Javier Vázquez Delgado recomienda: 100% Pantera Negra 3. Dos mil estaciones
Edición original:Black Panther 13-18.
Edición nacional/ España:Panini Cómics.
Guion:Ta-Nehisi Coates.
Dibujo:Daniel Acuña.
Formato:Tomo con solapas, 136 páginas.
Precio:14€.
A estas alturas del análisis que desde Zona Negativa estamos realizando de la actual etapa de Pantera Negra, guionizada por Ta-Nehisi Coates, ya hemos dicho en varias ocasiones que si algo caracteriza a la misma, es su originalidad. Y es que, no cabe duda que resulta un concepto a todas luces original el llevar a T’Challa al espacio exterior, sacándolo de su Wakanda tradicional y además, nada más y nada menos como el líder de una revolución contra un malvado emperador galáctico que gobierna con mano de hierro una Wakanda que expande sus dominios por diversos planetas.
Pues bien, sobre la profecía que decía que T’Challa sería el héroe y el libertador que Wakanda necesitaba ya hemos hablado lo suficiente en la reseñas anteriores, al igual que sobre el villano, pero mientras leíamos esta etapa no nos quedaba claro cuál era el nexo, el punto de unión, entre el T’Challa que todos conocíamos, ese Pantera Negra Rey de Wakanda que estaba reconciliándose con Tormenta y que reinaba sobre su país africano, y este libertador que aparecía de la nada en una nave espacial repleta de esclavos.
¿Se trataban del mismo personaje? ¿Estaba ambientada esta etapa en el futuro? ¿Era este T’Challa un descendiente del que todos conocíamos? ¿Se trataba del mismo personaje? Pues bien, es aquí donde Coates nos vuelve a sorprender, y es que en este tomo, que abarca los números 13 a 18, ambos inclusive de la serie USA, el afamado novelista desvela que por obra y gracia del viaje interespacial, de la velocidad luz, y del distinto paso del tiempo entre galaxias (para más información, recomiendo encarecidamente la lectura del cómic) la Wakanda que todos conocemos coexiste con el Imperio Intergaláctico de Wakanda, un Imperio del que Pantera Negra conoció su existencia y al que viajó, lo que lo situó en el estatutos en el que se encontraba al comienzo de esta colección.
Resulta curioso que Coates, un escritor de novelas que ahonda mucho en la crítica social, no solo de el do de pecho en un cómic de superhéroes, por mucho que aproveche el mismo para hacer crítica sobre la situación de los afroamericanos en Estados Unidos, si no que lleve la historia de Pantera Negra a un contexto de ciencia ficción espacial, en la que además se atreve con los viajes en el tiempo y la coexistencia de dos líneas temporales, en una trama que resulta fácilmente entendible para el lector y que escribe de forma muy orgánica, por extraño que ello pudiera parecernos si simplemente leemos esta reseña
De este modo, tenemos dos Wakandas; la que se expande más allá de las estrellas, gobernada por este imperialista ser que lucha contra esta suerte de T’Challa reconvertido en Espartaco, y la que conocemos desde siempre, que tiene que ser gestionada y gobernada en ausencia de su Rey, que ha emprendido un viaje hacia lo desconocido y del que nada se sabe desde entonces.
De esta forma, en las páginas de este tomo, Coates nos demuestra que no se ha olvidado de esa Wakanda social que construyó en el anterior volumen de la colección, que dio comienzo a su etapa al frente del personaje, y pone a este pueblo, dividido entre los que adoran al monarca, y los que se ocupan de fiscalizar y criticar constructivamente la labor del gobernante a organizar un país que de repente se ha visto desprovisto de su líder y símbolo.
Al dibujo, vuelve Daniel Acuña, al que no pudimos ver en la anterior tanda de números dibujada por Kev Walker, con sus suaves lápices y su estilo más personal que tan bien funcionan en esta colección en la que la trama intergaláctica se toma un pequeño descanso para volver con más fuerza en el siguiente tomo, el cual debido a la situación sanitaria, veremos por estos lares, como ya se dice comúnmente, “cuando nos deje el bicho”.
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