Javier Vázquez Delgado recomienda: La vuelta a la Galia de Astérix

Edición original: Le tour de Gaule d’Astérix. La Grande Collection (Hachette. Noviembre, 2007)
Edición nacional/ España: La vuelta a la Galia de Astérix. La gran colección. Grupo Editorial Bruño. Mayo, 2012
Guion: René Goscinny
Dibujo: Albert Uderzo
Formato: Cartoné, 56 páginas
Precio: 16€

Exegi monumentum aere perennius”.
¡Bah, palabras!

La vuelta a la Galia de Astérix de René Goscinny al guion y Albert Uderzo al arte supone la consolidación de la etapa clásica de la serie.
Esta historia empezó a serializarse en la revista Pilote en el número 172 de febrero de 1963 y se publicó en álbum en 1965. Es la quinta historia de la serie y representa un punto de inflexión respecto a las tres primeras aventuras del pequeño galo y su grueso amigo, tanto en el apartado gráfico como en el argumental.
En el anterior álbum titulado Astérix gladiador – cuarto de la colección – ya se advierte un cambio significativo. La trama es más compacta, está mejor estructurada y tiene un atractivo especial. Las situaciones son más divertidas, se empieza a jugar con la repetición de los gags y nos encontramos con escenas maravillosas. Dos ejemplos son: la irrupción de la pareja protagonista en un bloque de pisos de la capital romana que acaba provocando una discusión entre vecinos en el hueco de la escalera y sobre todo la gloriosa secuencia del circo con los gladiadores jugando al ni sí ni no, ni blanco ni negro para pasmo del público general y desesperación del César. En el apartado gráfico y narrativo, todos los personajes tienen personalidad propia, se mueven de manera fluida y natural, las figuras presentan un aspecto más orgánico, no tan esquemático, los paisajes, decorados y fondos son más precisos y en general se disfruta de la sensación de estar leyendo un producto más acabado y con una personalidad propia mucho más evidente. Y todas estas virtudes aparecen también en La vuelta a la Galia, quinto álbum de la serie.

El argumento es sencillo, el inspector general romano Lucius Flordelotus quiere atacar y someter a la aldea gala, cuando es derrotado decide rodear el poblado con una empalizada, una barrera de madera, y así aislarlos del mundo. Los galos indignados apuestan con Flordelotus que darán una vuelta por toda la Galia y que a su vuelta organizarán un banquete con los productos alimenticos adquiridos en cada ciudad visitada durante su periplo. Los encargados de hacer tal viaje son – evidentemente – Astérix y Obélix que emprenderán una gira que los llevará a visitar doce ciudades galas y que movilizarán en su contra a todas las tropas romanas que ocupan este territorio.

Esta excusa argumental nos permite asistir a un recorrido completo por Francia que Goscinny y Uderzo se encargan de retratar y en algunos momentos parodiar de manera inmisericorde. Su descripción de la cultura francesa y del carácter de sus habitantes es excepcional y certera. Esta mirada resulta especialmente divertida en escenas como la de los atascos en la carretera debido a las vacaciones estivales o la obsesión que tienen en general los galos por comer y beber a todas horas.

Pero de manera subyacente, nos encontramos con un concepto evidente y algo peliagudo. Se trata de la reconstrucción de la memoria histórica. Toda la serie parte del mito tan sensible para los franceses de la resistencia al invasor. Hacía unos escasos veinte años que la Segunda Guerra Mundial había finalizado y el país vecino estaba saliendo con brillantez de la crisis económica derivada del conflicto, pero las heridas emocionales de la invasión nazi aún son palpables. El papel de los habitantes de Francia durante la ocupación fue, como mínimo, dudoso y esta realidad es difícil de asumir. Por esto el concepto de resistencia adquiere un componente casi mítico que la mayoría de los franceses pretende abrazar. La filosofía de Las aventuras de Astérix encaja de inmediato con este anhelo colectivo y en esta aventura en concreto, en que todas las poblaciones de Francia ocupadas por los romanos ayudan a unos galos resistentes e irreductibles, se produce la culminación de este mito. Por esto este álbum es esencial en la colección. Y así se explica, en parte, la gran acogida que tuvo la serie en su país de origen. El éxito internacional corrobora que la obra también posee otras grandes virtudes y sugiere – porqué no – que la encarnación del mito del resistente tiene una aceptación universal si su plasmación es lo suficientemente ambigua.

Hay más detalles que corroboran esta noción de díptico que existe entre los álbumes Astérix gladiador y La vuelta a Galia de Astérix, un ejemplo es que las ansias invasoras del colérico Flordelotus podrían surgir del enfado del César por el ridículo que padeció en el circo romano en la primera aventura de las dos y la continuidad también puede percibirse en un comentario que le realiza Obélix al gerifalte romano al principio de la historia, cuando le pide que al volver a Roma salude a Cayo Obtusus, un lanista – propietario de esclavos gladiadores – que adquiere mucho protagonismo en la cuarta historia de la serie.

