Javier Vázquez Delgado recomienda: Los asesinatos del lunes negro 1: Ave, Dios Mammón

Edición original: The Black Monday Murders #’s 1-4, Image Comics.
Edición nacional/ España: Norma Editorial.
Guion: Jonathan Hickman.
Dibujo: Tomm Coker.
Color: Michael Garland.
Rotulación: Rus Wooton.
Formato: Rústica.
Precio: 22,00 €.

No son pocos los temas en los que carezco de conocimiento, pero si hay un campo en el que me siento profundamente ignorante es en el de la economía. Siempre he sido de números, pero de los fiables, los que miden la aceleración de una bala o el número de electrones que pasan por un cable. Los números que rigen el sistema financiero, sin embargo, me resultan complicados y oscuros, cubiertos de una bruma traicionera que cuanto más consigo disipar cada vez que aprendo algo, más me deja la sensación de que todo se sostiene sobre humo, promesas y mentiras. Supongo que la parte del cerebro en la que se maneja esa ciencia está rota en mi cabeza, porque lo único que consigo percibir es que el mercado es una enorme noria oxidada con la que prometen a la gente de a pie poder tocar el cielo con la punta de los dedos. Y la noria da vueltas y vueltas sin que nadie compruebe sus tornillos, cobrando entradas sin parar a todos los ilusos que quieren probar a acariciar las nubes, hasta que un día la oxidada maquinaria ya no da más de sí y se colapsa, arrastrando a su paso los cuerpos de los pobres desdichados que se encontraban montados en ese momento y de los que observaban desde abajo. Todo bajo la atenta mirada de los dueños de la noria, que contemplan el derrumbe desde 10.000 metros de altura, montados en un avión privado con el que siempre pudieron tocar el cielo de verdad.

Seguimos aprovechando la falta de novedades para ponernos al día con todas esas publicaciones que nuestras mortales vidas de redactores no nos alcanzan a cubrir, y en esta ocasión lo hacemos con una serie que rezuma personalidad por todos sus costados. Hablamos de Los asesinatos del lunes negro, la serie creada por Jonathan Hickman y Tom Coker en la que dinero y magia se abrazan para relatarnos una densa historia a la que podríamos clasificar dentro del terror pero cuyo contenido es mucho más complejo. En España la hemos podido disfrutar gracias a Norma, que sigue siendo la máxima importadora de series de Image Comics en nuestras fronteras y ha editado hasta la fecha los dos primeros volúmenes de la obra, poniéndose a la par con el ritmo estadounidense.

Los asesinatos del lunes negro nos sumerge en una trama que parte del asesinato de Daniel Rothschild, presidente del banco de inversión más importante del mundo y miembro de una de las familias más poderosas de la historia del país. Cuando el singular detective Theo Dumas, cuyas capacidades siempre han rozado lo extrasensorial, comienza a involucrarse en el caso, descubrirá todo un rastro de simbología y ocultismo que lo llevará a descubrir que las grandes élites económicas del mundo están amparadas por poderes más antiguos y viles que el simple dinero.

Cuando lo enfocas desde una perspectiva ingenua e ignorante, el mercado bursátil se percibe como una especie de club privado cubierto de mística, en el que sus miembros ven lo que los ojos terrenales no alcanzan a imaginar. De algún modo esa comunidad se asemeja a una formada por druidas y hechiceros, sabios que rinden culto al Poderoso Caballero y hablan lenguas extrañas con las que invocan arcanos conjuros que multiplican sus beneficios como por arte de magia. Visto así, la idea de mezclar ocultismo y finanzas resulta natural, casi orgánica, y desde luego si hay un guionista adecuado para llevar a cabo un planteamiento como este, ese es Jonathan Hickman. El guionista estadounidense lleva años desarrollando un estilo singular que lo hace distinguirse a la perfección de cualquier otro autor del medio, y The Black Monday Murders es una perfecta síntesis de todas esas características tan personales que analizó a las mil maravillas mi compañero Miguel Ángel Crespo en este fantástico artículo. El guionista entreteje una compleja trama que relaciona de una manera fantástica los grandes cracks de la economía mundial con un poder demoniaco que opera por encima y va generando intriga sobre esas poderosas familias que son Caina y Kankrin mientras nos va dando pequeñas migas de conocimiento sobre el oscuro sistema sobre el que se sostienen. Unas migas que, como acostumbra Hickman, no son solo puramente narrativas, sino que se ven acompañadas también por una enorme cantidad de documentación imprescindible para completar la experiencia de la lectura, desde diagramas explicativos con la jerarquía de las familias a archivos clasificados de sus distintos miembros.

