Javier Vázquez Delgado recomienda: Sin la sombra de las torres
Edición original: In the Shadow of No Towers (publicado por Pantheon Books; Random House)
Edición nacional/ España: Reservoir Books (Penguin Random House)
Guion: Art Spiegelman
Dibujo: Art Spiegelman
Formato: Tapa dura; 32 páginas a color
Precio: 29,90€
Justo antes de que comenzara el confinamiento provocado por el Coronavirus, tenía en agenda hacer esta reseña; pero, de repente, nos estalló a todos en la cara esta nueva realidad. La tenía programada para el 20 de marzo, pero decidí finalmente no escribirla. No me sentía con las fuerzas suficientes para hacerles llegar una reseña sobre una catástrofe dentro de otra catástrofe. Creí que no era lo más indicado, hasta hoy. El hecho de no hacer esta crítica en su momento fue por el motivo anteriormente expuesto, pero también el hecho de querer hacer justamente ahora esta reseña se debe a ese aperturismo, a esa vuelta a la (nueva) normalidad y rutina. Si bien estas semanas he rellenado este hueco con el genial Jason, había un deseo por mi parte para volver a lo que quería hacer en primera instancia.
Lo irónico de este asunto, y no estaba preparado, es que Sin la sombra de las torres de Art Spiegelman tiene muchísimo en común con lo que estamos viviendo. Para empezar, ambos hechos históricos han sido presenciados por gran parte de la misma población debido a su proximidad temporal. Es decir, solo han pasado 19 años entre el 11S y el actual Estado de alarma. Tanto el atentado de Nueva York como esta pandemia han transformado el mundo y la sociedad tal y como la conocíamos. Si bien, podría pensarse que lo ocurrido en suelo estadounidense fue solo un hecho local, la realidad y los acontecimientos nos indican lo contrario, y al igual que con el Coronavirus, estamos hablando de fenómenos globales. Si el mundo después del 11S no fue necesariamente mejor y les dio a los gobiernos más herramientas para el control de la población, mucho me temo, y puede que me esté adelantando, el COVID-19 nos va a dejar un planeta mucho más restrictivo. En otras palabras, en cada crisis el ciudadano de a pie ve comprometido sus libertades individuales. Y claro, siempre esto se hace por “el bien común”. Aunque nada de esto ha sido lo que más me ha impactado de este tebeo, puesto que el propio autor en el prólogo de este cómic emplea la expresión “nueva normalidad”; una expresión que ha venido para quedarse, al menos por el momento. La historia se repite.
El principal problema que surge con este cómic sobre las Torres Gemelas es que, como bien dice su propio autor, la caricatura política es efímera. Y es lo que sucede aquí. Sin la sombra de las torres está más cerca del Michael Moore era W. Bush que de otra cosa. Tiene su importancia histórica, sí, por supuesto, pero se ha quedado como anticuado, trasnochado si me apuran; y no porque lo que aquí cuente Spiegelman sea un retrato poco acertado, justo lo contrario, sino porque, y ahora más que nunca, poco importa ya el 11S. Fue una nueva normalidad que ha envejecido, y ahora estamos en otra que en la que no tiene cabida. Así que la decisión artística por parte del autor fue muy arriesgada porque no le ha sentado muy bien el paso del tiempo.
El cómic se divide en dos partes, y en ambas tienen como eje central la tira de prensa. Por un lado, Spiegelman hace una serie de entregas emulando las dominicales de principios del Siglo XX; por otro lado, una vez acabada su parte, el artista hace una selección de dominicales reales de esa época que tienen más o menos relación con el 11S. Esto es debido a que, como dice Spiegelman, los cómics fueron su refugio para sobrellevar esa crisis que vivió en primera persona como buen neoyorquino que es. El haber tomado la decisión de imitar las dominicales afecta totalmente al diseño del tomo, ya que éste al abrirse debe girarse para que así las dos páginas que tenemos delante se conviertan en una que recoge toda la tira. De este modo, tenemos una edición original y particular con unas páginas muy gruesas.
Spiegelman recupera la figura del ratón de Maus, su obra cumbre, y también trae de vuelta a personajes primigenios del noveno arte. Con una estructura deconstructiva y caótica, el autor da su visión particular de un acontecimiento que movió los cimientos de nuestra sociedad. Hay un estilo gráfico ecléctico tanto a la hora de elaborar viñetas como en el trazo. Lo más importante de este cómic es que funciona como retrato de una época tan cercana y lejana a la vez, con todas sus ramificaciones: políticas, económicas, bélicas, sociales…
Asimismo, cabría destacar la importancia editorial de este tebeo, ya que supuso el divorcio entre Spiegelman y The New Yorker, mítica cabecera estadounidense para la que trabajó durante una década. Spiegelman es una de las figuras más importantes dentro del mundo del cómic de las últimas décadas. Junto a su esposa Françoise Mouly creó la publicación Raw, auténtica escuela de futuras leyendas dentro del cómic underground/independiente como Charles Burns o Chris Ware. Luego vino el hito llamado Maus; obra que es capaz de convencer de la importancia de los cómics incluso a los más escépticos. Ya en 2008, tanto él como su esposa fundaron la editorial Toon Books para la creación de tebeos infantiles.
Como buen autor dentro del underground/independiente la influencia de las tiras de prensa es total hasta el punto que este cómic sería imposible su concepción sin tal influjo. Personalmente, me interesa más la segunda parte del tomo (aquella que incluye dominicales históricas) que las propias creadas por el artista. Y es que estoy hablando de Little Nemo, Bringing Up Father y Krazy Cat, nada más y nada menos. Las tres son obras capitales dentro del mundo de las viñetas. Otra influencia básica entre este tipo de autores es Wally Wood y EC Comics al que Spiegelman rinde un pequeño homenaje, y de paso pide perdón. Wood es una especie de gurú entre estos historietistas.
Sin la sombra de las torres es un cómic que recomiendo para acercarse a una época que nos tocó vivir, y que es narrado en primera persona. Es como la cara b de Maus; otra tragedia global que afectó a la familia Spiegelman, pero lo que hacía inmortal al cómic sobre la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias fue el tono, y en eso falla este tebeo puesto que el hecho de ser una caricatura política hace que tenga casi el mismo valor que el periódico de ayer. Tal vez, si hubiera elegido otra aproximación, esta obra habría perdurado mucho mejor en el tiempo.
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