Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNSeries – Preacher 4a Temporada, de Sam Catlin, Seth Rogen y Evan Goldberg
Género: Fantasía, terror, Drama, accion, religión
Creador: Sam Catlin, Evan Goldberg, Seth Rogen, basado en el cómic de Garth Ennis y Steve Dillon
Reparto: Dominic Cooper, Joseph Gilgun, Ruth Negga, Graham McTavish, Ian Colletti, Pip Torrens, Noah Taylor, Julie Ann Emery, Mark Harelik, Tyson Ritter
Producción: American Movie Classics (AMC)
Canal: AMC
País: Estados Unidos
Cuatro años y el mismo número de temporadas ha tardado en hacer su recorrido catódico Preacher, la serie creada por Sam Catlin, Seth Rogen y Evan Goldberg para la cadena de pago AMC inspirándose en el cómic homónimo escrito por Garth Ennis y dibujado por Steve Dillon para el añorado sello Vertigo. Un servidor os ha acompañado a lo largo de este trayecto reseñando todas y cada una de las entregas anuales que hemos recibido centradas en las aventuras teológicas y escatológicas de Jesse Custer, Tulip O’Hare y Proinsias Cassidy, interpretados por los actores Dominic Cooper, Ruth Negga y Joseph Gilgun respectivamente. Una primera y decepcionante temporada dio pasa a una prometedora segunda más cercana a los cómics, pero todo quedó en un espejismo cuando asistimos a cómo la tercera volvía a caer en los mismos fallos que los primeros episodios de la producción, dejando un mal sabor de boca con respecto a un proyecto que lo tenía todo para convertirse en una obra de culto y una digna adaptación del icónico trabajo en viñetas que le sirve de inspiración. Poco antes de estrenarse esta cuarta temporada que nos ocupará en la siguiente entrada AMC confirmaba la cancelación de la serie, obligando a sus máximos responsables a cerrar de la mejor manera posible todas las tramas. El resultado no desentona un ápice con respecto a una ficción que nunca llegó a despegar del todo desperdiciando el potente y explosivo material de partida que tenían en sus manos.
La cuarta tanda de episodios de Preacher recorre una a una todas y cada una de las carencias que han ido menoscabando con el paso de los años la calidad de la serie. Para empezar Sam Catlin, Seth Rogen, Evan Goldberg y su equipo de guionistas vuelven a alejarse en exceso de los cómics, mirando con desdén los impresionantes historias que Garth Ennis y Steve Dillon elaboraron en la colección de Vertigo, sólo tomando pequeños apuntes de las mismas, más que para aprovecharlos y convertirlos en un producto audiovisual de calidad, como un vacuo y altivo intento por contentar y acallar a los que en su momento leímos una de las mejores obras de esta irrepetible pareja de autores británicos. Seguidamente tenemos otra de las señas de identidad de esta Preacher en imagen real como la inexplicable capacidad de sus escritores para estancar de manera insalubre las distintas tramas que dan forma a los diez episodios de los que consta esta cuarta temporada. Se antoja demencial que una como la del rescate de Cassidy en Masada, que podía haberse resuelto en un sólo episodio, se alargue cuatro interminables entregas en las que la redundancia y el subrayado se apoderan del metraje y la paciencia del espectador.
También volvemos a encontrarnos con personajes que a pesar de estar a estas alturas más que definidos psicológicamente dan vueltas sobre sí mismos mostrándose incapaces de ejecutar acciones que sirvan para construir una sencilla historia con inicio, nudo y desenlace. ¿Cuántas veces necesitamos que a Cassidy le arranquen el glande para que seamos conscientes de su adicción a la tortura y la venganza contra su agresor? ¿En cuantas ocasiones puede Tulip intentar ir por su propia cuenta para al poco tiempo volver con sus compañeros de fechorías? ¿Cuántos países tiene que visitar y a cuantas personas debe enfrentarse Jesse para encontrar a Dios? ¿Cuantos actos violentos tiene que realizar el Santo de los Inocentes para que “Caraculo” deje de sorprenderse por ello? ¿¿Cuántas bromas sin gracia se pueden hacer con la oreja deforme de Herr Starr??. Esta cuarta temporada acusa más que ninguna otra la incapacidad de sus autores para sacarla del pozo de la mediocridad y si no fuera porque pasado el ecuador comienzan a acontecer algunos hechos interesantes y porque a estas alturas ya nos hemos encariñado con el reparto y las libérrimas versiones que ofrecen de los personajes del cómic no tendríamos nada de verdadero interés por lo que valiera la pena acercarnos a la despedida una serie como Preacher.
