Javier Vázquez Delgado recomienda: Catwoman, una ladrona de 80 años

Durante el prolífico año editorial de 1940 para las compañías que formaron el germen de DC Comics, nació un personaje que el paso de las décadas le ha ido sentando cada vez mejor. Una ladrona, que hoy es heroína. Una villana con la que han sabido jugar al borde de la línea que separa los bandos de los buenos y los malos. Selina Kyle, Catwoman, tan interesante que Batman nunca ha podido sacarla de su cabeza. Nunca la ha considerado una enemiga mortal, sino una ladrona que puede reformarse. Porque siempre ha visto en ella una mujer inteligente, astuta, con grandes capacidades para enfocar sus dones hacia objetivos honestos. Al igual que tantos autores.

En sus memorias, Batman and Me, publicadas en 1989, el propio Bob Kane llegó a decir sobre Catwoman que el plan de su creación era darle a Batman un enemigo amigable, que comete crímenes pero que también pueda ser un interés romántico, así como un personaje que pueda atraer jóvenes lectoras. Fue, tal vez, el primer personaje femenino recurrente en las historietas del Hombre Murciélago durante la Edad de Oro de los cómics americanos. El primero con cierto protagonismo, pues se trataba desde su primera aparición de una mujer independiente, segura de sí misma y sus objetivos, que mostraba unas habilidades especiales para el arte del disfraz, el robo con sigilo, una gran agilidad felina y, por supuesto, una tremenda audacia.

En una época como la Edad de Oro, en la que los personajes de los cómics no presentaban matices que hicieran oscilar sus comportamientos, o eran muy malos o eran muy buenos, Catwoman apareció para complicar el juego. Era totalmente gris. Una ladrona, una criminal, pero en numerosas ocasiones jugó con los dos lados de la ley. Resultó ser uno de los primeros personajes complejos, difíciles de catalogar. Presentaba un origen misterioso. Unos intereses principalmente egoístas, pero con un trasfondo en el que Batman siempre llegó a ver un potencial para cambiar. Una esperanza de que podía ser reformada. Ella no mataba. Era una Robin Hood por motivos personales, pero sin el cariz social de éste.

Kane afirmaba sobre ella que era un personaje complejo porque los gatos (a quienes veían también como la antítesis de los murciélagos) son animales complicados, más que los perros. Opinaba que mientras los caninos son amigables, los felinos son geniales, desprendidos y poco fiables. Y ese era el carácter que buscaban para Selina Kyle. Hacía también un símil un tanto retrógrado, comparando las personalidades difíciles de las mujeres y los gatos, con el que justificaba el diseño del mismo, así como su relación con Batman. Palabras de un señor que en 1940 tenía 25 años, pero que había sido criado por unos padres nacidos en el siglo XIX. “Siempre debes mantener a las mujeres al alcance de la mano. No queremos que nadie se apodere de nuestras almas y las mujeres tienen la costumbre de hacerlo. Así que hay algo de resentimiento amoroso con las mujeres”. Reconocía la interpretación que podía hacerse de sus palabras, pero seguía justificándose: “Supongo que las mujeres sentirán que estoy siendo chovinista al hablar de esta manera, pero creo que he tenido mejores relaciones con amigos varones que con las mujeres. Con las mujeres, una vez que termina el romance, de alguna manera nunca siguen siendo mis amigas”.

Fuesen como fuesen las intenciones de los autores a la hora de crear al personaje, lo cierto es que Selina fue, desde su primera aparición en Batman #1, en marzo de 1940, una ladrona de armas tomar. En aquella historia, titulada The Cat, viajaba en un crucero en el que una mujer adinerada, de la alta sociedad, organizaba una fiesta de disfraces con una distinguida lista de invitados. Como Bruce no podía ir en un primer momento (lo hacía más adelante), porque tenía otros compromisos, incitaba al joven Dick, que hacía poco también que acababa de presentarse al público, a que asistiera para vigilar y proteger a la mujer, pues poseía un collar de esmeraldas que valía medio millón de dólares.

Primer intento de seducción, para luego escapar.

Y el entonces recientemente convertido en Robin hacía una buena investigación sobre los posibles sospechosos, descubriendo como al más peligroso su sobrino, que iba acompañado de una anciana, la cual debía poseer una gran herencia. Entonces, el supuesto cazafortunas era el señalado. Pero la trama terminaba con un interesante giro, pues no era el sobrino, sino su compañera, que resultaba no ser una viejecita inocente, sino una habilidosa ladrona. Ya en este primer encuentro, en que los lectores del momento quedaron asombrados ante el desenlace, Selina, que no vestía ningún traje especial, se escapaba de la lancha en que la llevaban detenida, ante el asombro de Robin al ver que Batman no reaccionaba con sus habituales reflejos, no sin antes tratar de persuadir al Hombre Murciélago de que juntos podrían ser los reyes del crimen y amasar grandes riquezas. Dejando claramente que el hasta entonces frío y calculador cruzado de la capa también podía desmoronarse ante las argucias de una mujer hermosa y peligrosa.

