Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNCine – Crítica de Jonah Hex, de Jimmy Hayward

Dirección: Jimmy Hayward
Guion: Marke Neveldine, Bryan Taylor, William Farmer, basado en el cómic de John Albano y Tony DeZuniga
Música: Marco Beltrami, Mastodon
Fotografía: Mitchell Amundsen
Reparto: Josh Brolin, John Malkovich, Megan Fox, Michael Fassbender, Will Arnett, Aidan Quinn, Wes Bentley, Tom Wopat, Julia Jones, Jeffrey Dean Morgan, Michael Shannon, John Gallagher Jr.
Duración: 80 min
Productora: Warner Bros. Pictures / Legendary Pictures / DC Entertainment / Mad Chance / Weed Road Pictures
Nacionalidad: Estados Unidos

Jonah Hex hizo su primera aparición como personaje de DC Comics en All-Star Western Nº10 el mes de febrero del año 1972. Creado por el guionista John Albano y el dibujante Tony DeZuniga no tardó en protagonizar su propia cabecera a lo largo de 92 números. Tras una vida editorial intermitente durante los 80 con una serie titulada Hex volvió a la primera línea de fuego en la década de los 90 con una miniserie de tres entregas a manos de Joe R. Lansdale y Tim Truman dentro del sello Vertigo con ambos autores mezclando el origen adscrito al western del antihéroe con una pátina sobrenatural cercana al terror. Ya en los 2000 fue el tándem de guionistas formado por Jimmy Palmiotti y Justin Grey, acompañados por todo tipo de ilustradores, el encargado de insuflar nueva vida a Jonah Hex con un notable éxito y acercándolo a una nueva generación de lectores. Tras el huracán suscitado por los New 52 en 2011 Hex protagonizó la colección All-Star Western Vol. 3 donde pudo seguir sumergiéndose en todo tipo de aventuras todavía a manos de los autores de Power Girl o Las Colinas Tienen Ojos: El Comienzo. Contra todo pronóstico y siendo un personaje desconocido fuera del mundo de las viñetas en el año 2010 Warner Bros, DC Entertainment y Legendary Pictures se asociaron con los productores Akiva Goldsman y Andrew Lazar, que en los 90 ya habían intentado llevar a Jonah Hex a la pequeña pantalla, para sacar adelante un largometraje en imagen real del cowboy con el rostro desfigurado.

Para llevar a buen puerto el proyecto se contrataron los servicios de los directores estadounidenses Mark Neveldine y Bryan Taylor famosos por realizar divertidas y anárquicas cintas de acción como las que componían el díptico Crank o Gamer. Junto a William Farmer ambos cineastas escribieron una historia que ellos mismos convertirían en guión para más tarde encargarse de llevarlo a imagen real detrás de las cámaras. Antes de comenzar la producción del largometraje Neveldine y Taylor abandonaron abruptamente el proyecto por las consabidas diferencias creativas con los productores teniendo estos que buscar otro director, Jimmy Hayward, y ellos un nuevo proyecto relacionado con el mundo de las viñetas que dos años después cristalizó en la demencial, autoparódica y frenética Ghost Rider: Espíritu de Venganza. Una vez el autor de Horton (2008) ocupó la silla del director el rodaje dio comienzo con Josh Brolin encabezando como Jonah Hex un reparto al que se sumaron rostros conocidos como John Malkovich, Megan Fox, Michael Fassbender, Will Arnett, Wes Bentley, un fugaz Michael Shannon y un no acreditado Jeffrey Dean Morgan. De los modestos 47 millones de dólares que costó el film sólo recuperó poco más de 10 convirtiéndose en un notorio fracaso de taquilla, para colmo también masacrado por la crítica.

A un proyecto como Jonah Hex se le notan desde el minuto uno los numerosos problemas en los que se vio inmerso durante su producción. Más allá de la notable bisoñez de Jimmy Hayward con el cine en imagen real el irregular montaje que denota en no pocas ocasiones bruscos cortes y reshoots que posiblemente obedecieran a un montaje calificado R del que posteriormente Warner Bros se arrepintió menoscaban de raíz la puesta en escena y el tono de una obra que no parece ser consciente de su propia naturaleza como pieza cinematográfica. Los responsables detrás de la propuesta parecen incapaces de trasladar con pericia las aventuras del personaje al celuloide y mucho menos amalgamar con acierto la vertiente más clásica de sus primeras aventuras con la más cercana al terror y el ocultismo de su etapa contemporánea. A esto debemos sumar la incapacidad de Jimmy Hayward a la hora de capturar la esencia western del film, ya que sus referentes quedan suavizados y minimizados dejando el tono de Jonah Hex en una impersonal y algo anodina tierra de nadie a medio camino entre un inocuo spaguetti western y la estética steampunk que impera en la recta final del metraje.

