Javier Vázquez Delgado recomienda: La noche que llegué al castillo

Edición original: When I arrived at the castle, Koyama Press.
Edición nacional/ España: Sapristi.
Guion y arte: Emily Carrol.
Formato: Tapa blanda con solapa.
Precio: 16,90 €.

Visto desde un punto de vista simplista podríamos considerar que el cómic no es un arte puro, sino la fusión de dos, esto es, la unión de la escritura y la pintura, y como tal, no puede alcanzar la excelencia en ninguna de las dos de la misma manera que si nos volcáramos en una sola de ellas. La escritura nunca será tan profunda como si fuera el todo de la obra, el dibujo no será tan perfecto como cuando es la única tarea a realizar, y si lo que queremos es simular la narración en movimiento, ¿por qué no usar el cine, si es más completo y más directo? Esto, por supuesto, solo podría llegar a considerarse cierto hasta que vemos lo que los buenos autores son capaces de lograr a través del arte secuencial, hasta que vemos cómo un artista es capaz de aprovechar las posibilidades únicas que le otorga un medio tan especial como es el cómic.

Un buen ejemplo de ese tipo de autores que elevan a su máxima expresión el cómic es Emily Carrol. Esta artista canadiense lleva ya una década haciéndose un hueco en la industria gracias a sus trabajos en formato webcómic especialmente centrados en el el terror, unas historias con las que ha llegado a hacerse con un Eisner a Mejor historia corta por When the darkness presses. Pero podemos decir que su carrera pegó un espaldarazo tremendo cuando debutó con su primera novela gráfica Cruzando el bosque, un compendio de relatos de terror publicado en España por Sapristi que, una vez más, le valió un buen puñado de premios (entre ellos otros Eisner) y la atención internacional. Tras Cuéntalo, su primera obra a dos manos con guion de Laurie Halse Anderson que nos trajo La Cúpula, la autora canadiense ha vuelto a ganarse la admiración de la crítica con La noche que llegué al castillo, un espléndido trabajo publicado originalmente por Koyama Press en el que Carroll vuelve a caer en su mayor placer y debilidad, el terror gótico.

En lo más profundo del bosque se encuentra un solitario castillo. Se dice que allí vive una condesa, pero nadie sabe a ciencia cierta quién es y qué hace allí, porque cada persona que se adentra en él jamás vuelve a salir con vida. ¿Qué futuro le espera a la atrevida protagonista que llega en medio de la noche a tan siniestro lugar? ¿Será capaz de descifrar los misterios que oculta su sanguinaria anfitriona?

La noche que llegué al castillo es uno de esos títulos que nos recuerdan lo maravilloso que es el cómic y el potencial que tiene. Carroll, a la que vuelve a editar una vez más Sapristi en nuestro país, nos sumerge en una fábula con aroma a Edgar Allan Poe y nos la narra con voz dulce pero amenazante, como una historia de miedo contada a la luz de una hoguera en lo más profundo del bosque en medio de la noche. Es una historia muy en la línea de la autora, un horror gótico de los que juegan con los límites de la realidad y la fantasía y que a lomos de un lenguaje elegante de estilo romántico nos lleva por la historia envueltos en un halo de irrealidad. Como si de un sueño se tratara, La noche que llegué al castillo empieza de pronto sin contexto ni aviso, sin saber por qué estamos en la puerta de ese siniestro lugar pero decididos a entrar para enfrentarnos a lo que hay detrás de sus puertas, como si no nos quedara más remedio. No es el tipo de historia que nos atrapa por su presentación de los hechos y el descubrimiento de sus giros y sus secretos, sino el que nos agarra de las manos y nos sujeta aunque no terminemos de entender lo que sucede, atrapados por su siniestra energía. Su atmósfera es magnetismo puro, y lo es gracias a su extraordinario dibujo.

El trabajo que hace Emily Carroll a los lápices es grandioso. La artista rompe los márgenes de los códigos más habituales del cómic y hace una labor más cercana a la ilustración, con grandes imágenes que llenan páginas enteras donde el negro y el rojo dominan la escena por completo (como no podía ser de otra manera en una historia tan inspirada en el romanticismo gótico). Es un dibujo increíblemente inmersivo, que consigue transmitir a la perfección la atmósfera de tensión de su historia, a medio caballo entre el terror y la sensualidad, con un surtido de recursos asombrosos. En muchas ocasiones hemos hablado de lo complicado que es trasladar el tempo necesario para el terror en un medio como el cómic, y Carroll demuestra aquí ser una visionaria para ello. La artista consigue sintetizar las emociones de sus escenas manejando las herramientas de las que dispone de la manera más inteligente, como por ejemplo el cambio de página. Hay una escena en concreto del tomo en la que la autora consigue que pasar a la siguiente hoja te erice los pelos de la nuca con un recurso brutal. Otro buen ejemplo es la destreza de la que hace gala para utilizar las onomatopeyas con una inteligencia enorme, consiguiendo que estas atraviesen las páginas y lleguen a retumbar en nuestros oídos. La narración se ve interrumpida paulatinamente por páginas rojo sangre con las que se intercalan breves relatos siniestros en los que el eje principal siempre es el castillo y que van enriqueciendo la historia, aportando algunos detalles alrededor de la trama central.

Si buscas una historia convencional, este no es tu cómic. La noche en el castillo es una obra singular, un cuento de terror gótico con reminiscencias de los clásicos que nos lleva de la mano por un relato del que no nos importa tanto lo que sucede como lo que nos transmite gracias a un dibujo maravillosamente embriagador. Es emoción a flor de piel, una fábula siniestra que nos recuerda que el cómic es un medio de infinitas posibilidades.



Ver Fuente

Comentarios

Entradas populares