En sus dos siguientes apariciones, en Batman #2 y Batman #3, se ampliaba un poco más el espectro del personaje. En el segundo tenía una historia conjunta con el Joker, personaje de la misma edad editorial, un capítulo que debería reivindicarse en la historia de ambos personajes, pues era muy interesante. El Joker era salvado del hospital en que se encontraba después de su segunda pelea con Batman (en Detective Comics #45, la primera había sido en Batman #1, aunque en ese número aparecía en dos relatos) por una banda llamada Crime Syndicate que buscaba un nuevo líder para comenzar sus fechorías, entre las cuales estaban robar unas preciosas joyas llamadas Gemas del Faraón, con una estrategia de despiste a las autoridades que incluía no solo asaltar el hospital, sino también usar un falso Batman que se enfrentaba a la policía. Que, por supuesto, Catwoman, que en esta historia era llamada así por primera vez aunque escrito como Cat-Woman, también las quería. Pero al encontrarse con Batman durante su investigación le ofrecía información sobre los planes del Crimne Syndicate y el castillo donde se encontraban las joyas. Después de operar por su cuenta, mientras el Dúo Dinámico se encargaba de la banda, Catwoman se veía con el botín, pero antes de escapar el Joker la descubría y apuntaba con un arma. Era salvada por Batman, que la invitaba a salir de allí con ellos, pero antes de seguirles ella decidía irse por libre, con el cofre de las joyas en su poder, aunque vacío, pues Batman se las había quitado antes, usando su destreza también como carterista.

En esa segunda aparición veíamos una Catwoman dispuesta a pactar cuando fuese necesario con Batman, a quien más tarde no dudaba en dar la espalda a cambio de sus propios intereses. Éste confiaba en su palabra (aunque no del todo, pues ponía a Robin a seguir sus movimientos) y se preocupaba por su seguridad, dejándola marchar cuando ya había recuperado el botín. En el tercer número se desvelaban más los sentimientos de Catwoman hacia Batman. De hecho, es el ejemplar en que ella le besa por primera vez. Se trataba de un relato en que una banda llamada el Diamond Syndicate (el tema sindical relacionado con el crimen estaba muy en boga en aquellos años) contrataba los servicios de la gata, que en este número usaba una máscara felina muy llamativa, para hacerse con grandes botines de joyas. Tras unos cuantos golpes espectaculares, tanto que hasta la policía de Gotham se sorprendía del éxito de los robos, Batman y Robin se ponían tras el rastro de la banda para desmantelarla. Resultaba que el líder de la misma tenía la intención de eliminar a Catwoman y cualquiera que pudiera ayudarle para no tener que repartir el botín, después de descubrir que ella estaba tratando de hacerse con sus propios ingresos. Al terminar con todos los ladrones, Batman también apresaba a Selina, informándole de que iba a ir a la cárcel junto a los demás. Pero ella no se dejaba atrapar y le daba un mágico beso para distraerle y escapar, una vez más.

No se puede hablar de Catwoman sin su romance eterno con Batman y sin este primer beso.

Cuando se habla de historias de Catwoman suele nombrarse el pasado de Selina como ladrona de joyas y se salta a su relación con Bruce Wayne, visualizándola con los ajustados trajes de una pieza, de cuero negro o con tonos morados, dependiendo de si se refiere a la imagen actual o la icónica de los 90. La verdad es que pocas historias se recuerdan de la Edad de Oro con Catwoman como protagonista, más allá de algunos encuentros con Batman en los que terminaba entre rejas o escapando. Aunque no llegaba a pasar mucho tiempo en prisión, ya que siempre volvía a salir para seguir delinquiendo, con planes de grandes robos, beneficiándose de sus habilidades para el arte del disfraz y sus encantos para despistar al murciélago y huir. Con el paso de las décadas el personaje ha pasado de ser una ladrona habilidosa del elenco de villanos de Batman a una antiheroína, sobretodo a partir de finales de los 80.

Al final de Batman #3 se mostraban los sentimientos de Selina por primera vez.

Pero antes merece ser recordada la historia contada por Paul Levitz en cuanto a la versión de Catwoman en Tierra 2. Editorialmente Catwoman dejó de aparecer entre 1954 y 1966, al ser considerada por DC como un personaje incompatible con el defenestrador Comic Code, siendo su aparición en Detective Comics #211, en el mes de septiembre, su última historia en la Edad de Oro. Tuvo su regreso en Superman’s Girl Friend, Lois Lane #70, en noviembre de 1966. La historia era lo más Silver Age que uno puede imaginarse, pues resulta que Catwoman tenía el poder de transformar a Superman en un gato, llamándolo Superpussycat. Viva la Edad la Plata, claro que sí. Durante el año siguiente volvería a aparecer en las colecciones de Batman y Detective Comics, protagonizando encuentros con su querido justiciero, un tanto menos locos, aunque no exentos del maravilloso toque de las historias del momento.

Paul Levitz y Joe Staton contaron en DC Super Stars #17, en el mes de diciembre de 1977, un relato con el que pretendían llenar el vacío de las apariciones de Catwoman durante su ausencia, explorando además nuevas líneas argumentales que no podían tocarse en las series principales. Esto ocurría a la vez que introdujeron al personaje de la Cazadora en All Star Comics #69, la serie de la Justice Society of America, contando que era hija de Bruce Wayne y una reformada Selina Kyle, que pagaba por sus crímenes en prisión y salía como una mujer nueva y libre, deseando formar una familia y vivir una vida tranquila. Y es que en esta otra realidad Batman había conseguido su anhelo de la Edad de Oro respecto a Catwoman: conseguir que deje el mundo del crimen y casarse con ella. Porque según muchos autores, Bruce siempre ha estado enamorado de Selina, pero la naturaleza delincuente de ella choca con la moralidad y el sentido de la justicia de él.