Hay que hacer un aviso importante a navegantes, y es que este no es un cómic para todo el mundo. Los asesinatos del lunes negro es muy hickmaniana, y esto debe ser tanto un aliciente para algunos como una disuasión para otros. La trama es enrevesada y difícil de seguir, y sumado a la cantidad de material literario que encontramos en toda esta información extra, requiere de una lectura activa y concentrada. No hablamos de un cómic adecuado para quien quiera disfrutar de un rato de evasión y diversión, y es muy probable que haya mucha gente a la que se le atragante rápidamente este tomo, que además es más voluminoso de lo habitual con 242 páginas para únicamente cuatro grapas yanquis. Por el contrario, los fans del guionista de HoX/PoX y aquellos que sientan inquietudes por el mundo financiero se encontrarán encantados con una historia rica y ambiciosa.

Es evidente que el gran reclamo de esta serie es su célebre guionista, pero es igualmente necesario destacar al artista que completa el tándem creativo. Tomm Coker, al que algunos recordaréis por su trabajo en Daredevil Noir, es el artista elegido para ilustrar esta obra, y la verdad es que no podría ser una decisión más acertada. Coker posee un estilo muy particular, una especie de híbrido a medio camino entre el realismo fotográfico y el boceto lleno de trazos y sombras. A esta mezcla se suman las tramas de ruido que abundan en distintas viñetas y al poliédrico color de Michael Garland, que prescinde de degradados a la hora de aplicar transición de tonalidades en los personajes y los escenarios. Todo el conjunto le otorga una apariencia sumamente inquietante al dibujo de la obra, como el de una fotografía sucia con poco brillo y mucho contraste que oscurece las expresiones de los personajes.

Este estilo, que evoca a lo que hemos visto en otra serie con una personalidad parecida como es Gideon Falls, encaja a la perfección con el tono misterioso y perturbador de la historia, como si nos contaran las atrocidades que cometió alguien mientras contemplamos una foto en baja resolución del culpable. Sin entrar en destripes, hay una escena en concreto que merece mención especial, y esa es la del interrogatorio. En una escena que es una auténtica maravilla y que resulta tremendamente poderosa, Coker ejecuta una secuencia de viñetas que resulta hipnótica y termina de apuntalar la terrorífica presencia del personaje de Viktor, que tanto por el trabajo del artista como por el arco que desarrolla Hickman con él es de lejos el personaje más magnético de este primer volumen.

Por último, la peor noticia relativa a esta obra es sin duda su final abierto. Si bien se esperaba que con el tercer tomo se alcanzara el cierre de la historia, el lanzamiento del número 9 en EEUU se vio cancelado cuando Hickman regresó a Marvel para coger las riendas de los mutantes, y hasta el momento no ha habido nuevas noticias sobre el regreso de la serie. Confiamos en que con el fin del pistoletazo de salida de esta nueva etapa en los X-Men el guionista pueda sacar un hueco para cerrar su historia.

Los asesinatos del lunes negro no es una obra para todo el mundo, pero fascinará a aquellos que están hechos para ella. Con este primer volumen, titulado Ave, Dios Mammón, los amantes de Hickman encontrarán una obra que resume a la perfección lo que es el guionista, una obra oscura y compleja que se lee como si de unos archivos desclasificados se tratase, unos que nos descubren la terrible verdad detrás de unas élites que incluso sin rendirle culto al demonio resultan ya lo suficientemente inquietantes.



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