Javier Vázquez Delgado recomienda: Marvel Facsímil: Marvels Epílogo
Edición original:Marvels Epilogue.
Edición nacional/ España:Panini Cómics.
Guion:Kurt Busiek.
Dibujo:Alex Ross.
Formato:Grapa con tapa semirrigida, 40 páginas.
Precio:5€.
Quienes leáis esta reseña, quizás estéis algo confundidos. Y es que, no es usual que reseñemos los títulos que componen el sello Marvel Facsímil de Panini Cómics. Y no es porque los mismos no lo merezcan, si no porque son tan clásicos, tan reconocidos, que han sido analizados una y otra vez en esta web y que se venden por sí mismos. Es cierto que, en algún momento, desde la redacción se planea hacer algo conjunto para hablar de este sello editorial y de los cómics que lo componen, pero esa labor no me corresponde a mí, y todavía no llegará.
En el caso que nos ocupa, analizamos este cómic porque aunque pertenezca a este sello editorial, se trata de una novedad. En efecto, Marvel Facsímil trasciende a los clásicos con este cómic, y se permite alumbrar dentro de este formato a un cómic reciente, que cierra la historia que vio la luz en el mercado americano en 1994. Claro está, esta decisión tiene su explicación y, si se me permite decirlo, su “truco”.
En primer lugar, la novedad de este cómic es relativa, pues como su propio nombre indica se trata de un epílogo, de un colofón final de Marvels, el mítico cómic que Kurt Busiek y Alex Ross crearan en 1994, y con el que repasaban la historia entera del Universo Marvel desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial hasta la muerte de Gwen Stacy a través de los ojos del fotógrafo Phil Sheldon y de sus “prodigios” como él los llamaba.
Claramente, si estamos ante el mismo equipo creativo que en su día nos trajo Marvels, su epílogo por mucho que sea nuevo, no deja de ser un añadido perfecto a la obra que conocimos veintiséis años antes, y por ello estamos ante por así decirlo, un clásico desplazado en el tiempo (como ya lo fuera la obra original, alumbrada en una década de los noventa que había olvidado a los superhéroes y a las historias de las que nos hablaba Marvels).
Por otro lado, en el año y medio que el formato Marvel Facsímil lleva en Panini Cómics, publicando una entrada cada mes, hemos visto como la Marvels original se ha reeditado grapa a grapa, número a número, dentro de este sello y con magníficas portadas de acetato. En ese sentido, era lógico que este epílogo respetara dicho formato y de este modo, formato un parte de un todo y de un conjunto con la obra original.
Pero, ¿De qué trata el epílogo de Marvels? Dada su corta extensión, dieciséis páginas, está claro que no puede realizar un repaso tan exhaustivo a la historia del Universo Marvel como el que ya se realizó en su día por parte de la obra original. Por eso, Busiek que sigue en tan plena forma como hace un cuarto de siglo, decide coger un pedacito de historia marvelita, y contárnoslo a través de los ojos de Phil Sheldon.
Así, se nos narra aquella noche de navidad en la que La Patrulla X se enfrentó a los centinelas, muy poco después de que llegara Segunda Génesis en el año 1975 en aquel Giant-Size X-Men #1 de Len Wein y David Cockrun. Por ello, habiéndose producido la trágica muerte de Gwen Stacy en el hoy mítico Amazing Spider-Man #121-122 de 1973, este epílogo de Marvels funciona no solo como efectivamente, un epílogo de la obra original, si no que además se sitúa en el tiempo inmediatamente después del final de ésta.
En cuanto al cómic en sí, con los detalles que hemos aportado del argumento, es suficiente. Y es que, hablar más del mismo, aunque solo sea un poco, en un producto de dieciséis páginas (que en esta edición llega hasta las cuarenta al estar plagado de interesantes extras), resulta poco recomendable, porque es muy fácil caer en el spoiler de una obra que está hecha para fans de Marvels que merecen emocionarse como este redactor cuando lean esta obra.
Qué puedo decir de Alex Ross que no se haya dicho ya. Igual que Busiek, pero en el apartado del dibujo, está en plena forma, ejecutando una labor preciosa y fotorealista que encaja perfectamente con su trabajo en 1994, y que huye de las técnicas de dibujo modernas (o al menos, las mismas no se perciben) para crear este epílogo que, si nos hubieran dicho que vio la luz hace un cuarto de siglo, nos lo habríamos creído.
Un imprescindible en vuestra biblioteca, tanto si poséis la obra original en cualquiera de sus ediciones previas, como si os habéis hecho con la misma en formato facsímil.
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