En esa historia, se relataba que el pasado criminal de Selina volvía a ella con la aparición de un personaje llamado Silky Cernak, un secuaz con el que trabajaba en su vida anterior, que la chantajeaba enseñándole una foto en la que aparecía huyendo, dejando a un policía ahogándose con su látigo. Selina volvía a ser Catwoman para proteger a su familia del conocimiento de que en realidad también fue una asesina. Aceptaba robar en el Centro Cívico, en beneficio de Cernak, pero era sorprendida junto a su ex secuaz por Batman, que durante el combate con el mismo provocaba que se disparara el arma del criminal, alcanzando a Selina, matándola casi en el acto. Su hija, llena de ira, empezaba su tarea como Cazadora persiguiendo al culpable de la muerte de su madre, llevándolo ante la justicia, demostrando que tenía las dotes de su padre para la lucha contra el crimen.

Esta historia arrojaba luz sobre el pasado de Catwoman en Tierra 2, pero sus apariciones en Tierra 1 siguieron su curso. Hay un montón de cómics interesantes que jugaban con la doble moral del personaje. Por un lado seguía delinquiendo, quería acabar con Batman. Pero nunca se olvidaban mutuamente el uno del otro. Hay historias como la de Batman #197, de Gardner Fox (siempre que hablo de cómics de los 60 aparece su nombre, su producción y relevancia en DC fueron brutales) y Frank Springer, de diciembre de 1967. En la primera página ya se veía algo muy de la época. Amenazaba a Batman, Robin y Batgirl y le preguntaba a Bruce si iba a ser una ladrona o una novia.

En esta historia Catwoman descubre que Batman tiene una compañera, Batgirl, que despierta sus celos y trata de desacreditarla. El bueno de Gardner Fox introducía cambios en el personaje. Mostraba a Catwoman (con su nuevo traje verde) eliminando ella sola una banda de gángsters a quienes Batman y Robin habían estado siguiendo durante semanas. Ella misma declaraba que su pasado criminal había quedado atrás. Y parecía querer ser una justiciera aún más efectiva que ellos. Más adelante llegaba incluso a salvarles de una refriega, autodenominándose así misma como Batgirl. Y cuando llegaba a encontrarse con la auténtica Batgirl en otro encuentro con criminales, la dejaba en ridículo, haciéndola parecer más torpe de lo que era. Más adelante orquestaba una trampa para atrapar a los tres y descubrir la identidad de Batman. Pero la propia Batgirl conseguía derribarla para enviarla a prisión, descubriendo que por muchos criminales que atrapara, seguía sin ser de fiar.

Este cómic servía para demostrar la doble moralidad de Catwoman. Teníamos a una ex delincuente deteniendo y acabando con potenciales enemigos de Batman, queriendo demostrar que puede ser no solo mejor persona, sino mejor heroína que cualquiera que conozca. Pero como se demostraba al final, seguía siendo alguien a quien no puedes dar la espalda, porque siempre puede esconder segundas y terceras intenciones. En la eterna partida de ajedrez que jugaban, ella siempre tenía unos cuantos movimientos pensados, mientras que él debía vérselas venir y reaccionar sobre la marcha. Y, como siempre se dejaba entrever en cada historieta, estaba enamorada, de alguna manera. Aunque fuese un amor caprichoso, que le hacía perder el juicio y nublaba su razón hasta hacerla caer en sus más instintivas pasiones.

Hubo que esperar hasta Batman #308 para ver a Catwoman reformada. Len Wein escribía ese número y creaba un punto y a parte en la historia de Selina, pues la presentaba interesada en dedicarse al mundo de los negocios como inversora de Wayne Enterprises. Esto sucedía en febrero de 1979 y a partir de aquí sí que llegaba a suceder una relación entre ambos, llegando a tener varias citas. En cuanto a sus planes, ya no hay segundas intenciones, no hay secretos. Wein realmente creía en la redención de Selina. Por fin, casi cuarenta años después de la creación del personaje, le daba un respiro. Abandonaba la galería de villanos para engrosar la lista de secundarios alrededor de Bruce Wayne, llegando a luchar junto a él como Catwoman, como una nueva heroína. Aunque el lector y el propio Bruce siempre tuvieron una alerta por si acaso.

Momento en que Selina quiere dejar atrás a Catwoman.

