Javier Vázquez Delgado recomienda: Harleen-Libro Dos
Edición original: Harleen: Book two USA
Edición nacional/ España:ECC Ediciones
Guion: Stjepan Sejic
Dibujo: Stjepan Sejic
Entintado: Stjepan Sejic
Color: Stjepan Sejic
Formato: Cartoné (216×276 mm), 64 págs. A color
Precio:12,95 €
Si en la reseña del Libro Uno definía a Harleen como una persona empequeñecida y recelosa de su entorno, en este Libro Dos la doctora es una chica absolutamente desquiciada. Su autocontrol hace posible que sea capaz de ocultárselo al mundo, con excepción del segurata de Arkham que sin imaginar lo que se viene (¿quién podría?) atisba problemas en ella. Ambas descripciones pueden ser atribuibles a alguien inmerso en una dinámica profundamente autodestructiva, que es al fin y al cabo lo que le ocurre a la psiquiatra favorita de todos (ahí ahí con la de Los Soprano). Su amor por el Joker no es más que la expresión definitiva de su autodestrucción, conducida hábilmente por el príncipe payaso sobre los raíles de la locura.
El cómic empieza justo donde terminó el anterior volumen, con Harleen y el Joker en su primera sesión. La doctora, frustrada por sus nulos avances, se refugia en la bebida. En este estado ve la terrible conversión física de Harvey Dent en Dos Caras. Este acontecimiento y la consecuente creación del ilegal grupo justiciero/policial denominado “Verdugos” ayudarán a la psiquiatra a creer la tesis del Joker y será una trama presente en la obra para lucimiento de Batman. De igual forma que en la primera entrega, el murciélago tiene su razón de ser en la obra como excusa para las estupendas splash-page de Sejic, que destaca en este arte pero sin dejar de tener (siendo mucho más valorable) la excepcional narrativa que refleja el cómic, sin olvidarse de esmerarse en rostros expresivos, todos diferentes, que ayudan a lo tridimensional de sus personajes.
El camino de la protagonista hacia el abismo a lo largo del cómic resulta muy coherente. Autorreferenciándose continuamente a hechos del número anterior, el autor teje una sucesión de acontecimientos orgánica y plausible apoyándose siempre en su excelente caracterización. Harleen irremediablemente va cayendo a un pozo muy profundo. Ayuda a esto que Batman no le dé la respuesta que esperaba. Si necesitas esperanza no es el héroe más adecuado en quien buscarla. Un tío con una gran “S” en el pecho podría haberla salvado o quizás Robin, depende de cuál. Bueno la verdad es que no, en aquella época Tim Drake debía ser Robin por lo que se encontraría con una de las versiones más empáticas del chico maravilla. Robin, Nightwing o Batgirl ya podrían habérsela encontrado por Gotham. Incluso sin ayuda superheroica de por medio, una llamada a su amiga presentada en el primer volumen, hubiera ayudado. Aunque probablemente, en el mejor de los casos, solo hubiera retrasado lo inevitable, la mujer está perdida, su caída es cuestión de tiempo y solo encontrará consuelo donde menos le conviene.
El paseo por los pensamientos de Harleen es interesante teniendo reflexiones en las que es consciente de lo que está pasando pero no puede evitarlo, otras se autoengaña deliberadamente, otras se da cuenta de algo más, otras no sabe qué pensar, otras está cansada de sí misma… Como cualquier persona. Un gran ejercicio de introspección por parte de Sejic que plasma fenomenalmente con su narración e ilustración. Es posible que llegue a resultar repetitivo y que se acuse el ritmo lento de la obra pero si abres el cómic sabiendo lo que vas a leer, el origen de Harley Quinn desde su propio pensamiento sin ninguna prisa ni atajo hacia el desenlace, es disfrutable de principio a fin.
Bajo este marco la lectura prosigue y nos deja ver la conversión psíquica de Harvey Dent en Dos Caras. Con muchas menos páginas que la de nuestra protagonista, Sejic representa muy bien al villano además, por supuesto, de dibujarlo como se merece y lo hace hilándolo con los Verdugos reiterando una constante en la obra, continuamente se retroalimenta.
En las sesiones de terapia, ahí menos de las esperables, el Joker poco a poco no solo trastorna a la joven (esto lo hace desde el principio) sino que paulatinamente convierte a la chica en un juguete en sus manos, representado perfectamente en esa página en la que Harleen es dibujada como Caperucita Roja u otra en la que el Joker es el doctor y la psiquiatra la paciente peligrosa. El autor no se olvida de los creadores del personaje y les referencia con un guiño en el cómic, ¿os habéis fijado dónde?
El dibujo sigue la línea del Libro Uno, rostros expresivos, una narración ejemplar e imágenes icónicas e impactantes. Todo esto sigue estando en la obra, sin embargo no llega a la excelencia del Libro Uno porque no hay tantas pesadillas en las que Sejic pueda brillar, ni la composición de página es tan imaginativa ni variada, si bien el autor encuentra momentos para lucirse y sigue siendo una magnífica muestra de todo lo que el croata puede hacer. Con unos colores muy apropiados que dan personalidad al cómic, el arte es espectacular. Un autor que podría recordar mínimamente a Alex Ross por su fotorrealismo, sobre todo cuando dibuja portadas, las páginas interiores son mucho más cómic, al mejor John Romita JR en algunas ocasiones con trazos rectangulares que también cuenta con tintes del efectista Michael Turner, algo hasta cierto punto lógico viniendo de Witchblade, sin que todas estas referencias le priven de tener un estilo propio muy reconocible para quien lo conociera. De seguro, tras Harleen, el número de personas que lo conocen ha aumentado sustancialmente siendo este trabajo un éxito de crítica y público.
Una obra realizada con cariño, cuidada en los detalles, consecuente y cruda que es una muy buena lectura, dotando de un trasfondo al personaje como nunca lo había tenido. Con un dibujo soberbio, solo por el arte ya es disfrutable. En este Libro Dos la trama se toma con calma pero avanza con paso firme hacia la conversión de Harleen Quinzel en Harley Quinn, convenciendo a los escépticos sobre el amor de la loca psiquiatra hacia el pálido payaso y que deja con ganas del Libro Tres para discernir donde se separan (si es que lo hace) la autodestrucción, la locura y el amor.
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