Javier Vázquez Delgado recomienda: Superman contra The Ray Anual Num. 1

Edición original: Annual #01 Year One The Ray USA.
Edición nacional/ España: Ediciones Zinco.
Guion: Christopher Priest.
Dibujo: Óscar Jiménez.
Entintado: Chip Wallace.
Color: Pat Garrahy.
Formato: Prestigio, 64 páginas, color.
Precio: 775 ptas.

Esta es una historia que viene de lejos.

Una historia que empezó durante los primeros años de la década de los cuarenta, en la editorial Quality Comics, que llegaba al mercado con ganas de morder una buena porción de mercado del floreciente negocio de publicar comics de superhéroes. Para ello comenzó a reclutar a un importante equipo de artistas, entre los que destacó Lou Fine para la historia que nos atañe. Fine trabajó junto a otro de los grandes, Reed Crandall, en series como Doll Man, Condor Negro, Tío Sam, Neón el Desconocido, entre otras y por supuesto en El Rayo. Fine y Crandall consideraban que había un problema de base en Quality y eran sus guiones y cuando se manifestaron abiertamente sobre esta situación, Everett Arnold, director de Quality, no dudo en contratar a algunos de los mejores escritores disponibles, entre el que destacaba Will Eisner. Tal vez por esa razón las historias de Quality hayan aguantado mucho mejor el paso del tiempo que otras series coetáneas.

El Rayo se presentó en sociedad en Smash Comics #14, que escribió Will Eisner, además de abocetarla, con los acabados de Lou Fine. 26 entregas más tarde, el personaje acabaría siendo desplazado de la cabecera por la irrupción de Medianoche, un justiciero urbano con un más que evidente parecido a la creación más famosa de Eisner, Spirit.

En 1951, DC Comics, adquirió Quality Comics, rescatando de la oscuridad muchos de sus personajes superheroicos. Len Wein fue el que tuvo la idea de usarlos como catalizador para un encuentro entre la Liga de la Justicia y la Sociedad de la Justicia, con el Rayo acabando por formar equipo con Los Luchadores por la Libertad.

En 1991 en DC consideraron que era el momento para revitalizar al personaje, adaptándolo a lo nuevos tiempos, con una imagen más moderna y cercana a los lectores de la última década del siglo XX. Para ello se contó con el guionista Jack C. Harris que, junto al editor, James Owsley, pusieron en marcha una miniserie de seis números en la que presentar en sociedad al nuevo Rayo. Para rematar el equipo creativo contactaron con una joven promesa que había empezado a trabajar en la línea de comics de TSR, Joe Quesada y cuyo trabajo ya destacaba por su original estilo.

La miniserie que lo empezó todo.

La miniserie tomaba el concepto clásico y lo revitalizaba a través de una conexión en la que el presente quedaba ligado al pasado. Esto, unido a un dibujo lleno de energía, hicieron de este debut todo un éxito, lo que motivó que DC pusiera en marcha los engranajes internos para lanzar al mercado una serie regular con el personaje como protagonista absoluto. Los autores para esta serie fueron el propio Owsley (que cambió por aquellos días su nombre por el de Christopher Priest de manera legal y absoluta) y un dibujante también recién llegado, de nombre Howard Porter.

Primer número de la serie regular.

Y eso nos lleva de lleno a este anual, el primero de la serie, y del que toca ver que puede ofrecer esta obra con 25 años a las espaldas.

Para escribir esta aventura, Priest, se centra en la figura de Raymond, el nuevo Rayo, como cabria esperar, focalizando la atención en la gestión de la culpa por su incapacidad para poder salvar a todo el pasaje de un avión atacado por uno de sus enemigos, Máscara Mortal.

El guionista de Deathstroke condensa a la perfección un proceso de profundo trauma psicológico por parte del protagonista que, como adolescente que es, debe lidiar con el fracaso y su propia condición de héroe. Priest lanza al lector preguntas muy potentes respecto a lo que hace al héroe, lo que significa y el peso que implica ser algo a lo que parecen empujados todos aquellos que tienen poderes. Todo a través de un diálogo directo con el mayor de todos los héroes, Superman, con el que intenta definir que es el heroísmo.

Por supuesto hay acción, y mucha, pero es circunstancial y no es la que añade valor a la historia, es la excusa para desencadenar los acontecimientos. Este anual es muy interesante al platear cuestiones que de normal no se encuentran en este tipo de obras, sometidas a una necesidad editorial, que Priest si sabe aprovechar de manera brillante.

El anual brilla con fuerza gracias al característico estilo de Priest, dinámico, directo, contundente, buscando ir más lejos en la propuesta de ser un cómic de superhéroes que se ve, además, bendecido por los lápices de un Óscar Jiménez en plena fase de expansión creativa.

Este trabajo es previo a la de su desembarco como dibujante regular de la serie de Flash (durante parte de la etapa de Waid, siendo el número 100 su primer número como dibujante titular), estando encargado de realizar el boceto de la portada el anual, que dibujaría Porter, y los lápices del interior.

Óscar Jiménez a mediados de los años noventa era una estrella en ciernes, su estilo no dejaba de evolucionar y su composición de página, acabados, detalles (todavía inexistentes) y sobre todo su potente narrativa le auguraban el mejor de los futuros. Su trabajo en este anual muestra el potencial de Jiménez, con un rabioso trazo, un acabado precoz, experimental en los planos y eficaz en expresión corporal y facial. Un trabajo primerizo que ya apuntaba maneras y que en Flash acabaría por eclosionar, para continuar evolucionado a un estilo más depurado, detallista y fluido con el paso del tiempo.

En la edición de Zinco se incluían algunas páginas a lápiz de un nuevo trabajo de Jiménez, Águila Real, que según se indica, el guion y cocreación corría a cargo del propio Miguel G. Saavedra y el propio Jiménez. Una suerte de proyecto perdido como el American Soldier de Pacheco.

La carrera de Óscar Jiménez no fue como se esperaba, siendo más errática que estable, pero ahí queda su arte como muestra del talento más joven de la oleada de dibujantes españoles, capitaneada por Carlos Pacheco y Salvador Larroca. Y como anécdota extra a este anual y sin dejar de hablar de su dibujante, se pueden ver en varias ocasiones escenas de acción en una calle de una ciudad típica americana en la que dos de los letreros de las tiendas lucen orgullosos los siguientes rótulos: Pacheco Art Shop y Saavedra´s Grocery.

Un pequeño homenaje a esos pioneros del lápiz en el mercado USA.

Un anual atípico, interesante por los cuatro costados, lleno de intrahistoria, de lectura fluida, pero con sustancia, dibujo potente y edición cuidada por parte de Zinco que apostó por el formato prestigio para dar salida a esta obra con la que sentían mucha afinidad. Si está en vuestras estanterías, recuperarlo y disfrutar de una buena relectura.

P.D. Disculpar por la imágenes del interior, pero no me ha sido posible encontrar ninguna y son fotográficas de mi ejemplar.

P.D.D. He dejado el título original de Zinco que consideró se vendería mejor si aparecía un Superman en la portada, siendo su título USA el que podéis leer en la ficha de arriba.



Ver Fuente

Comentarios

Entradas populares