En los primeros años 80 tuvo que ver cómo el corazón de Bruce también se debatía entre Talia al Ghul y Vicky Vale. Fueron momentos particularmente dolorosos para el personaje. Sobretodo el que ocasionó su amenaza a Vale, que desembocó en un duro enfrentamiento con Batman. Esto ocurrió en Batman #355, en enero de 1983, con Gerry Conway, alguien que sabe transmitir muy bien la emoción en sus guiones, y Don Newton, un dibujante realmente expresivo. Selina no podía dejar de rabiar por la aparición de Vicky en la vida de Bruce. Su intento de asesinato, empujando el coche en el que iba con él para que cayera al mar casi acababa con la vida de los dos. Tratando de salvar a Bruce veía como éste la rechazaba para salvar a Vicky. Durante todo el número había varios momentos en que los dos reflexionaban sobre el otro. Ambos reconocían haberse amado mutuamente. Pero llegaba un momento bastante duro en que ambos se peleaban duramente. Y el combate lo ganaba Selina con un potente rodillazo en la mandíbula de Bruce. Pero no lo mataba, obviamente, como había deseado momentos antes, sino que se daba cuenta de que ambos habían terminado. Eran unas páginas llenas de un dramatismo arrollador, no falto de toxicidad, aunque resueltas amistosamente. Dos ex enamorados que se peleaban y llegaban a una despedida en buenos términos, solo que se trataba de dos personajes que rozaban la sociopatía y eran más que peligrosos.

Pero la relación de ambos no terminaba aquí. Antes de la llegada de Crisis on Infinite Earths, con una misteriosa lluvia roja cayendo incesantemente, ambos encontraron por fin el momento en que se dieron cuenta de lo mucho que se amaban. Sucedió en una historia desarrollada en Batman #390 y Detective Comics #557, escrita en los dos títulos por Dough Moench, en diciembre de 1985. Catwoman venía de estar un tiempo fuera de Gotham. Al volver ayudaba a Batman a pelear contra varios enemigos como Darkwolf, Night-Slayer y Nocturna, con quien también tuvo cierto interés romántico, despertando antiguos celos, provocando un enfrentamiento en el que intervenía Bruce, que terminaba trágicamente con Catwoman recibiendo el impacto de un relámpago desde un observatorio. Quedando aparentemente muerta, haciendo ver a Bruce que su amor por ella nunca había terminado. Después de esta historia, poco tiempo hubo para conducir a Selina por nuevos caminos, pues la llegada de la Crisis borró todo el pasado, girando hacia nuevos horizontes. Tal vez justo cuando más intenso estaba no solo el romance entre ellos, sino el rumbo hacia el camino del héroe de Catwoman tratando de lavar su nombre, demostrando a Gordon, a Robin y otros héroes como Canario Negro y Green Arrow (con quienes llegó a compartir aventuras en Detective Comics #559) que ella podía ser una heroína.

El autor que más influyó en el inicio del desarrollo del personaje post Crisis fue uno que nunca escribió historias sobre ella: Frank Miller. O no las escribió exclusivamente. Durante Batman: Year One (Batman #404-407) tuvo a bien incluir viñetas sobre Selina, presentándola como una prostituta que vivía difícilmente en las calles de la siempre complicada Gotham City. Ya no traía al personaje histórico de la ladrona. Ya no era una enemiga de Batman o alguien que le obligue a un enfrentamiento, en primera instancia. El tema de los robos vendría después, pero recuperando el espíritu de hacer una acción reprobable a alguien malvado. En la primavera de 1987 Selina tenía 47 años editoriales. Y fue la primera vez que un guionista apostó realmente por un enfoque rompedor. Era el año de los reinicios, tiempos de cambio, el primer año post Crisis, que supuso un lavado de imagen mayúsculo para DC. Y los villanos no iban a quedarse atrás en ese proceso de cambio. En el caso de Selina, personalmente, me gusta señalar esta pequeña aparición como el auténtico punto de inflexión para Catwoman.

En el primer número del histórico arco argumental ya se veía a Selina en su cama, rodeada de muchos gatos, viviendo con otra niña prostituta. Pero era en el tercero, cuando Batman tenía un enfrentamiento brutal con los SWAT cuando ella tenía ocasión de verlo de cerca luchar y sobrevivir. Pero sobre todo de luchar por un ideal. Un superviviente aguerrido que no se achanta ante las numerosas fuerzas que intentaban destruirlo, portando un símbolo, un traje de combate. Toda la acción le inspira y al final del cómic, Batman #406, se veía a Selina, quien tenía problemas con algunos tipos relacionados con el pútrido mundo de las calles, poniéndose por primera vez su traje de batalla.

Origen de Catwoman en Batman #404 (primer número de Año Uno).
Origen de Catwoman de la serie de Newell.

Quién sabe qué concepto podía pasar por la cabeza retorcida del señor Miller, pero el caso es que acercar aún más si cabe el origen del personaje a las calles fue un acierto. Tal vez no le hiciera falta convertirla en prostituta, pero el caso es que la crudeza de ese mundo sentaba bien como una base que explicara la fortaleza de Selina y su huida hacia adelante como Catwoman. Aunque este detalle de su origen fue eliminado años después, tras los acontecimientos de Zero Hour: Crisis in Time, sirvió de inspiración para una gran historia de génesis más desarrollada. Por cierto, antes de pasar a hablar de la primera serie en solitario del personaje, merece la pena recordar que Frank Miller ya había escrito un año antes la célebre miniserie The Dark Knight Returns, en cuyo tercer número, publicado en agosto de 1986, aparecía el personaje de Selina Kyle mayor, alcohólica, deprimida, con sobrepeso, ejerciendo de madame en un negocio de mujeres de compañía. Está claro que para Miller los conceptos de Catwoman y la prostitución debían ir unidos.

