Javier Vázquez Delgado recomienda: Los Gemelos Maravilla #02

Edición original: Wonder Twins núms. 4 a 7 USA.
Edición nacional/ España: ECC Ediciones.
Guion: Mark Russell.
Dibujo: Stephen Byrne.
Entintado: Stephen Byrne.
Color: Dave Sharpe.
Formato: Rústica, 104 págs. A color.
Precio: 11,95 euros.

Segunda entrega de la serie dedicada a estos peculiares personajes que, en manos del siempre eficaz, Mark Russell, logran tener maxiserie dentro del sello editorial de DC Comics, Wonder Comics. Un sello que está llamado a ser el entorno donde recuperar personajes del pasado y revitalizarlos de nuevo con un enfoque más actual. Grandes conceptos que precisan de un lavado de cara y que se convierten de esta forma en un vehículo perfecto para captar nuevos lectores y activar una nueva vida editorial a sus protagonistas.

En la anterior reseña, la dedicada al primer tomo, ya hacíamos un breve resumen recordando el pasado de Jayna y Zan, así como las primeras impresiones del trabajo de Russell. Un primer tomo que resultaba algo irregular en su propuesta global, pero que esconde matices y valor suficiente como para continuar apostando por acabar la serie. Y el segundo tomo viene a confirmarlo.

La serie no está concebida como un único arco argumental, siguiendo una estructura similar a la que Russell exhibió en Los Picapiedra, donde cada número se enfocaba en tratar un tema, pero había un hilo de fondo que hacía de conector de todo. Aquí no hay arcos intermedios, si números auto conclusivos, que esconden se hilo conductor que conforma a la historia que Russell quiere contar, dando cohesión al conjunto. Es por ello por lo que ECC encarta cuatro números en esta segunda entrega, en vez de los tres de la anterior, dado ese carácter individual, que Russell rompe de manera concreta para continuar la trama de un número a otro de forma clara. Lo que iba a ser una miniserie de seis entregas se ha expandido a doce números y se nota el cambio de Russell a la hora de enfocar su trabajo.

Russell no escribe pensando en contar una historia, sino que centra su esfuerza en usar las peculiaridades de sus protagonistas para adentrarse en terrenos más ajenos al género, pero perfectamente integrables. Y mientras que el primer tomo se presentaba algo torpe en algunos aspectos, con la llegada del segundo las dudas se disipan y se puede ver a pleno rendimiento al guionista de Red Sonja.

En este final de arco, Russell, plasma sus temores sobre a la red de redes que funciona como un cerebro humano, como paso previo a lanzar la cuestión al lector sobre el pensamiento, la vida y la sensibilidad, insertado en una historia en la que se hace hincapié en las relaciones humanas adolescentes donde las apariencias no son siempre lo que parecen. Son dos ejemplos de la apuesta de Russell, que sin descanso se adentra de lleno en definir la diferencia entre justicia y venganza, heroísmo y villanía, mezclado con el sentido del honor, en el que juega con los tópicos generales, para volverse certero en sus conclusiones.

Hay espacio para la presentación de personajes nuevos, uno de ellos usado como control de masas, con reflexiones profundas de la vida de un superhéroe, que suele ser solitaria y poco gratificante. Sin embargo, entre medio de todos estos insertos, el guionista se pierde en ocasiones y olvida que sus protagonistas son Jan y Jayna, lo que llega a provocar que haya tramas en las que si desaparecieran la historia no se vería afectada. Así que tenemos una profunda mejora respecto al primer tomo, aunque Russell parece perderse en sus intenciones, doblegando todo a sus propios intereses en detrimento de algunos puntos como el mencionado.

Un detalle que se perdona por la evolución del trabajo, las agudas reflexiones que va dejando a lo largo de la historia y como se nota que, en la sexta entrega, con la serie ya confirmada de 12 números, se relaja y comienza a centrar más la atención en sus protagonistas y no solo usarlos en su beneficio.

En el tema gráfico la serie continúa siendo brillante. El trabajo expresivo que realiza Stephen Byrne resulta adecuado al tono que Russell busca y permite que cada personaje tenga su propia personalidad visual, con un lenguaje no verbal muy marcado. Sin embargo, sus composiciones continúan mostrando por cierta rigidez global, que se compensa con un trazo ligero y limpio.

Russell y Byrne continúan regalando un trabajo que se beneficia de un mejor control global del guionista y que fiel a su estilo no defrauda a la hora de trabajar temas de calado más profundo. Un calado que, si bien va más enfocado a un lector más joven, no deja de perder interés. Con Los Gemelos Maravilla dentro de la línea Wonder se asientan con fuerza y se alza como una de sus mejores propuestas, junto con Dial H.



Ver Fuente

Comentarios

Entradas populares