Javier Vázquez Delgado recomienda: Miss Davis. La vida y luchas de Angela Davis
Edición original: Miss Davis. La vie et les combats de Angela Davis FRA (Éditions du Rocher, 2020)
Edición nacional/ España: Flow Press (2020).
Guion: Sybille Titeux de la Croix.
Dibujo, entintado y color: Amazing Ameziane.
Formato: Tomo cartoné de 194 páginas.
Precio: 24,95€.
“¿Por qué aprendemos a temer el terrorismo pero no el racismo, el sexismo, el machismo y la homofobia?”
La primera mitad de este año 2020 ha estado marcada por los efectos de una pandemia a nivel mundial que nos ha obligado a recluirnos en casa, forzándonos a reinventar nuestras relaciones sociales y laborales mientras las mascarillas y alcohol desinfectante se han convertido en objetos de uso cotidiano. Pero el Covid-19 es un problema que por muchas secuelas que deje en nuestra sociedad acabará desapareciendo, cosa que cuesta pensar que pase algún día un “virus” realmente endémico como el racismo. Esas impresiones nos han dejado las noticias de los últimos meses en relación al asesinato en Estados Unidos del afroamericano George Floyd, en un nuevo y polémico caso de brutalidad policial. Las manifestaciones, protestas y disturbios entorno a este trágico suceso nos han dejado muchas imágenes ligadas al movimiento Black Lives Matter al que se han sumado muchas personalidades, marcas, empresas y asociaciones.
Se dice muchas veces que para hacer una aproximación histórica a un hecho concreto hay que situarlo en el contexto y la mentalidad de su época. No caben revisionismos y extrapolaciones modernas sobre asuntos del pasado. Pero, eso no es del todo cierto, porque parte de una idea que entiende la historia como compartimentos estancos cuando estamos hablando de una “novela río” determinada por la continuidad. No se puede entender el movimiento renacentista de los siglos XV y XVI sin remontarnos hasta la antigüedad clásica; la Segunda Guerra Mundial tiene su simiente en conflictos sociopolíticos previos dentro del marco europeo de principios del siglo XX; y el citado movimiento Black Lives Matter no ha surgido espontáneamente a raíz de un único y desafortunado caso de negligencia policial. Este caso ha sido para un alto porcentaje de la población afroamericana la gota que ha colmado un vaso repleto de incomprensión e injusticia respecto a su historia y su situación actual, condicionada por graves factores socioeconómicos que no se pueden ni deben obviar.
Porque el racismo no siempre es tan evidente como muchas veces pensamos. No es tan fácil como identificar a alguien con una antorcha y una capucha blanca persiguiendo a una persona negra por la calle. Es complicado entender cómo afecta a la vida de la gente el racismo, cuando realmente no afecta a la tuya. Además, solemos pensar que el racismo funciona igual en todo el mundo, pero este se adapta siempre a las particularidades del territorio. El tema del racismo en Estados Unidos siempre ha sido algo consustancial a su historia, para hacernos una idea podemos visionar documentales recientes como Enmienda XIII de Ava DuVernay y I Am Not Your Negro de Raoul Peck. En ellos queda claro que la abolición en 1865 de la esclavitud en el país ha sufrido un proceso de idealización muy alejado de la realidad. Y esto va relacionado con la invisibilización que a lo largo del tiempo ha sufrido la llamada historia negra; para ilustrar el tema vamos a poner un par de ejemplos a pie de cómic.
El primero, la masacre de Tulsa en 1921, referenciada en la reciente serie de televisión de Watchmen en la que Damon Lindelof nos ha contado una posible continuación de la obra original de Alan Moore y Dave Gibbons. Un episodio de la historia estadounidense silenciado que hasta el presente siglo XXI no ha sido reconocido, asumiendo muy tardíamente medidas de compensación para sus víctimas. El segundo ejemplo nos remite a la historia del cómic que ha ignorado la aportación que a ella han hecho numerosos autores afroamericanos desde finales del siglo XIX y el inicio de la prensa periodística dándonos su propia visión de la realidad estadounidense. Ahí tenemos nombres como los de Ollie Harrington y su satírica Dark Laughter, el trabajo de Samuel Milai en Facts About The Negro y el caso de la primera historietista afroamericana Jackie Ormes, creadora de Torchy Brown. El racismo siempre se expresa a través de la violencia, pero la violencia no siempre tiene porque ser física.
Finalmente, para comprender el actual movimiento Black Lives Matter, nos hemos de remontar a los años 60 del pasado siglo para asistir a la lucha por los derechos civiles de la comunidad afroamericana. Esto si entendemos la historia no como esos compartimentos estancos que hemos comentado anteriormente, sino como esa suerte de continuidad que estábamos defendiendo al principio. En los años 60 la comunidad afroamericana dijo basta, su situación era totalmente insostenible. El apartheid los trataba como bestias, sus condiciones de vida, su difícil acceso a la educación y otros servicios les impedían a su vez optar a trabajos dignos. Y, para rematar la jugada, muchos estados escamoteaban su derecho a voto a miles de afroamericanos. Fue la acción conjunta, focalizada y polarizada en las figuras de Martin Luther King y Malcolm X, la que acabó derivando en la aprobación en 1964 de la Ley de derechos civiles y un año después de la Ley de derecho al voto.
