Javier Vázquez Delgado recomienda: Die! Die! Die!, de Robert Kirkman, Scott M. Gimple y Chris Burnham

 

Edición original: Die! Die! Die! 1-8.
Edición nacional/ España: Planeta Cómic.
Guión: Robert Kirkman y Scott M. Gimple.
Dibujo: Chris Brunham.
Formato: Tomo, 208 páginas.
Precio: 25 €.

 

Robert Kirkman está situado en un importante punto de inflexión de su carrera. Sus trabajos han sido muy importantes para el medio, no solo por su indudable calidad, sino porque gracias a ellos se dio un paso muy grande en Image Comics, el de confiar en un autor nuevo con ideas diferentes a las dominantes dentro de la editorial, y eso fue algo que arrastró a todo el cómic independiente a apostar por el cómic de autor, lo que a su vez tuvo repercusión, mucho más pequeña, en las dos grandes. Si a esto le sumamos la venta de derechos a cine y televisión, donde está el dinero de verdad, todo explota hasta llegar al nivel de los últimos años, con una cantidad de colecciones lanzadas desde las editoriales independientes como no se había visto nunca. Y en todo ello la figura de Kirkman fue muy importante gracias a dos series, la primera y más conocida es Los Muertos Vivientes, todo un fenómeno que acababa el pasado 2019, cuando el propio guionista cerraba la historia por sorpresa, al dar por finalizado su camino. Con la segunda pasaba lo mismo el año anterior, Invencible llegaba a su final tras 144 números en los que se consagraba como una de las mejores series de superhéroes del siglo. Y si tuviésemos que hablar de una tercera, porque Kirkman tiene unas cuantas más, esta sería Paria, Outcast, una muy buena colección, también adaptada a televisión, que tiene fijado su final este mismo año. Con ello Kirkman se queda sin sus grandes series y ahora le toca demostrar si sus nuevas producciones pueden estar a la altura, tarea difícil que no empezó nada mal gracias a Oblivion Song y que nos hace tener un ojo puesto en Fire Power, que empieza en unos meses, pero entre medias comenzó la que ha editado Planeta Cómics este pasado mes de junio, Die! Die! Die!. Sin duda Kirkman es atrevido, no solo por cerrar series sin previo aviso sino por estrenarlas, durante meses estuvo trabajando en Oblivion song sin hacer anuncios, hasta sacarla al mismo tiempo en múltiples países, con Die! Die! Die! la sorpresa se la llevaron muchos al encontrarla directamente en las librerías, sin más publicidad que el nombre del autor en la portada.

Pero Kirkman no se ocupa él solo de los guiones, para esta serie le acompaña Scott M. Gimple, ajeno al noveno arte pero escritor de series de televisión conocidas como Flashforward, Life o la propia The Walking Dead (y de la última película del Motorista Fantasma, que cada uno juzgue según su gusto). La historia es de ambos y aquí están escribiendo mano a mano, aunque en los números posteriores a este tomo, que se publican actualmente en Estados Unidos, ya Kirkman será el único guionista.

Con respecto al dibujo tenemos a Chris Brunham, conocido sobretodo por aquel Batman Incorporated que realizó junto a Grant Morrison, con el cual también haría la serie de Nameless ya en Image Cómics, siendo estos sus trabajos más importantes. Su estilo recuerda al de Frank Quitely, a su vez con reminiscencias a autores pasados, pero un poco alejado de su calidad. Ahora bien, en este cómic demuestra dos cosas fundamentales para la historia de Die! Die! Die!, un buen manejo de la acción y mucha capacidad de expresar la violencia, ya que esta obra es un ir y venir de tiroteos, puñetazos , patadas y apuñalamientos.

Es un poco difícil hablar de esta historia en profundidad sin entrar en spoilers, como buen cómic de acción la mayoría de páginas están destinadas a mostrarnos a gente muriendo de diversas maneras, pero según avanzamos lo importante son los detalles, se nota la mano de Kirkman por su ya conocida capacidad para establecer relaciones entre los personajes, pero lo cierto es que es un cómic muy diferente al resto de los que hemos leído de él, lo cual a la postre es habitual, sus series suelen tocar temas distintos entre ellas (superhéroes, ciencia-ficción, terror, supervivencia, crímenes…) y lo de hoy es una mezcla de espionaje, operaciones especiales del gobierno, asesinatos encubiertos, política… nada que no hayamos visto pero con su toque especial. También es una obra muy marcada por su dibujante, que es la gran estrella del tomo, pero esta es otra característica de Kirkman, gente como Ryan Ottley, Paul Azaceta, Charlie Adlard o Lorenzo De Felici han narrado las historias escritas por él de manera que las han hecho suyas, es imposible imaginarse esos personajes sin sus lápices, se ve que Kirkman es un autor muy centrado en hacer equipo, lo fundamental en este arte, y eso queda patente en sus obras.

