Javier Vázquez Delgado recomienda: Marvel Now! Deluxe. Jóvenes Vengadores de Kieron Gillen y Jamie McKelvie

Edición original:Young Avengers 1-15 y material de Marvel Now! Point One USA.
Edición nacional/ España: Panini Cómics.
Guion:Kieron Gillen.
Dibujo:Jamie McKelvie y Mike Norton.
Entintado:Jaime McKelvie, Mike Norton y Kris Anka.
Color:Mathew Wilson.
Formato:Tomo en tapa dura, 360 páginas.
Precio:35€.

El side-kick es algo tan unido al cómic de superhéroes como la capas y las mallas. Ese compañero adolescente que sigue al héroe y que Robin encarnó y sigue encarnando durante años es algo indisoluble de la parcela superheroica del noveno arte. El protagonismo de estos personajes ha sido siempre muy grande, buscando enganchar aún más a los adolescentes a la colección de que se trate, siendo además un concepto mucho más arraigado y mejor desarrollado en DC Comics que en Marvel Comics, editorial que desde la llegada de Spiderman, apostaba más por el superhéroe adolescente en solitario con problemas del día a día, o por el grupo de adolescentes que no respondía a unos adultos que hacían las veces de hermanos mayores, que por el side-kick tradicional.
De este modo, mientras que en DC el concepto de grupo formado por side-kicks emergió bien pronto, refiriéndome cómo no, a los Jóvenes Titanes que debutaron en la colección The Brave and The Bold en su número 54 en Julio de 1964, Marvel no ha tenido un grupo de estas características hasta el año 2005, lo que a priori resulta difícil de creer.

Y es que, como he enunciado antes, Marvel prefería a los adolescentes que tenían identidad propia desde cero, que no dependían de una versión adulta de sí mismos para comenzar a desarrollar su concepto, y en ese sentido, La Patrulla X primero y los Nuevos Mutantes después, han llenado ese hueco adolescente sin problema ninguno, sin que debamos olvidarnos de los Nuevos Guerreros o de Power Pak, alineaciones todas ellas formadas por adolescentes o incluso niños que jugaban con su propia e idealizada concepción de la justicia.

Sin embargo, en el año 2005, el escritor Allan Heinberg y el dibujante Jim Cheung, aprovechando la resaca de Academia Vengadores, nos trajeron a Los Jóvenes Vengadores, un grupo compuesto por versiones adolescentes de los Héroes Más Poderosos de la Tierra que, a pesar de ser de nuevo cuño tanto en lo que al grupo se refería, como a sus miembros que no tenían mucha historia editorial detrás, encajaron a la perfección en la continuidad Marvel, protagonizando una colección propia que les hizo pasar por los eventos marvelitas del momento como Civil War, Invasión Secreta, Reinado Oscuro y Asedio para finalizar su andadura editorial con La Cruzada de los Niños, un magnífico especial en el que estos personajes daban todo de sí mismos.

Sus miembros eran Hulkling, una especie de Hulk solo en el nombre y en el color de su piel pues era un metamorfo mitad skrull, mitad kree, Iron Lad, que podía parecer el side kick de Iron Man pero que en realidad era la versión adolescente de Kang el Conquistador, Patriota, que era el homólogo del Capitán América, ahora que Bucky ya era adulto y no precisamente preparado para trabajar en equipo, Ojo de Halcón que tomaba el arco de su padrino en la persona de Kate Bishop, Wiccan y Veloz, los hijos de la Bruja Escarlata que hacían las veces de versiones jóvenes del Doctor Extraño y de Mercurio, una versión rejuvenecida de Visión y Estatura, la hija del segundo Ant-Man.

Pues bien, tras el final de La Cruzada de los Niños, Marvel quiso dar una segunda vida a estos personajes, y Kieron Gillen y Jamie McKelvie fueron los elegidos para ello, en un segundo volumen de quince números que se incluye íntegramente en el tomo objeto de esta reseña.

Gillen sabía el potencial que tenía entre manos, y también sabía que era muy difícil repetir el éxito de sus predecesores, por ello, construye algo nuevo desde el principio. Y es que, como la propia introducción a la historia deja claro, si el primer volumen de los Jóvenes Vengadores iba de como era la vida cuando tienes dieciséis años y acabas de entrar en la adolescencia, este segundo volumen analizaba los dieciocho años, ese momento tan particular en el que no eres adolescente pero tampoco adulto, y en el que el descubrimiento de uno mismo es en muchas ocasiones difícil y azaroso. Ese análisis casi perfecto de la etapa final de la adolescencia es lo que hace genial a esta serie, que está escrita para los adolescentes que la leen. Quizás por eso, y tengo claro que es un problema mío y no de esta serie, no he terminado de conectar con ella, pues el lector que la lea debe de tener una empatía mayor con su yo adolescente para poder disfrutarla, siendo muy fácil sentirse identificado con los personajes si se tiene la edad de estos.

En cuanto a la alineación que protagoniza estas páginas, la misma es una mezcla de conceptos más familiares y nuevos, pues de la anterior configuración del grupo, solo Ojo de Halcón, Hulkling y Wiccan repiten, siendo el resto sustituidos por América Chavez, Kid Loki (la versión infantil de Loki que el propio Gillen había creado no mucho antes), Marvel Boy (Noh-Varr) y Prodigio.
En esta serie, los personajes no se enfrentan a una alineación adolescentes de Los Señores del Mal, de los U-Foes, o de otros grupos de villanos marvelitas, no. Los adolescentes se enfrentan al cambio de joven a adulto, al peso de tomar sus propias decisiones, a las barreras que sus mayores ponen a esa independencia que tanto añoran e idealizan, todo ello encarnado por un demonio interdimensional que utiliza a los padres de los personajes para encarnar esa figura de autoridad otrora buscada y acatada y que hoy hace las veces de piel de la que sus hijos quieren mudar lo más pronto posible.

El dibujo de Jamie Mckelvie por su parte, es directamente maravilloso, con un realismo en las expresiones y anatomía de los personajes que hace preciosa la experiencia lectora, siendo tan coordinada la simbiosis entre ambos autores, que no es de extrañar que pronto los dos se fueran al mercado independiente con esa genial The Wicked + The Divine que, en cierto sentido, hace las veces de continuación espiritual de esta serie.

De hecho, una de las cosas que hace a esta serie más interesante, es la original composición de viñetas que lleva a cabo McKelvie, y que de hecho, esconde una sorpresa en forma de rotura de la cuarta pared, pocas veces vista antes en un cómic, y que convierte a este tomo en una pieza única en el apartado gráfico.

Finalmente, no olvidemos que el tomo concluye con una lista de reproducción que podéis encontrar en Spotify, en la que Gillen se inspiró para escribir la serie, y que si es escuchada, os hará entender aún mejor la etapa y darle una vuelta de tuerca a la misma, aunque quizás de eso deba hablaros Igor Álvarez Muñiz, gran compañero y amigo que musicalmente es un experto sin parangón en esta redacción.

Si eres de los que crees que los cómics adolescentes están ambientados solo en institutos, y que todas sus tramas se centran en amores platónicos y estratos sociales de animadoras y futbolistas, lee esta serie, porque entonces comprenderás que la adolescencia es mucho más que eso, que es un campo de experimentos con el que pocos autores saben jugar adecuadamente, y en el que entra en juego un autodescubrimiento fundamental para la siguiente etapa de la vida adulta que aquí es analizado a la perfección.



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