Como otras cintas en las que personajes de cómics debutan por primera vez en el mundo del cine Jonah Hex es una historia de orígenes y los expuestos en esta producción de 2010 mezclan los de la génesis del personaje con sus primeros encontronazos con uno de sus villanos más recurrentes, Quentin Turnbull. El resultado es la típica historia de venganzas cruzadas y Ley del Talión en la que el antihéroe y su némesis se embarcan en una encarnizada búsqueda mutua para eliminarse mutuamente. En este sentido el guión de Mark Neveldine y Bryan Taylor es un inofensivo y nada destacable cúmulo de tópicos adscritos al western con toques sobrenaturales que no terminan de convivir armónicamente con la propuesta realista que bascula el grueso del relato, algo que las versiones en papel del personaje desarrolladas en los 90 y 2000 sí consiguieron. En este sentido no mucho queda a lo que aferrarnos más allá de algunas secuencias de acción competentemente ejecutadas, un par de situaciones relacionadas con el más allá bien resueltas por el director y poco más. La desgana, apatía e impersonalidad siempre en paralelo a un cineasta que ejerce de mero mercenario para acabar la película lo antes posible y desvincularse de ella construyen el endeble esqueleto sobre el que se sostiene una nadería como la que nos ocupa en esta entrada.

La desidia generalizada que transmiten prácticamente todos los apartados de Jonah Hex también es extensible a un reparto que, en líneas generales, deja entrever al espectador lo poco o nada que creían en el material puesto en sus manos para sacar adelante la película. Antes de dar vida a sus icónicas versiones de Thanos y Cable Josh Brolin intentó un par de veces coquetear con las adaptaciones de cómics al séptimo arte, resultando las dos en fracaso, una fue Sin City: Una Dama Por la Que Matar (20014) y la otra la que desgranamos en esta entrada. Sería injusto decir que el actor de No Es Páis Para Viejos o American Gangster no hace un buen trabajo, porque su versión de Jonah Hex exhala la rudeza, carisma y fisicidad necesarias para encarnarlo con acierto. Buenas palabras podemos tener también con un Michael Fassbender que debió disfrutar de lo lindo en la piel tatuada de Burke. Pero el resto de casting parecía querer terminar lo antes posible con sus roles de ahí que Megan Fox, ya una actriz muy limitada, poco pueda hacer Lilah o un John Malkovich que ni tirando de veteranía puede alejar a Quentin Turnbull de un simplista villano de opereta. De otros como Will Arnett, Aidan Quinn o Wes Bentley y sus escasos minutos en pantalla poco podemos decir y en cuanto a Michael Shannon el reto es encontrarlo en la película, ardua tarea si tenemos en cuenta que su, ya de por sí breve, papel queda reducido a un cameo por obra y gracia de la sala de montaje.

Jonah Hex fue alumbrada en una etapa confusa para Warner Bros y DC Entertainment. Con la trilogía del Batman de Christopher Nolan todavía en desarrollo, habiendo conseguido un éxito descomunal con El Caballero Oscuro, quedaban tres años para que el DCEU diera sus primeros y titubeantes pasos con El Hombre de Acero, de manara que proyectos como Watchmen, Green Lantern o Jonah Hex fueron utilizados para tantear el terreno sin conseguir ninguna de ellas el éxito esperado. Para colmo la adaptación del personaje creado por John Albano y Tony DeZuniga tuvo que vadear con múltiples problemas como el despido de sus directores (con ellos hubiéramos visto una película diametralmente diferente y mucho más divertida) y la indecisión de unos productores no sabiendo qué hacer con un proyecto al que hasta el meritorio score compuesto por Marco Beltrami y la banda de metal progresivo Mastodon parecía quedarle tan grande como inadecuado. Sólo Josh Brolin y Michael Fassbender o breves fogonazos del interesante personaje que es Jonah Hex podemos destacar de una pieza que al menos entretiene y se pasa en un suspiro gracias a sus ajustados 80 minutos de metraje. Más allá de eso un producto de consumo rápido para degustar en una tarda aburrida para olvidarlo justo cuando concluyan los títulos de crédito finales.



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