Javier Vázquez Delgado recomienda: Marvin el detective. El caso de Marion Colman. Cómics Etiqueta Negra (02)
El caso de Marion Colman es el primer caso, y desgraciadamente el último, de la serie Marvin el detective, escrita por Giancarlo Berardi y dibujada por Ivo Milazzo.
La trama de esta investigación está ambientada en la ciudad de Los Angeles, en el ambiente del Hollywood de entreguerras, y narra las vicisitudes de un detective que ha sido contratado para encontrar a una aspirante a actriz desaparecida, llamada Marion Colman, por encargo de su madre. Lo que en principio parece un caso sencillo para un detective primerizo se acabará complicando de manera inesperada. Además, el protagonista debe lidiar con un pasado doloroso; antigua estrella del cine mudo, excombatiente en la Primera Guerra Mundial, exmarido y exdrogadicto. Todo un currículo que le deja un presente solitario, amargo y bastante miserable. Pero los que le conocen bien lo tratan con cariño…
El desarrollo de la historia se recrea en retratar los ambientes más sórdidos y ocultos del universo de los grandes estudios cinematográficos de los años veinte; la trastienda de los platós donde conviven los extras, los locales nocturnos vacíos durante el día, las agencias de los actores menos cotizados… Y la trama muestra cómo tras una fachada luminosa y brillante existió una realidad más sombría, más prosaica e incluso más cruel. El propio personaje protagonista es un marginado de la industria cinematográfica, que tuvo su momento de gloria y que fue apartado del estrellato por circunstancias personales y sociales.
El guion de Giancarlo Berardi es preciso, claro y ajustado pero la obra destaca de una manera especial por su aspecto gráfico y narrativo, donde el dibujante Ivo Milazzo hace un trabajo arriesgado pero superlativo.
En esta obra, Milazzo trabaja con un esquema de página casi fijo con tres tiras de dos viñetas cada una. A pesar de que su narrativa es casi invisible, esta sujeta férreamente el relato. Las escenas se encadenan de manera fluida, armónica, utilizando los detalles para situarnos en el contexto y para pasar de una localización a otra. Dentro de cada escena, el dibujante de Tiki combina los diferentes ángulos de visión con mucha precisión, sin sobresaltos y con una gran eficacia. No sobra ningún detalle, pero no nos falta ninguna información.
La presentación del personaje protagonista, una vez ha visto la película muda, es un hermoso ejemplo de todo ello. Su actitud, entre modesta y acomplejada, su postura corporal y sus expresiones faciales nos indican que estamos ante una persona con un pasado problemático que quiere dejar atrás. La manera en que la acción pasa del interior de la sala de cine al exterior es asombrosa, por su sencillez y por su elegancia. La secuencia culmina con un magnífico plano general del exterior de los estudios encabezado por el subtítulo de la obra. Todo está planificado con mucho estilo cinematográfico, pero usando a fondo la mejor técnica narrativa del cómic. Y si la puesta en escena es elegante, diáfana y poderosa, la iluminación es espectacular; no creo que nadie dibuje mejor los contraluces que Ivo Milazzo. En la misma secuencia inicial, notamos sin muchos aspavientos que hemos pasado de la semipenumbra de una sala de proyección cinematográfica a la luz deslumbrante de la explanada de unos estudios, todo ello, apenas esbozado por unos trazos muy sueltos que delimitan perfectamente los contornos y por unas manchas sutilmente colocadas.
El dibujante italiano utiliza un estilo de dibujo realista pero muy expresivo. Su trazo es ágil, seco y nervioso, parece descuidado, pero en realidad es extremadamente preciso y define con lo mínimo hasta el menor detalle de cada escena.
Proveniente de la fértil tradición de los seguidores de Noel Sickles y Milton Caniff, el entintado de Milazzo va un paso adelante y se libera del exceso de detalle, para centrarse en lo esencial. Es la caracterítica común en la escuela italiana del claroscuro, que va de Hugo Pratt a Dino Battaglia, pasando por el propio Milazzo o por Guido Crepax.
