Javier Vázquez Delgado recomienda: Clase Letal 8: No vuelvas nunca
Edición original: Deadly Class #’s 36-39 y FCBD Deadly Class: Killer Set USA, Image Comics.
Edición nacional/ España: Norma Editorial.
Guion: Rick Remender.
Dibujo: Wes Craig.
Color: Jordan Boyd.
Formato: Rústica.
Precio: 17,50 €.
Han sido varios meses de ponerse al día, pero por fin hemos llegado. Nuestra cobertura de Clase Letal alcanza el volumen número ocho, y con ello nos ponemos a la par con el ritmo de publicación de Norma Editorial. Hacemos así justicia con uno de los cómics más poderosos de los últimos años, una de las series que han hecho de la excelencia costumbre en Image y que mola más que un solo de guitarra con los dientes. La salvaje obra de Rick Remender y Wes Craig se mantiene al pie del cañón, y mientras otras obras de su célebre guionista han llegado en EEUU a su fin (Ciencia Oscura) o están encarando su último arco (Low), la de los chicos de Kings Dominion es una historia para la que por el momento no se vislumbra cierre en el horizonte.
Tras la sangrienta escaramuza del último volumen contra los asesinos del clan Kuroki, Marcus y María tienen una revelación sobre su futuro: la persecución nunca va a cesar por mucho que huyan. Su vida es un insulto a la escuela, así que deciden coger el toro por los cuernos y hacer lo que nadie espera: regresar a Kings Dominion y convencer al Maestro Lin para que los readmita, y una vez allí poder continuar su lucha desde dentro. Una situación que, desde luego, los convertirá en auténticas celebridades en los pasillos de la escuela y pondrá de un humor de perros a Shabnam y al resto de peces gordos estudiantiles. Además, volveremos a viajar a Japón para saber cómo le está yendo la cosa a Saya en manos de su despreciable hermano Kenji, cuyo control del crimen nipón se extiende cada vez más.
Después del frenesí de sangre y pólvora que fue el anterior volumen, No vuelvas nunca supone una parada en el camino para tomar oxígeno. Es posible que haya quien, acostumbrado al ritmo endiablado al que nos suele tener habituados Remender, pueda sentirse algo impaciente, como si acostumbrado a navegar con fibra óptica volviera de pronto a usar un ADSL guarro, pero personalmente creo que esta siempre ha sido una serie que si tiene una acción tan adictiva es porque sabe perfectamente cuándo pararse y dedicar todas las viñetas necesarias para explorar a sus personajes hasta lo más profundo de su intimidad. Para mí la grandeza de Clase Letal es esa dualidad, ese número con muertes devastadoras y giros impactantes que puede ir acompañado por otro número en el que no vemos más que a un grupo de adolescentes hablando de música o a su protagonista preocupado por haber pillado un herpes.
Ese contraste nace en este volumen ya con su primera grapa, un arriesgado monólogo alucinógeno en el que el análisis introspectivo de Marcus sirve como excusa para regalarnos uno de los mejores trabajos artísticos de toda la serie. No es la primera vez que Wes Craig nos maravilla con su manera de plasmar el colocón de alguno de sus personajes (me viene a la mente el cuelgue de LSD del primer tomo), y esta vez se supera a sí mismo si cabe. El artista mezcla recursos y estilos sin parar y nos sumerge de manera increíble en un viaje de peyote de la mano de Jordan Boyd, que se compenetra a la perfección con el dibujante a la hora de añadir la paleta adecuada a cada escena. Cuando Boyd sustituyó a Loughridge como colorista en la serie sentí que, sin hacer un mal trabajo, habíamos perdido una pizca de excelencia. A día de hoy creo que su comunión con Craig es ya total y nada tiene que envidiar a su predecesor.
Además, este tomo no es solo un respiro, sino un auténtico back-to-basics. El regreso de Marcus y María a Kings Dominion supone una especie de retroceso hacia los primeros capítulos de la serie, pero de una manera que no resulta repetitiva. La vuelta a la “normalidad” (entiéndase normalidad por ir a clase a que te enseñen en qué parte del cuerpo apuñalar para desangrar antes) resulta extraña y lejana, tanto para nosotros lectores como para los propios personajes. Su situación vuelve al escenario original, pero no al punto de partida: el elenco de chavales ha pasado por una infinidad de cosas durante todo este tiempo, y nosotros las hemos vivido con ellos. Lejos queda aquel huérfano que fantaseaba con matar a Reagan, los chicos de Kings Dominion ya no son las mismas personas, pero sus caminos están avocados a regresar de nuevo a esa escuela del demonio.
Por último, y acentuando esa sensación de volver al punto inicial, el tomo viene finalizado con el especial del FCBD Deadly Class: Killer Set, en el que haremos un pequeño flashback hasta un episodio ubicado en los primeros días de Marcus en la escuela, un número que divaga sobre el valor del arte a la vez que nos arroja algún matiz nuevo sobre el personaje de Viktor.
Clase Letal se mantiene al pie del cañón y sigue siendo una lectura apasionante. Los chicos de Kings Dominion aún tienen cuerda para rato, y la peor noticia que nos pueden dar es que sus creadores han anunciado estar tomándose un pequeño descanso durante este año, lo que supondrá que entre el noveno volumen (que sale en USA el mes que viene) y el décimo, probablemente tengamos que esperar algo más de lo habitual. Como yonqui, me duele. Como fan acérrimo, me tranquiliza. Si así es como sus autores pueden mantener el nivel, esperaremos con gusto.
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