La primera miniserie titulada Catwoman llegó, por fin, en febrero de 1989. Constó de cuatro números escritos por Mindy Newell y dibujados por J.J. Birch. Y no es que estuviera basada en la Catwoman de Miller, es que la propia editorial vendió la serie como una continuación de las aventuras del personaje tras los acontecimientos de la obra de Miller. Y no solo adaptaba la historia, sino que copiaba, literalmente, en el buen sentido, las páginas clave de Year One. Un ejercicio que resultaba maravilloso a la vista, como esa narración cinematográfica de Tarantino en aquella escena del centro comercial de Jackie Brown. Misma secuencia desde distintos puntos de vista. La narración del cómic tiene cosas maravillosas.

Primera vez que Selina se viste de Catwoman, por J.J. Birch.
Primera vez que Selina se viste de Catwoman, por David Mazzucchelli.

Curiosamente, en esas páginas casi calcadas, cambiaba el tipo de traje que empezaba a usar como justiciera. Si bien en la versión de Año Uno Mazzucchelli dibujaba un traje de tela o licra, de textura más suave aparentemente, explicando que se lo había comprado a propósito de su nuevo fin, en ésta ocasión usaba un traje de un estilo que ya estaba usando en las calles. Entendiendo que si la Catwoman que todos conocemos hoy en día viste de manera ajustada, con cuero, podía ser porque era el tipo de uniforme que vestía en las noches en que tenía que cazar hombres por otros motivos.

Anuncio de la miniserie de Newell y Birch.

En agosto de 1993 llegó por fin la primera serie regular de Catwoman. Antes, en enero de 1992, había visto la luz la historia autoconclusiva Catwoman Defiant, un cómic que salió a la venta a raíz del éxito del universo de Batman tras la primera película de Tim Burton y el inminente estreno de la segunda. Y entre muchos proyectos llegó esta historia, guionizada por Peter Milligan, que escribía una aventura de Catwoman, esta vez sí, como ladrona, abriendo una caja fuerte que desataba unos cuantos problemas con la mafia y un líder obsesionado con la belleza. Llegaba el tema de la belleza del personaje como eje central de una trama en la que se veía envuelta. Pero sus habilidades, su inteligencia, la agresividad, estaban presentes. No era retratada como un objeto. Catwoman siempre es algo más que una hermosa imagen envolvente.

Portada Catwoman vol. 2 #1, de Jim Balent.

Jim Balent fue el dibujante principal de la serie de Catwoman, que empezó a publicarse con guiones de Jo Duffy. Y fue además responsable del look moderno de la gata, rediseñó su atuendo y su figura, dotándola de unos enormes pechos marca de la casa, pues si por algo son conocidos los personajes femeninos de Balent son por la hipersexualización con la que los dibuja. A su favor hay que concederle que desde la misma concepción de Selina por Finger y Kane ha sido una mujer atractiva, de una belleza que ni el mismo Batman es capaz de obviar. Por eso, en la época en la que los excesos eran la característica principal de todos los cómics, otorgó a la mujer más arrebatadora de Gotham una espectacularidad despampanante. Pero si el físico era espectacular, lo eran aún más sus motivaciones.

Durante toda la serie, que fue la de más duración de su bibliograía, se perfiló a Selina como una antiheroína. Anclada más que nunca en la ambiegüedad. Alineándose junto a cazarrecompensas, mercenarios, siendo una ladrona internacional, un personaje que actuaba de manera ilegal empujada por un objetivo moral. Una heroína ocasional que ganó en popularidad para aquellos que no buscan el blanco ni el negro en los cómics, sino el entretenimiento ajeno al juicio de las acciones de los personajes. Dejaba siempre una puerta abierta para poder ser utilizada como buena o mala. Esta serie gozó de la estabilidad visual en los lápices de Balent, que permaneció en esta serie 79 de los 94 números que tuvo de duración. En cambio tuvo un gran baile de guionistas. Jo Duffy escribió los primeros catorce números, a los que siguieron 22 de Chuck Dixon, un autor que entiende la idiosincrasia de Batman y su micro-universo como nadie. Devin Grayson, Dough Moench, Bronwyn Carlton y hasta John Ostrander dejaron su impronta en la serie, que tuvo ocho años de vida. Así como una gran cantidad de crossovers de la bat-familia que le afectaron, para bien o para mal, como Knightfall y Zero Hour, que fueron importantes para DC, además de otros relacionados con los gothamitas como Contagion, Legacy, Cataclysm, Officer Down y No Man’s Land. Mucho cine negro, pero poca independencia para Selina.

En julio de 2001 terminó esta larga etapa de 8 años de historias del personaje. Los tres últimos números pertenecieron a una trama llamada The End… anunciando que estaba llegando la conclusión de una serie que había perdido el rumbo con el paso del tiempo, dando vaivenes que iban desde su nombramiento como CEO de la empresa Randolf Industries y su intención de ser alcaldesa de Nueva York, hasta su trastorno de comportamiento tras inhalar el gas del Espantapájaros. Catwoman aparentemente moría tras haber sido perseguida por Deathstroke. Sin embargo, en una historia de complemento de Detective Comics #759-762, llamada The Trial of the Catwoman, el bueno de Slam Bradley iniciaba una investigación basada en la premisa de su supervivencia. Un hilo que unía con la siguiente etapa del personaje. Demostrando que DC quería seguir apostando por Catwoman, pero necesitaba salir del bucle en que se encontraba.