En el capítulo de los personajes, cada integrante de la trama tiene una personalidad perfectamente definida. Los rasgos de cada secundario son muy característicos, sin caer en la caricatura, y los roles principales están perfectamente descritos, con sus virtudes y con sus flaquezas, con sus alegrías y sus tristezas. El tratamiento de Marvin es asombroso, a traves de su mirada percibimos lo que está pensando. Esto representa que el dibujante posee un dominio de la anatomía humana y de las expresiones faciales casi absoluto, un aspecto que se acaba convirtiendo en una de las principales virtudes de la obra y en un aliciente extraordinario para releerla. Por último, vale la pena destacar como Milazzo dibuja las manos y como usa el sombrero del detective para dar expresividad al personaje. Si no sabes plasmar como coge el fieltro tu protagonista y como se lo enfunda en la cabeza, mejor no lo dibujes con él.
El caso de Ivo Milazzo es una de estas incógnitas que reinan en el mundo de los cómics bastante a menudo. Este artista no sabe hacer nada mal, es uno de los maestros del cómic blanco y negro, pero además domina con mano maestra la técnica del color. Sus obras son prácticamente perfectas, desde Ken Parker a El hombre de Filipinas, de la maravillosa serie Tom’s Bar al episodio de Tex titulado Sangue su’l Colorado e incluso en el bioptic propagandístico del fundador de los Boys Scouts – Baden Powell – titulado Impessa; Ivo siempre nos asombra con su arte. Es el digno sucesor del Alex Raymond de Rip Kirby y consigue, con una aparente sencillez, resultados artísticos que genios como Alex Toth estuvieron buscando toda su carrera.
El enigma se hace evidente ¿Qué hace falta para que se reconozca el mérito que se merece este artista italiano? Ya que no es absurdo afirmar que está al mismo nivel de maestros como Jean Giraud/Moebius, Hermann o Enki Bilal… Este sí que es un misterio por resolver.
Por otra parte, esta pareja estable de autores italianos es relativamente conocida por su serie ambientada en el Oeste americano, titulada Ken Parker que realizaron para la editorial italiana Sergio Bonelli Editore. Ken Parker es, junto a Blueberry, Buddy Longway y Comanche, una de las series de más calidad dentro del western en cómic hecho en Europa. Una obra maravillosa que por fin se está editando de manera exhaustiva por ECC Ediciones.
Afortunadamente, hay algunas voces que reivindican la obra y el trabajo de estos autores. El gran Javier Agrafojo nos hizo un repaso muy lúcido y exacto de Marvin el detective en esta reseña.
El caso de Marion Colman debutó en la revista italiana Orient Express en el número seis, de diciembre de 1982, y finalizó en el número trece, de agosto de 1983, tras una publicación algo irregular. Luego se recopiló en álbum y llegó a contar con varias reediciones.
En España, Marvin el detective se estrenó en la revista Cimoc desde el número treinta y dos, de octubre de 1983, al número treinta y seis, de febrero de 1984. Más tarde, en 1990, Norma Editorial recopiló la obra en su colección El Muro, formada por álbumes en rústica de obras realizadas en blanco y negro. También existe una hermosa edición francesa en cartoné realizada por la editorial Mosquito.
El caso de Marion Colman es un gran cómic de género negro; muy bien construido por Giancarlo Berardi y espléndidamente dibujado por Ivo Milazzo. Cuenta con una trama interesante y con unos personajes carismáticos que merecían ampliar su recorrido en nuevos episodios, algo que sin duda estaba en la mente de los autores si tenemos en cuenta el juego que podían dar secundarios como la hija de Marvin, su exmujer – que sólo vemos a través de foto – o el hermano policía de esta. Se desconocen las causas del abandono de este proyecto, pero es indudable que este hecho nos ha privado de disfrutar de una serie que partía de unas bases argumentales muy sólidas y de un diseño artístico absolutamente espectacular.
Una pena, que esperemos se mitigue con una pronta reedición de este caso, único pero inolvidable.
Salut!
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