Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNLibros – El portal de los obeliscos
Edición nacional/España: NOVA.
Autor: N.K. Jemisin.
Formato: Tapa blanda, cubierta a color, 15,2×22,8cm.
Páginas: 448 páginas.
Precio: 20 euros o 7,99 euros (eBook).
Ganar un Premio Hugo a la mejor novela de ciencia ficción no es tarea sencilla. Ganar más de uno es algo complicado, incluso grandes autores se han tenido que conformar sólo con uno o incluso ninguno. Ver al mismo ganador dos años seguidos ya es una proeza al alcance de pocos.
Orson Scott Card – quien es un activista anti derechos LGTB+ – lo logró en 1986 y 1987 con las dos primeras novelas de Ender. La autora Lois McMaster Bujold lo logró en los años 1991 y 1992 con novelas ambientadas en la serie de Miles Vorkosigan, siendo la segunda autora con más Premios Hugo (4) después de Robert A. Heinlein, quien también suma 4 más 2 Retro Hugos, y casi entra en esta exclusiva categoría al ganar los Premios Hugo en 1960 (Starship Troopers) y 1962 (Forastero en tierra extraña).
Ya comentábamos en la primera reseña que los premios son algo siempre subjetivo, y que puede haber la tendencia tanto a sobrevalorar-los como infravalorar-los, según tu generación y forma de pensar. Pero es innegable que lo conseguido por N.K. Jemisin hace que al menos haya la necesidad de comprobar si sus galardones son merecidos.
Si aún no os habéis animado con la lectura de La quinta estación, no os recomendaría seguir con esta reseña, porque si bien guardará bien los giros que acontecen en El portal de los obeliscos, no hará lo mismo sobre la primera novela. Si estos detalles no os importan, ya que queréis tener más profundidad sobre la trilogía antes de embarcaros en ella, bienvenidos seáis en la búsqueda de un hogar.
Antes del inicio de esta nueva quinta estación, Tirimo era el hogar de nuestras protagonistas. Lo era para Essun en los últimos diez años, donde se había casado con Jija y había tenido al pequeño Uche y Nassun. Y durante el primer libro, vemos como Essun abandona dicho hogar e intenta sobrevivir, intentando encontrar al asesino de su hijo, con la esperanza de encontrar aún con vida a su hija. Al inicio de este segundo libro, tenemos a Nassun de protagonista, que compartirá la novela con su madre.
Si en el anterior libro tuvimos tres protagonistas principales, aquí pasamos a dos. Pero ahora son realmente dos, pues como fuimos viendo, la pequeña Damaya es esculpida en el Fulcro hasta convertirse en Sienita. Vemos como Siena, después de abandonar al Fulcro y perder su primera familia, regresa a La Quietud siendo Essun y ocultándose en Tirimo. Todas ellas eran la misma mujer, y todas las personas con las que interactuó antes de ser Essun siguen siendo importantes para la madre de Nassun.
El primero de ellos es Schaffa Guardián, quien le rompió la mano a Damaya para enseñarle una lección de vida de lo que significaba ser una orogen. Esto es un hecho muy remarcable, pues cuando Essun se percata que su hija Nassun ha heredado sus poderes de orogen, termina recreando la misma lección. Essun quiere a su hija por encima de todas las cosas, pero la educación y la sociedad en la que viven no le enseñaron otra forma para sobrevivir.
En cambio cuando Nassun conoce a un desmemoriado Schaffa y se convierte en su guardián, a pesar de ser mucho más malvado que su madre o incluso su padre, el comportamiento hacia ella es más lo esperado por una figura paterna. Esto es una alegoría que por naturaleza no somos malas personas, siendo la cultura y la sociedad en la que vivimos la que nos puede influenciar negativamente.
Otro hombre que tiene una influencia mayor si cabe en la vida de nuestras protagonistas es Alabastro Decanillado. El que fuera el amante de Siena y padre del pequeño Corindón, descubriríamos al final del anterior libro que fue quien inició toda esta cadena de desastres en La Quietud. Y todo ello no para vengar la muerte de su hijo, sino para recuperar una hija perdida. ¿Nassun? No, la Luna.
Mientras Nassun cada vez es menos niña y es entrenada como orogen en el nuevo Fulcro, donde Jija cree que le quitarán la maldición de ser una orograta, Essun debe decidir a que “hija” ir a buscar. O si es mejor dejarlo todo atrás, y quedarse en Castrima junto a Ykka, el “niño” comepiedras Hoa y la innovadora Tonkee. O la líder Binof, como la conoció Damaya en el Fulcro cuando ella se coló en dicho recinto. A diferencia de Essun, cuyos poderes le obligaban a ser o esclava del Fulcro o cadáver, Binof jamás quiso ser líder a pesar de haber nacido para ello, y no aceptó ningún rol de género o educacional que no le permitieran ser ella misma.
Essun no se sintió traicionada por el sexo de Tonkee, ya que en ese sentido La Quietud parece mucho más abierta y en la isla de Allia tuvo una relación poliamorosa, sino por intentar ocultar que era Binof. Contando que la mayoría de estados en USA a día de hoy aún existe la “defensa al pánico gay/trans” para eludir condenas por asesinarlos, es muy importante tener referentes trans donde el sexo es anecdótico, y poder desarrollarlos como lo que siempre han sido. Binof/Tonkee siempre ha sido mujer, y así siempre es referida en ambas novelas.
Esta novela siguen siendo relatos de lo que significa ser niña/hija y ser madre/mujer en La Quietud, sobretodo cuando se avecina una quinta estación y la situación se vuelve mucho más convulsa. Como hemos visto en estos últimos años, los derechos más fundamentales no siempre están asegurados, y los derechos de los más vulnerables suelen ser los primeros en ser sacrificados en pos de salvar a los privilegiados. Pero en esta novela también vemos el intento de surgir de las cenizas y construir un hogar mejor.
En Castrima se pretende crear una sociedad donde los orogenes no sean discriminados, sino convivan por igual con el resto de mortales. En el nuevo Fulcro se intenta crear un nuevo hogar donde los jóvenes estudiantes puedan crecer como personas, no como armas y como esclavos. ¿Es algo factible de conseguir cuando el mundo está roto? Allia nos demostró que los oasis no son para siempre, y este mundo no puede descansar en paz hasta que una hija vuelva con su progenitora.
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