En enero de 2002 Ed Brubaker empezó a escribir la tercera serie de Catwoman, que tendría 83 números de duración, hasta marzo de 2010. Posiblemente, la mejor etapa del personaje. La devolvió a las calles, a los bajos fondos de Gotham, situándola en problemas más humanos, cercanos a las clases sociales más desfavorecidas. Tiñó de ambiente noir su pequeño mundo, queriendo escribir una historia de desarrollo a largo plazo con ella. De hecho, uno de los requisitos que puso en la mesa a la hora de negociar fue que quería que el personaje estuviera al margen de crossovers. Quería contar cosas con ella, darle un trasfondo nuevo, sin borrar todo lo vivido anteriormente. A parte de Batman, la rodeó de secundarios como Holly Robinson, Leslie Thomkins y Slam Bradley, incluso el hijo de éste. Le dio su propio trasfondo.

A Brubaker siempre le gustó el personaje. En los días que empezó a escribirla, concedió entrevistas afirmando que no le interesaba el debate de su personalidad, no la veía como alguien bueno o malo, sino como un personaje desconocido, un tipo de personalidad que daba juego para contar historias. Uno de los aspectos que hizo que ganara en popularidad con su serie fue que no la veía solo como una ladrona, sino como mucho alguien que es y puede ser mucho más, lo cual le abrió posibilidades para explorar.

Trabajó en los cuatro primeros números con Darwyn Cooke, artista junto al cual diseñó un nuevo aspecto y traje para Selina. Le cortó el pelo, un detalle que ha quedado canonizado hasta nuestros días. En el primer número de la serie se ve como ella misma tira el traje que le había confeccionado Jim Balent y usaba uno de cuero que hasta el propio Batman aprobaba. El propio guionista contaba que quería darle un complemento corriente, algo que cualquier persona podía usar, como el casco de aviación con orejas y las gafas, detalle que le daba un aspecto más moderno, según su juicio. También fue idea suya el detalle del anillo en la cremallera del traje, de una sola pieza.

Catwoman dibujada por Darwyn Cooke.

En esta serie hay dos etapas bien diferenciadas. La de Brubaker, que fue el responsable de escribir una de las mejores series de DC en lo que va de siglo XXI, escribiendo los 36 primeros números. Y la de Will Pfeifer, que se hizo cargo del guión a partir de Catwoman Vol. 3 #44. Pfeifer hizo suyo al personaje. Se dejó de grises y convirtió sin miramientos a Catwoman en una justiciera. Incluso cruzó una línea pocas veces transitada en la historia de las superheroínas y la convirtió en madre. En una historia llena de drama y pasión Selina se quedaba embarazada de Sam Bradley, el hijo del legendario Slam Bradley. Pero éste moría el día en que Selina sabía que estaba embarazada. Seguía adelante con el embarazo y el cuidado de su hija, Helena Kyle. Para ello dejó de ser Catwoman, ocupando Holly el cargo durante su baja por maternidad. Pfeifer, que trabajó con David López en los lápices principalmente, tuvo una etapa muy digna en la serie, humanizó a la gata, le hizo sentar la cabeza y fijar sus objetivos por el bien propio, de su hija y de la comunidad. Y jugó con la dura conciliación de la vida familiar y laboral, más aún dedicándote a la lucha contra el crimen. El personaje de Helena Kyle quedó en una anécdota, pues no tuvo mayor peso fuera de esta serie y quedó borrada de la continuidad tras los New 52.

Antes de continuar merece la pena pararse a hablar un poco Gotham City Sirens, una serie que tuvo muy buena acogida en su día, con Paul Dini escribiendo los primeros nueve números de los 26 junto al dibujante español Guillem March. Esta serie se publicó entre agosto de 2009 y octubre de 2011. A España llegó mal traducida, como las Musas de Gotham. Resultó ser una serie divertida, con un tono desenfadado, en la que se explotaba la buena química entre Catwoman, Poison Ivy y Harley Quinn en pleno ascenso de su popularidad. Las tres unían fuerzas para luchar contra sus enemigos juntas, haciendo un claro cambio hacia el bando de la justicia. El bueno de Mr. Dini supo transmitir su faceta más caricaturesca a muchas de las situaciones, diseñando una serie que combinaba perfectamente la acción, el drama y la comedia. Esta serie, de gran éxito en su momento, también se vio cancelada para dar paso al reboot universal.

La visión de Catwoman en la siempre controvertida etapa de los New 52 fue enfocada a explotar la sensualidad de la misma. Contó con varios equipos creativos a lo largo de los 52 números que llegó a durar, en una época de inestabilidad en la mayoría de títulos de DC, o de etapas de corto recorrido. Y el enfoque renovado, que se otorgó a Selina Kyle, en una serie que debía contar nuevamente los primero años del personaje, fue un tanto polémico. Aunque mantuvo la estética originada por Cooke, contando con un maravilloso dibujo del mallorquín Guillem March nuevamente, pero con un guión de Judd Winick centrado en sexualizar al personaje más aún de lo que llegaron a hacer Duffy y Balent. El arte de March era muy acertado, pero hay que poner en entredicho la necesidad de mostrar a Selina semidesnuda para narrar sus historias. Y es que Judd Winick es un autor al que le gustan las relaciones sexuales entre superhéroes, como hizo en su día con Starfire y Nightwing en los Outsiders. El sexo es un recurso que, bien utilizado, aporta mucho a cualquier historia, pero tiene que haber una historia detrás que lo sustente y en esta ocasión no la estaba trabajando.