Para colmo, no sabemos si por la prematura decisión de abortar la serie en la cuarta temporada o por otro motivo, la segunda mitad de la misma parece querer encapsular el grueso de muchos de esos arcos argumentales de los cómics que los guionistas han ido obviando o sólo tomando como referentes muy superficiales, llegando a límites de exagerada síntesis en los dos últimos episodios condensando un sinsentido de idas y venidas argumentales que desembocan en un apresurado clímax, paradójicamente anticlimático, y apresurado en exceso que sólo recibe puntos a favor por el bonito epílogo que cierra la serie. Con esto no queremos decir que Catlin, Rogen, Goldberg y compañía quieran revelar esta recta final de Preacher como un producto más adherido a lo escrito e ilustrado por Garth Ennis y Steve Dillon en los 90, ya que en el proceso siguen introduciendo torticeras subtramas de cosecha propia y personajes satélite cuyas peripecias sólo parecen hacerles gracia a ellos, porque de cara al espectador no dejan de protagonizar situaciones supuestamente irreverentes o políticamente incorrectas que no escandalizarían a un monaguillo, confirmando una vez más que la bilis expulsada por los autores de la serie de Vertigo nunca llegó a ser captada adecuadamente por los responsables del programa de AMC.
Ante semejante desaguisado sólo nos queda una cosa a la que aferrarnos y que desde los primeros compases de la serie nunca ha fallado, su reparto de actores. En las reseñas de las temporadas previas incidimos en que las versiones que aquí vemos de Jesse, Tulip y Cassidy quedan muy lejos de las ideadas por Garth Ennis y Steve Dillon en el cómic, pero bien es cierto que Dominic Cooper, Joseph Gilgun y Ruth Negga han sabido moldear un trío de protagonistas carismático, con personalidad y propension a destilar una más que notable química cuando comparten pantalla. Algo parecido sucede con algunos de los roles secundarios, ya sea Ian Colletti como “Caraculo” o Graham MacTavish como el Santo de los Inocentes, capaces de ofrecer momentos remarcables cuando ambos interactúan. La incorporación de Mark Harelik como Dios también depara algún pasaje reseñable y Julie Ann Emery sabe transmitir el insulso dogmatismo de su criatura mientras los Hitler y Jesús de Noah Tylor y Tyson Ritter, respectivamente, derivan en cuestionable descarga cómica. En cambio es Pip Torrens el que en esta ocasión se pasa de autoparódico con su Klaus Starr, al que ofrecen más minutos en pantalla, pero sin que el británico sepa echar el freno en los momentos más vergonzosos, alejándose un poco del buen hacer que demostró en las anteriores temporadas confirmándose como uno de los mejores fichajes del apartado artístico.
Preacher abandona la parrilla de la AMC, o el catálogo de HBO España si hablamos de nuestro país, con la cabeza gacha y sin hacer apenas ruido. Lejos quedan ya aquellos dos intentos por adaptar el cómic de Vertigo a cine o serie de televisión a manos de Robert Rodriguez primero y Sam Mendes después que prometían mucho, pero acabaron en la nada. Desgraciadamente cuando Sam Catlin, Seth Rogen y Evan Goldberg cogieron las riendas del proyecto desde los primeros pasos del mismo demostraron no ser las personas adecuadas para extrapolar con éxito la odisea iconoclasta con aroma a western crepuscular que protagonizaron a lo largo de 66 números y unos cuantos especiales Jesse, Tulip y Cassidy. Por el camino queda un “puedo y no quiero” que lo tenía todo para haber desembocado en una serie antológica, pero que por la fea costumbre de ser condescendiente con la obra primigenia ha quedado reducida a una mediocridad audiovisual más disfrutable para aquellas personas que nunca se hayan acercado al trabajo de Ennis y Dillon que para sus lectores. En lugar de enderezar el barco para su último viaje los responsables de Preacher han abrazado sus carencias e imperfecciones sin prejuicio alguno para decir adiós a una producción que debería haber sentido más respeto y admiración por su principal referente.
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