Pero una cosa es la aprobación de la ley y otra su aplicación efectiva. Por ello, después de la muerte de King en 1968 otras caras tuvieron que ocupar su lugar para mantener vivo el espíritu del movimiento por los derechos civiles y denunciar las irregularidades e injusticias del sistema. Una de los nombres más reconocibles de esta nueva generación de activistas fue Angela Davis, filosofa, profesora y comunista que puso el énfasis de su discurso en la violencia estatal, el anticapitalismo y el feminismo antirracista. Su obra Mujeres, raza y clase publicada en 1981 es una crítica transversal a la discriminación y, especialmente, a la invisibilización por parte del feminismo dominante de otras realidades ajenas a la de la mujer blanca de clase media-alta y urbana (un tema vigente como se desprende de la posición excluyente en algunos sectores respecto a los roles de género no tradicionales). Sus planteamientos eran pioneros porque ya defendían la necesidad de dar visibilidad a las problemáticas de las minorías, teniendo siempre en cuenta u contexto cultural y económico.
Este mismo año la editorial francobelga Éditions du Rocher ha publicado Miss Davis, una obra de Sybille Titeux de la Croix y Amazing Ameziane centrada en algunos de los aspectos más relevantes de la vida de Angela Davis, desde su infancia hasta principios de los años 70. Este trabajo ha sido editado en España por Flow Press, una editorial independiente enfocada a la divulgación a través de “libros visuales que explican el mundo”. En su catálogo tenemos una colección denominada La Gran Tebeoteca del Saber en la que encontramos interesantes propuestas como El Universo de Hubert Reeves y Daniel Casanave y Los Zombi de Philippe Charlier y Richad Guérineau. También han editado otros títulos que se hacen eco de la cultura, la historia y personalidades destacadas de la comunidad afroamericana, como la alabada Hip Hop Family Tree de Ed Piskor y una biografía gráfica del legendario boxeador Muhammad Ali, del mismo equipo creativo responsable de Miss Davis.
Sybille Titeux de la Croix es una autora francesa nacida en 1971 con formación en canto clásico y artes plásticas, con una especialización en ilustración cursada en la Escuela Nacional de Artes Decorativas donde también se han licenciado algunos dibujantes de cómic como Richard Isanove y Jacques Tardi e ilustradores de la talla de John Howe y Rébecca Dautremer. Entre otros trabajos, Sybille ha publicado L’apparition (2005) y Le pou déguisé en sckwrkx (2016), pero ha sido con su compañero Ameziane junto al que ha desarrollado una prolífica creatividad dando lugar a obras como Desperados Housewives (2017), L’atelier des gueules cassées (2018) y la mencionada Muhammad Ali (2015) que ha sido editada por Dark Horse en Estados Unidos. Por su lado, Ameziane inició su carrera como ilustrador y diseñador gráfico, debutando en las viñetas con A quatre mains (2006), trabajo que le ha llevado a encadenar proyectos como Bag Men (2013), Légal (2014), Clan (2015), Fissa, papa… (2017), Tiananmen 1989. Nos espoirs brisés (2019) y la reciente Big Black: Stand at Attica (2020), su primera producción original para el mercado estadounidense.
También podemos observar cómo independientemente de sus colaboraciones, las respectivas bibliografías en solitario de esta pareja creativa demuestran un especial interés por las obras de corte histórico y el retrato biográfico. No obstante, Miss Davis no es una aproximación convencional al género biográfico; estamos ante una obra que elude premeditadamente y con alevosía cualquier concesión a la narrativa clásica. El resultado es un cómic planteado para generar sensaciones en el lector rompiendo con brutalidad la ortodoxia de la viñeta; estamos ante una obra que se reinterpreta, adapta y fluye en cada capítulo adoptando diversas formas y utilizando todo tipo de recursos a su alcance que van desde la simple caricatura al recorte periodístico, el arte publicitario y la infografía. En ese aspecto, nos puede recordar trabajos como el de Bryan Talbot en Alicia en Sunderland y la más reciente Andy. Una fábula real: La vida y la época de Andy Warhol de Typex.
Miss Davis es un cómic que no permite al lector acomodarse y que le exige un esfuerzo para entrar en su juego. Es una obra concebida desde el diseño, una cuestión que se convierte en uno de sus principales alicientes y que redunda en una personalidad que le permite destacar por encima de otras propuestas. Miss Davis se divide en varios capítulos que nos acercan distintos aspectos y momentos cronológicos de la vida de Angela Davis que se combinan con otros pasajes llenos de apuntes sobre la sociedad estadounidense de la segunda mitad del siglo XX. La obra también hace especial hincapié en algunos sucesos destacados entorno al movimiento por los derechos civiles y poniendo de relieve algunas personalidades de la comunidad afroamericana cercana a Angela Davis. Miss Davis también nos ofrece una visión de la prensa y los medios de comunicación de la época a través de los ojos de Seymour June, una joven reportera de The Sacramento Bee que sirve de excusa a sus autores para hablarnos de los claroscuros del medio y el machismo de la época.