Ya en el primer número rezumaba erotismo en todas sus páginas, casi como reclamo, alejando a Catwoman del ambiente noir de la anterior serie. Casi el argumento quedaba en segundo plano, así como sus habilidades detectivescas, sus aventuras callejeras, su pasado criminal, todo se difuminaba en favor de las viñetas con cualquier personaje femenino luciendo como si de una historieta de Milo Manara se tratase. Que la historia no estaba mal, pero el enfoque distaba mucho de ser lo que uno se esperaba de un personaje con tantas posibilidades como Catwoman, que venía de una etapa tan brillante, aunque tuvo muchos defensores. En aquel estreno, además, Catwoman y Batman no se andaban con miramientos y directamente tenían un encuentro sexual en las últimas páginas. Eso sí, tratado con mucha delicadeza y una belleza artística deslumbrante.

Presentación de Judd Winick y Guillem March de Catwoman en el primer número de los New 52.

Winick veía a una Catwoman nocturna, pero no callejera. Descarada, disfrutando con el riesgo, alocada, nada calculadora ni perspicaz, obsesionada con Batman. Una visión que no gustó mucho. Doce números después llegó Ann Nocenti que escribió hasta el #34, previo paso fracasado por Green Arrow, una escritora de reconocido prestigio por su pasado con Daredevil a quien podría haberle sentado muy bien el personaje. Pero su etapa tampoco recibió buenas críticas ni cifras de ventas. No llegó a construir un personaje reconocible, que más allá del aspecto no se parecía en mucho a la Selina canónica. No profundizaba en su psicología, contaba guerras de ladrones, tratando de alejarla del mundo de Batman, sin llegar a crear un ambiente propio identificable. Se olvidó del erotismo de su predecesor, pero también de que Catwoman existía desde hacía 72 años en el momento en que ella llegó y tenía un carácter que debía respetar. Aunque llegó a confesar, al inicio de su etapa, que su intención era trabajar solo con el bagaje de los doce números anteriores, pues el Universo DC se encontraba en un momento de renovación y todo lo anterior, como recordamos con dolor los lectores curtidos, había dejado de existir. Craso error, pues provocó situaciones como ésta, en la que la supuesta Catwoman podría haber sido cualquier personaje aleatorio.

Entonces llegó Genevieve Valentine, una escritora de novelas de ciencia ficción que recibió el encargo de su primer cómic con Catwoman a partir del #35. Esta autora tenía una visión muy renovadora del concepto de Selina, que se encontraba inmersa en una trama de familias y bandas. Había pasado a convertirse en una jefa de la mafia, dejando atrás el manto de Catwoman, que pasó a portar Eiko Hasigawa, un personaje creado por Valentine en su primer número que se convirtió en la primera heredera del emblema desde los días, eso sí puntuales, de Holly Robinson, que en el anterior volumen, con Will Pfeifer en los guiones, llegó a convertirse en la nueva gata.

Valentine amaba al personaje de Catwoman por las mismas razones que otros autores. En una entrevista con Newsrama citaba su inteligencia, su ingenio, su determinación, su independencia y “el área moral gris en la que vive, que es lo suficientemente grande como para que ella se reinvente como sea necesario y lo suficientemente pequeña como para que a menudo se golpee contra sus bordes”. Destacando también que “siempre hay algo interesante en un personaje que constantemente determina sus propios límites, pero que es lo suficientemente independiente como para que siempre haya la opción de salir corriendo”. Realmente la mayor aportación de Valentine fue jugar con sus tendencias sexuales, iniciando un romance entre Selina y Eiko. Una decisión controvertida, que en su blog personal señaló que desde hacía tiempo había apreciado la atracción que Selina podía tener hacia las mujeres. Así, dijo que su historia confirmó que era bisexual. En Catwoman Vol.4 #39 se dio el histórico beso de Selina con una mujer. Un movimiento que resultaba arriesgado, pero que no fue extraño en el universo DC de la ya pasada década de los 10.

No fue Selina el único personaje que dejó de ser presentado como heterosexual. El Green Lantern Alan Scott fue rediseñado como homosexual en la serie Tierra 2. Harley Quinn y Poison Ivy han tenido un célebre romance desde hace tiempo. En Superwoman, un entrañable título de la etapa Rebirth de corta duración, protagonizado por una Lana Lang con poderes, Natasha Irons, sobrina de John Henry Irons, tenía una relación con otra mujer sin confirmar que fuese lesbiana o bisexual. Y en cuanto a Wonder Woman, después de tantos años, desde las oficinas de DC se confirmó que la teoría más lógica de su sexualidad es que era queer, pues había crecido en una isla habitada únicamente por mujeres y era natural pensar que, en su despertar sexual, todas las amazonas tuvieran relaciones con otras amazonas. Sin embargo, ello no obviaba la posibilidad de que al conocer a un hombre se pudiera enamorar de él. De una manera muy orgánica Greg Rucka lo demostraba en una sola viñeta al inicio e su etapa con el personaje.