Esta aventura tiene otro regalo más entre sus páginas que es la aparición, por primera vez, de Idefix. El perrito asoma en la sexta viñeta de la página nueve del álbum y en la siguiente ya se acopla al dúo protagonista para no desaparecer en ninguna de las escenas en la que estén presentes. En la última página, durante el banquete, el chucho ladra para llamar la atención de Obélix y este lo acaricia. Es la consolidación definitiva del personaje que ya no abandonará la colección, al menos durante su época clásica.

La primera aparición de Idefix (en la vñeta 6)

Narrativamente y en el apartado gráfico, La vuelta a la Galia de Astérix es una gozada. Uderzo consolida y mejora su estilo hasta convertirlo en algo único. El diseño general de la obra es compacto, coherente y atractivo. La estructura narrativa apenas es visible y – como en Astérix gladiador – ya no estamos ante una obra serializada en revista y simplemente empaquetada posteriormente en un álbum; La vuelta a la Galia es un trabajo equilibrado, armónico y perfectamente dosificado.
El artista divide sus páginas en un esquema de cuatro tiras con dos o tres viñetas cada una. Puntualmente, no desdeña en agrupar dos o tres cuadros para formar una viñeta más grande donde incluye hermosas panorámicas de los pueblos visitados o elocuentes planos picados de las principales escenas de acción.
La narrativa adquiere un papel fundamental, Uderzo coreografía cada gag con mano maestra. Su utilización del espacio que está fuera del cuadro es asombrosa y contribuye a mejorar las situaciones planteadas por el guion.

Si en cada álbum de la etapa clásica tenemos como mínimo una o dos escenas inolvidables: en El combate de los jefes está el duelo entre los druidas que utilizan a un pobre soldado romano de conejillo de indias; en Astérix legionario nos encontramos con la escena del alistamiento a la legión y ya hemos comentado lo de los gladiadores en Astérix gladiador… Aquí, en este álbum, hay como mínimo dos momentos narrativamente excepcionales. El primero es la persecución en las laberínticas calles de Lyon, resuelta en dos páginas asombrosas que están rematadas con una bellísima viñeta en gran plano general con las voces de los legionarios perdidos oyéndose de fondo, mientras Astérix y Obélix se escapan en un hermoso biga – un carro romano tirado por dos caballos – y saludan, despidiéndose del lugar. Es un momento precioso. Y mucho mas divertida es la situación creada cuando una patrulla romana pretende encadenar a los dos amigos galos. Los numerosos intentos de un joven herrero se ven superados por la fuerza sobrehumana de los supuestos prisioneros que rompen las cadenas sin inmutarse. La coreografía de movimientos orquestada por Uderzo es sensacional y aumenta hasta el infinito el alcance del gag.

El color es impecable, sin alardes pero completamente funcional y muy atractivo; este es un aspecto que ha mejorado mucho con las nuevas ediciones de la obra donde el coloreado y la rotulación han sido excelentemente restaurados.

La edición de esta obra a cargo del Grupo Editorial Bruño, asociado con la editorial Salvat, es impecable. La Gran Colección es una línea que restaura los originales de esta serie, publica los álbumes a gran tamaño, con una impresión impecable y muy buen papel, además colorea los tomos de manera fiel a la época pero corrigiendo los errores técnicos, incorpora una rotulación manual digna de la original francesa e incluye curiosos extras. Es la edición definitiva de Las aventuras de Astérix y a un precio muy competitivo.

De creaciones, autorías y acreditaciones

Si tenemos en cuenta que esta aventura es la última realizada en solitario, en el apartado gráfico, por Albert Uderzo creo que es pertinente exponer algunas consideraciones sin ánimo de impartir doctrina ni mucho menos de sentar cátedra.

El aspecto más obvio es afirmar que la creación de la serie Las aventuras de Astérix corre a cargo de René Goscinny y Albert Uderzo conjuntamente. El concepto, los personajes y las situaciones las discutían entre los dos y cada uno enriquecía la serie a su manera y aportaba todo su talento a la obra. El hecho de que ambos autores fueran amigos hasta el final facilitó mucho este método de trabajo.