Sin embargo en este tomo me he topado con un problema, su inicio. Con los dos primeros números parece que estamos ante una gamberrada sin sentido, como si intentara copiar a Garth Ennis y Jacen Burrows o Darick Robertson, con los que hizo las obras Crossed y The Boys, pero más centrado en la violencia por la violencia que en ese fondo y mensaje que transmiten los autores en dichos trabajos. Sin embargo, al avanzar un poco, vemos ese rasgo interpersonal que caracteriza tanto a las obras de Kirkman, a la par que Brunham se esfuerza más en la parte sentimental, plagada de rojo sangre, pero con mayor expresividad interna de los personajes mediante sus formas. Así la serie pasa de ser algo divertido a algo interesante.

En pocas palabras podemos decir que la sinopsis viene a ser un poco engañosa, habla de un grupo secreto del gobierno de los Estados Unidos que vigila a los altos cargos mundiales que se pasan de la ralla, ejerciendo de juez, jurado y verdugo, centrando la historia en los agentes encargados de las misiones. Pero lo cierto es que el carácter moral de los vigilantes es más que cuestionable, no solo por el simple hecho de que asesinar está mal, sino porque al final no deja de ser un grupo de poder con sus propios intereses. Los políticos tendrán importancia, aquí si que hay una gran influencia de series como The Boys en cuanto a la relación de algunos personajes con el poder, y poco a poco se irán definiendo mejor hasta acabar siendo fundamentales en la historia, incluso el presidente Obama, pero para esto es mejor leer la historia hasta el final. También la tendrán otros agentes, especialmente Nate, el prototipo de héroe americano que irá evolucionando a lo largo de este tomo, pero también otros de diversos bandos (ahí queda ese interesante Stan, basado en Jason Statham). Ahora bien, el núcleo de la historia se la llevan Paul, George y John, tres hermanos gemelos educados desde pequeños para ser asesinos, pero cada uno ha escogido su camino, la relación entre ellos será el motor inicial de la historia, que derivará por caminos extraños, abarcando más de lo que parecía en un principio. Estos personajes se definen muy bien, ahí es donde se nota la mano de Kirkman, pero es de alabar el trabajo de Brunham tratando de confundirnos continuamente, en su contra diré que alguna forma le queda algo rara en ocasiones, pero tratando el tema que trata me inclino más hacia la idea de que intenta de generar eso, confusión.

El final del tomo merecería una entrada diferente, el giro que dan metiendo elementos nuevos más toda la trama con el presidente es incalificable, ¿por qué?, ¿para qué?, ¿dónde van los autores?, si ya la trama de los gemelos y sus sorpresas posteriores generan confusión toda la locura del final nos hace cuestionarnos el significado de esta historia por completo, ¿es solo la locura por locura o hay más?. En cierta manera me parecen introducciones innecesarias, pero también es verdad que me he quedado con ganas de ver hacia dónde se dirigen. Precisamente en el último número hay una serie de giros de guion, un juego de sorpresas muy presente en otras obras, pero de una manera que se mueve entre lo gracioso y la parodia, me vienen a la mente casi todas las obras de Mark Millar en Image que siempre tienen una sorpresa en su última parte, pero aquí los autores lo exageran de manera abierta, en ocasiones predecibles y en otras inventando cosas nuevas a última hora, pero casi parece más una crítica paródica a ese tipo de maniobras que un intento de sorprender realmente al lector. En definitiva, es un cómic que no está entre lo mejor de Kirkman, tampoco es de los peores, teniendo en cuenta que todo lo suyo es recomendable. Mantiene un buen equilibrio, divierte, es interesante y el dibujo, con sus aciertos y sus fallos, encaja muy bien con la historia que se nos cuenta.



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