El caso es que tener a una Selina Kyle sin ser Catwoman no fue a lo mejor el camino más acertado, aunque era uno realmente interesante por explorar. No soy un detractor de esta etapa, pero sí que me pregunto si era realmente necesario introducir tantos cambios de personalidad. Además hubo una etapa de travesía en el desierto para el personaje en la que, tras los acontecimientos del evento Batman Eternal, Selina era apellidada como Calabrese y no Kyle, para romper aún más con lo establecido. Esta serie se terminó, como todas las supervivientes de los inicios de la iniciativa New 52, en ese mismo número, con Frank Tieri escribiendo los seis últimos ejemplares. De esta corta etapa de transción, que es lo que fue realmente, destaca el dibujo de Iñaki Miranda, que visualizó a una Catwoman caracterizada como Michelle Pfeifer en la mítica película de Tim Burton y así la trasladó a sus cómics, con el pelo rubio por primera vez en la continuidad oficial. En cuanto a la historia, volvía la Selina más clásica a pesar de su nuevo pelo, acercándose un tanto al tono que veríamos en su siguiente paso.

Al terminar esta serie pasaron un par de años hasta que empezó la actual cabecera, pero entre medias tuvo un protagonismo arrollador en la serie de Batman de Tom King. Éste diseñó una historia de amor y desamor que cocinó a fuego lento, causando un tremendo impacto mediático en el mundo del cómic y fuera de sus fronteras. Con una de las etapas de mayor éxito en ventas de todos los tiempos, no exenta de numerosos detractores que señalaron que King hacía cómics románticos y no de superhéroes, jugando con recursos sentimentales a veces tramposos, otras demasiado edulcorados. Sea como fuere, no dejó indiferente a nadie, pues por primera vez en sus historias Batman y Catwoman se prometieron. Con un resultado inolvidable. King asegura que a partir de este evento, las emociones juegan un papel fundamental para Batman, y el resultado es interesante para los lectores, pues todavía está publicándose en España. “Puedes hacerlo completamente feliz y luego quitárselo todo. Entonces, pase lo que pase, va a ser algo loco y no visto antes”, apostillaba King al respecto en declaraciones a CBR.

Tom King usó a Selina como un elemento desestabilizador en la vida de Batman. Exploró en la relación, porque es un autor que cree en el amor que siempre se han tenido. Pero necesitaba esa relación para romper la estructura de Batman. Hay muchas opiniones acerca del Batman de King, pero una que podemos creer es que precisaba de un personaje como Selina, tan complejo y tan perturbador cuando se desarrolla con cuidado, que puede dar mucho juego. Y juego es lo que necesitaba King. Contaba que “para Batman la felicidad no es un fin. Prospera con el dolor. Eso es lo que lo motiva y lo que los escritores siempre han enfatizado en él. Si le damos dolor se convierte en un personaje más motivado. Entonces, cuando le das felicidad le estás dando conflicto… a la mayoría de los personajes, cuando les das felicidad los estás aburriendo. Pero la felicidad es conflicto para Bruce y es algo que no has visto antes y que creo que es posible mantener”. Y, ¿quién mejor que Seline Kyle, Catwoman, para hacer feliz e infeliz a Batman?

La reciente serie de Catwoman, quinta en solitario en su trayectoria, con guiones de Joëlle Jones, está protagonizada por una Selina que en sus primeros números es puramente heroica, sin dualidades. O eso parece. Porque Jones ha sabido utilizar los elementos que el personaje pone a disposición de cada autor. Solo hay que saber usarlos. Escribe a una justiciera dispuesta a hacer lo correcto, en su más pura esencia. Tal dualidad, echada en falta, regresa con el paso de las entregas, empezando el juego tan característico y que tanto gusta del personaje. Y es que, si algo ha caracterizado a Selina es su andar elegante al borde del heroísmo y el crimen, es necesario para ella. Y para los lectores que tanto la amamos.

Y ¿cómo está ahora su relación con Batman? No es lo importante. O no debe de serlo. A pesar de que fue creada con el propósito de enemistar con y enamorar al Hombre Murciélago, realmente ahora mismo no debería ser el motivo por el cual recibiera atención. Opino que Catwoman debe seguir su camino, sus propias historias. Con o sin Batman en su vida. Digo esto teniendo la serie Batman/Catwoman guionizada por Tom King próximamente a ser estrenada. Pero insisto, Catwoman es mucho más que el interés romántico de Batman. Debe serlo.

Habrán sido muchos los títulos que se quedan fuera de este artículo, como la mini serie de cuatro números Catwoman/Wildcat de Chuck Dixon y Beau Smith con dibujos de Sergio Cariello de 1998; Catwoman: Si vas a Roma de 2004 y su papel en Batman: El largo Halloween, de 1996, ambas de Jeph Loeb y Tim Sale y el especial Bruce Wayne: The Road Home: Catwoman #1 de diciembre de 2010 de Derek Fridolfs y Peter Nguyen, por citar unos pocos ejemplos destacables. Y es que Selina Kyle, Catwoman, ha tenido en el mundo del cómic muchas y muy interesantes historias. Ha sido una de las villanas que más quebraderos de cabeza ha dado a Batman. Como hemos visto, el paso del tiempo también le ha convertido en una de sus mayores aliadas. Pero lo que siempre ha sido, sin ninguna duda, es un sinónimo de calidad. Con su presencia el lector siempre sabe que tiene en sus manos una historia interesante.



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