Miss Davis abre con una introducción que nos sitúa en Oakland en 1969 durante un tiroteo en la oficina de del partido de los Panteras Negras. El posterior primer capítulo retrocede en el tiempo para hablarnos de la infancia de Davis desde el punto de vista de una de sus compañeras. La historia funciona como relato autoconclusivo, intentando mostrarnos el racismo, la pobreza y el miedo a través de la joven mirada de Cynthia Morris. En los siguientes capítulos vemos a Davis estudiando en París y su posterior regreso a Estados Unidos para implicarse en la lucha universitaria a través de las organizaciones de estudiantes, con la consiguientes diferencias de posturas y egos. También se nos relata su viaje a Cuba y la persecución en paralelo en Estados Unidos de los postulados comunistas. En este punto, y a través de la caricatura, se nos explica el origen de la Cointelpro, un programa creado en 1956 por el F.B.I. para luchar contra el comunismo en territorio estadounidense.
La segunda parte de la obra se centra en la lucha de Davis contra el sistema judicial y carcelario estadounidense después de ser arrestada a raíz de la deriva del caso de los llamados Hermanos Soledad. El cómic nos narra su estancia en una cárcel para mujeres en Nueva York donde fue aislada en su módulo psiquiátrico y el posterior juicio en el que logró la absolución de todos los cargos. El epílogo de Miss Davis hace un breve recorrido por el movimiento por los derechos civiles en años sucesivos, criticando la política estadounidense y el liberalismo introducido en el país por el economista Milton Friedman que el presidente Ronald Reagan acabó convirtiendo en dogma de fe. En este sentido, el mensaje final de la obra se muestra desalentador respecto a la opresión del sistema capitalista y los males endémicos que provoca su no regulación, llegando a la conclusión de que vivimos en una tiranía de la felicidad que anula cualquier posible cambio y/o revolución.
Miss Davis aborda muchas cuestiones pero apenas profundiza en ellas, dando la sensación en algunos casos de ser simples eslóganes. Esto también está condicionado por un guion con algunos saltos cronológicos mal hilados y un apartado gráfico que pese a rozar la excelencia favorece la descohesión. El envoltorio es atractivo, pero se superpone en ocasiones al fondo y perjudica la narrativa de la historia, haciendo que más de una vez nos perdamos sin saber como hemos pasado de un punto a otro. Hay hechos de la vida de Angela Davis que se dan por sobreentendidos y que causan confusión en la lectura. Para muestra, los capítulos que hablan de la mencionada detención de Davis en 1972 en relación al intento de fuga de la cárcel de los citados Hermanos Soledad. En el cómic Davis pasa de golpe a convertirse en una prófuga y aunque conocemos los cargos, no vemos el camino que ha dado como resultado esta situación. La historia solo se preocupa por trasmitirnos lo injusto de su situación y la tenacidad de Davis ante el acoso judicial.
La lectura de Miss Davis es agridulce dejándonos a sensación final de quedarse corta en su cometido: la de abordar la relevancia de la figura de Angela Davis. Se comprende la intención de sus autores por intentar centrar su propuesta en su valor como icono cultural del movimiento por los derechos civiles de su protagonista, pero al concluir la obra, y salvo si estamos familiarizados con la historia personal de Davis, puede costarnos situarnos en perspectiva y comprender la verdadera importancia de su persona respecto en el contexto histórico que aborda. Además, la estructura parece forzada en algunos puntos para eludir algunos matices y no ahondar en ciertas cuestiones más complejas e interesantes; no redunda ello per se en una idealización de la figura de Davis, pero acerca la propuesta a la voluntad edulcoradora y simplista de muchos biopics que acaban siendo harto previsibles y decepcionantes.
Esto contrasta con el ingenio y ambición que sus creadores desprenden a nivel gráfico. Pero las intenciones no siempre bastan y, en este caso, desembocan en una obra estimulante -por todo lo que quiere abarcar- pero cuyo intento de deconstrucción narrativa no acaba de cuajar. La estructura no sirve en este caso a la finalidad de analizar la figura de Angela Davis y el enfoque -pese a momentos realmente brillantes- hace que la aproximación a su vida y luchas nos resulte confusa y poco esclarecedora. Es curioso, porque pese a tener en Miss Davis un producto arriesgado y lleno de fuerza, no logra trasmitir con claridad un mensaje que quizás no necesita de tantos artificios. Esto es algo que entendieron muy bien John Lewis, Andrew Aydin y Nate Powell a la hora de plantear su trabajo en la muy recomendable March, una obra de corte clásico que el tiempo sabemos que tratará con benevolencia, mientras la presente Miss Davis reúne muchas papeletas para quedarse en una anécdota.
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