transcurre en la retaguardia en Viena protagonizada por su amigo Henri (el futuro escritor Stendhal). Somos testigos de cargas de caballería, vemos a soldados desmembrados por cañonazos o los problemas a los que se enfrentan los ingenieros reales para mover sus ejércitos e impedimenta. Vemos las pequeñas historias, cargadas de humanidad y mezquindad, que suceden en cada conflicto bélico. Historias que, sin embargo, nunca tienen cabida en las crónicas históricas, dedicadas únicamente a glosar los grandes éxitos o hecatombes convirtiendo esas pequeñas historias en las estadísticas.
El integral se desarrolla, casi exclusivamente, en las treinta horas que duró la batalla, aunque también se narran los prolegómenos y las consecuencias, y únicamente somos testigos de lo que les sucede a los miembros del ejército francés. Los austro-húngaros son únicamente la amenaza que les dispara con cañones y escopetas y los acuchilla con espadas y lanzas. Sin embargo, ni unos ni otros aparecen reflejados como villanos, simplemente son soldados.
Como toda buena obra que trate temas bélicos el mensaje final que nos deja es profundamente antibelicista, ya vemos como normalmente las guerras solo sirven para engrandecer a unos pocos, dejando para el resto un rastro de miseria, devastación y muerte que no entiende de vencedores y vencidos. La batalla nos nuestra toda la crudeza de la guerra sin ningún lugar para el romanticismo. Las muertes que vemos por toda la obra no son heroicas, todo lo contrario, son sucias, sangrientas y estúpidas. Aunque quizás nos transmite una visión idealizada de los altos mandos del ejército de Napoleón, que actúan de manera intachable. Algo que no pasa con los soldados de menos rango que tienen que luchar por permanecer cuerdos en medio de tanto horror, algo que no todos consiguen actuando como bestias.
Uno de los grandes aciertos de Richaud y Gil es que consiguen que la adaptación no abuse del texto, dejando que sea el dibujo quien cuente la mayor parte de la historia. Otro es la representación que hacen de Napoleón, alejado del mito y los excesos de otras obras que acaban por convertirlo en una caricatura.
Iván Gil hace un magnífico trabajo, que mejora en la posterior Berézina. En ambas vemos el enorme trabajo de documentación que ha realizado para reflejar la época en la que se desarrolla la historia. Vemos dibujos llenos de detalles dibujados con una minuciosidad que nos hace comprobar la cantidad de tiempo invertida en cada página. Lo mismo sucede con las escaramuzas y batallas que suceden en la obra, vemos que lejos de el halo romántico que envuelve a las mismas estaban llenas de sangre, vísceras y miembros amputados, todo eso aparece, pero sin recrearse en ninguno de ellos. Estas batallas también están narradas con la espectacularidad que requieren, con viñetas llenas de planos generales en las que se pueden ver la magnitud de las mismas. No podemos dejar sin que destacar el destacable color de la obra, que refleja los cambios que se producen en función del tiempo y la hora del día.
El integral de La batalla recopila los tres álbumes que componen la historia publicados entre 2012 y 2014, además de añadir abundantes extras sobre la realización de la obra, con bibliografía e ilustraciones y gráficos sobre las batallas de Essling y Waterloo. Además de un artículo que nos relata lo que les sucedió posteriormente a los personajes históricos que protagonizan la obra. Una edición fantástica como es habitual en Ponent Mon con una gran reproducción, papel y tamaño.
La batalla es un gran cómic histórico-bélico que nos relata una batalla clave en las Guerras Napoleónicas con la misma verosimilitud que la obra que adapta. Una ocasión para conocer la historia y pasar un buen rato, además de disfrutar con el arte de Iván Gil. Si después de la lectura seguís con ganas de conocer más sobre Napoleón recordad que los mismos autores nos cuenta su campaña rusa en Berézina.
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