En el apartado gráfico, la autoría también está muy clara. Durante el período clásico – que abarca todos los álbumes guionizados por Goscinny y los dos primeros de Uderzo como escritor – los bocetos, la narrativa y el dibujo a lápiz lo realizaba Albert, por lo que su autoría está demostrada y fuera de toda duda. Algo distinto es el apartado del entintado y del coloreado. De los cinco primeros álbumes no sabemos mucho, pero parece evidente que, salvo aportaciones puntuales y anónimas en los fondos, en el rotulado o en el color, podemos afirmar que casi todo el trabajo es exclusivo del dibujante de Umpa-pá. Es el consenso general y se corresponde con un análisis del estilo y de los acabados. A partir del sexto álbum, Astérix y Cleopatra, también está claro que Marcel Uderzo – hermano menor de Albert – colaboró decisivamente en el entintado, en los acabados, rotulación y aplicando el color; por lo que su autoría es palmaria. Y se prolongó en el tiempo ya que participó en unos dieciséis álbumes de la serie. Cuando lo dejó, en el tomo titulado Astérix en Bélgica, les regaló a los lectores una ilustración a toda página, de estilo pictórico que imitaba el arte de Brueghel el viejo. Era una forma de despedirse. Es evidente que a partir de entonces, Albert volvió a necesitar ayudantes que, de momento, no conocemos y que por lo tanto es imposible establecer su autoría.

Página que anuncia el álbum El combate de los jefes (Pilote 15 octubre 1964)

En el capítulo de acreditaciones es donde el pecado de Albert Uderzo resulta más grave, además le suponemos la complicidad de René Goscinny y de la editorial Dargaud. Por lo menos en estos dieciséis álbumes citados debería constar que el entintado y el color es obra de Marcel Uderzo, simplemente es una cuestión de justicia.

Dice Marcel:

Une fois prêt, j’ai travaillé sur “Tanguy et Laverdure” en traçant trois albums, tout en oeuvrant sur quelques planches d’Astérix, mais le petit Gaulois prenant de plus en plus d’importance auprès du public, Albert m’a alors demandé de m’y consacrer exclusivement en traçant à l’encre sur ses dessins. J’ai réalisé également les couleurs ainsi que tous les droits dérivés en créant entièrement des visuels adaptés pour ça (petits livres, papiers peints, verre à moutarde etc).
Pour résumer, j’ai donc commencé en 1965 sur “Astérix et Cléopatre” jusqu’à l’album “Les lauriers de César”, petite interruption de deux ans (de 1972 à 1974) j’ai repris avec “La grande Traversée” et mon dernier album était “Astérix chez les Belges”, dont la dernière page se termine par un banquet final (façon tableau de Bruegel) que j’ai entièrement réalisé seul chez moi en une journée. Ce qui me fait, je pense, un total de 16 albums d’Astérix. D’ailleurs, grâce à ma participation, ont voit nettement que Dargaud sortait deux albums par an au lieu d’un seul comme au début.
Ensuite, après avoir supporté maints “misères” de mon aîné, j’ai voulu faire cavalier seul. C’est cette indépendance soudaine que mon frère n’a pas supportée et ne m’a jamais pardonnée. Depuis, nous ne nous voyons plus, mais nous nous saluons aux enterrements familiaux.

Petite confirmation au sujet de la planche 35 de l’album “Astérix le gaulois”, elle s’était bien “perdue” (peut-être pas pour tout le monde) et c’est Goscinny qui m’a demandé de la redessiner puis de la tracer car l’imprimeur se servait d’une page imprimée et, à la longue, elle sortait légèrement floue. On s’en aperçoit au lettrage qui est plus gros, par la suite il a été rectifié pour plus d’unité”.

(En Bdparadisio.com. En los comentarios del post “Savez vous que Marcel Uderzo a participé à l’élaboration des premiers Asterix” del 22/04/2014 a las 10:29h)

Resumiendo poco y mal, esta declaración viene a decir lo que comentábamos arriba, que él mismo – Marcel Uderzo – participó como entintador en dieciséis aventuras de Astérix, que gracias a eso se pudieron realizar una media de dos álbumes por año, añade que lo que realmente supuso la ruptura entre hermanos fue el hecho de que Marcel buscara realizar sus propios proyectos y finalmente confirma que redibujó él solo una página “perdida” del primer álbum de Astérix, por encargo de Goscinny. En este texto el verbo tracer se utiliza como entintar.

Estas declaraciones no fueron desmentidas nunca por Albert Uderzo, que yo tenga conocimiento, y demuestran claramente la tesis de que Marcel debería compartir los créditos con su hermano en cada álbum que participó.

Pero volviendo al punto de partida, La vuelta a la Galia de Astérix significa el punto de inflexión en la historia de los irreductibles galos. Es una obra que transformó una serie divertida en algo único en el mundo. Su concepción original, el enorme bagaje argumental y una realización gráfica inspiradísima consiguen que una obra de clara orientación francófona y de más de sesenta años de historia, siga siendo plenamente vigente en el siglo XXI y que día a día renueve su valor universal. Fue en este punto en el que la historia abrió un capítulo dedicado a los irreductibles amigos de la aldea gala de Armórica y a partir de aquí empezó a acuñarse la leyenda.

Salut!



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