Javier Vázquez Delgado recomienda: Esos días que desaparecen

Edición original:Ces jours qui disparaissent FRA, Glénat
Edición nacional/ España:Dibbuks
Autor:Timothé Le Boucher
Formato:Cartoné, 192 páginas
Precio:28€

Me gustaría que esta noche juntos fuera eterna.

A principios del 2019 Dibbuks publicó Esos días que desaparecen, el tercer trabajo largo de Timothé Le Boucher, una obra de difícil clasificación ya que mezcla ciencia-ficción con elementos de filosofía y metafísica, pero que cala muy hondo y te invita a reflexionar sobre tu vida y tu elección de prioridades. Una lectura tremendamente estimulante por su argumento y trama, pero, sobre todo, por los distintos mensajes que transmite entre los que destaca que una reflexión sobre la fugacidad de la vida y de qué manera y con quién decidimos aprovecharla. Un mensaje necesario en estos días en los que todo transcurre tan deprisa y es difícil encontrar tiempo para lo que de verdad importa: nuestros seres queridos y las cosas que realmente nos hace felices. Una obra que confirma que la BD de autor está muy viva con figuras que renuevan todos los géneros como el propio Le Boucher, Julie Maroh (El azul es un color cálido), Mathieu Bablet (Shangri-La), Chloe Cruchaudet (La Cruzada de los Inocentes), Ugo Bienvenu (Preferencias del sistema), Anne Simon (El cantar de Aglaé) o Jérémie Moreau (La Saga de Grimr). Parece que el relevo está garantizado y nos esperan grandes lecturas en el futuro con los autores mencionado y otros que irán surgiendo.

Timothé Le Boucher es un historietista francés nacido en 1988. Desde pequeño ha dibujado cómics y mientras cursaba sus estudios de Bellas Artes de Angoulême comenzó a publicar en trabajos colectivos. Skins Party, su primer trabajo como autor completo, ve la luz en 2011 y es parte de la selección oficial del festival de Angoulême del año siguiente. Su siguiente trabajo es Les Vestiaire. En 2017 publica Esos días que desaparecen que se convierte en su segunda obra en la selección oficial de Angoulême además de recibir el premio a la mejor obra por la asociación de librerías de BD entre otros galardones. En 2019 publica Le Patient su último trabajo hasta la fecha.

¿Qué harías si, de repente, te dieras cuenta de que solo vives un día de cada dos? Con esta premisa argumental tan aparentemente sencilla, Le Boucher nos cuenta la historia de Lubin Maréchal, un trapecista veinteañero que, tras caerse durante una actuación y golpearse en la cabeza, descubre que solo vive un día de cada dos. En esos días que no recuerda otra personalidad, que no tiene que ver nada con él, toma el control de su cuerpo y vive una vida paralela y ajena a la suya. Lubin es despreocupado y soñador, como casi todos los jóvenes, mientras que su otra personalidad es ordenada y responsable, características más ligadas a los “adultos”. En principio, las dos personalidades tratan de llegar a un acuerdo para convivir mientras buscan una solución al problema. Aunque finalmente terminan por chocar en un intento de convertirse en la personalidad dominante.

La idea de dos personalidades confrontadas dentro de una misma persona no es algo novedoso en la ficción. El primer ejemplo que nos viene a la cabeza es la novela de Robert Louis Stevenson El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde que explora la dualidad entre el bien y el mal que existe en los seres humanos. Lo mismo podemos decir de Hulk, que quizás sea el caso más conocido en los cómics, aunque la dualidad es algo inherente al cómic de superhéroes. Sin embargo, la propuesta de Le Boucher es diferente puesto que no se centra en la dicotomía entre bien y mal, sino que las dos personalidades de Lubin reflejan la lucha entre crecer y asumir las responsabilidades de la edad adulta o intentar permanecer en una perpetua adolescencia como Peter Pan. Una obligación de crecer y llevar una vida “ordenada” que se ha instalado en la sociedad que la considera normal y productiva. Lo que provoca que muchas veces las personas que traten de vivir de otra manera se encuentren con la incomprensión de quienes los rodean por no hacer lo “normal”. Además de las ya mencionadas reflexiones sobre la fugacidad de la vida y la elección de la forma de vivir, la obra también nos nuestra como nuestro cerebro es capaz de protegernos de nuestros recuerdos más terribles y la forma en la que construimos nuestra personalidad.

Algunas de las grandes virtudes del guion son la capacidad de sorpresa de la obra, que no te permite dar nada por sentado, y el ritmo in crescendo de la trama que consigue que devores la historia de una sentada. Le Boucher consigue que empatices con el Lubin acróbata, su amigos y familia sufriendo el mismo desconcierto que sienten ellos y que va creciendo conforme transcurre la historia. Para lograrlo es fundamental que solo nos muestre la versión de la historia de este Lubin, nunca vemos los días en los que no está, así que en ningún momento los lectores saben más que los personajes. Sentimos las mismas sorpresas que siente Lubin tras cada despertar. Todo ello en una historia que no deja de ser cotidiana, puesto que vemos su día a día y sus relaciones personales y profesionales, a pesar de que la extraña situación que vive Lubin lo altera todo. La guinda final de una obra sobresaliente es un desenlace agridulce que te deja una sensación incomoda y triste.

En el dibujo de Le Boucher se puede ver una clara influencia del manga, sobre todo en los rostros de sus personajes, pero narrativamente es claramente occidental. Esa mezcla es ideal para mostrarnos las distintas emociones que experimentan los personajes. Su trazo es muy limpio y sus figuras estilizadas, lo que unido al uso de una paleta de colores planos pero muy poco estridentes, dota a la obra de una cierta irrealidad, algo que la va muy bien al guion. Sus fondos no están todo lo detallados que es habitual en el estándar europeo más clásico, pero consiguen que sepamos en qué lugar transcurren las escenas y no distraen de lo principal que es la historia. Narrativamente destacan las secuencias en la que las dos personalidades de Lubin dialogan a través de videos grabados en el ordenador y en las que Lubin hace sus números acrobáticos. Un trabajo algo alejado de lo que podemos esperar de un cómic francés, pero que potencia los aspectos claves de la historia.

El catálogo de Dibbuks aloja algunas de las mejores obras que se han producido en el país vecino y Esos días que desaparecen brilla con fuerza entre ellos. La edición como ya es costumbre cuenta con una buena reproducción y papel. Ojalá que ellos, o cualquier otra editorial, nos sigan acercado el resto de la obra de Le Boucher.

Timothé Le Boucher ha afirmado en algunas entrevistas que está influenciado por Bastien Vivés y Frederik Peeters. Con Esos días que desaparecen ha creado una obra que no desmerece de los mejores trabajos que ambos han firmado. Estamos ante una obra capaz de emocionarte, sorprenderte y mantenerte pegado a sus páginas, además de obligarte a cuestionar muchas cosas de tu vida.



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