Javier Vázquez Delgado recomienda: Una laowai en Shanghái

Edición original:Astiberri Ediciones
Autora:Elsa Riera
Formato:Cartoné, 160 Páginas
Precio:17€

Una laowai en Shanghái es la segunda novela gráfica de Elisa Riera (1981) tras debutar el año pasado con El futuro es brillante. Como en la anterior ocasión edita Astiberri, que hace una buena edición, con un diseño muy similar al anterior libro que otorga a las dos obras una sensación unidad. Elisa Riera nos vuelve a contar una historia autobiográfica como ya hiciera en su primer trabajo que era la crónica de una relación toxica forjada a través de las redes sociales. En este nuevo trabajo nos cuenta el choque cultural que experimenta cada vez que viaja a China para ejercer su trabajo como consultora de moda, además de algunas de las facetas de su trabajo y sus relaciones personales.

Esta novela gráfica se podría considerar como una mezcla entre cómic autobiográfico, comic de humor y cuaderno de viajes. Cuando pensamos en obra similares, en seguida nos viene a la cabeza el trabajo de Guy Delisle, pero, por desgracia, a Una laowai en Shanghái le falta la capacidad de análisis de la situación del país que vemos en obras del autor canadiense como Shenzhen, ya que Riera se queda solo en lo anecdótico. Algo que nos acaba por dejar una sensación de decepción puesto que alguno de los temas que trata de pasada, como la videovigilancia u ocultar las maniobras militares a los extranjeros, daban para algo más. Sin embargo, ese no era el objetivo del cómic, ya que lo que perseguía es reflejar con humor los choques culturales que sufre una occidental en China. Para ello, la autora hace una compilación de las anécdotas más curiosas que la han ocurridos en sus múltiples viajes a China, aunque en el cómic use una estructura narrativa que lo concentra todo en un único viaje. Estos choques culturales están únicamente circunscritos a su ámbito laboral y a su interacción en hoteles y medios de transporte. Unas relaciones bastante fugaces salvo las que tiene con Esme, su traductora y amiga, con la comparte intimidades y a la que hace preguntas sobre su cultura y sus hábitos sociales. Al terminar de leer el cómic nos queda la sensación de leer una visión excesivamente superficial de la vida de un extranjero en China, sobre todo porque Riera nos la cuenta desde una posición bastante privilegiada por tratarse de viajes laborales cortos y con traductora, sin llegar a entrar en lo que puede ser el día a día de cualquier laowai.

Como cómic autobiográfico de humor tiene momentos buenos con anécdotas bastante graciosas, pero le falta algo que sirva de hilo conductor a la trama y que nos incite a querer leerla. En las últimas décadas, las historias autobiográficas nos han dado alguno de los mejores cómics como los de Robert Crumb, Joe Matt, Lewis Trondheim, Daria Bondaska, Ulli Lust o Ramón Boldú, que además de jugar a la perfección con el lado tragicómico de la vida, tienen historias potentes que contarnos, pero no sucede lo mismo con las de Riera que vuelven a resultar simplemente anecdóticas y poco desarrolladas. Como punto positivo, y hasta cierto punto refrescante, podíamos destacar que refleja una visión más desenfadada de la vida y menos autoflagelante de la habitual en este tipo de cómics.

Por otro lado, es interesante como la novela gráfica nos refleja el negocio de la moda en China, aunque está muy focalizado en más los aspectos relacionados con los distintos gustos entre Occidente y allí. Hubiera podido resultar de interés conocer más a fondo el funcionamiento de las empresas, los distintos modos de trabajar y las condiciones laborales.

Gráficamente no se aprecia una gran evolución con respecto a su anterior trabajo con la diferencia de que en está ocasión ha empleado menos recursos narrativos novedosos. El resultado ha sido un trabajo más al uso lo que provoca que pierde algo de frescura que nos ofrecían algunas de las soluciones que empleo en El futuro es brillante. Al estar ante una historia menos intimista los protagonistas no tienen tanto peso y se hacen más patente algunas carencias a la hora de dibujar que tiene la autora. Sobre todo, en los fondos lo que provoca que los lugares en los que sucede la historia carezcan de elementos que los diferencien unos de otros, pero también tenemos el mismo problema con los rostros de los personajes secundarios que muchas veces son imposibles de distinguir unos de otros.

Una laowai en Shanghái es un trabajo que se podría considerar una continuación de la novela gráfica de debut de Elisa Riera, pero que pierde buena parte de la frescura que vimos. Pese a ello, nos regala bastantes momentos divertidos y nos permite atisbar muchas de las diferencias entre nuestra cultura y la china. Pero como partía de un planteamiento con mucho potencial, nos queda la sensación de oportunidad perdida ya que la obra toca muchos temas, pero no profundiza en ninguno. Todo esto puede ser debido a que Riera viene de un medio, Instagram, con unos códigos y público distintos a los del cómic y no termina de dar con la tecla para unificarlos.



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